01. Ilusión
Era como una nube.
Filamentos de plata, hilos de oro. Allí estaba su sueño real y su máximo anhelo desde hacía unos cuantos años, cubriéndolo, dándole calor y otorgándole fuerza... así como drenándola. No se arrepentía, o al menos eso se diría a sí mismo después, luego de haber meditado en ello y haber podido, con la cabeza fría, sacar sus propias conclusiones lejos de aquella nebulosa. Aquella que, de a ratos y en algunas zonas, parecía teñirse de un color algo más turbio.
Pero en el momento, dolía.
Y era real. Muy real.
Danzaba como fuego dorado a su alrededor, salvaje pero aún así, amable; demandante, exprimía cada partícula de su ser en busca de seguir creciendo, brindándole a cambio una sensación de tibieza a su piel maltratada por el sol; exigía ser liberado, pero las consecuencias habrían sido más que catastróficas.
—Suficiente —musitó el hombre de parcos gestos, observándolo desde toda su altura, aún más evidente dado que él mismo se encontraba de rodillas en el suelo—. Ya puedes parar.
¿Era aprobación o desazón lo que la voz del mayor transmitía?
¿Era alivio o decepción lo que él mismo sentía?
El niño obedeció, viéndose obligado a cerrar los ojos para obligar a su cosmos a replegarse dentro de sí. Le costó, pues era una energía mayor a la que, el Patriarca había notado, normalmente ostentaban los demás. De todos los rincones del mundo y cada uno con una motivación similar pero ciertamente diferente, cientos de niños pululaban por el Santuario por esos días sin ser realmente conscientes de que, tarde o temprano, aquel inmenso lugar de columnas de mármol y templos antiguos los acogería como su hogar definitivo o, por el contrario, los expulsaría para que nunca más volvieran a poner un pie en él. El antiguo Caballero de Aries se arrodilló y encorvó el torso, pretendiendo quedar a la misma altura del pequeño aspirante. Saga parecía ser consciente de que acababa de revelar un poder, como mínimo, mayor al que Shion se esperaba; pero a la vez, lucía inseguro, como si no supiera con certeza si ser como era estaba bien o mal.
No podía saberlo, pero con el correr de los años, aquella misma pregunta lo seguiría persiguiendo.
Notó que la ropa del gemelo estaba chamuscada en algunas zonas y que, incluso, humeaba un poco. La salvaje cabellera azul lucía reseca, como si hubiera estado expuesta al agua de mar y al sol durante mucho tiempo. Había quemaduras en su piel joven.
Son sólo niños.
Pero él había visto las estrellas en Star Hill, y no podía ser engañado. Tendría que protegerlo, pero a su manera. No necesitaba mayor indicio, no era menester que completara su entrenamiento aunque, por razones obvias, lo haría.
El Patriarca le sonrió, poniéndose de pie e instándole a imitarlo y luego a seguirlo por medio de una mano extendida. Y Saga de Géminis lo siguió.
...
Nota: sinceramente, mi objetivo con esto es escribir lo primero que se me venga a la cabeza y desbloquearme para poder profundizar en otra historia. Pero encontré una tabla de 30 drabbles (no, dudo mucho que pueda completarla en 30 días, pero veremos qué sale) y quise aprovechar el mini empujón que me dio la taza extra de café.
La idea es dar breves (brevísimos, bah) pantallazos sobre la vida de los caballeros dorados antes de que tuvieran lugar todos los líos que ya medio mundo conoce muy bien, por supuesto, desde lo que yo imagino. Desde mi punto de vista subjetivo (?). Así que nada, si hay alguien por ahí, espero que al menos se entretenga un rato ^^
