NOTA DEL AUTOR: El libro de los tiempos es una reliquia mastrig que había estado escondida entre los cofres de los dragones, entre gemas, joyas, oro y diamantes. Una noche fue encontrado por el joven Salazar Snape, y ha decidido que es momento que regresé a los estantes de la biblioteca de la familia, para que nunca se olvide la historia que fue, que es, y que será.

Si el título de mi historia les parece conocido pero lo recuerdan con otro autor, no se preocupen ni me acusen de plagio porque… porque yo soy Morgan Snape, es el pseudónimo que utilizaba en la página de Harryargentino y la cual por motivos de expansión he tenido que dejarla por tiempo indefinido.

Bien, creo que con esto dejo claro que no le he quitado el credito a Morgan ya que Tavata y ella son la misma, si hasta este punto no les he aburrido les invito a iniciar, recordándoles que esto solo es el inicio de lo que vendrá…

CAPITULO 1. OBERON.

"Y en el comienzo todo era silencio, y en el cielo brillaba el sol y la luna al mismo tiempo y Elladahiane nuestro ángel blanco, nuestra señora vigilaba amorosamente el sueño de los mastrigs sus mágicos hijos.

Con el canto de las aves a su alrededor el primero de nosotros lentamente abrió sus ojos, observando extasiado aquel nuevo mundo su apariencia era hermosa, el cabello rubio caía en finas ondulaciones hasta su espalda, sus brillantes ojos azules miraban con deleite la tierra donde se encontraba, girando sobre sus talones observo a Elladahiane que le sonreía como su madre.

Elladahiane le sonrió con ternura, de sus labios color carmín se entonaron las melodiosas palabras…"

-¿Puedes quedarte quieto por favor?

En una hermosa habitación con tapices que representaban antiguas batallas y escenas de cacería y cetrería se encontraba un hombre maduro de cabello rubio platino y ojos azules sentado frente a un escritorio de madera.

El hombre tenía en sus manos un libro muy grueso con el emblema de un sol y una luna en eclipse en la portada.

¿Por favor Oberòn, podrías quedarte quieto?- decía el hombre interrumpiendo su lectura en voz alta, cerro el libro con un sonido sordo debido a su peso- Oberòn, ya no eres un niño pequeño para ser tan inquieto.

En una ventana abierta por donde entraban los cálidos rayos del sol, en el descanso se encontraba sentado un niño de diez años de cabello corto rubio y unos hermosos ojos azules con un alegre brillo, tenia entre las manos un tintero que balanceaba evitando tirar la tinta que contenía.

Lo lamento maestro Nicodemus, pero es que el día es precioso ¿no podemos terminar hoy la lección?- decía el niño vestido con un pequeño traje de caza, en su cinturón tenia un pequeño puñal a manera de espada.

Oberòn eres hijo del rey Obaren, debes conocer nuestra historia, así conocerás los errores y virtudes de nuestra gente y no los repetirás en el futuro- decía su maestro con una amable sonrisa en su rostro- Además, eres un poco lento para comprenderla.

Oberòn se levanto de un salto de donde estaba sentado parándose frente a su profesor, dejo el tintero en la mesa, tomo aire como aquel que dará un discurso importante, coloco sus manos entrelazadas en su espalda y respirando profundamente comenzó.

Y Elladahiane le dijo eres hermoso hijo mío brillas como el sol tu nombre será Enin "Sol", eres el primero que despiertas por lo que serás el guía de tus hermanos encuéntrales funda una ciudad en la cual estén a salvo de cualquier peligro e inclemencia del clima…(Ve maestro Nicodemus si me acuerdo)- dijo Oberòn mientras tomaba aire- Pero una advertencia debo hacerte mi joven mastrig existe en este mundo una criatura que odia todo aquello que represente la belleza y el amor, adora el caos y la ruina, busca la perdición de todas las criaturas y se deleita con tu sufrimiento su nombre es Asayaraseth el demonio negro cuando le veas no le retes, evítale para que tu vida sea mas placida (¿Y por que nos ataca siempre?)- interrumpió Oberòn su discurso.
Porque su corazón nunca ha conocido la felicidad, solo se nutre del odio, el miedo y la desesperanza de las criaturas que habiten este mundo- contesto Nicodemus sin dejar de ver al joven Oberòn- pero prosigue, quiero ver que recuerdas mas de la primera hoja…

El joven tomo más aire, adopto su posición anterior y continuó con el relato.

