- 8... 9... ¡Y fuera!

La gente aplaudía a rabiar, a pesar de que el combate había sido magro. Para Ryu fue casi un regalo el dinero que le dieron por ganar aquel torneo corto, venciendo en la final a un luchador cualquiera al que era muy fácil quebrar su defensa. El pobre tipo fingió estar desmayado en el suelo para que la lucha terminara.

Tailandia ya no parecía ser un lugar atractivo para las peleas. El Muay Thai iba en decadencia. Ryu ya había vencido a los únicos oponentes valiosos de aquella disciplina : Adon y Sagat. El primero estaba perdido en algún lugar del mundo. Y sobre Sagat... se sabía que estaba con Bison en los cuarteles generales de Shadaloo. Se había vendido.

- Pescado, arroz... no, arroz. A-rroz. Jugo de fruta. Cualquiera. Pescado, arroz, jugo.

Ryu trataba de entenderse con un vendedor de comida en la villa en la que ganó aquel breve torneo. Aparte del japonés sabía algo de inglés gracias al gringo Ken. De tailandés sabía poco o nada. Sólo sabía decir un par de cosas tales como "Hola", "estoy perdido" o "gracias", y un par de insultos a los que se acostumbró por el tuerto Sagat.

- Gracias - le dijo Ryu al viejecillo vendedor. Tomó la bolsa con comida que compró y como siempre, emprendió camino.

Cuando se alejó de la villa, buscó un lugar solitario para comer. Se sentó bajo un árbol al lado del camino. Abrió la bolsa, y encontró una zanahoria, el arroz, y una botellita con agua. Parece que hacer un gesto de algo alargado con ambas manos, y un gesto de beber algo sosteniendo un vaso imaginario y decir "glub, glub" no fue suficiente para dar a entender que quería pescado y jugo respectivamente. A pesar de eso, se rió y comió feliz la verdura anaranjada.

- He comido cosas horribles. No me puedo quejar - se dijo Ryu a sí mismo.

Estaba asustado de lo que acababa de hacer. Había procurado no volver a hablar solo. Sentía que a sus 22 años se iba a volver loco muy pronto si lo seguía haciendo.

"Mejor me iré de Tailandia... Pero, ¿a dónde?", pensó. Decidió caminar hasta otra villa y preguntar por el puerto más cercano. Sabía que estaba cerca de la costa. "Cuando encuentre un puerto, preguntaré a cada barco su destino, y eligiré". Le habría gustado ir en avión, pero para eso debía sacar una serie de documentos y papeles con los que nunca había podido familiarizarse. Aparte, un pasaje de avión es caro. Podía pagarlo, pero aún así no tenía documentación. Y explicarle a algun oficinista tailandés los motivos que lo tenían vagando por aquel país, indocumentado (aunque con nacionalidad japonesa declarada y legal en su tierra natal), y más encima, sin conocer el idioma... era todo un dolor de cabeza.

Hizo todo lo que había planeado, y llegó a un concurrido puerto Tailandés. Por suerte era el mismo puerto por el que había llegado, así que podía buscar la tienda en la cual guardó, apenas llegó meses atrás, una significativa cantidad de dólares que había juntado entre torneos cortos y otras ganancias. Aunque no le quedaba mucho debido a los constantes viajes. Era todo el dinero que tenía en el mundo.

- 1.355 dólares, guardados y en el mismo estado en el que me los entregaste - le dijo la anciana dueña de la pequeña pescadería en la que Ryu guardó su dinero, abriendo un tarro plateado y oxidado.

- Muchas gracias, señora. Le debo mucho. ¿Cuánto dinero le corresponde?

- Oh, no te preocupes, Ryu, niño - dijo la ancianita - ya con ir a buscar pelea contra Bison y el traidor de Sagat tienes bastante. Guarda tu dinero y disfrútalo. Vuelve a Japón...

Por suerte la señora sabía japonés, chino, e inglés debido al gran número de embarcaciones y otros transportes que llegaban a aquel puerto y su localidad. Naturalmente el tailandés era su lengua madre.

- Tiene razón. Voy a volver a Japón. Pero, antes de irme, dígame... ¿Ha tenido problemas con Shadaloo?

La pobre viejita se estremeció al oír el nombre de la organización.

