La gran mayoría de los personajes de este fic, así como la astronave Planetarium del Cometa, pertenecen a Nintendo. La trama y el desarrollo de la historia sí que es fruto de mi imaginación. Que lo disfrutéis :v


Planetarium del Cometa — Capítulo 1: Dieciocho concursantes (parte 1)

No sé si he hecho bien en apuntarme a este concurso. Se trata de una de las remotas decisiones que he tomado sin ningún tipo de premeditación a lo largo de mi serena y pautada vida, aunque eso no hace que ahora quiera dar marcha atrás.

Mi nombre es Zelda, Zelda Nohansen Hyrule. Soy la soberana de uno de los reinos que forman el mundo de Nintendo. En dichos territorios el gobernante gestiona la política de sus tierras y tiene el deber de velar por los derechos y el bienestar de sus habitantes, pero la última palabra de gran parte de ello la tiene la extensa y poderosa capital llamada Smash City.

No tengo ningún problema en admitir que la principal causa por la que me subí a este metafórico barco fue el estrés. Durante las últimas semanas me he visto repleta de trabajo y de obligaciones que me perseguían por cada rincón del castillo hasta llegar al punto de violar la harmonía de mis sueños. Al ver el anuncio que Smash City pasaba por televisión, radio, periódicos, calles e incluso por los cielos, no dudé en firmar todo lo que se me puso por delante.

La mecánica del concurso es simple: yo, juntamente con diecisiete habitantes de los dominios de Nintendo, seremos aislados en una astronave a kilómetros de nuestros respectivos hogares en medio del espacio. Nuestro nuevo hogar estará completamente custodiado por cámaras, ya que no seremos los únicos protagonistas del programa; el público jugará un papel importantísimo votando desde su casa para decidir quién debe abandonar la astronave y regresar a Nintendo cada semana, y para ello tendrá la capacidad de observar todo lo que ocurre allí durante las veinticuatro horas del día.
Además, los dieciocho concursantes tendremos que superar una serie de pruebas semanales que nos impondrá el concurso hasta que este muera.

—¿Ya llegamos? —se escapa de mi boca con clara impaciencia.

—Tranquila, ya estamos casi —me contesta el conductor, clavando su mirada en mí por el retrovisor.

Siento un ligero dolor en los dedos de mi mano izquierda, pero pronto me doy cuenta que hasta ahora he estado golpeando mi maleta a causa de los nervios. Bajo la ventanilla pero solo veo el cosmos; no hay nada más que la oscuridad que contrasta con el polvo espacial, las estrellas y el blanco de la limusina en la que me encuentro. Suspiro subiendo la ventanilla. Pasados cinco eternos minutos, el conductor vuelve a dirigirme la palabra:

—Ya hemos llegado. Sonríe, el presentador te espera en el Planetarium.

Asiento con la cabeza y agarro la maleta, ensayando sonrisas que me van pareciendo a cada cual más imbécil que la anterior. El gran vehículo aterriza en un largo pasillo que culmina en un área de forma circular. Agradezco al chófer por traerme y salgo del vehículo con delicadeza para toparme por primera vez con la lejana imagen del anfitrión de esta fiesta: Paco Party.

Paco Party es uno de los personajes mediáticos más importantes de Smash City, un títere de felpa con una gran y anaranjada nariz. Se le conoce por otro concurso que presentó juntamente con su hermana pequeña, Penny Party.

En la lejanía veo otra chica más parecida a mí físicamente. Ella, pero, va vestida con un largo vestido azul con pequeños detalles blancos que son cubiertos por su larga melena rubia, la cual se caracteriza por el gran mechón que le cubre el ojo. De hecho, tengo un pequeño lapsus al pensar que se trata de Penny Party, pero cualquiera puede apreciar que son como un huevo y una castaña. Para eliminar esa idea de mi mente acabo por suponer que se tratará de una de los concursantes que vivirán conmigo los próximos meses.

—¡Bueno, señores y señoras, ya tenemos a la primera participante de este maravilloso programa ante nuestros ojos! —empieza a gritar Paco mientras me voy acercando a él sin perder esa peculiar voz que lo caracteriza.

"Primera concursante" pienso. Entonces, ¿quién es esa mujer?

—Encantada, señor Party —me agacho y le doy dos besos.

—¡El placer es mío! No todos los días puedes hablar cara a cara con una persona con tal prestigio como es la princesa del reino de Hyrule.

