Disclaimer: Los personajes son propiedad de Stephenie Meyer, sólo la trama es mía.

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El final de un cuento de hadas

Se encontraba perlada del sudor, sus piernas se tensaban por el cansancio, su respiración mas agitada no se podía encontrar, pero ella seguía corriendo, no tenía rumbo, ni sabia hacia donde se dirigía, lo único que le importaba era alejarse de ahí, ya no soportaba más aquel dolor, su único rayo de sol entre tanta tiniebla se había oscurecido, dejándolo todo mas oscuro mas doloroso.

Todo había pasado tan rápido, su cuento de hadas había terminado más rápido de lo que ella pudiera haber soñado, realmente soñaba con que nunca acabara, pero si tenía que acabar ¿por que había sido así?

De repente al dar la vuelta en la esquina tropecé cayendo de bruces al suelo, ahí empezó a temblar y derramar lagrimas ya sin fuerza para pararse, ya su mundo se había derrumbado tal y como se había derrumbado ella. La gente pasaba a su lado golpeándola y sin hacerle el mayor caso, hasta que una sombra la cubrió.

-¿te encuentras bien?- era la voz de una mujer, se oía tierna y sinceramente preocupada-¿niña me escuchas? ¿Quieres que haga algo por ti?- volvió a preguntar la señora.

Me limite a negar con la cabeza, no quería su ayuda, ni la de ella ni la de nadie, Por que no había forma de que ella ni nadie me pudiera ayudar.

-¡Emmet!- grito la señora, asustada voltee a ver a quien le gritaba así, un muchacho fortachón llego corriendo con una enorme sonrisa, que se borro al verme.- Cariño ayúdame a levantarla y métela en la casa, se ve que le hace falta descansar-

Quise protestar pero el muchacho ya me había levantado con una velocidad impresionante, y en un instante me llevo adentro de la casa, donde supuse me había tropezado con sus escaleras, me tendió sobre un sofá de tres plazas. Trate de levantarme pero la señora se sentó a mi lado y me volvió a recostar.

-¿Cómo te llamas?- me volvió a preguntar la señora con una dulce mirada y una tierna sonrisa, hasta en ese momento pude fijarme en ella, era una belleza, cabello color miel ondulado y su cara en forma de corazón con la inocencia reflejada en cada centímetro de sus facciones.

-Alice- dije casi sin aliento, todavía no recuperaba mi ritmo cardiaco, creo que mi corazón se había roto en millones de pedacitos y así no se podía respirar fácilmente.

-Mucho gusto Alice, ni nombre es Esme y el es mi hijo Emmet- Me sonrío amablemente mientras que con su mano señalaba al muchacho que me había levantado, era muy guapo algunos rasgos de la inocencia de Esme los había heredado el, era alto y fornido con el cabello café oscuro, sus ojos color miel al igual que su madre tenían una chispa de alegría, su cara era adornada con una enorme sonrisa-¡Hola!- me saludo efusivamente como si estuviera realmente alegre que una desconocida estuviera recostada en su sofá.

-Hola- respondí – Perdón por la molestia, no quisiera interrumpirles mas, yo mejor me voy muchas gracias- dije torpemente, realmente no tenía a ningún lugar a donde ir, pero ellos no tenían la culpa de mi estado.

-Claro que no, pero si estas muy pálida, y por supuesto que no es molestia- Dijo Esme tratando nuevamente de recostarme- Emmet tráeme de la cocina un poco de pan dulce y un jugo- le indico a su hijo mientras me acariciaba tiernamente. Nadie me había acariciado de esa forma solamente...el, no, no podía decir su nombre sino me rompería y no quería que ellos me vieran así.- Dime cariño quieres que le hablemos a alguien, no se un familiar, un amigo, un novio- me fui rompiendo con cada palabra que soltó, ¡por Dios! Estaba sola en esta vida, jamás tuve un amigo una familia...un novio eso si que tuve pero por el estaba aquí. Mis ojos no pudieron contener ni una mas de mis lagrimas y empezó a sollozar, no me di cuenta en que momento pero termine sollozando en el regazo de Esme mientras ella me consolaba con suaves caricias en mi cabello.

- ¡Dios!- Grito Emmet cuando entro con un plato lleno de galletas y un vaso de jugo- Mama te dejo cinco minutos y la pobre duendecilla estalla en llanto- exclamo juguetonamente mientras fingía una cara de tragedia. No pude evitar reírme, nadie en mi vida me había dicho así, y si que tenía parecido a un duende o por lo mínimo yo siempre lo pensé aunque...el siempre lo negó. Al volver a pensar en el mis ojos se volvieron a llenar de lagrimas, pero ahora sin sollozar.

-¡Emmet¡- lo regaño Esme aunque con una sonrisa en la cara. Emmet se acerco riendo y me dejo el plato lleno de galletas y sentó en frente de mi mientras comía las galletas que acababa de traer –Emmet las galletas son para ella- lo recrimino otra vez Esme.