Y así durante muchos días con sus noches busco a alguien mas en ese vasto mundo, en un día en que la suerte le sonrió encontró a una joven que vestía al igual que el una túnica blanca que brillaba como si fuera hecha de diamantes, se encontraba cantando una delicada melodía junto a una cascada " eres hermosa — dijo- te nombro Enya porque me recuerdas con tu brillo a la luna" ella acepto el nombre y al momento lo tomo como su señor, prosiguieron su camino encontrando mas de sus hermanos mastrigs por el mundo esparcidos en grupos o solitarios, tomo como capitán de sus fuerzas a Krophas por su bravura como el fuego —de ahí su nombre- y a su esposa Chostin tranquila como las aguas de un apacible lago o de carácter fuerte como el mar en tempestad (¿Por qué le dio el nombre de los elementos de la naturaleza?)- volvió a interrumpirse Oberòn.

Porque solo conocía lo que había visto a su alrededor- contesto Nicodemus- ¿tu que nombre le habrías puesto?

No lo sé, tal vez perro o gato o el nombre de algún otro animal- dijo Oberòn estirándose.

¡Que poético Oberòn!, eres el dios de la poesía, ya imagino que tu padre te llamara perro, mejor continua- dijo Nicodemus moviendo su cabeza en forma negativa.

Su pueblo había sido reunido, en grupo caminaron durante mucho mas tiempo hasta que llegando a un campo de color verde esmeralda de gran extensión con cristalinas aguas y de aspecto grandioso decidieron construir ahí su ciudad "Shumassilon" la ciudad de plata, su ciudad creció rápidamente logrando un equilibrio con la naturaleza.- Oberòn hizo una pausa.

¿No recuerdas que continua?- pregunto Nicodemus.

No es eso- dijo Oberòn un poco ensimismado en sus pensamientos- solo pensaba que lo que sigue es triste nuestros antepasados dieron abrigo al pueblo lemsil que no tenían ninguna habilidad mágica y con ellos llego disfrazado el demonio negro ¿si no hubiéramos aceptado a los lemsil no hubiera llegado nunca nuestro enemigo?

¡Oberòn!, como es posible que pienses eso, cierto que con ellos llego el mal sin que lo supieran, pero ¿no es un principio del antiguo orden el proteger al indefenso?, los lemsil son indefensos, ya que viven menos que nosotros, no poseen magia y su vida antes de conocernos era mucho más difícil, Oberòn piensa tu nombre es "Gran Amigo", ¿un amigo no ayuda a los que lo necesitan?- dijo Nicodemus levantándose de su asiento y llegando al lado del niño.

Si, lo sé, pero es que después de eso fue el primer enfrentamiento entre Enin y Asayaraseth, cierto que Enin gano ese ataque obligando al demonio a replegarse y dejar tranquilos a mastrigs y a lemsils pero ¿no puede regresar?, ¿No estará furioso con nosotros por su derrota?- decía Oberòn y en sus hermosos ojos podía verse un poco de miedo.

Nicodemus le sonrió abrazándolo.

Mi joven príncipe, no es momento de que te preocupes sobre eso, esperemos nunca en tu reinado se aparezca el terrible demonio negro; pero si así fuera, recuerda que tendrás aliados que te ayudaran y ese día tu estarás listo al igual que tu padre estuvo listo en su momento y así sus antepasados hasta el primero de nosotros- dijo Nicodemus.

¿Ha terminado la lección por hoy maestro Nicodemus?- dijo la voz de una mujer desde el marco de la puerta.

Se trataba de una mujer de gran belleza de cabello castaño y ojos miel, vestía un traje de gala de color rosa y blanco, al verla Nicodemus dejo al niño para que corriera hacia ella, ella lo abrazo con ternura dedicándole una hermosa sonrisa.

Si majestad, vuestro hijo ha terminado la lección por hoy, aunque sigue siendo un poco lento para aprender sus lecciones- dijo con una sonrisa de complicidad.

En ese caso la reina Oberanis ordena a su hijo el príncipe Oberòn que se retire a los jardines a jugar para que disipe su mente y después le abra al conocimiento- dijo la reina evitando la risa.

Gracias madre, gracias Nico- dijo Oberòn besando a su madre y saliendo corriendo de la habitación.

Oberòn- dijo dulcemente su madre cuando el niño se retiro- ¿crees que sea un gran rey maestro Nicodemus?

Lo será majestad, lo será- dijo Nicodemus mirando a la reina con orgullo.

Oberòn salió corriendo de la habitación, frente a el se encontraban unas escaleras de caracol, en lugar de bajarlas trepo por él descansa brazos deslizándose.

¡Hurra!- gritaba extendiendo los brazos.

Una doncella subía las escaleras con varios lienzos de tela en los brazos, cuando Oberòn paso junto a ella la asusto haciéndole muecas, la joven tiro lo que llevaba.

