Hoy lloverá

Por Gaby L

Hughes acababa de morir y él no había podido hacer nada, solo quedarse parado frente a su tumba, diciéndole todo lo que él le había prometido que haría, y ahora ¿quien rayos trabajaría para que él subiera hasta la cima?, ¿quien lo acompañaría en sus momentos de dolor?, ¿quien le haría bromas tontas pero que siempre lo distraían un poco del trabajo?, ya no contaría con su mejor amigo, ese que siempre estuvo a su lado apoyándole en todo momento, y él no había podido hacer nada para salvarlo, no lo había ayudado, se sentía tan vacio, tan hueco, tan insignificante, pero no lo dejo ver, se le había partido el corazón en dos cuando la pequeña Elicia había preguntado envuelta en llanto por qué enterraban a su papá, un amargo nudo de dolor se alojó en su garganta, era tan triste, tan terriblemente desesperante y él ahí parado saludando militarmente, tragándose su malestar sin un gesto, sin inmutarse aunque por dentro se desgarraba, ¿como lo había permitido? ¿Cómo había sido tan ciego de no darse cuenta antes de que algo andaba mal?, de que Maes le escondía algo, si era tan obvio, era tan jodidamente estúpido que hubiera podido gritar de rabia, de dolor, de sentimiento y de culpa, pero tenía que pensar más allá del muro de sufrimiento que se le ponía enfrente, tenía que seguir, saber quien había matado a Hughes y vengarse, pero para eso tenía que ascender, seguir adelante, ganar poder y después vendría todo lo demás.

El sol resplandecía con su potente luz dorada, tan majestuoso e imponente que Roy se preguntaba cómo demonios es que brillaba tanto en un momento tan desesperante, poco a poco el cementerio se fue vaciando y al final solo quedaban él y Riza, camino hasta posicionarse frente al cumulo de tierra recién formado, la gorra cubriendo parcialmente su rostro, se sintió tonto, pequeño e insignificante, con un enorme hueco en el estomago, pensando en la puta vida injusta, asustaba tanto saber que lo que más quería lo podía perder en un momento, la existencia era tan efímera, se le escurría de entre las manos con una velocidad apabullante, escuchaba la voz de Riza muy lejana, casi como un murmullo al otro lado de un rio infranqueable, entonces lo sintió, los gruesos nubarrones que le ensombrecían la vista, y sin venir a cuento menciono casi al aire en un ronco susurro que podría haber pasado por uno de sus gruñidos cotidianos:

—Hoy lloverá. —La mirada de Riza se dirigió rápidamente al cielo en busca de cualquier signo del pronóstico del coronel.

—Pero el cielo brilla señor.

—No teniente, hoy lloverá. —Y las lagrimas fluyeron, calientes, saladas, intentando sacar todo el dolor y la frustración, pero al hacerlo sintió el alma más ligera más serena y supo que lograría llegar hasta la cima, lo haría para cambiar ese gobierno de mierda, para vengar la muerte de Hughes y sobre todo para que nadie volviera a vivir lo que él había vivido en la rebelión de Ishbaal, tenía que lograrlo, por su mejor amigo, por Maes Hughes.