Capítulo 1: La decisión
Soy un hombre común y corriente, trabajador, dedicado, principalmente limpio, o al menos eso intento, no soporto la mugre, ni las bacterias, ni el desorden, lo odio profundamente. No soy de buscar pleitos, nunca me metí con nadie, no me gusta la violencia, pero cuando te criaste en un barrio carenciado, donde los cuchillos y las armas son moneda corriente, tienes que acostumbrarte a eso obligadamente. Repito no soy violento, a menos que me obliguen. Dos o tres veces en mi vida me sacaron de mis casillas y les aseguro que nada bueno surgió cuando mi bestia interna salió a flote. La mantengo encerrada, encadenada en lo más profundo, lejos del mundo exterior. Tal vez todos tenemos una bestia así, he conocido un par, créanme, ver el lado obscuro de las personas no es nada bonito.
Actualmente, a mis 33 años, llevo una vida relativamente tranquila, con un trabajo honrado en administración, en una empresa pujante y exitosa que vende implementos de robótica y computación. Me destaco, siempre tengo mis papeles en orden, mis rendiciones al día, a veces a pedido de mi jefa ayudo a algunos compañeros, cosa que detesto, pero lo hago sin rechistar. Soy un ejemplo de empleado, o eso me han dicho una que otra vez. Lo único de lo que siempre se quejan es de que soy demasiado serio, no lo entiendo muy bien, pero lo acepto, no entiendo por qué todo el mundo quiere que esté sonriendo como un idiota. Que mi semblante sea el mismo todo el tiempo no quiere decir que no pueda sentir tristeza o alegría, simplemente que no ando mostrando mis emociones como una maldita marquesina de cine, lo que siento es privado y así quiero que se mantenga.
Voy regularmente al gimnasio, todos los días una hora, más la media que le dedico a correr por las mañanas, me gusta mantenerme saludable, aunque por otro lado fume dos o tres cigarros al día, una costumbre que me quedó de mis días de sombras, allá hace mucho. Fuera de eso no tengo vicios, excepto recrear en mi mente una y otra vez las torturas más detestables para ese hombre, ese maldito, ese desgraciado que me dejó una enorme cicatriz en mi alma. Nunca voy a perdonarlo, nunca abandonaré este rencor que me persigue noche a noche en mis pesadillas, sueños nefastos que me hacen revivir ese infierno que me hizo padecer. Ya no tiemblo, ya no vomito, he logrado contenerme, he logrado dominarme, pero más que nada he logrado sobrevivir. Sé que algún día la vida me va a dar la oportunidad de devolverle cada uno de sus favores, cada una de sus palabras, cada uno de sus golpes, lo sé.
Y precisamente ayer se me presentó esa oportunidad, sin esperarla, sin planearla, simplemente se dio, llegó hasta a mí como una respuesta del universo a mis más profundos y horripilantes deseos. El hijo de este desgraciado, un muchachito joven y puro, de nombre Eren que entró a "Viticontax", la empresa en la que me desempeño. No podía creerlo, cuando mi jefa me lo presentó, no me di cuenta a la primera, ya que él usaba el apellido de su madre, pero después que Hanji Zoe (mi gerente y jefa), me pasó su aplicación, al puesto pude ver quién era su padre. ¿Destino?, quizás, ¿coincidencia?, tal vez, lo único que sé, es que muchos giraron su cabeza al ver en mi rostro algo que no es muy normal, una tétrica sonrisa. Él me la devolvió con frescura, con esa algarabía que tienen los jóvenes que han vivido su infancia y su adolescencia de acuerdo a los estándares esperados, con esa gracia que poseen aquellos afortunados que lo han tenido todo, amor, familia y fortuna, eso hace que mi voraz hambre se despierte aún más. Brilla con luz propia, encandila, y yo no puedo anhelar tanto el querer mancharlo, el querer estropearlo, el querer cubrir su rostro de lágrimas y llenar su garganta de estertores de agonía. ¿Soy malo? Sí, pero tan perfecta es mi máscara que nadie lo sospecha, y eso es lo mejor que tengo en esta vida, esta habilidad para camuflarme.
-: Lo dejo a tu cargo, Levi – me dice Hanji casi con alegría – Parece que van a llevarse bien, nunca lo he visto sonreír así – le dice al joven que nos mira con los ojos llenos de esperanzas e ingenua ensoñación.
