Hola todos ¿cómo están? Espero que bien. Vuelvo a mis origenes con este fic de Italiech.

Sé que no he publicado mucho de Hetalia últimamente, pero tengo fics pendientes por terminar. Espero que les guste.

Hetalia no me pertenece

P.D.: lo escrito en negrilla son dos o más personas hablando al mismo tiempo.

Disfruten de su lectura


La familia

¿Cómo se define la familia? Acaso la familia son esas personas que te quieren y apoyan en todo lo que haces, o es simplemente ese grupo de personas que comparten un lazo sanguíneo y genético. Sea cual sea su significado, eso no aplicaba para los países Germánicos; es mas todos ellos apenas se soportan.

Y bueno, sabemos que Suiza y Austria no se dirigen la palabra. Austria y Prusia se odian a muerte. Y Suiza es indiferente a Alemania, a su vez Alemania es alguien que los frecuenta cordialmente sea cual sea su opinión con respecto a ellos. Alemania incluso soporta la reciente adquirida inmadurez de Prusia, el cual es demasiado asombroso y genial para preocuparse del resto. Pero si algo tienen en común todos ellos, la razón por la cual todos los años se reúnen y se toleran, fingiendo ser una familia, es la pequeña Liechtenstein que los adora a todos, se preocupa por ellos y sonríe amablemente siempre que los ve. Todos la adoran y la protegen de todo (incluso más que Suiza solo).

Sin embargo, en el año de 19xx, pasó algo que ninguno de los miembros de esta pequeña familia estaba preparado afrontar.

Todo comenzó un día de frío invierno, los países germánicos se habían reunido como todos los años. No obstante esta ocasión hubo un personaje extra. Italia Veneziano había llegado a la casa de Alemania por la noche para visitarlo de manera sorpresiva, solo que no contó que el sorprendido fuera él.

— Ve ~, Ludwig, no sabía que tenías visitas— mencionó Veneziano al ver a todo el resto de países en la casa de su amigo.

Alemania estaba acostumbrado a estas visitas inesperadas que duraban días o semanas, que usara su nombre humano era una muestra de la gran estima que Veneziano le tenía, aunque Alemania no le diera una autorización de usarlo. Muy pocas naciones solían llamarse por su nombre humano, y al hacerlo mostraba una relación cercana.

Mientas Veneziano saludaba con apretones de mano a todos los presentes, Alemania le explicaba la situación.

— Hoy justamente es una especie de reunión fraternal entre nosotros, lo hacemos cada año—

— ve~ así que es una reunión familiar— respondió evitando el rifle de Suiza cuando se acercó a saludar a Liechtenstein.

Liechtenstein omitió la rudeza de su hermano, rió por el comentario del visitante y añadió — se podría decir que sí—

— En ese caso creo que debo retirarme— concluyó Veneziano con tristeza en su mirada porque esperaba quedarse uno que otro día.

— Sí, es necesario que lo hagas— comentó Austria alzándose los anteojos y obteniendo la rara aprobación del resto.

A Prusia sin embargo le daba igual, opinaba que el pequeño italiano podría ser de mucha diversión — sería una lástima que te fueras— dijo Prusia por lo bajo, recibiendo una mirada reprobatoria de Alemania.

— Pues en ese caso... — comenzó a decir Italia

— Espere un segundo, sr. Italia— interrumpió Liechtenstein sorprendiendo al resto— no veo nada de malo que se quede—

¿eh?

— Nos reunimos una vez al año y solo un día, no creo que haya inconveniente que el Sr. Italia se quedé, así nos divertimos un poco— comentó Liechtenstein. Y con esa sonrisa, y con la dulzura con la que lo dijo hizo que aceptaran.

De acuerdo— dijeron Alemania, Suiza y Austria resignados, a ella no le podían decir que no.

— Pero debes mantener tus modales y no interferir en las conversaciones — dijo Austria mirando al italiano seriamente.

— no se preocupe me quedaré como una estatua— dijo eso y se quedó quieto en la posición en la que estaba, haciendo que Liechtenstein volviera a reír.