- No, hijo. No últimamente. Ya les da pereza venir a chantajear a estos pequeños comerciantes.

Era sabido por todos que la milicia privada de Shadaloo tenía compradas a muchas autoridades, pero no a muchos militares de estado, por lo que debían amenazar y chantajear a ciertos vendedores y trabajadores de todos los puertos de Tailandia para que no abrieran la boca sobre las gigantes exportaciones de droga con las que el imperio Bison se enriquecía.

Ryu lamentaba no contar con una casa, con un teléfono, o con un lugar donde las personas que lo habían ayudado en su camino pudieran llamarle. Sentía tanta impotencia de no poder decir "Si tiene problemas, llámeme..."

- Señora, por favor, si vienen a molestarla... obedézcales. No se resista, y no le harán nada. No les conviene matar, para nada, pero si es necesario, lo hacen... No se preocupe, tarde o temprano caerán. Por favor, cuídese.

- Gracias, Ryu...

La señora había tenido problemas cuidando el dinero de Ryu. Una vez los oficiales de Shadaloo entraron a su tienda a revisar la existencia de cámaras, micrófonos o artefactos de espionaje militares del gobierno tailandés o de cualquier entidad, o de algo que pudiera delatarlos de sus malignos actos. Y cuando le preguntaron por los más de mil dólares que tenía guardados en un tarrito bajo una tabla en el piso, tuvo que llorar y humillarse para que le creyeran que eran sus ahorros. Uno de los oficiales encontró ínfima la cantidad como para ser considerada sospechosa algo, y simplemente sugirió marcharse de la tienda. Todos los oficiales asintieron y dejaron el lugar, no sin antes botar unos estantes, romper unas ampolletas y agujerear el débil techo del local a balazos.

Pero la señora aguantaba todo eso. Sabía que lo único que podía hacer era custodiar aquel dinero que le iba a servir a Ryu, que tan valientemente peleó más de una vez contra Shadaloo.

El joven luchador había notado que la tienda estaba más dañada que la última vez que la visitó, y tuvo la sensación de que la pobre mujer había tenido problemas por su culpa.

- Por favor, señora, acepte al menos estos 130 dólares. No, a ver... Tome 150, mejor. Por favor.

Era lo único que podía hacer.

- Debo ser la banquera más horrible del mundo... mira que cobrar un interés tan alto por sólo unos meses... - comentó la viejita, con una leve risa, luego de recibir los billetes, resignada.

El Street Fighter sonrió, algo triste. Sabía que esa cantidad que le dió era suficiente como para una emergencia. Le hubiera gustado dejarle más, incluso regalarle todo el dinero, pero estaba seguro de que la señora no lo habría aceptado.

- Ten cuidado, niño. No todos los capitanes son de fiar. Algunos no aceptan dólares, otros son espías de Shadaloo, y otros simplemente no querrán llevarte, aunque les ofrezcas un cerro de oro.

- Lo sé, señora... Bueno, debo irme. Sayonara.

La señora se sintió melancólica, y llorando débilmente dijo :

- ¿Algún día vendrás a vernos? Ya sé que aquí ya no hay tipos fuertes que te interesen, pero...

Ryu rió.

- Claro que vendré de visita algún día. Estoy muy agradecido con usted y su familia. Los metí en un riesgo muy grande por cuidar mi dinero. Incluso los puse en peligro sólo con haberme conocido en persona - dijo Ryu, tratando de disculparse - Cuide a sus hijos, haga que sean hombres de bien.

- Lo serán, Ryu, lo serán. El más chico anda todo el día diciendo "¡Hadouken!"... quiere luchar igual que tú y defender a la gente del puerto - comentó la señora, secándose las lágrimas mientras sonreía.

Sintiéndose halagado, el peleador abrazó a la señora. Ella le envolvió unos pescados recien fritos y le dijo adiós.

Al salir, Ryu se encontró con el esposo de la señora, que venía cargando unas cajas con pescado. Habló con él un minuto y se despidió.

- ¡Nos vemos! Cuídese mucho. ¡Trabaje duro!

- ¡Esfuérzate, chico! - respondió el viejo - Cuando me traigas a Bison en una bolsa de basura, ¡se lo damos a los perros!

