Su rostro se asomaba bajo la superficie, no lo suficientemente claro como para distinguir a la perfección sus facciones, pero si para admirar lo bella que era.
Su largo cabello rubio verdoso flotaba con libertad en el agua expandiéndose a todo lo ancho y largo. De sus bellos ojos aguamarina emanaba curiosidad, más no la suficiente como para salir a la superficie y acercarse más a él. Su expresión debía de ser ridícula, puesto que una sonrisa radiante como el sol se pintó en sus labios. Así, él no pudo hacer otra cosa que sonreír también. Aún así, ella con un moviendo rápido y fluido, desapareció, en un destello dorado, dejando atrás solo el recuerdo de alguna vez haber estado allí.
Pronto el océano se volvió más turbio de lo que estaba antes y enormes nubes negras cubrieron el cielo. Olas gigantes chocaban contra la costa y el muelle, olas a las que su pequeña embarcación no sobreviviría. Los golpes del océano y la inestabilidad amenazaban con volcar el barco. El viento lo hacía volar todo y alejaba la lancha de la costa. Después de dar batalla unas horas la lancha se quebró en mil pedazos y cuando él cayó al agua todo se volvió oscuridad.
Lentamente el aire volvió a sus pulmones, sentía como el agua estancada en ellos, la que minutos atrás trataba de matarle, era expulsada. Su cuerpo estaba empapado, pero ya no estaba en el agua, el calor de la arena avivaba su cuerpo. Tomando con cuidado el control de sí mismo, abrió los ojos y se sentó. El mar estaba en calma, el sol brillaba como nunca, era un día estupendo para nadar, entonces la vio.
Su cabello largo, más allá de las caderas, rubio verdoso y ojos aguamarina, pero ahora podía verla de cuerpo entero. Tenía cola de sirena, dorada, de sus brazos y la misma cola salía aletas más pequeñas, como un pez dorado. Su silueta fina y delicada la hacían verse adorable. Su mirada subió desde su cola hasta su torso, desnudo, sus pechos cubiertos únicamente por su cabello.
Iba a tocar su mejilla, estiró su mano, y alcanzó su sonrojado rostro, se acercó a ella y lentamente a sus labios que clamaban encontrarse con los de él, podía sentir su cálido aliento, su respiración...
— Haru, vamos a llegar tarde. —
Makoto irrumpió en la habitación de improviso haciendo que Haruka se sobresaltara y tragara poca agua de la tina. Haruka soltó un insulto y giró para encarar a Makoto. Su amigo de la infancia se veía preocupado y perplejo.
—¡Haru! ¿Estás bien? ¿Cómo pudiste quedarte dormido en la tina? Pudiste haberte ahogado y no me mires así. —
Haruka solo podía mirarlo con reproche, estaba a punto de besarla, siempre despertaba cuando estaba a punto de ahogarse; sin embargo, esta vez su sueño lo había llevado más lejos, esta vez pudo tocarla, a la chica de sus sueños, literalmente. Makoto extendió su mano para ayudarlo a salir, como siempre, pero aún lo miraba preocupado.
La luna llena brillaba en lo alto del firmamento, Makoto y Haruka caminaban a casa de los Matsuoka, quienes habían planeado una reunión, de noche, solo para que se quedaran a dormir, él, Nagisa, Rei, Nitori, Makoto y el capitán Mikoshiba, quien estaba saliendo en secreto con Gou. En secreto para Rin, por supuesto, porque los chicos del club de natación de Iwatobi fueron los primeros en darse cuenta. Aún que después de las regionales Rin había vuelto a ser él mismo, y con eso quiero decir un Nagisa dos, pero más alto y musculoso, seguía siendo igual de molesto y celoso con respecto a su hermana menor.
La reunión era para hablar de cómo mejorar sus tiempos y cosas de ese tipo, según ellos, ya que era conocimiento público que eso era lo que menos hacían. Cuando se quedaban a dormir a casa de Gou y Rin se quedaban mirando películas hasta tarde o hablando tonterías entre ellos. A veces, a petición de Gou y sus ojitos de cachorro ahogado, Rin les contaba anécdotas de cuando estuvo en Australia. Les había contado que era todo un surfista experto, que había visto cara a cara a un enorme tiburón blanco y que había luchado contra un canguro muy violento, entre otras cosas. Los chicos sabían que la mitad de la historia era una exageración, más había algo en su forma de contarla que le restaba total importancia. Además, tener a Rin de vuelta era gratificante para Makoto, Haruka, Gou y Nagisa, por otro lado, el cambio en su actitud, desde el punto de vista de Nitori, Rei y Mikoshiba, era agradable y hasta cierto punto aterrador, ya que era radical. Haruka podía decir que lo tenía todo, o casi todo, a pesar de que sus padres casi no le visiten o le llamen, tenía a sus amigos, a todos, a su lado, lo cual era más que suficiente.