Para evitar que Veneziano se entrometiera en las conversaciones, Suiza empezó a hablar en Alemán y los demás lo siguieron; Liechtenstein lo consideró de mal gusto, sin embargo no podía objetar.

Veneziano se estaba aburriendo, al igual que Prusia, y cuando Prusia se aburría era capaz de todo para dejar de estarlo. Justamente eso pasó. Prusia se levantó cortésmente, caminó hacía la cocina, sacó unos bocadillos y unas latas de cerveza, y una soda de fresa.

Pasaron varios minutos. Prusia mantuvo el flujo de cerveza en la mesa. Y al cabo de una hora comenzó el caos. Los tranquilos y serios germánicos, perdieron el control y empezaron a discutir gritando. Prusia se mantuvo divertido bebiendo en su asiento, observando todo. Para contarles los detalles a la mañana siguiente.

Veneziano se empeñó en que Alemania no siguiera bebiendo, porque cuando lo hacía solía beber hasta caer rendido, lo que era después de acabar con media licorería; a la vez, evitaba que Austria cayera al suelo, como lo conocía de mucho tiempo sabía que al beber se deprimía para luego caer dormido donde sea. Terminó empujando a Austria hacia el sillón y ahí se quedó. Ahora debía llevar a Alemania a su habitación o pelearía con Suiza.

Liechtenstein también la tenía difícil controlando a su hermano Suiza, el actuaba muy impulsivamente cuando se ponía en ese estado, solía ponerse a pelear con todo el mundo, o aislarse y llorar. Así que ella lo estaba calmando lo más que podía, pero su hermano era muy fuerte. Logró contenerlo, pero al hacerlo sintió algo incompleta. Tocó su cabello y su listón se había perdido. Mientras Alemania aseguraba que podía ir a su habitación solo, Veneziano notó algo en el suelo. Recogió el listón púrpura, y en seguida notó a la dueña buscándolo al otro lado de la habitación, con un Suiza gritando alborotado.

Veneziano regresó a ver Alemania estaba bien, en el límite de la habitación con el pasillo, así que dirigió sus pasos hacía la nación en frente y sin alterar al suizo habló suavemente.

— Me parece que esto es suyo—

— Gracias Sr. Italia, me preocupaba perderlo—

— No hay de qué. ¿Me permite ponérselo? —

— claro—

Liechtenstein dejó que Veneziano tomará un mechón de cabello e intentara atar el listón. Sin embargo el destino les jugó una mala pasada. Alemania súbitamente regresó a la habitación, después de escuchar un insulto lanzado por Suiza; este último al escuchar que volvía fue a enfrentarlo. Al hacerlo, ambos germánicos no se dieron cuenta que empujaron a dos personas.

Prusia, con la lata de cerveza a medio camino, vio en cámara lenta como Alemania empujaba la cabeza de Italia hacia adelante. Mientras que Suiza acomodaba la cabeza de Liechtenstein de tal manera que los labios de ambos llegaron a tocarse. Y el albino no sabía cómo reaccionar, pero eso lo usaría a su favor.

Liechtenstein no supo cómo reaccionar cuando el sabor de la pasta se introdujo en su boca, y de alguna forma ese sabor le gustó. Veneziano sintió el sabor delicioso y maleable del queso fondiu con ese toqué de vino que tanto gustaba a todo el mundo, era algo diferente, delicioso, algo deseable para volver a probar. Sin embargo lo que más agradó a Liechtenstein fue que vio algo poco común. Los ojos de Veneziano se habían abierto, el color de sus ojos la había cautivado, ese color castaño tan hermoso, que lo estaba comparando con un delicioso chocolate.

A pesar de haber pasado menos de un minuto para los dos implicados, fue como un siglo. Al segundo de haber pasado este episodio, ambos separaron sus labios, y de inmediato sus caras se pusieron rojas. Como separados por magia, Suiza indignado por la presencia de Alemania, jaló a Liechtenstein hasta su habitación; y Alemania tomó a Veneziano y suponiendo que él estaba ebrio lo llevó a que se acostara.