- No creo que sus perros se quieran comer algo tan feo, pero ¡bueno!

Rieron alegremente.

La pareja de trabajadores, desde la puerta de la tienda, agitaba sus brazos fuertemente, deseando buena suerte al joven luchador, mientras éste se alejaba caminando y mostrando una sincera sonrisa en respuesta. Los perros, amarrados a un poste un par de metros más allá de la tienda, ladraban y movían la cola con energía, despidiendo también al eterno caminante, que respondió con un silbido cariñoso.

Ryu caminó mucho rato por los muelles e hizo un trato con un mercante. Iría a Japón.

La embarcación hizo varias escalas, por lo que le tomó un tiempo llegar a su destino. Cuando alcanzó tierras niponas, emprendió camino a su templo. Un pequeño viaje de reencuentro.

Faltaba poco para llegar. Como nunca, hacía calor en la carretera. El asfalto quemaba y las sandalias de Ryu absorbían y traspasaban la energía a sus pies. Estaba muy cansado.

Por fin, llegó al desvío que lo llevaría a su templo. Sólo quedaban dos horas de camino interior por un bosque que conocía como la palma de su mano. En la frondosidad encontraría frescura y alivio a la temperatura.

El sonido de las sandalias contra la tierra le traía recuerdos de la niñez, cuando (él mismo no tiene certeza sobre a qué edad realmente llegó al templo, probablemente de 7 a 9 años de edad) alrededor de una década atrás empezó el entrenamiento, se acondicionaba físicamente corriendo a través del bosque, y saltando de rama en rama. Tiempo después, tuvo que acostumbrarse a la presencia de Ken. Qué tiempos.

Un sonido corto y seco rompió el hilo de recuerdos de Ryu. Éste giró en si mismo, cerrando su defensa. Sus años de entrenamiendo le reportaron rápidos reflejos.

- ¡ Spinning Bird Kick! -

¡Bam! Un helicóptero, con 2 femeninas y fuertes piernas como hélices, atravesó rápidamente el camino, hacia Ryu.

- Shinkou... ¡Hadouken!

¡Boom! La atacante salió disparada hacia atrás, soportando la caída con sus piernas. Aprovechando la amortiguación, se impulsó con los pies, estiró las piernas y salió proyectada hacia Ryu, con los brazos juntos y extendidos y los puños cerrados. El joven bloqueó el golpe, abrió la defensa de la desconocida, y le colocó directamente en el mentón un...

- ¡Shoryuuken!

La chica quedó en el suelo. Un hilo de sangre le maquillaba la cara. Ryu se percató de que era una mujer y que no tenía malas intenciones en su ki ni en su forma de atacar, así que lamentó haber efectuado su gancho con tanta fuerza.

Sin demorarse en ponerse de pie, la chica lanzó una bola de energía similar al Hadouken, lo que sorprendió a Ryu, rompiendo su bloqueo. La chica saltó para quedar frente a él, acertándole una lluvia de patadas meteóricas.

- ¡Yiap! ¡Yap! ¡Yiap! ¡Yap! ¡Ha! ¡Yah!

Ryu recibió la totalidad de los golpes, y quedó paralizado ante el ataque, oportunidad que aprovechó la chica para ejecutar su movimiento especial :

-Kikou-shou! -

Ryu terminó absorbiendo con su cuerpo aquella gran esfera de energía, y salió disparado un par de metros. Antes de caer, la peleadora saltó y pateó varias veces el cuerpo en el aire... otra técnica especial al hilo recibida por Ryu.

- Hazan Tenshokyaku!

Finalmente, Ryu se estrelló contra el suelo, levantando una nube de polvo. La chica cayó sentada sobre el pecho del joven, e inmovilizando sus brazos con aquellas fuertes y hermosas piernas, le propinó fuertes puñetazos en la cara.

- ¡Es suficiente, Chun Li, basta!... - dijo un tipo rubio de lentes, con un extraño peinado, apareciendo rápidamente de un salto, de la nada, colocándose tras la peleadora. Hablaba inglés.

- ¡No sirve! ¡No sirve! - respondió ella, también en inglés, casi entre lágrimas, golpeando aún más fuerte al pobre de Ryu.