-Pues si que te hacen falta, estas muy pálida- dijo Emmet con una media sonrisa.

-Dime cariño ¿Qué tienes?-me pregunto Esme, la sentí realmente preocupada y algo en mi interior me hizo hablar, yo no quería pero algo dentro de mi me convenció de que era lo correcto.

- Soy huérfana, y acabo de cumplir dieciocho años, cuando cumples esa edad el orfanato deja de hacerse cargo de ti, yo estaba estudiando en una preparatoria y ahí lo conocí...- me calle por un momento no podía recordar, me dolía- hace un año empecé a salir con un muchacho...éramos la mejor pareja, parecíamos novios que solo llevaban solo un día, nunca nos peleábamos, siempre reíamos, nunca había sido tan feliz, por primera vez me sentí amada- sentía como los recuerdos pasaban velozmente por mi cabeza, quería parar me dolía, pero no podía- cuando cumplí los 18 me mude a vivir con el y su hermana, éramos tan felices, mi cuñada y yo nos llevábamos súper bien, todo era como en un cuento de hadas, pero...-en ese momento mi voz se lleno de tristeza, de rabia, como pude ser tan tonta y pensar que realmente merecía todo eso- obviamente los cuentos de hadas no existen, mucho menos para alguien como yo, hoy cuando iba a buscarlo a su clase lo vi besándose con otra...- y no pude aguantar mas y me eche a llorar ya no soportaba este dolor, quería que desapareciera, que todo se esfumara, simplemente no quería sentir nada.

-Tranquila pequeña, todo va a estar bien- me repetía una y otra vez Esme acariciando mi rostro, mientras Emmet ya sin su sonrisa me veía con tristeza y un poco de cariño. Fui sintiendo como mis ojos se empezaban a cerrar poco a poco y me iba alejando del dolor.

-Valla se quedo dormida- dijo Emmet mientras se levantaba y dejaba la galleta que traía en su mano- ¿y si la llevo al cuarto de huéspedes a que descanse mejor?- pregunto volviéndose a mirar a su madre. Ella tan solo asintió aun preocupada por todo esto.

Emmet bajo al cocina, después de dejar a Alice en la cama, su madre estaba cocinando mientras tarareaba una canción.- Pobrecilla- comento al ver como su hijo se sentaba en la silla, apago la cacerola y se sentó a un lado de su hijo.-Que coincidencias que halla terminado justo en nuestra escalera-

-¿Sabes a quien me recuerda?- pregunto Emmet comiendo una manzana del frutero- a ti- respondió sin darle oportunidad de responder- la única diferencia es que ella no esta embarazada-

Esme sonrío – Si, supongo que si, creo que es tiempo de pagar mi deuda con la vida- Respondió meditando sobre la situación - ¿No te gustaría tener una hermana?- le pregunto sonriendo tiernamente.

-¡Me encantaría¡- dijo triunfante Emmet- pero no sabemos si ella quiera- dijo haciendo un puchero el cual su madre respondió riéndose.

-No creo que se niegue, por lo que entendí no tiene hogar, ni familia ni nada...al igual que yo hasta que conocí a Carlise- dijo recordando con una sonrisa tierna pensando en su actual marido.- Tan solo espero poder ayudarla, se ve tan indefensa, tan dulce, pobrecilla- comento volviéndose a parar y empezó a remover los ingredientes de la olla- ve a darte una ducha y cuando salgas, la despiertas...!con cariño¡- advirtió Esme con una sonrisa- y bajan a comer-.

Empecé a sentir picotazos en mi nariz, a lo lejos oía mi nombre entre risas. – ¡Alice!- el picotazo empezó a ser demasiado molesto para ignorarlo, y la risas que escuchaban eran realmente fuertes y expulsaban demasiado aire...abrí poco a poco los ojos y vi un par de ojos sonrientes. Al ver ese par de ojos miel, mi cabeza empezó a registrar cada momento de este día, como llegue ahí...porque llegue ahí...el besándola a ella...mi mundo cayéndose en piezas, mis ojos se volvieron a llenar de lagrimas sin que yo quisiera, al ver mi reacción al muchacho se le borro la expresión de felicidad y me vio con ojos preocupados-¿acaso soy tan feo para sacarle lagrimas a alguien?- me pregunto.

-¡No! Como crees, solo me acordaba de...- antes de que yo terminara mi tonta excusa, me interrumpió con una sonora carcajada.

-Era broma- dijo apenas controlando un poco su carcajada, era tan grande y sincera su risa que me la contagio un poco –Así esta mejor, mama dice que bajemos a comer- señalo levantándose y dirigiéndose a la puerta.

Me levante poco a poco, no quería recordar, me dolía demasiado, y ahora que iba a ser...no pensaba regresar a donde...el, pero no tenía nada, nunca había tenido nada solo a el, y el se lo había quitado todo y más...me había quitado no solo lo físico, también la esperanza, la seguridad...el amor.