Ninguno durmió esa noche.

Veneziano se levantó temprano, Alemania dormía a su lado. Estaría con malestares todo el día así que decidió no despertarlo. Salió a la cocina, vio a Austria dormido en el sillón, no le dio importancia y empezó a preparar un poco de café, le haría falta. Mientras tanto Liechtenstein se debatía que hacer, si su hermano se llegaba a enterar, si alguno de los demás se llegaba a enterar Italia lo pasaría realmente mal. Armándose de valor salió de la cama y se topó con la persona que menos esperaba en el pasillo con una taza de café. No se dijeron nada, pero Veneziano señaló la cocina, y Liechtenstein entendió de inmediato, lo siguió y cerraron la puerta. Liechtenstein recibió una taza de café. Bebió un poco, aunque no estaba del todo acostumbrada al sabor del café le pareció delicioso. Eso presionó para que fuera ella quien rompiera el silencio.

— Sr. Italia, sobre lo que ocurrió la noche anterior... —

Veneziano la interrumpió de inmediato — perdóneme la interrumpa, lamento mucho que eso ocurriera— dijo Veneziano bajando la mirada avergonzado— entienda que fue un accidente, y le pido de verdad mis sinceras disculpas por haberle ofendido de esa forma—

— Entiendo que fue un accidente, yo tampoco tenía la intención—

— Jamás en la vida le he faltado el respeto a una linda dama como usted, y no pienso empezar ahora—

El comentario alago a Liechtenstein — ¿le parece si olvidamos todo este episodio?—

— ¿Qué cosa? — afirmó Veneziano

Liechtenstein sonrió complacida. Ya aliviados de la vergüenza y preocupación, Veneziano le preparó el desayuno, y después, al ver que Austria y los demás estaban despertando, decidieron preparar el almuerzo, uno muy poderoso para que los demás pudieran superar los efectos de la resaca. Aprender a preparar por primera vez pasta de la manera original emocionó a Liechtenstein. Claro que su felicidad era algo mal recibida por Suiza y Austria, que empezaron ver esa intromisión con malas intenciones.

Prusia vio esa como su oportunidad para empezar a divertirse más que la noche anterior, así que durante el almuerzo empezaron a conversar, Austria se disculpó con Liechtenstein por tremendo espectáculo. Lo mismo hicieron los demás germánicos y la conversación giró en torno a los temas que no se hablaron el día anterior.

Cuando llegaron a la parte de la comida Prusia empezó a idear su malévolo plan.

— Si, la comida de ayer no estaba tan buena como la de hoy. Pero me encantó el fondiu ¿y a ti Feliciano? —

Era raro que Prusia se refiriera a Veneziano con su nombre humano completo, él solía llamarlo simplemente Feli. Eso a Alemania le pareció algo sospechoso. Mas el aludido no se dio cuenta de la indirecta, y recordó el sabor del queso en su boca.

— Supongo que estaba delicioso—

— ahem, Italia— dijo Austria interrumpiendo — no comimos Fondiu anoche—

En ese instante Venezaino recordó donde había obtenido el sabor del queso fondiu, hizo un esfuerzo enorme para no sonrojarse. Para su suerte Liechtenstein quien vio su expresión, salió a su defensa. Nadie debía enterarse.

— Este, Sr. Roderich— empezó Liechtenstein intentando no temblar por la mentira— comimos Fondiu anoche, pero creo fue poco después de que todos se pasaran un poco de copas—

— es cierto, Sr. Austria— acotó Veneziano empezando a sudar y temer por el rifle de Suiza, el cual estaba sentado justo frente a él, que por suerte o desgracia estaba guardado debajo de la mesa.

— Si ustedes lo dicen— a este punto Austria no sabía si confiar en sus recuerdos o no, había bebido demasiado, y todo lo ocurrido le parecía una horrible pesadilla.