- ¡Déjalo! ¿Quieres matarlo? ¡BASTA! - insistió el rubio, tomando con su fuertes manos las muñecas de la joven china.

- Qué decepción - se resignó ella, poniéndose de pie.

El tipo, mirando con reprobación a Chun Li, estiró la mano hacia Ryu.

- De pie, novato - dijo el rubio en perfecto japonés - Sí que te dieron una paliza.

- Soy Chun Li, de la Policía Especial China.

- Charlie, de la Fuerza Aérea Norteamericana. Disculpa por llegar y atacarte así, pero debíamos comprobar tu fuerza.

Ryu, sobándose la cara como un niño, miraba atónito a las dos personas que de la nada se le aparecieron y arruinaron su visita al templo.

Acordaron hablar nipón.

- Tu japonés es bueno. El tuyo también - Ryu dijo a los dos.

- Pensábamos que eras más fuerte, Ryu - comentó Chun Li, enojada.

- No es prudente juzgar a tu oponente sólo por 30 segundos de batalla - respondió Ryu -

- Yo sola podría haberte vencido a ti y a 2 clones.

- ¿Quieres que lo intentemos de nuevo? Sé hacer bunshin.

- ¿En serio? - dijo Chun Li, irónicamente - ¡A ver si... !

- ¡SUFICIENTE!

Charlie detuvo el provocativo diálogo de Chun Li y Ryu. Luego, tomó un poco de aire y empezó a explicar :

- Chun Li y yo trabajamos en conjunto con otras instituciones policiales y militares. Iré al grano. Ryu, necesitamos de luchadores fuertes para derrocar a Shadaloo.

El rubio se quitó los lentes y, sacando un pequeño paño celeste de un estuche de anteojos del interior de su chaqueta, limpió sus cristales.

- Ése era el plan, pero al parecer no eres tan fuerte - agregó Chun Li.

- Recuerdo haber peleado contigo antes. Recuerdo esas patadas a gran velocidad. - dijo Ryu.

- Es mi Hyakuretsukyaku... Si, debimos haber peleado antes una o dos veces. El mundo es pequeño.

- Nos acompañarás ahora mismo al corazón de la provincia de Kansai. Tenemos allí una base provisional de observación y te enteraremos de la situación.

Ryu, estando sólo a pocos kilómetros de su templo, tuvo que acceder a asistir ya que el asunto se trataba de Shadaloo.

En la base, que servía para vigilar los movimientos de Shadaloo en el área asiática, se le explicó la situación a Ryu y éste aseguró su ayuda, no sin recibir una mirada fea de Chun Li, que no estaba muy de acuerdo. Pasaron la noche allí. Al día siguiente, temprano en la mañana, fueron en helicóptero a Tokyo, para planear una visita a los Estados Unidos.

Iban los 3 en un vehículo de estilo presidencial, por las calles del centro de Tokyo. Charlie sentado adelante, Ryu y Chun Li atrás. Manejaba un militar raso americano.

- Tu amigo Ken Masters también será de ayuda - afirmó Charlie, girándose a Ryu.

- ¿Por qué no simplemente se hace una redada a la base de Shadaloo? Ustedes ya saben en qué país se encuentra. Una milicia privada no tendría oportunidad frente a los ejércitos del mundo, ¿no? - le preguntó el conductor del vehículo a Charlie.

- Primero, hay un montón de habitantes de aquel país involucrados sin querer con Shadaloo. Un bombardeo o un ataque de cualquier índole los perjudicaría. Y existen muchos conflictos de intereses políticos y económicos. Segundo, - dijo Charlie, girándose hacia el conductor - la logística y planificación no es algo que le incumba a un soldado sin grado. Si le cuento es porque quiero que se esfuerce y salga de este vehículo para prestar su ayuda a la causa. Tercero - finalizó severamente el rubio - me pagará veinte afuera del hotel cuando lleguemos, por creer que puede sugerirle algo a un superior y hablarle con confianza.

Todos se bajaron del auto. El soldado chofer sacó las pertenencias de Chun Li del portamaletas : varios bolsos y una mochila. Ryu sacó de ahí mismo su pequeño bolso plomo.

- ¿No traías nada más? - preguntó ella.

- Traigo sólo lo necesario - respondió Ryu.