Me limito a sonreír y a mirar a la gran cámara por la que estaba hablando el presentador antes de que yo llegase. Él, por su parte, empieza con el protocolo básico de entrevista fugaz:

—Y dime, Zelda —dice para encabezar su pregunta, pero pronto se arrepiente—. Puedo llamarte Zelda, ¿verdad?

—Cómo te vaya mejor —sonrío.

—Pues a lo que iba —se ríe—. ¿Qué propósitos tienes para el programa?

En un principio me extraño ante eso, pero me aclara a lo que se refiere y encuentro una respuesta:

—Yo espero aportar tranquilidad y buen ambiente a la convivencia. Quiero demostrar que los gobernantes también podemos tener un lado familiar y cercano con gente desconocida.

—¿Y crees que vas a pasar las nueve primeras expulsiones con esta intención?

—Bien, yo espero de todo corazón que sí, eso está claro —vuelvo a reír—, pero no se puede predecir nada ahora.

—¿Y con respecto al deseo…?

Esto es un tanto delicado, pues el premio para el ganador del programa es pedirle un deseo a una de las grandes deidades de nuestro mundo: Master Hand.

—No lo tengo pensado, para serte sincera —me encojo de hombros.

—Bueno, aquí tendrás el suficiente tiempo libre para pensarlo y cambiar de opinión ocho veces.

Termina despidiéndose de mí amablemente y me invita a explorar el Planetarium del Cometa por mi cuenta. Vuelve a dirigirse a su cámara para dar paso a un breve análisis mientras lo alternan con imágenes mías observando el entorno.

La enigmática mujer se dirige hacia mí al fin:

—Bienvenida, princesa Zelda. Mi nombre es Estela Rosalina, pero puede llamarme Estela.

—Tutéame, por Hylia. No quiero sentirme especial aquí.

Nos damos dos besos después de que ella acepte.

—Encantada pues, Estela —digo mientras me separo—. Entonces… ¿tú quién eres? —me atrevo a decirle gesticulando para referirme al programa.

—Tan solo soy la dueña del Planetarium; le presto mi casa al programa en lo que dura el concurso.

Observo cada detalle del lugar. El Planetarium del Cometa es un sitio muy especial, principalmente porque no hay paredes. Estela me va explicando la distribución de la astronave mientras paseamos por ella, y el primer detalle que se tiene que tener en cuanta sobre esta es que puedes contemplar el espacio desde cualquier punto exceptuando las bóvedas celestes, que son pequeñas habitaciones. Hay seis bóvedas distribuidas por todo el Planetarium: El mirador, el baño, la cocina, el dormitorio, la sala de máquinas y el ático.

Me doy cuenta que aparte de ser una astronave para viajar por el universo también sirve de casa, y además es lo suficientemente amplia como para alojar dieciocho personas sin que el espacio se quede pequeño.

También puedo apreciar que el Planetarium se divide en tres pisos. El primero y el más amplio es donde pasaremos gran parte de nuestro concurso, ya que en él se encuentran las bóvedas del dormitorio, la cocina, el baño y el mirador. Todas ellas están distribuidas alrededor de dos grandes áreas: una zona donde el suelo está completamente forrado de terciopelo rojo, con grandes butacas del mismo color que complementan muy bien con la actividad de lectura, pues hay grandes estanterías que privan la vista del núcleo de la astronave y que disimulan una discreta puerta que conduce a una biblioteca interior; y otra zona de césped decorado con coloridas flores que contrastan con el frío y metálico suelo de una pequeña plataforma saliente que la dueña nombra como el garaje.

El garaje tiene dos cabinas de teletransporte. Cada una de ellas te lleva inmediatamente al segundo y tercer piso, donde están la sala de máquinas y el ático, respectivamente. Estas plantas se sujetan en la gran carpa que cobija al primer piso.

La mujer me sigue contando cosas de mi nuevo hogar hasta que vemos que otra limusina llega. Es idéntica a la mía, aunque esta tiene grabado en su puerta un número dos.

—¡Aquí llega el segundo concursante! Vamos a conocer un poco más de él.

Tras estas palabras de Paco, la puerta del automóvil se abre para dejar salir a un ser un tanto extraño. En lugar de tener una forma humanoide, se trata de una criatura arredondeada y completamente de color rosa quitando al curioso par de pies que tiene, pues estos son rojos y al andar producen un simpático sonido. Su expresión radia de felicidad y vitalismo.