Liechtenstein y Veneziano se sintieron aliviados, aunque miraron de manera sospechosa a Prusia. Ambos querían mucho a esa nación, ya sea amistosamente o como un hermano mayor algo atolondrado, pero justamente en este momento no sabían que interpretar con las recientes acciones de Prusia.

La reunión familiar continúo, intentando seguir donde la habían dejado. Suiza personalmente quería terminar esa pantomima lo más rápido posible, sin embargo el destino no estaba a su favor. Esta vez, Prusia no hizo absolutamente nada, y Alemania no quería que nadie más entrara a su cocina, a pesar de que Veneziano y Liechtenstein la habían dejado impecable, así que se pidió servicio a domicilio a un restaurante cerca a su casa, y aunque el restaurante no estaba acostumbrado a ese servicio, conocían lo suficiente a la representación del país para cumplirle esa petición. Ninguno de ellos contaba con que el pedido había tenido una pequeña recompensa por ser aniversario del restaurante, la entrega iba con el doble de lo habitual y cerveza suficiente para un grupo de 20 personas.

Alemania no quería dejar sobrantes y obligó al resto a comer. Prusia se encargó personalmente de cumplir esa demandante tarea. Dejó a Liechtenstein con un solo plato y su botella de soda. También le dio un pequeño plato a Italia, y el resto la tenía difícil, así que Suiza, Alemania, Prusia y Austria se embutieron toda la comida, y para hacerlo la cerveza era absolutamente necesaria. En esta ocasión, Veneziano también empezó a beber la cerveza, aunque le parecía una bebida totalmente horrible por lo amarga que era; sin haber algún otro líquido más amigable que le ayudara a calmar su sed no tenía otra opción.

La comida se acabó, y de alguna forma la cerveza seguía apareciendo. Pero en esta ocasión, Suiza se llevó a Liechtenstein a su habitación para que no presenciara ninguna otra cosa comprometedora, otra vez. Ese día Veneziano, se había pasado un poco de copas.

— Feliciano, creo que bebiste demasiado el día de hoy— dijo Alemania, quien aún estaba algo sobrio

— Estoy bien— dijo Feliciano tambaleándose en dirección hacia la cocina

— No te preocupes, Ludwig— dijo Prusia — yo lo llevó a la habitación—

—Gracias Gilbert— Alemania agradeció a su hermano mientras calmaba a Austria, así dejaría de llorar.

Prusia dirigió a Veneziano, sujetándolo de los hombros por el pasillo, hacia las habitaciones. A pesar de que Veneziano estaba ebrio, notó claramente que la habitación de Alemania la habían pasado hace dos segundos, y antes de que pudiera decir algo fue empujado dentro de otra habitación.

La habitación, una de huéspedes claramente, la cual tenía dos camas separadas por un velador pequeño y una ventana pequeña con cortinas claras, era por así decirlo acogedora. Veneziano la observó con detenimiento, recordaba que Alemania tenía solo una habitación de huéspedes y un estudio. Suiza y Austria no se podían ver, ni mucho menos Austria y Prusia; así que lo más lógico era que Suiza durmiera con Liechtenstein y Prusia le cediera su habitación en el sótano a Austria. El señorito jamás dormiría en un sofá y mucho menos en el suelo.

Italia tardó menos de cinco minutos en darse cuenta que esa habitación ya tenía un ocupante, una muy linda ocupante. Y dicha ocupante estaba en la ducha. Preocupado y avergonzado Italia intentó pararse pero su embriaguez le hizo tambalear y caer, y al hacerlo no pudo evitar ver algo, muy hermoso y perfecto.


¿Les gustó? Espero que sí.

¿Qué pasará en el siguiente capítulo? ¿Qué es lo que vio Italia? ¿Qué planea Gilbert? ¿ Se dará cuenta Suiza? Todo esto más en el siguiente capítulo. No se lo pierda en dos semanas, a la misma hora y por el mismo canal.

No se olviden de dejarme un comentario, crítica, sugerencia, etc.