Después, Charlie se paró al lado del soldado chofer, que pagó las veinte sentadillas a gran velocidad. Cuando el muchacho cumplió su castigo, Charlie entró al edificio, siguiendo a los otros dos. El portero miró con cierto recelo a Ryu, al verle calzando unas humildes sandalias y ropa vieja, aunque blanca y limpia. Chun Li le lanzó una mirada al trabajador del hotel dándole a entender que no había problema. Los 3 llegaron juntos a la recepción.

- ¿Eres siempre así con los soldados a tu cargo? - preguntó Ryu a Charlie.

- Considérame suave. Un general le habría cortado la cabeza y se la entregaría a su nieto para que juegue al soccer los sábados por la mañana. Buenos días, quiero 3 habitaciones ejecutivas... - dijo Charlie, dirigiéndose al recepcionista luego de responder a Ryu.

- Más te vale ponerte serio, porque con esa pateadura que te di no calificas ni para un comando de entrenamiento - advirtió en voz baja Chun Li al joven japonés, mientras el rubio hablaba con el tipo de la recepción.

- Fui descuidado y subestimé tu entrada. Por tu parte, no debiste atacar por la espalda - respondió éste.

- Mira, japonesito... a un soldado de Shadaloo no le va a importar cagarte a tiros por la espalda - aseguró Chun Li burlonamente

- No creo ser requerido para un comando de penetración en donde se me coloque junto a soldados.

Las palabras salían firmes y convencidas de la boca del luchador. Chun Li encontró en la perfecta articulación de Ryu un atractivo fugaz.

- Tu no decides eso, tonto - musitó ella, poniéndose roja, sin dejar de mirar aquel repentinamente atrayente rostro del joven nipón.

- Mi misión - dijo Ryu, poniéndose muy serio - de seguro es ir contra Sagat o el mismo Bison.

A la chica se le erizaron los pelos de rabia.

- Bison es mío. Ni se te ocurra - previno ella.

- Tu no decides eso, tonta ¿cierto? - respondió Ryu.

Jaque Mate. Chun Li esperaba otro comportamiento de él.

- Pensaba que eras menos infantil - dijo ella, poniendo cara de decepcionada.

- ¿Tu vida se trata de emitir juicios?

- Pues... N-

- Si siempre estás esperando algo de alguien, eso nunca llegará. Haz que las buenas energías se muevan. Si quieres algo, entrega algo a cambio. Un minero no es rico simplemente al encontrar una veta, sino que paga con su trabajo el premio de obtener mineral.

La mujer policía china no supo que responder. Giró su cabeza hacia otro lado, aunque reflexionando sobre lo que le dijo el japonés. Pensó en ceder un poco ante el joven. "Quizás nos llevemos mejor si entrego algo, como él dice", se propuso mentalmente la chica, aunque una parte de ella era reticente a la idea.

- ¡¿Que no hay habitaciones? - se quejó Charlie, llamando la atención de Ryu y Chun Li de repente.

- A decir verdad, sólo quedan una matrimonial y una ejecutiva simple - aclaró el recepcionista.

Al escuchar eso, Chun Li tuvo una premonición algo ilógica pero posible. Lo sabía. Simplemente lo sabía. Si sólo segundos antes de escuchar que quedaban sólo una habitación para uno y otra para dos, encontró algo guapo a Ryu, sabía que algo iba a pasar. Habitación doble, hum... A pesar de estos pensamientos, ella quiso prevenir, y...

- Ustedes dos machos se quedarán en la matrimonial.

- Negativo.

- Olvídalo.

Me imagino, amables lectores, que captaron quien dijo cada cosa.

- ¡Aaaah! La homofobia, la homofobia... - criticó Chun Li.

- Digamos que no vienes del país más tolerante - dijo Charlie.

- ¡¿Qué? ò_ó

- Ya, ya, esperen... - intervino Ryu - Vamos a otro hotel.

- Negativo. Tenemos convenio con este edificio - dijo.

- Digo que vayamos a otro hotel, yo pago, si quieren - invitó Ryu.

Chun Li y Charlie miraron con cara de ¬_¬U a Ryu.

- Tomaremos esas dos habitaciones - sentenció Charlie.

- Entendido - respondió el trabajador.

