Todos los estudiantes estaban sentados a la mesa del Gran Comedor, preparándose para un largo día de clases ¿Y quién sabe? Quizás algunas declaraciones. San Valentín se acercaba y las primeras invitaciones para el baile comenzaban a hacerse presentes en los pasillos.
¿Nadie te ha invitado aún, verdad, Hermione?
Nada que te importe, Ron.
Hermione no odiaba a Ron, ni nada por el estilo, pero ciertamente no estaba de humor para sus bromas sobre la falta de novio tan temprano por la mañana. Las cosas entre ellos habían estado bien desde la guerra entre Voldemort y Harry; se habían besado, sí; ¿Se amaban? Al menos Hermione no estaba segura de ello, así que la relación no había llegado jamás a mayores.
Además, a ti tampoco te ha invitado nadie – Dijo Hermione, mientras Harry reía disimuladamente.
Bueno, no… pero estoy pensando en invitar a alguien
¿Ah sí? ¿A quién? – Preguntó Harry
Ya lo verás – Hermione rodó los ojos y tomó un sorbo de su bebida, luego levantó los ojos para ver a la mesa de profesores, su siguiente clase era con Snape.
Hermione - Dijo Ron
¿Eh? – Ella levantó la cabeza para mirar a Ron que la miraba como si esperase una respuesta – Lo siento, no estaba prestando atención ¿Me decías algo?
Que si acaso hiciste lo deberes para Snape
¿Que si los hice o que si se los presto?
Bueno pues…
Chicos, ya se los he dicho, tienen que hacer sus propios deberes – Se levantó tomando sus libros – Me adelantaré – y salió del Gran Comedor.
Llevaba un par de minutos esperando en el salón de clases, leyendo su libro de pociones, cuando alguien abrió la puerta.
Srta. Granger, veo que hoy está particularmente deseosa de ser una sabelotodo
… Buenos días, profesor –
Buenos días – Snape se sentó en su escritorio y sacó un pergamino en el cual se puso a tachar algunas cosas.
De pronto, Hermione se levantó, caminó hasta el escritorio y se quedó parada allí unos segundos.
¿… Sucede algo, ? – Snape soltó su pluma y levanto la mirada para ver a Hermione. Lo que sucedió a continuación, fue, por demasía, lo más extraño que le había pasado en su vida, contando todas las misiones que Voldemort le había encomendado, y todas las extrañas conversaciones con Dumbledore. Hermione se inclinó sobre el escritorio, y lo besó. Un beso suave, y ligero, sin presiones, solo un roce. Luego, se levantó lentamente y vio a su profesor por otros minutos.
¿Pero qué- Snape no alcanzó a terminar sus palabras cuando Hermione enrojeció de golpe y retrocedio un par de pasos.
¡Con permiso! – y salió corriendo del salón.
