Hola chicas, comenzamos con la traducción de otro fic portugués, no os preocupéis, sigo con Segunda oportunidad, lo que ocurre es que siempre me gusta llevar dos de diferente lengua. Y el de Sedgie ya sabéis que tiene capítulos muy grandes, e intensos. Estamos en junio, época de exámenes, evaluaciones, correcciones, así que no estaré totalmente libre hasta el día 19, 20 de junio. A partir de ese día volveré a retomar Segunda oportunidad. Ahora quiero comenzar con este fic que es una hermosura, ya veréis. Regina es una profesora de baile y Emma es su alumna en la academia. No hay una relación a la primera mirada, no, se fragua más lento, por eso me gusta. Cada una encontrará en la otra una válvula, un ancla ante sus vidas que se desmoronan. No cuento más, prefiero que lo descubráis. Eso sí, la juventud viene pisando fuerte, porque la autora de este fic cuyo nick es moonparrilla, solo tiene 17 añitos, y escribe de bien.
Steps from Love
Prólogo
La poca iluminación en la casa de la familia Swan volvía el ambiente más acogedor, todos los que la visitaban decían la mismo. Lo mejor era poder reunir a amigos y familiares en la pequeña sala de estar y contar historias. Los miembros de dicha familia eran cinco: George e Ingrid, los padres, y August, Emma y Amelia, los hijos.
En la pequeña chimenea, el fuego ardía entre los leños produciendo un ruido algo irritante, pero se podía soportar. A Emma le gusta encerrarse en alguna estancia de la casa con un libro en las manos o haciendo sus estiramientos diarios. Afuera caía una lluvia fuerte acompañada de truenos y relámpagos, cosa que hacía que Amelia, la más pequeña de la familia, se encogiera junto con sus muñecas al otro lado de la sala. Sentada en el sillón preferido de su padre con un libro cerrado en su regazo, Emma observaba las gotas de agua que resbalaban por el cristal de la ventana mientras agarraba una carta en sus manos. La joven había sido seleccionada para una beca en la compañía de baile más famosa del estado. Se sentía feliz por una conquista más, sin embargo, nerviosa. Iba a dejar por primera vez desde hacía diez años la academia de danza a la que solía ir. "Todo es por una buena causa, querida. Valdrá la pena", era lo que su madre le decía.
—Hija mía, no dices nada desde que has cogido la carta. ¿Estás bien?—Ingrid, madre de Emma, preguntó suavemente agachándose al lado de la hija.
—Sí, mamá. Sí, estoy bien. Solo un poco en shock— sonrió—¿Tienes noción de que he sido la única seleccionada para la beca de entre cincuenta personas? ¡Cincuenta personas muy buenas! ¡Es increíble!
—¡No me parece nada increíble! Practicas ballet desde los diez años, Emma. Te mereces esa beca— Swan sonrió a su madre como forma de agradecimiento, y ella le dio un beso en lo alto de su cabeza —Creo que voy a empezar a hacer la cena. Tu padre llegará pronto del trabajo y también he invitado a Killian, nuestro vecino.
—¿Has hecho qué?— desorbitó los ojos y sintió que se sonrojaba. De dos meses para acá, Emma y Killian venían intercambiando miradas, pero nunca habían pasado de abrazos y besos en la mejilla.
—No pelees conmigo. Sé que hay algo que está comenzando entre vosotros y solo quiero que el muchacho sepa que es bienvenido a juntarse a la familia. Tu padre y yo vamos a la misma iglesia que su madre y sabemos que es de buena familia, incluso, su madre cree que tú serías una gran prometida para Killian.
—Eh…—Emma alzó los brazos —¿Prometida? ¿Quién ha dicho que me quiero casar?— preguntó seriamente
—El orden natural de la vida lo dice. Debes casarte con un hombre y construir una familia, y bueno, en este caso….El hombre, con certeza, es Killian. Estás enamorada de él.