- Parece que creen que siempre ando planchado, ¿eh? . - dijo Ryu para sí.

- Ustedes dos se quedarán en la matrimonial.

- ¡¿Por qué? - bramó Chun Li.

- Mi mujer está en Tokyo y vendrá a verme en la noche. No creo que quieran quedarse en la single y dormir juntos en una cama pequeña - contó el rubio.

- ¡Pero, pero, pero, pero pero pero, pero, pero . ...!

- He dicho. Además ustedes dos necesitan acostumbrarse el uno al otro. Vean una película, escuchen música, hablen.

- Charlie, no me hagas esto, por favor...

- Cambio y fuera.

¡Plam! Charlie cerró la puerta puerta en la nariz de la joven china. Ryu observó aquel diálogo en silencio. Le daba lo mismo.

Estaban en el pasillo del séptimo piso.

La chica mudó todo su enojo hacia el Street Fighter.

- Ustedes los japoneses son unos pervertidos. ¡Ten mucho cuidado con lo que haces! Aprendí a hacer un Fatality de Mortal Kombat y no dudaré en hacerlo si te atreves a hacerme algo.

- Block, block, run, A, B, A, B, Y, X... Sí, claro ¬¬ - dijo Ryu.

Las pertenencias de Chun Li llegaron a la habitación.

- Sal, o métete al baño. Voy a cambiarme - pidió Chun Li de mala manera.

Ryu no dijo nada. se cubría los ojos con el antebrazo derecho. Yacía en la cama.

- Oye, no te hagas el gracioso. Sal.

Chun Li se acercó a la cama, y gateó sobre ella hasta llegar al lado del chico.

- Oye, oye...

Estaba dormido.

- Y un carajo - dijo ella en chino - ahora tendré que pasar un día con este trasto. El vuelo es mañana...

Empezó a desvestirse. "Ahora es la parte en la que éste se despierta y yo paso la vergüenza del año por atreverme a cambiarme frente a él" vaticinó ella, mentalmente.

En efecto, el cuerpo de Ryu se movió un poco. Pero no había despertado. Ella asustó un poco, pero se alivió al ver que no pasaba nada.

- Si se resfría no nos va a servir.

Chun Li tomó una manta de un pequeño estante al lado de la ventana y cubrió al muchacho.

De cerca se veía... aceptable.

- Tiene algo este niño. Igual... ¡AH! ¿En qué estoy pensando? - se dijo Chun Li a sí misma.

Ryu descansaba como un bebé.

- Soy menor que él, ¿cierto? Sólo unos años - hablaba bajito ella mientras lo arropaba.

Y no se había dado cuenta de que estaba en sostenes.

- Mejor me visto antes de que me vea así...

Ryu volvió a moverse, Se puso de lado, hacia a la ventana, usando la diestra como almohada. Dejó la otra mano colgando al borde de la cama. Este movimiento hizo que sus dedos tocaran los nutridos muslos de la chica que, parada al lado de él, sintió como se le erizó todo. Todo. Sí, todo, allí también xD. Ella trató de calmarse : "No, no, no ¡NO!. No, Chun Li, tranquila, soooo, soooo, tranquila... cuenta hasta..." se decía a sí misma.

Ya era tarde. Sintió cómo desde su interior, fluyó la humedad que se apoderó de un tercio de su voluntad.

- No, no, tranquila ¡Tú, tranquila! - se dijo, apuntando con el índice hacia su zona íntima.

La verdad era que aquellas situaciones aparentemente incómodas... le provocaban algo. Ella era muy delicada. Al mínimo roce...

Se inclinó para verlo de cerca. Para ser un peleador vagabundo, no olía para nada mal, de hecho, tenía un olor rico a hombre, natural, y estaba bien nutrido.

- Uy, esos brazos... ese pecho... uy que carita, si parece un bebito... ¡NO, TONTA! ¡Qué estás haciendo! - se sorprendió Chun Li en voz baja, mientras le quitaba la frazada de encima a Ryu, sólo un poco, para verlo de la cintura hacia arriba. Se dió un palmazo en la mejilla, para despertar.

Pero siguió mirándolo. Varios minutos. Así, de pie, en ropa interior. Cuando una pequeña gota roja brotando de su nariz, supo que era el límite.