-¿Enana no vas a bajar?- dijo Emmet asomándose por la puerta con una gran sonrisa, me levante recordando que no era mi casa y yo solo era un estorbo nada mas...como siempre lo había sido.

Bajamos las escaleras y llegamos a una cocina muy acogedora en colores pasteles, en la mesa había cuatro lugares, uno estaba ocupado por un señor que en mi vida había visto, entablaba una conversación con Esme y supuse que era el padre de Emmet...un padre.

-Querida ya despertaste- dijo dulcemente Esme cuando me vio llegar a la cocina- Mira te presento a mi esposo, Carlisle- me presento al señor que estaba sentado, Era al igual que su hijo y esposa muy guapo, de ojos miel con una expresión de sabiduría enorme, con una piel pálida muy bella, vestía muy elegante. – Ella es Alice-

-Mucho gusto señor- Sonreí tratando de ser amable con aquella familia que me había tratado tan bien, pero mi sonrisa se sentía acartonada, vacía de emoción.

-El gusto es mío Alice- contesto el señor –Emmet espera a tu madre- le dijo a Emmet que ya había empezado a comer de uno de los platos que había en la mesa, era un manjar delicioso, las tres soperas que había se veían y olían exquisitas.- Por favor Alice siéntate, no dudes que Emmet se acabe toda la comida-.

Estuvimos platicando del trabajo del Sr. Carlisle, así me entere que era un notable neurocirujano, y una persona muy calida y noble, Esme por su lado es como me imaginaba a la madre perfecta, dulce, cariñosa, cocinaba perfecto y muy agradable, y Emmet...el era muy especial, no podías dejar de reír a su lado, por mas que mi risa fuera acartonada a el no parecía importarle y seguía, el tenía mi misma edad pero iba en diferente escuela. Al terminar la tarta de manzana que preparo Esme, todos se quedaron muy callados, como esperando algo...y fue cuando entendí que ya era hora de irme, era una familia muy bella y se habían comportado súper amables conmigo pero yo solo era un estorbo y era mejor que me fuera, de seguro eso esperaban.

-Alice querida- Esme me hablo antes de que pudiera empezar a despedirme y agradecer, Dios que pena estaba a punto de decirme que me fuera.- Lo he pensado mucho y...lo consulte con Emmet y Carlisle y hemos pensado- claro habían pensado que ya era mi hora de irme, los colores se me subieron al rostro.- Hemos pensado que si no tienes un mejor lugar al que ir, ¿Por qué no te quedas con nosotros?- si de seguro ya me querían en la calle...¿que? ¿Escuche bien? Alice no te hagas ilusiones de seguro escuchaste mal.

-perdón no entiendo- Esme se coloro un poco y dirigió la mirada a su Marido.

-Lo que Esme quiere decir, es que si no te molesta y tú realmente lo deseas... pues que vivas con nosotros, podrías ir a la escuela con Emmet y vivir con tranquilidad sin preocuparte por nada- Corroboro el Dr. Carlisle, mientras que al mismo tiempo Emmet me volteaba a ver con ojos de cachorro, lo que hizo que sonriera.

Lo fui captando poco a poco, realmente quería que viviera con ellos...pero- Claro que me encantaría...pero yo tengo dinero para pagarles- por lo que había escuchado la escuela en la que iba Emmet era muy costosa- a parte todavía no se como podría pagarles todo lo que han hecho por mi- respondí torpemente.

-Pero quien esta hablando de dinero...nos encantaría ayudarte y cuidarte como si fueras...como si fueras una hija- Respondió Esme nerviosamente.

Una hija...como si fuera su hija, mis ojos se volvieron a llenar de lagrimas, esto era mas de lo que podía imaginar, era como un cuento...pero que no aprendes Alice los cuentos no existen o mínimo no para alguien como yo.

-Enana no llores, se que ser mi hermana no es el premio Pulitzer, pero no ha de ser tan malo... ¿no crees?- sonreí ante su comentario y aparte tener a alguien como el de hermano sería lo máximo.

-Claro que me encantaría, pero es algo surrealista...no creo merecerlo- Dije tristemente no podía creer que fuera verdad.

-Ni una palabra mas- dijo alegremente Esme- Entonces si te encanta es lo único que necesitamos- dijo acariciando mi mano- Mañana mismo vamos a la escuela para inscribirte y hoy a comprarte ropa- se levanto y empezó a recoger los platos- Y ahora fuera de mi cocina- dijo dichosamente guardando la comida que sobro.

-huyamos- dijo Emmet dramáticamente y sonriéndome- a reposar la comida- subió casi corriendo a su cuarto, Voltee de nuevo a la cocina Carlisle había agarrado un periódico y Esme ya estaba lavando los trastes mientras tarareaba

-Gracias-.

Espero que les haya gustado soy nueva en esto, es mi primer fic y espero que les haya gustado aunque sea un poco y sigan leyéndolo y si no es mucho pedir aunque sea un review! Se aceptan criticas y de todo!...gracias! De cualquier forma.

Asira Cullen