Pero sentía que le faltaba algo, algo que hacía que su corazón luchara por escaparse de su pecho, algo que lo dejaba ansioso, algo que deseaba con todas sus ganas tener, o al menos poder contemplar. Era la misma sensación que lo sacudía hasta los huesos cuando veía una fuente de agua lo suficientemente grande como para poder entrar en ella, solo que más fuerte. Ahora más fuerte que antes, porque en sus manos estaba la suavidad de su piel quemándole, y su imagen atormentando su cordura.
Haruka estaba consciente de que aquella chica era solo un sueño, no podía tenerla, tocarla o amarla, porque no era real. Las sirenas no existen, y si ella existiera sería imposible tener una vida normal juntos, porque ella no podía vivir en tierra ni él en el océano. Verla en sueños no era suficiente, siempre despertaba y se alejaba de ella. Se preguntaba, además, cuando dejaría de soñar con ella, desde hace una semana esos sueños comenzaron a atormentarlo, desde que habían salido a vacaciones. Pero, ¿Cuanto más durarían?
—No es bueno que pienses tanto en ese sueño, Haru. Al final es solo eso, un sueño. —
Makoto estuvo observándolo todo el camino desde que habían salido de casa de Haru hacia la casa de Rin.
— Pude tocarla, — Dijo Haru mirándose las manos. — Casi pude besarla. —
La voz de Haruka no era monótona o aburrida cuando hablaba del sueño, era, más bien, ansiosa y su mirada reflejaba el torbellino de emociones que se aglomeraban en su corazón. Pensar en un Haruka enamorado era muy difícil, Makoto siempre imaginó a Haruka enamorado de una mujer muy hermosa y amable. Pero ver a Haruka enamorado de una mujer- pez dorado sacada de sus sueños era preocupante. Lo peor de todo era que Haruka estaba totalmente descontrolado, a veces ni siquiera quería competir contra Rin, o siquiera nadar. El comportamiento de Haruka no había pasado desapercibido por sus amigos, quienes estaban sumamente preocupados por él. Todos habían tratado de ayudarlo de alguna forma, por ejemplo; Rei y Nitori intentaron hipnotizarlo, en vano. Mientras que Rin y Nagisa lo llevaron a un club nocturno, en el que no duraron ni cinco minutos.
Movidos por la curiosidad, los chicos y Gou le pidieron que hiciera un retrato de ella, Haruka se esmeró tanto que pintó su sueño por completo de modo que al pasar las hojas rápidamente pareciera una película muda bastante real.
Sin darse cuenta ya estaban frente a la casa de Rin, una hermosa y lujosa casa ubicada frente al océano en una colina. La madre de ambos pelirrojos era una exitosa abogada que trabajaba en Tokio y durante las vacaciones iba a visitar a sus hijos. La puerta se abrió de repente mostrando al sonriente pelirrojo.
—Makoto, Haru, los estábamos...—
—¡Mako-chan, Haru-chan! ¡Los estamos esperando! Rin-chan, ¿Qué haces ahí en el suelo?—
—Tu me empujaste, Nagisa. —
—Oh, lo siento, Rin-chan. — Nagisa claramente no lo sentía pues trataba en vano de contener una enorme carcajada. —¡Gou-chan, chicos, ya están aquí! — Informó a gritos Nagisa desde la puerta.
—Es Kou! — Gritó la chica desde el segundo piso. — ¡En un minuto bajo! —
— Matsuoka-san lleva diciendo lo mismo desde hace dos horas. —
—Siempre es así, Ai. — Dijo Rin poniendo una mano en su hombro.— Ayúdenme a poner la mesa, chicos.—
Haruka, Makoto, Nitori y Rin ponían la mesa mientras que en la cocina la señora Matsuoka, Mikoshiba y Rei preparaban una deliciosa comida. Una vez que todo estuvo listo todos se sentaron a comer.
—En los pisos de arriba, de los apartamentos donde vivo se mudaron varias personas—Dijo Nagisa — Uno arriba del mío es solo para una chica muy bonita de cabello castaño y los dos últimos pisos los compró una familia.—
—¿Los dos últimos?— Preguntó Mikoshiba impresionado.