El sonido de una ducha cerrándose despertó a Ryu. En un par de minutos, Chun Li salía del cuarto de ducha, vestida informalmente : un peto blanco, bermudas café claro, sandalias negras de taco corto.

Ryu se sentó en la cama. Concluyó que ella lo había cubierto con la frazada, la puso a un lado y vió como Chun Li se ponia unos aros. Su pelo estaba mojado aún. Ella lo miró unos instantes. Se puso roja, y...

- Eres un tonto - dijo, y tomando una pequeña cartera de encima de un mueble, salió. - Voy a almorzar.

- O_O - se quedó Ryu. Restando importancia a lo que dijo la chica, sacó un cepillo de su bolso y entró al baño a enguajar su boca. Se puso a pensar cualquier cosa y notó 2 cosas. El aroma de mujer que no abandonaba el baño, y que el espejo no estaba empañado.

Parecía que Chun Li había tomado una ducha fría.

- Bueno, hace calor... - pensó Ryu inocentemente.

Luego decidió de ir a tomar algo de aire a la ventana y moldear energía un poco. Pero algo lo distrajo. Una nota. Le costó leerla.

"Toma esta tarjeta y almuerza en el casino del hotel. Chun Li"

Un papel con hiraganas algo mal escritos y una especie de tarjeta de crédito con el número de la habitación y su nombre estaban sobre el velador. Unos kanji que no conocía supuso que eran el nombre de Chun Li.

- Tenemos una cena de camaradería esta noche. Será mejor que te compre un traje. Vamos - dijo Charlie, entrando de repente a la habitación. Ni golpeó.

- ¿Un traje...? - preguntó Ryu, dejando la tarjeta y la nota en el velador.

- No irás con traje de karateka a esa cena. Vendrán autoridades involucradas con el proyecto contra Shadaloo. Y ciertos peleadores que han sido reclutados.

Ryu entendió que era importante para Charlie. Entonces, luego de almorzar rápidamente en el casino, salieron al centro de Tokyo para buscar una buena tienda y comprar un traje. Pero al final entraron a una cualquiera y se llevaron lo primero que encontraron.

- Si hubiéramos venido con la chica, seguro que hasta esta hora te tendría probando trajes - dijo Charlie.

- Seguro - se río Ryu.

- Ya sabes : a las 1800 en el hall de entrada. Hasta esa hora aún tienes algo de tiempo libre. Descansa. Ve algún canal de noticias. Infórmate de lo que pasa en el mundo. O duerme si quieres. Por cierto, el vuelo a Estados Unidos es mañana por la tarde, después de almuerzo.

Ryu decidió al instante salir a la mañana siguiente a regularizar sus papeles. Por suerte los pasaportes se podían renovar al instante si aún estaban vigentes, llevando cédula y una foto carnet. (BUENO BUENO, no sé si esto es posible, pero en un fic todo es posible... ¡Sigan leyendo! ÒwÓ)

Eran casi las 3 de la tarde.

- Nos vemos.

- Hasta entonces, Ryu - se despidió Charlie y volvió a su habitación

El japonés cerró la puerta de la suya y fue a sentar al borde de la cama. Charlie tenía razón. Había que informarse sobre lo que pasaba en el mundo. Se topó con un par de resultados deportivos, avances tecnológicos, y vio con júbilo como un grupo de mineros sobrevivió más de 70 días atrapados bajo 700 metros de roca. Un país del que no había oído nunca - Chile? -

Apagó el televisor. Miró el paquete y la caja de zapatos con la que llegó al hotel. Se preguntó que haría con aquel traje después de usarlo. Luego se acomodó en la cama a dormir un poco.

A las 5:30, con una puntualidad animal, Ryu despertó. Tomó una ducha brevemente y fue a vestirse. Se puso desodorante. El spray estaba casi terminándose.

- A tener en cuenta - dijo - Mañana habrá que comprar otro tarro.

Faltaban 15 minutos para las 6 cuando una cargada Chun Li hizo su aparición en la habitación. Munida de bolsas cuadradas multicolores, parecía que había ido a un mall y se había comprado una sección femenina entera.