—¿Cómo puedes estar tan segura de eso, hum? Nunca me he enamorado antes, mamá. Lo que siento por él puede ser solo cariño de amigos.
—Pronto lo descubrirás, mi amor. Ahora sube a tu cuarto y date una ducha para estar presentable para la cena.
En su habitación, Emma dejó la carta en su escritorio y se echó en la pequeña cama individual. Cerró los ojos unos instantes y pensó de nuevo en su entrada en la nueva academia. "¿De verdad voy a estar en un grupo rodeada de mujeres ricas que pueden pasar su mensualidad?", se preguntó revirando los ojos. Escuchó golpes fuertes y frecuentes que provenían de la ventana, al otro lado de la habitación, y al abrir los ojos y mirar por el cristal vio que se trataba de Rose, su mejor amiga, que desconocía las palabras «puerta delantera»
—¿Y? ¿Cuál es la noticia?— preguntó tras entrar en el cuarto y tirarse sobre la cama al lado de la amiga.
—He ganado la beca de la compañía de baile— dijo algo desanimada
—Oh, tu madre se lo comentó a la mía antes. Felicidades. Te lo mereces de verdad.
—Estoy nerviosa. No sé cómo seré recibida…— se sentó y se quedó mirando hacia el armario —En fin, ahora esa no es la gran preocupación. Killian viene a cenar esta noche y mi madre dice que tengo que estar presentable, pero de lo que yo tengo ganas es de ponerme una de mis camisetas anchas y pantalones largos.
—Vamos a hacer una cosa…Ve a tomar un baño y te espero aquí, ¿hum? Después echamos un vistazo a tus ropas— sugirió Rose
—Ok— dijo mientras se levantaba y entraba en el baño.
—¿Sabes que no vas a atraer ni a una mosca con eso, verdad?— Rose analizaba la ropa de Emma, que tenía puesto un vestido gris de mangas largas que le llegaba hasta las rodillas.
—Ah, pues yo lo veo bonito. Mis tíos me lo regalaron por Navidad—dijo pasando las manos por la parte baja del vestido.
—Pruébate este— dijo Rose sacando del armario un vestido negro, discreto, de asillas.
—Solo me lo he puesto una vez, en la boda de mi tía…¿No crees que algo extravagante para la ocasión?
—Emma, ese sería el tipo de vestido que yo me pondría para ir a la panadería. Confía en mí, ¿ok? Es bonito. Te quedará genial.
—No estoy muy acostumbrada a usar ropa que dejan muy visibles mis piernas y hombros, solo las del ballet. A mi padre no le gusta mucho— dijo mientras se ponía el vestido.
—A tu padre no le gusta que hagas nada. Hasta me sorprende que te deje practicar ballet, teniendo en cuenta que se usa y se muestra mucho el cuerpo.
—Mi padre es un anticuado. No puedo hacer gran cosa. Como dice mi madre, mientras viva debajo de su techo, tengo que aceptar las cosas callada, ¿sabes, no? Ir a misa, ir a los retiros, siempre sonreír y saludar a todo el mundo con un movimiento de cabeza…No son tareas tan difíciles.
—Pero las dos sabemos que nunca han sido cosas que te haya gustado hacer, ¿no? Tienes veinte años, Emma. ¿Cuánto tardarás en ser la única que mandes en ti misma?
—Bueno, teniendo en cuenta que mi padre no quiere que trabaje hasta que me forme como bailarina profesional, puede tardar. Incluso bastante.
—Cuando ese día llegue, quiero que, por favor, me avises, pues tú y yo nos vamos a poner una ropa de escándalo y salir a celebrarlo por todo lo alto, ¿entendiste?— Rose apuntó el dedo hacia la amiga y puso una sonrisa abierta.
—Claro— dijo entre risas.