—Sí, parece que también compraron la terraza. Ayer fuimos a darles la bienvenida, mis hermanas y yo, y solo vimos a tres personas. — Informó Nagisa. —Creo que son cuatro hermanos, uno es médico, el otro es editor o algo así, y una de las muchachas, que tiene su edad, es modelo de la revista Teen's Steps. — Nagisa se metió un enorme trozo de carne a la boca.
—Dime que no los interrogaste, Nagisa. — Dijo Rei.
—Oye Haru-kun, ¿Esa no es la revista que maneja la editorial de tus padres?— Preguntó la madre de Rin.
—Sí—
— ¿Cual es el nombre de ella? Mi hermana mayor trabaja para la misma revista, también como modelo. —Dijo Nitori.
—Ummmm, no recuerdo, creo que era rusa...— Nagisa se quedó pensando en el nombre en vano. — Por qué no vamos mañana a mi casa, Jully-chan quiere ver a Rei-chan de nuevo, no ha dejado de molestarme. —
La cara de Rei se puso roja al escuchar a Nagisa, no es que Jully fuera fea, al contrario, de las tres hermanas de Nagisa, ella es la más hermosa, si evitaba pensar en que su personalidad era peor que la de su hermano menor. La hermana gemela de Jully, Sui y la mayor de los cuatro, Kai, eran más tranquilas. Rei sacudió su cabeza y se concentró en su comida. Nagisa sonrió por lo bajo, aunque no fuera del todo cierto, Jully y Rei se lo agradecerían.
Quedaron de almorzar en la casa de Nagisa al día siguiente, pero llegarían antes para ayudar a preparar la comida. Al llegar las gemelas, hermanas de Nagisa, no se encontraban, estaban con sus nuevas vecinas.
—Son inseparables, en serio, pasan ahí todo el día hablando de Rei-chan. —
—Eso no es cierto Nagisa- kun, deja de decir esas cosas. — Sentenció Rei.
—Pero Rei-chan, a ti te gusta mi hermana, aunque sea un año mayor. Lo sé porque cada vez que la menciono tu cara se vuelve tan roja como una manzana. Vamos a preguntarle, así verás que es cierto. —
Nagisa salió del departamento ignorando por completo a Rei y a los demás, quienes lo siguieron hasta el penúltimo piso. Una vez ahí Nagisa abrió la puerta sin siquiera tocar antes y entró como perro por su casa.
—Estoy en casa— Dijo alegre.
— ¿Nagisa? Pasa estamos en la cocina. — Dijo una voz grave desde el interior de la vivienda.
Los chicos y Gou entraron al enorme departamento, en la sala de estar había una enorme TV de plasma, a su lado tres repisas llenas de video juegos y debajo del televisor tres consolas diferentes. En frente había tres chicas concentradas jugando Call of Duty y otra pintándose las uñas. Por un momento Maokoto creyó que estaba en el paraíso, no sabía si era por tantos video juegos juntos o por la bella chica de cabello color avellana y ojos como vino de uva masacrando a sus oponentes virtuales. Ella claramente era modelo, Makoto nunca pensó que conocería a la chica por la que compraba esa estúpida revista todos los meses.
Sí, Makoto compraba una revista para chicas, Teen's Steps para ser exactos, solo por la modelo con cuerpo de diosa y sonrisa perfecta.
Por otra parte casi todos sus amigos se encontraban en el mismo dilema, al lado del amor imposible de Makoto había otra modelo de la misma revista, solo que esta tenía cabello color vainilla y ojos aguamarina, ella les resultaba extrañamente familiar, pero no sabían porque. La chica de cabello vainilla se veía sumamente concentrada, sus cejas estaban tan juntas que parecía una sola y se mordía el labio inferior tan fuerte que se veía blanco. La tercera chica era una de las hermanas de Nagisa, Sui. Su cabello dorado estaba recogido en una cola de caballo y se movía a los lados como si así pudiera mover su avatar. Jully estaba pintándose las uñas de color púrpura mientras las veía jugar.
— Sui, si dejas morir mi avatar te haré mi esclava una semana. —
La aludida levantó una ceja sin despegar la vista del TV y replicó:
— Es tu culpa, si te hubieras pintado las uñas ayer que onii-chan dijo que Rei vendría, no tendrías que hacerlo hoy. —
Jully se sonrojó levemente y Nagisa sonrió para sí, estaba saliendo a la perfección y no había hecho nada aún.