- Maldito Charlie, se le ocurre avisarme hace media hora qu-

La china quedó paralizada al ver una imagen celestial. De camisa amarillo grisáceo y corbata, pantalón y zapatos negros, Ryu se abrochaba los botones de las muñecas mientras con un gesto algo infantil se giró hacia la puerta, para ver como a su compañera de habitación se le caía la baba.

"¡QUÉ CHURRAZOOOOOOOOOOOOOO!" *O* aullaba la mente de la china cochina.

Pero había que mantener la compostura.

- Qué poco caballero, vengo con todas estos paquetes, y...

- Oh, lo siento - dijo Ryu, rápidamente acercándose a ella para ayudarle. Cogió todo como si nada y lo dejó arriba de la cama.

- ¡Ten cuidado! ¡Van varios frascos de perfume! ¿Tienes idea de cuánto cuestan?

Ryu suspiró.

- No tengo idea.

- Pues para la próxima ten cuidado, hay una fortuna ahí y n-

- No sé cuanto valen, no interesa.

Chun Li puso atención al ver que el muchacho se puso más sombrío.

- Siempre es lo mismo... Al final estas peleas son sólo por eso. Bison no quiere pelear por ser fuerte. Solo quiere tomar una tierra a la fuerza, y hacerse fuerte por vanidad, sólo para recibir una fila de peleadores para golpearlos y regocijarse al ver que nadie puede ganarle...

La china hizo una mueca de sorpresa. ¿A qué venía todo eso, sin aviso?

- Oye, no te pongas tan denso así de repen-

- ... y el resto, sólo es dinero. Todo es dinero. Odio el dinero. Odio tener que depender de él para comer, viajar...

- Oye, tranquilo...

- Tú, que tienes mucho dinero... piensa antes de gastarlo.

Ryu odiaba el hecho de haber puesto en peligro a una familia por cuidar su dinero.

- Oye, Ryu, mejor no te pongas tan oscuro. Y mejor sal que voy a vestirme.

- Si el dinero no existiera, quizás seríamos más felices - finalizó el japonés, casi triste.

Chun Li vió que el asunto era más que serio para el pobre de Ryu. Pero no era algo que le incumbiera.

- Por favor, sal - pidió ella, un poco más amable.

Ryu se metió al baño. Como tenía poco tiempo, Chun Li se desvistió y perfumó al instante. Pensó en ser más comprensiva con él.

En ropa interior, se sentó y buscó un par de zapatos que había dejado al lado del velador.

¡Shriiiijk! La puerta del baño se abrió de repente. Ryu la dejó mal cerrada y no lo había notado. También empezó a desvestirse.

- Me voy. No iré a ninguna cena. Tengo que entrenar - murmuraba él, sin sospechar que...

Chun Li contemplaba la poderosa espalda blanca del joven, mientras éste dejaba la camisa encima de la tapa del retrete.

La cama quedaba exactamente al frente de la puerta del baño, lo que conformaba el palco preciso para contemplar un cuerpo como cordillera, blanco, poderoso, fuerte. Chun Li estaba paralizada. De verdad que era mucho cuerpo para alguien de 22 años. Aunque no era de extrañar, si el chico entrenada desde antes de los 10. "Que piernotas, que culo. Pura fibra"

Ella llevaba lencería rosa. Él en boxer, ella semidesnuda. A sólo pulgadas de distancia.

Era la lujuria para Chun Li. Lo incómodo. Extremo. Y tal como lo predijo en la mañana, estaba a punto de pasar algo.

Se puso de pie, y caminó hacia el baño, temblando. Buscó una excusa para acercarse y hablarle.

- La... la puerta se abrió, Ryu, voy a cerrarla - dijo ella, transmitiendo tenuemente su voz en dirección hacia Ryu, que asustado se giró. Vio a Chun Li, apoyada en el marco de la puerta, mirando hacia abajo, como quien no quiere aceptar que quiere que la inviten a algo.

Él se puso rojo, y se volvió hacia la ventana.

- ¡P- pero... ! No tienes que venir aquí a decirme eso, desde allá adentro te escucho... - empezó a tartamudear Ryu, estirando la mano hacia atrás, tanteando a ver si encontraba el pomo de la puerta para cerrar, pero sus dedos sólo encontraron la cintura de la china - Oye, no entr-

YOU WIN! Chun Li simplemente entró.

- Ryu, me preguntaba si...