En la cocina, Emma ayudaba a su madre con los últimos preparativos de la cena, mientras George, su padre, jugaba con la hija pequeña en la sala de estar. La joven estaba tan nerviosa que podría sentir su corazón palpitar desenfrenado, preguntándose si su madre también podría escucharlo. Sus ojos azules demostraban miedo y ambición. No podía dejar de pensar en el día siguiente: su primer día en la nueva compañía.
—Lleva el pastel de carne a la mesa, por favor— dijo Ingrid pasándole la bandeja a su hija, que inmediatamente se dirigió al comedor. Se paralizó por completo al escuchar que llamaban a la puerta, pues ya sabía de quién se trataba. Killian.
Abrió la puerta con una débil sonrisa en el rostro, siendo recibida por una figura completamente sonriente que llevaba en las manos una rosa. Killian llevaba puesto un suéter negro y unos vaqueros oscuros, que le sentaba bien a su tono de piel. Al recibir la flor, se sintió un poco incómoda, sin embargo, una sencilla sonrisa fue suficiente para enmascararlo.
—Señor y Señora Swan— Killian saludó a los dueños de la casa que ya lo esperaban en el comedor —Es un placer estar aquí hoy con ustedes—Apretó la mano de los dos y centró su atención en Amelia, que observaba curiosa la rosa en la mano de Emma —¿Qué tal, Amy? ¿También te hubiera gustado que te trajera una rosa?
—No me gustan las flores. Y también sabes que no me gusta ese nombre— respondió con toda la delicadeza de una pequeña de siete años.
—Amelia, creo que debes ser educada, ¿escuchaste bien, muchachita?— la reprendió Ingrid.
—Perdón. Pero es de verdad, Killian…Llámame Mia, y no Amy— pidió
—Está bien, pequeña
Los cinco se reunieron en la mesa y comenzaron a comer manteniendo una conversación agradable. Una u otra vez, Killian lanzaba miradas intimidantes a Emma, que no podía evitar sentirse avergonzada y un poco incómoda. Al notar la mirada de reprobación de su padre por la ropa que llevaba, intentó levantarse el vestido y esconder el ligero escote, pero falló miserablemente.
—Killian, ¿por casualidad Emma no te ha comentado que ha ganado la beca para la compañía de ballet que tanto quería?— preguntó Ingrid
—¿Red Apple Dance Company?—Killian desorbitó los ojos y sonrió a la rubia —¡Wow, Swan! ¡Felicidades! Una prima ha bailado allí y dice que es bien duro y que la directora es muy rígida, pero no es nada con lo que no puedas lidiar.
—Ya me he enfrentado a diferentes tipos de directoras, esta no me asustará— bromeó
—Bien, además de directora, es profesora de ballet, así que, buena suerte— dijo sonriendo
—Gracias, pero creo que no la necesitaré— bromeó de nuevo en tono jocoso y snob.
Al terminar la cena, Emma le dijo a su madre que no se preocupara en quitar la mesa y lavar la loza, ella lo haría sola, sin embargo Killian se ofreció a ayudar para poder quedarse un poco más. Los dos jóvenes estaban en la cocina organizando todo y conversando sobre sus intereses en los estudios y en la danza. Podían escuchar a George en la sala quejándose de que hubiera un hombre en la cocina, que eso era inadmisible, y eso acabó irritando a los dos jóvenes. Killian era un hombre de veintitrés años que cursaba Publicidad en la facultad. Hijo único y criado prácticamente solo por su madre y abuela, era muy amable y respetuoso, poniendo siempre el bienestar de los demás por delante del suyo.
—¿Te has enterado de la fiesta que habrá en el campus de la Universidad de Virginia?— preguntón Killian al terminar de secar al último plato.
—Mi hermano me lo comentó la última vez que estuvo por aquí— August, hermano mayor de Emma, estudiaba quinto curso de arquitectura.
—Es su clase quien la organiza. ¿No te interesaría ir?