— ¿Desde cuándo me pinto las uñas para Rei? —
—Desde que son púrpura, y desde que comenzaste a arreglarte desde que le conociste. — Replicó su gemela sacándole la lengua.
— ¿Será Rei tan guapo como dice Jully?— Preguntó la de cabello avellana.
—Por supuesto... — Replicó Jully sin pensar, — quiero decir es más guapo que onii-chan.
— ¿Um? Tu hermano ha crecido varios centímetros desde la última foto que le tomaste, y también se ha desarrollado bien su masa muscular, Mio ve a la izquierda y Sui a la derecha. — dijo la chica de cabello vainilla.
—Pero Miky-chan, si vas por el frente quedaras expuesta. — Dijo Sui.
—No porque ustedes dos irán primero y mataran al primer escuadrón, yo apareceré después. —
—Espera quiere decir que te gusta Nagisa. — Exclamó Jully.
De inmediato las tres dejaron de jugar y miraron de Miky a Jully y viceversa.
— ¿Como llegaste a esa conclusión?—Preguntó Miky algo confundida. —Lo que quería decir es que tu hermano es muy apuesto, alto y maduro para su edad. —
— ¿Maduro?— Dijo Sui.
— ¿Porque hablas como si tuvieras cuarenta cundo solo tienes 17?— Preguntó Jully.
—Solo concéntrense, no voy a morir hoy. — Replicó Miky poniendo fin a la conversación.
Nagisa habría mirado a Rei gritándole con la mirada "Te lo dije" si no estuviera tan avergonzado. El sonrojo de Rei rivalizaba con el de Nagisa y ninguno parecía querer darse por vencido. Mientras tanto, los otros chicos y Gou disfrutaban la escena, ya que no muy a menudo alguien lograba hacer que Nagisa se sonrojara.
— ¿Que hacen ahí, chicos? Vamos a comer, ya está todo listo. — Dijo un hombre alto, musculoso, de cabello negro y ojos aguamarina. —Haremos las presentaciones en la mesa. —
Al escuchar la voz de su hermano Miky y las demás chicas voltearon para ver a quien se dirigía el mayor. Al ver a Nagisa y a Rei ahí de pie, Jully sentía que la sangre se iba toda para su cabeza, ella solo atinó a ir directo a la cocina sin saludar si quiera. Miky, por otro lado les sonrió como si nada hubiera pasado. Nagisa se recuperó y sonrió de vuelta.
— ¡Eka, a comer! — Gritó otro hombre parecido al que los había recibido pero un poco menos corpulento.
Una vez sentados a la mesa Makoto preguntó:
—Nagisa, creí que almorzaríamos en tu casa. —
—Así era, pero luego creí que sería divertido que conocieran a mis vecinas ya que cuando terminen las vacaciones ellas asistirán a la nuestra secundaría. —
— ¿Y por qué no las has presentado aún?— Inquirió Rin.
—Cierto, mi nombre es Nicolai Ivanov. — Dijo el más alto de los hombres. —Él es mi hermano menor Klaus. —Dijo señalando al otro hombre. —Y ella es mi hermanita Mikaela, una de las gemelas. —Dijo refiriéndose a la chica de cabello vainilla.
—Mi nombre es Mio Crotova, conozco a Miky y a sus hermanos desde siempre. Prácticamente vivo con ellos. — Dijo la chica de cabello avellana.
—Y nosotras somos hermanas mayores de onii-chan, mi nombre es Sui y ella es Jully—
Después de largas presentaciones la plática no se hizo esperar, Mio y Miky practicaban la natación como deporte para mantenerse en forma, así que había tema de conversación para rato. Las hermanas de Nagisa hablaban con Rei y Rin sobre a qué universidad irían al terminar la secundaria, osea, al finalizar el siguiente período escolar. Klaus y Nicolai hablaban con Mikoshiba, quien trabajaría como entrenador en el Samesuka para costear su universidad. Las conversaciones iban y venían, pero Haruka no les prestaba atención, había algo en Mikaela que despertaba una parte dormida de su memoria. Algo le decía que ya la había visto en otra parte, pero no recodaba donde, hasta que una luz se encendió en su cabeza.
Ella era muy similar a la chica de sus sueños, sus ojos, su fina silueta, más no era igual. Por supuesto Haruka no esperaba que tuviera cola de pez, y no era su cabello hasta los hombros, sin el tono verdoso, lo que lo hacía dudar. Era su mirada, la mirada de Mikaela era fuerte, segura, la de la chica de su sueño era tímida, su sirena parecía tenerle miedo al mundo; sin embargo, el parecido era sorprendente.
