Broken (Roto)
Se sentía cansado de estar siempre triste y molesto, se sentía cansado de sentirse roto, notaba la burla, el cinismo en aquel que había sido su héroe, sentía la decepción extenderse desde su corazón recorriendo su cuerpo e instalándose en su alma. La espalda le dolía de cargar tanto él solo, sus ojos grises habían perdido el brillo puro e inocente, si brillaban ahora era sólo por las lágrimas de rabia e impotencia contenidas a duras penas, se había vuelto hermético, taciturno, vagaba por los pasillos del que fuera antaño su hogar, y que ahora sentía cómo una prisión asfixiante, con pesadez.
Trataba de mantenerse ocupado en algo durante el día, más a la llegada de la noche se sentía agotado, drenado y solo; sentado en su cama observaba la luna con una pregunta en la mirada, sabía que el mismo tenía que buscar la respuesta pero temía obtenerla, no deseaba escuchar más excusas y explicaciones patéticas y sin sentido, no deseaba ser manipulado otra vez.
Quería rendirse, sus aristocráticos hombros cargaban más peso del que podían soportar y cada día se añadía otro poco, tenía tantas ganas de dejarlo todo pero sabía que no era una opción para él. Pasó sus pálidas manos de largos dedos por su cabello rubio platino, desacomodándolo en un gesto adquirido de nerviosismo, llevó sus manos a sus ojos y los tallo con cansancio tratando de evitar las lágrimas que amenazaban con traicionarlo, tratando de callar sus caóticos y deprimentes pensamientos, de enterrar los recuerdos que habían puesto su mundo de cabeza, que habían cambiado drásticamente su visión del hombre que le había criado y lo habían llevado hasta este punto.
Sentía frío, estaba oscuro y la luna era su única compañera, su brillo cobijaba sus pensamientos cada noche, y sabía que no dormiría bien otra vez, que despertaría más agotado y las líneas moradas bajo sus ojos serían más oscuras, sabía que estaría más fastidiado y que no podía hacer mucho para volver atrás, que tendría que vivir con la decepción y la frustración, con la duda.
Cada día se sorprendía de su capacidad para fingir que todo seguía igual y cada día maldecía la capacidad de su progenitor de hacer lo mismo, aunque ahora que lo sabía podía ver cosas, pequeñas actitudes extrañas que antes pasaba por alto, cada día se reprendía por haber sido tan idiota todo ese tiempo y cada día se quería rendir.
La perspectiva de dejar todo, ceder al peso de su carga, era cada vez más atractiva, estaba cansado de luchar y no saber si serviría de algo, pero no lo hacía, cada vez que se encontraba al borde pensando en lanzarse recordaba los ojos de su pareja, esas esmeraldas brillantes, intensas, los labios suaves contra los suyos, el pelo negro y alborotado haciendo contraste con el propio, su respiración, los latidos de ese corazón, el aroma de su piel por las mañanas y después de hacer el amor, esa voz que lo hipnotizaba...
También recordaba una voz femenina, el pelo negro y lacio de su mejor amiga, el aroma de ella y la vitalidad de sus palabras y acciones; sólo después de eso se alejaba del vacío y decidía seguir un poco más, decidía que estar roto era algo que podía sobrellevar sí tenía a esos dos para ayudarle a juntar los pedazos y unirlos de nuevo.
Aunque tuviera ese vacío.
Aunque quisiera rendirse.
Aunque estuviera roto.