-: Pareces un chico listo, y eso es lo que necesitamos – digo con mi voz carrasposa y grave, es casi doloroso tener que fingir, pero sé que vale la pena.
-: Gracias, estaré a tu cuidado, daré lo mejor de mí – dice el pobre idiota mientras sigue sonriendo, me pregunto si no le dolerán los cachetes cuando llegue a su casa de tanto forzar esa mueca… no, está acostumbrado.
-: Bueno, empecemos, sígueme Eren, voy a mostrarte las instalaciones – Hanji me lanza un guiño y levanta un pulgar, al parecer está emocionada, debe ser por mis reacciones, la conozco, creo que es lo más cercano a un amigo que puedo tener. Y digo "amigo" y no amiga, porque así la veo, a pesar de que tiene sus atributos nunca me fijé en ella de otra manera, tal vez por las reglas que tengo dentro de mi lugar de trabajo: 1) Nunca meterse en relaciones personales con otros empleados. Aunque a ella le permití saber un poco de mi vida personal, no es como si lo necesitara, pero admito que es entretenido tener otro ser humano con el cual conversar de tanto en tanto.
Me sigue como un cachorro, hasta podría decir que casi le veo la cola agitándose con alegría, es tan asquerosamente predecible, y tan estúpidamente confiado. Hace mucho, demasiado que no saco ese lado seductor de mí, porque sé que cuando quiero puedo ser increíblemente persuasivo. Aunque jamás lo he intentado con otro hombre, lo mío son las mujeres, me gustan sus cuerpos suaves y curvilíneos, son en verdad atrayentes. Me acosté con cuantas pude, aunque con algunas reincidí, no puedo decir que soy estable, apenas empiezan a atosigarme con llamadas o mensajes, mucho menos reclamos, desaparezco de inmediato. No necesito depender de nadie, menos que menos que dependan de mí, lo aborrezco, la soledad me sienta bien. Pero este es un mocoso, creo que va a ser bastante fácil de engañar, o al menos eso espero.
-: ¿Quieres un café, Eren? ¿Desayunaste? – pregunto solícito, suavizando la voz.
-: Oh, bueno… la verdad es que no quería llegar tarde y estaba un poco nervioso, así que no desayuné nada aún… pe-pero no te molestes, Levi, normalmente no lo hago.
-: De eso nada, no puedes andar por ahí sin haber desayunado apropiadamente, vamos a la cafetería, de paso te presento a las chicas de ahí, son en verdad agradables – me da asco mi propia boca, llena de palabras empalagosas, pero al ver las esmeraldas que tiene por ojos pegarse a mi nuca con docilidad, me doy cuenta que voy por buen camino. Una de las cosas más importantes para poder saborear una buena venganza, es el don de ser paciente.
-: ¿No tendremos problemas, Levi? Quiero decir, aunque es mi primer día…
-: No te preocupes, lo principal es generar un buen clima de trabajo, lo operativo lo vas a ir aprendiendo de a poco, estás en una etapa que aquí llamamos curva de aprendizaje, por lo tanto no van a presionarte con objetivos los tres primeros meses. Disfrútalo mientras puedas, ahora lo importante es que te conozcan, créeme. ¿Qué tal fue tu capacitación?
-: Bastante ardua, pero aprobé todos mis exámenes con 100%
-: ¡Qué impresionante! Como te dije, vas a estar más que bien, relájate.
Bajamos los tres pisos por las escaleras mientras escuetamente le voy nombrando las oficinas, "Diseño e innovación", "Marketing y Publicidad", "Ensamble y Pruebas", "Laboratorio", "Calidad", "Finanzas", "Comercial", etc. Es una empresa grande, ocupamos un edificio de cinco pisos y nuestra oficina está en el cuarto. Eren ya habla más relajado, miro disimuladamente sus manos, pulcras y bien cuidadas, sin dudas este niño no agarró una puta pala en toda su existencia. Me gustaría saber cómo es que un mocoso como él terminó trabajando en un puesto que no está a su altura. Tranquilamente podría estar trabajando como gerente en algunas de las múltiples empresas de su progenitor. Cuando entre un poco más en confianza indagaré sobre eso, sé que no tomó el puesto full time, apenas media jornada, según el informe es un estudiante universitario de la carrera de Licenciatura en Administración con especialización en comercio, seguramente estudia por las tardes, me pregunto con qué necesidad lo hace, dinero es lo que le sobra, a lo mejor quiere empezar a tener algo de experiencia o empezar a practicar sin tener los ojos de su miserable padre encima de él. Ya me enteraré.