—Haru...—
Haruka volteo hacia Makoto, todos estaban mirándolo en silencio.
—Ah, no se asusten, es inofensivo...— Dijo Rin a modo de chiste.
— ¿Pasa algo Haruka?— Preguntó Miky.
Haruka miró a Makoto sin entender la situación.
—Estabas mirando a Miky-chan sin pestañear. — Dijo Makoto, parecía no saber si reírse o preocuparse por su amigo de la infancia.
—Ahora que lo pienso, Eka no ha asomado ni un dedo por aquí, iré a buscarla. — Dijo Klaus cambiando de tema.
Haru se disculpó y alegó que estaba pensando, también tuvo que admitir que se le hacía familiar, aunque no dijo porque. Gou supuso que debía ser porque ella era una modelo famosa, además de que trabajaba para los padres de Haruka, prácticamente.
Las conversaciones se reanudaron y el bullicio inundó la mesa de nuevo. En el amplio comedor bien cabían dos mesas más y eso que aún sobraban cuatro espacios. El lugar en sí era elegante y tenía estilo, pero no era soberbio.
Minutos después Klaus regresó sin nadie, intercambió unas palabras con su hermano en ruso y tema terminado. A la hora del postre acordaron ir a la sala para poder jugar a los video juegos.
— ¿Puedo usar el baño?—Preguntó Haruka de repente. Mikaela sonrió y le indicó donde estaba.
Haru siguió sus indicaciones al pie de la letra, con puntos y comas, no era una persona despistada y nunca se perdía, pero hoy era la excepción. En algún momento dio un giro equivocado y terminó por extraviarse en aquel enorme lugar. Ahora solo veía un pasillo sin salida con unas escaleras que daban al techo, las subió pues no tenía más opción.
Llegó a una habitación llena de ventanas y con dos balcones, la habitación estaba bien ventilada por lo que no se sentía tanto calor como afuera. La habitación estaba decorada por una mujer, eso estaba claro. En una repisa había muchos peluches, todos tiernos y afelpados. Había una especie de torre cubierta por repisas llenas de libros y una pequeña vitrina llena de premios, él pudo reconocerlos, eran los premios que daba la editorial de sus padres a los mejores escritores, los había por categorías y temporadas y ahí había muchos. Opuesto a la torre había barras como las que las bailarinas de ballet usan para practicar. Había un piano de cola, un arpa, un violín y un cello. Al lado había un estante con cosas de arte como cuadernos de dibujo, lápices, pinceles, acuarelas, etc.
Entre los peluches una foto con cinco niños. Nicolai y Klaus estaban vestidos como militares, a pesar de ser muy jóvenes, ambos abrazaban a tres niños muy parecidos. Una era Mikaela, a su lado había un niño de cabello blanco platinado y de última una niña de cabello rubio verdoso. Todos tenían ojos aguamarina y lucían sonrientes. A Haru se le encendió la mirada, tal vez la chica de sus sueños estaba a su lado, tal vez solo debía dejarse llevar. Tal vez el destino los quería juntos.
Al final de la habitación entre la cama y otra puerta había más escaleras que terminaban en una cubierta de cristal en el techo por donde entraba mucha luz. Haru no lo pensó dos veces, debía subirlas.
Su cabeza emergió de la habitación para entrar en una especie de vivero en miniatura, con paredes transparentes y lleno de flores coloridas, llenas de vida. Comenzó a avanzar hasta una mesa donde había una laptop, un teléfono con estuche de conejo y varios papeles esparcidos, además de un carboncillo.
Haruka tomó uno de los papeles de la mesa, era un retrato, un retrato suyo vestido como príncipe y mojado hasta las ideas. En él, Haruka estaba inconsciente y una mano le acariciaba el cabello.
Dejó el dibujo en la mesa y siguió hasta una clase de sillón- hamaca cubierto con un colchón y varias almohadas. Ahí yacía ella, acostada y profundamente dormida, la luz iluminaba su rostro y le daba un aire angelical. Haruka sonreía ampliamente, sentía que la felicidad no le cabía en el pecho, quería abrasarla, besarle, como no pudo en su sueño. Haruka se agachó frente a ella, la miró dormir largo rato preguntándose que debía hacer, quería hacer algo que le demostrara sus sentimientos. Se sentía impaciente. Ella se removió en sueños y Haruka acarició su rostro para tranquilizarla, aparto unos mechones de su frente y le dio un tierno beso en ella.
Haruka salió de la recamara decidido, ya sabía que debía hacer.