—Mi padre no me dejaría, no sirve de nada intentarlo— se lamentó
—¿Ni si se lo pidiera yo?— preguntó, recibiendo una negación por parte de la rubia —¿Qué ve de malo en las fiestas? Quiero decir, sé que tu hermano asistía a muchas a lo largo de la semana.
—Sí, Killian. Pero desgraciadamente las cosas dentro de esta casa son diferentes. Solo puedo salir de casa para ir al ballet y si mi padre está de buen humor, ir al cine con Rose. No tengo ningún tipo de libertad, ¿entiendes?
—Sí, Swan, entiendo. Perdona por tocar ese tema, sé que te molesta.
—Está bien. Solo…Déjame ver eso, ¿vale? Quizás le pida a mi madre que lo convenza.
Tras terminar las tareas, los dos volvieron a la sala, donde encontraron a Geroge, sentado en su sillón, a Ingrid, que asistía una novela que pasaban por la tele, y Amelia, que jugaba una vez más con sus muñecas en una esquina de la sala.
—Creo que es mejor que me vaya a casa— dijo Killian algo avergonzado
—¿Estás seguro, querido? ¿No quieres quedarte un poco más?— Ingrid direccionó su mirada hacia los dos jóvenes que estaban de pie frente a la puerta de la sala.
—Sería genial, señora Swan, pero aún tengo que estudiar para una presentación de un importante seminario que tengo mañana en la facultad— respondió
—Oh, claro. Los estudios siempre en primer lugar, ¿hum?— la mujer sonrió a Killian y enseguida miró a Emma —Y tú, mocita…Es mejor que te vayas a la cama pronto. No querrás retrasarte en tu primer día, ¿no?
—Claro que no, mamá— dijo con una débil sonrisa —Bueno…Killian, te acompaño a la puerta
—Gracias. Señor y señora Swan, la cena estuvo muy buena. Gracias por haberme invitado— caminó hasta los dos y se despidió de ambos.
—No hay de qué, Killian Jones. La próxima vez mira a ver si apareces cuando estas tres no estén en casa, así podremos charlar de hombre a hombre, una conversación de verdad, ¿hum? Las mujeres hacen mucho ruido.
Intento esconder la cara de asco, Killian solo asintió con la cabeza y puso una sonrisa forzada.
—Claro, señor Swan. Que tenga una buena noche.
En el porche de la entrada, Emma pudo ver el vaho saliendo de su propia boca al respirar profundo. La noche estaba fría e incluso algo sombría. Petersburg era, de lejos, la ciudad de Virginia que tenía los barrios que más asustaban. Los dos estaban sentados en el pequeño balancín al lado de la puerta y conversaban un poco más antes de despedirse.
—Hace mucho frío…Creo que es mejor que entre de una vez— dijo Emma al levantarse y mirar hacia Killian.
—Está bien. Mañana podemos hablar de nuevo, y me cuentas cómo te ha ido en tu primer día, ¿ok? Buena suerte, Emma— depositó un beso en la parte alta de la cabeza de la rubia y fue alejándose en dirección a su casa.
—Buenas noches—la rubia dijo con una sonrisa tonta direccionada al muchacho que le correspondió asintiendo con la cabeza.
La joven entró en la casa aún con los ojos brillando. A pesar de todo, Killian era uno de sus mejores amigos. Aunque todos a su alrededor los quisieran juntos como pareja, estaba empezando a percibir que no podía verlo como algo más que un buen amigo. Lo conocía desde pequeña y sentía mucho cariño y admiración por él.
Sin que sus padres la vieran, caminó en silencio hacia su cuarto, y cerró la puerta enseguida. Revolvió en sus cajones desorganizados y sacó un pijama abrigado y se lo puso rápidamente. Tras apagar las luces y acostarse en su cama, le mandó un mensaje de buenas noches a Rose, que respondió con un corazón rojo palpitante, que hizo que Emma soltara una carcajada. Pocos minutos después, cerró los ojos y se durmió para prepararse para su gran día.