Estela y yo nos mantenemos en las butacas de la zona de terciopelo. Tras escuchar su pequeña entrevista percibo que se llama Kirby, un nombre afín para alguien tan adorable. Paco le deja irse del plano después de hacerle unas preguntas semejantes a las de mi turno y se dirige hacia nosotras cuando nos ve.

—¡Buenas! —sonríe.

En un principio no sé si se lo dice a Estela o se está dirigiendo a mí, pero ambas nos coordinamos sin querer al saludarle.

—Soy Estela, la dueña del Planetarium —la rubia se toma la libertad de hablar primero.

—Encantado —dice él.

El problema llega cuando estos quieren formalizar la presentación con dos besos. Estela mide cinco veces la altura de Kirby sin exagerar, así que lo toma en brazos y Kirby la abraza.

Definitivamente no estoy acostumbrada a tanto cariño en tan poco tiempo.

—Yo soy…

—Sí, la princesa de Hyrule, Zelda —me interrumpe acompañado de una risa—. Eres muy conocida.

—¿En tu reino también?

—En Dreamland te conocen todos. A ti y a los demás gobernantes.

Así que Kirby es de donde proviene el mayor cargamento de dulces y pasteles de mi región; Dreamland, donde todo lleva una sonrisa.

A juzgar por mi primera impresión, creo que puedo hacer buenas migas con él.

Tiempo después aparece la tercera limusina. De ella sale una criatura extraña, aunque pronto ato cabos y reconozco que es un pokémon. Comparándolo con Kirby debo decir que es totalmente opuesto a él; tan solo intenta responder sus preguntas con la mayor brevedad posible y a veces interrumpiendo al presentador antes de que este acabe de formularlas, como si ya las supiera.

Paco Party termina sin saber cómo sacarle una sonrisa al nuevo concursante, así que lo deja marchar. Los próximos en hablar con él somos Estela, Kirby y yo.

—Buenas noches.

Eso me confunde. No sé si lo dice porque en Nintendo es realmente de noche o porque estamos en medio del espacio y toda la astronave está envuelta con el negro manto del cosmos. Sea como sea, lo que me inquieta realmente es la expresión del tercer concursante.

—Mi nombre es Lucario —nos clava su penetrante mirada a los tres antes de continuar—. Espero que nos llevemos bien.

—Para eso hemos venido —ríe Kirby.

Lucario se asemeja a un lobo de color azul con pelo rubio en todo el torso y la espalda. De él le sale un cuerno que me ha estado asustando desde que lo he visto; si fuera alguien más cariñoso hubiéramos tenido problemas en caso de abrazo.
Con respecto a la altura el pokémon supera a Kirby como era de esperar, pero sus puntiagudas orejas alcanzan mi barbilla.

Nadie osa preguntarle nada. Lucario simplemente abre paso y se espera apoyado en las librerías que hay detrás de nosotros sin intercambiar una sola palabra.

La cuarta limusina lleva sorpresa; sorpresa para mí. De ella baja Saria, mi amiga de la infancia que, por nuestras respectivas obligaciones, tuvimos que separarnos. Ambas pasábamos el día jugando en el bosque que hay al sur de Hyrule, pero cuando alcancé la adolescencia me llevaron a la Ciudadela para empezar mis estudios como gobernante. Ella se quedó con el resto de su raza, los kokiri, en ese bosque para seguir jugando año tras año.

La kokiri es una raza de niños. Toda su gente crece como persona, pero físicamente se queda encerrada en un frágil y pequeño cuerpo. Saria siempre mantiene el suyo vestido de verde, a juego con su color de pelo y sus ojos.

Al verme en la lejanía y aún sin cerrar la puerta del vehículo sale escopeteada hacia mí. No le da importancia a Paco, que queda en segundo plano, y todas las cámaras presentes dan protagonismo a nuestro momento: un reencuentro.

—¡Zelda! ¡Zelda! —grita lanzándose hacia mí.

—¡Saria! ¡¿Qué estás haciendo aquí?! —la recibo riendo.

—A participar que vengo.

La abrazo lo más fuerte que puedo. Tener a alguien conocido en esta nueva experiencia me alivia mucho.

Saria se presenta a Kirby y a Estela.

—Ese es Lucario —Estela señala al fondo, donde se encuentra el nombrado. Este saluda con la mano.

—Un poco serio, ¿no? —me comenta la niña en la oreja.

—Ya habrá tiempo para conocerlo.