Todo cuanto me rodeaba estaba quemándose, los muebles, los cuadros en las paredes, estas mismas. Todo. Y yo solo podía estar allí en medio de la sala observando como se desmorona todo y sin poder hacer nada, me sentía impotente. Pero lo más sorprendente, era que aunque estaba demasiado cerca del fuego, ni siquiera sentía su insoportable calor o el dolor que debía sentir mi piel a su tacto. Ni siquiera el humo que se formaba allí dentro lograba asfixiarme. Todo lo que podía hacer, es observar aquel incendio, como si fuera algo normal, algo que no estaba dañando absolutamente nada, ni a nadie.

Fue en ese momento cuando advertí los gritos que provenían desde el piso de arriba. Quise moverme para ayudar a aquellas personas, pero me fue inútil; estaba completamente inmóvil, como si algo o alguien me estuviera deteniendo y obligándome a estar allí de pie. Entonces, sentí pasos rápidos que bajaban desde la escalera y un fuerte sonido como si se estuviera cayendo algo muy pesado arriba.

Vi a una mujer adulta, que llevaba en sus brazos algo envuelto en una manta bordo, deduje que se trataba de un niño o una niña, no mayor de cinco o seis años. La mujer intentaba escapar de allí, evitando el fuego y el humo que comenzaba a hacerse cada vez más y más grande. Aunque no pude ver exactamente lo que hacia cuando paso en frente de mi y desapareció en la otra sala, escuche varios ruidos durantes unos segundos y luego nuevamente el silencio.

Estuve varios minutos solamente escuchando como se quemaba todo allí dentro y nada mas, supuse que tanto la mujer como el niño o niña habían salido de la casa y habían logrado salvarse, pero cambie de parecer al ver a la mujer tapándose la cara con la manga de su camisa rota. ¿Por que se había quedado allí dentro? ¿Que había sucedido con el pequeño que llevaba en brazos? No entendía por que tenía que presenciar ese momento, no había visto a esa mujer, no que yo recordara, y no entendía tampoco como es que yo estaba completamente salva, rodeada por el fuego que estaba quemándome completamente.

No entendí absolutamente nada... Hasta que aquella mujer retiro el brazo de su rostro y pude ver claramente sus facciones. De tez tan blanca como la nieve y el cabello rojo como el fuego que le llegaba hasta sus hombros en ondas prolijas, sus ojos del color celeste del cielo estaban empañados de lágrimas y tenia la expresión tan desfigurada como nunca antes había visto en una persona.

Ella levanto su mirada y la poso en mí, como si finalmente se diera cuenta de que estaba presente: pero al mismo momento el techo se desmorono y cayó sobre ella.

-¡Mama!- grite al mismo tiempo que saltaba desde mi cama. Tarde varios minutos en asimilar que todo aquello que había estado viendo, era solo una horrible pesadilla, una demasiado fea. Mire hacia todas partes hasta asegurarme que aquel lugar en donde estaba, era nada más y nada menos, que mí propio cuarto en la casa de Atlanta.

Inspire y exhalé varias veces hasta que mi pulso acelerado volviera a ser normal ¨ Solo fue una pesadilla ¨ me repetí varias veces en mi cabeza. Hacia ya mucho tiempo que aquellas pesadillas sobre el incendio no me habían atormentado durante las noches, pero solo basto con volver a esta ciudad para revivir aquel horrible incidente de hace 10 años. Desvié la mirada hacia mi mesita de noche y tome el portarretrato en donde estaba su foto. Mi madre había sido una mujer muy hermosa y solidaria, siempre dispuesta a ayudar a los demás; según mi Tía Karolina, ella había huido de sus padres cuando tenía 20 años, aunque nunca dijo la razón por la que decidió irse de su casa y no volver a ver a sus padres. Mi Tía me había contado que de no haber encontrado a mi padre al poco tiempo, no sabría que hubiera sido de la vida de Alannah, ya que no tenia a donde ir.

Estuve observando la foto durante un largo rato, recordando como era tenerla cerca o escucharla reír o cantar durante las noches. Tanto mi padre como mi Tía decían que yo era su vivo retrato, con excepción de las pecas que ella no tenia, pero ellos dicen que incluso en la forma y largo del cabello es de ella. Era extraño que los rasgos de mi padre no aparecieran en mí, siempre lo había dicho y creo que siempre lo diré.

Decidí volver a intentar dormirme, ya que debía hacer un largo viaje dentro de unas horas y no quería estar cansada y bostezando todo el camino. Deje la fotografía nuevamente en la mesita de noche y me acosté en la cama observándola ¨ Como desearía que estuvieras conmigo ¨ pensé.

-Serena, despierta hija-oí voz muy familiar mientras algo me movía suavemente-Es hora de irnos o llegaremos tarde. Abrí lentamente los ojos y me encontré con el rostro de mi padre. Los lentes rectangulares, la corta barba rubia y la mueca de sonrisa que siempre tenía. Parpadee un par de veces hasta que pude estar completamente despierta y me senté en la cama.

-¿Qué hora es?-pregunte mientras tapaba un bostezo con mi mano.

-Nos quedan 20 minutos para ir al aeropuerto y ni siquiera estas preparada-respondió mientras colocaba mis maletas en medio de mi cuarto-Tienes 5 minutos para cambiarte y estar afuera para irnos. Acto seguido salio de mi cuarto rápidamente, segundos después oí como abría la puerta principal. Cinco minutos. Podía hacerlo.

Rápidamente fui hasta el espejo que tenía en mi armario, estaba con una musculosa de tiras finas color lavanda y un par de pantalones cortos blancos, sin duda podía ir así vestido. Tome un par de zapatillas y me las coloque, sin tomar el tiempo de atarlas, peine mi cabello rápidamente y lo ate torpemente, dejando algunos mechones que rodearan mi rostro pecoso.

Tome la fotografía de mi madre, luego las maletas y salí rápidamente de mi cuarto, en dirección a la puerta principal. Tuve la mala suerte de pisar los cordones de mis zapatillas mientras salía del jardín frontal de la casa y caí con todas las maletas sobre mí, aunque lo que más me dolió fue que el retrato de mi madre se partiera por la caída.

-Si que te diste un buen golpe, eh?-escuche que me decía mi padre al mismo tiempo que me extendía la mano, la tome rápidamente, pero no aparte la vista del portarretratos destruido-No te preocupes, encontraremos un nuevo lugar donde colocarla. Asentí rápidamente, le di el portarretratos y me volví para tomar nuevamente mis valijas que estaban tiradas en el suelo.