-: Llegamos – le digo abriéndole la puerta de vidrio templado y transparente para que pase, es bastante sencillo tratarlo, como una damisela, además se nota que está acostumbrado a que lo sirvan, me sonríe tímidamente y se adelanta.
-: Vaya, que rico aroma – me dice cuando nos inunda el olor del café molido y cremoso que siempre flota en el aire de ese lugar.
Me acerco a la barra y le presento a Claudia, la bonita señorita que toma los pedidos, todos posan su mirada en el nuevo empleado, sé que llama la atención, un niñato refinado y bonito a la vista, aunque también creo que tienen algo de curiosidad de verme tan atento, tengo que disimular un poco o pueden empezar a sospechar. Le solicito dos capuchinos frapé y dos muffins rellenos de dulce de leche, seguramente a éste crío le gustan las cosas dulces, soy bueno intuyendo. Nos sentamos en una de las mesitas de metal, ya es algo tarde y la mayoría de los trabajadores están en sus puestos, lo que nos va a dar algo de privacidad. Efectivamente se relame de gusto ante el panecillo que pongo frente a él. Come hambriento y me sonríe contento, pobre imbécil. Se termina el tentempié en un santiamén.
-: Come el mío, por favor – le ofrezco divertido – Yo desayuné más que bien en casa, y vas a necesitar energía para la jornada.
-: Oh, no Levi – como me molesta la forma tan horrible en que pronuncia mi nombre, con tanta familiaridad, casi que me da escozor escucharlo – No te molestes.
-: Eren, no seas tan formal, estás con hambre y con hambre no se puede pensar bien, cómelo, de verdad, además a mí no me sientan muy bien las cosas dulces. Estás a mi cargo, y no permitiré que mi compañero ande famélico.
Se ríe gentilmente, demasiado educado, siento que mis ojos brillan maliciosamente, como el lobo que acecha al tierno corderito, que al no saber que está frente a un predador se acerca sin temor.
-: Bien, lo aceptaré, gracias.
Le hago preguntas vagas, casi que ni me importan sus respuestas, solo capto lo que puede ser de utilidad, tiene veinte recién cumplidos, una novia, grandes aspiraciones, y su voz tiembla al hablar de realizarse como profesional, ya lo descubrí, quiere impresionar a su viejo, seguramente cansado de la sobreprotección de su repulsivo padre. Realmente se parecen muy poco, tal vez en la altura, y apenas en los labios finos y delicados. Seguramente es mucho más parecido a su madre, especialmente sus ojos, sus ojos verdes que cambian un poco con el brillo del sol y se ponen ligeramente dorados, son cálidos, no tienen una pizca del frío acero del celeste de Erwin… De solo recordar su nombre se me eriza la piel y por ningún motivo bueno.
-: Me alegra que podamos llevarnos bien… a decir verdad, estaba un poco ansioso – me confiesa mientras se magrea la nuca.
-: ¿Ah, sí? ¿Y por qué? – consulto con auténtica curiosidad.
-: Bueno, Moblit, mi capacitador, me dijo que ibas a ser mi mentor, que tuviera cautela contigo, que no te hiciera enojar, que eres muy estricto.
-: Bueno, no te mintió, es cierto que soy bastante exigente, pero eso no quiere decir que sea un tirano.
-: Oh, no, no eres para nada como pensé que serías… Oh, lo siento… - se disculpa sin necesidad.
-: Bien, en realidad, para ser honesto no soy demasiado sociable, tal vez sea eso, pero sí te puedo asegurar que sólo soy cordial con las personas que me caen bien, y creo que hasta ahora vas por buen camino, si te esmeras y eres dedicado con tus obligaciones, pues no veo ningún motivo por el que tengamos que tener una mala relación. Así que… ¿qué dices, Eren?
-: Y-yo… yo daré lo mejor de mí, Levi – un apenas imperceptible sonrojo se instala en esos pómulos firmes y bronceados, tal vez la mayoría de la gente no se daría cuenta, pero nada se escapa a mi vista de águila, a mis ojos acostumbrados a fijarse hasta en los más mínimos detalles.
-: Bien, entonces nos llevaremos muy bien… Bienvenido, Eren… cuenta conmigo…