¡Oberòn, le acusare con su padre!- grito la joven cuando cayo en el escalón.

Oberòn reía encantado con su broma, cuando estaba a punto de llegar al final de la escalera, casi cae al suelo, frente a el se encontraba de pie un hombre alto de real porte la corona en su cabeza no ocultaba que el rey había observado la broma de su hijo. Oberòn salió disparado de la escalera cayendo en los brazos de su padre.

¿Cómo es posible que mi hijo se comporte de esa manera?- dijo el hombre.

Oberòn trago saliva, era posible que le regañaran, para su tranquilidad, su padre le sonreía.

Debiste haber gritado con más fuerza- le decía alborotándole el cabello.

Su padre era un gran rey, era amado por su pueblo, los aliados lemsils también le estimaban ya que recibían muchos favores de su parte, hacia poco había logrado una importante alianza con los dragones y sus guardianes, Oberòn creía que su padre era mucho más grande que Enin primer rey de Shumassilon.

Su padre le sonreía sus ojos eran idénticos a los de Oberòn, pero su cabello en lugar de ser tan rubio como el de su hijo era un poco más pálido, como si fuera platino.

-Ahora a jugar príncipe, según tengo entendido Mordiak y Korvak ya te esperan para realizar mas travesuras.

Gracias padre- dijo Oberòn abrazando con fuerza a su padre.

Salió corriendo del castillo, en las afueras sentado en las raíces de un enorme árbol se encontraba un niño vestido con un traje de caza verde tenia en sus manos una rama con la cual dibujaba figuras sobre la tierra, cuando vio venir a Oberòn sonrió complacido.

Mira hermano, por fin llega el principito- dijo el niño.

Sus ojos eran café oscuro y su cabello castaño oscuro lo hacia ver muy serio aunque en verdad era un tanto inquieto al igual que Oberòn.

Te escucho hermano- contesto una vocecita desde las ramas, era un niño de unos ocho años, vestía del mismo color que su hermano, el mismo color de ojos y cabello se repetían, pero en este niño eran un poco más tenues.

Vamos Mordiak, tenemos toda la tarde para jugar hay que aprovecharla- dijo Oberòn caminando por un camino de terracería.

Como digas oh gran rey de los bufones- dijo el niño- vamos Korvak, que si te quedas atrás aunque seas mi hermano menor no te espero.

El niño de ocho años salto del árbol corriendo para alcanzar a sus amigos, Mordiak cuidaba mucho a su hermano, en ocasiones era la burla de Oberòn ya que decía que Korvak en lugar de ser su hermano mas parecía su perrito.

Ambos niños eran hijos del capitán de la guardia, aquel que se encargaba de las defensas de toda la ciudad, no tenían a su madre ya que ella había muerto cuando Mordiak tenia cinco años y Korvak a penas y la recordaba, a pesar de eso eran muy alegres y divertidos, aunque en ocasiones era Korvak mas serio que su hermano mayor.

Oberòn no tenia hermanos por lo que todo el tiempo lo pasaba con sus amigos, eran inseparables a tal punto que decían que eran primos lejanos terceros seguidos de cerca de la cuñada del bisnieto del abuelo caduco perdido que había encontrado la segunda esposa viuda del hijo de un amigo cercano que nunca habían visto. Y después esperaban que a quien se lo decían lo repitiera cinco veces.

Los niños avanzaban alegremente por el camino, la gente que los encontraba los saludaba con una reverencia, imaginaban lo grande que serian cuando llegar a una edad adulta.

Siguiendo el camino llegaron a una casa muy grande de tres pisos una ventan estaba abierta dejando salir el sonido de un piano, en el interior una niña vestida de color azul estaba repasando sus lecciones acompañada de su institutriz, la niña tenia unos hermosos ojos verdes y su cabello era una cascada de color rojo, siempre estaba muy bien arreglada, ya que desde que naciera la habían educado para ser elegante, ordenada y distinguida aunque también era divertida, traviesa entre otras cosas cuando no tenia que repasar sus lecciones.

Un momento por favor mi pequeña Titania, debo ausentarme unos minutos- dijo su institutriz.
Adelante señorita Cromslin- dijo la niña aprovechando el descanso.

Titania solo estaba al cuidado de la señorita Cromslin, sus padres habían desaparecido en una visita a territorio de las montañas, en ocasiones se rumoraba que habían sido asesinados por dragones salvajes que atacaban esa región, de cualquier manera nunca se supo la verdad, la niña estuvo triste durante un tiempo pero cuando Oberòn comenzó a visitarla junto con sus amigos la alegría volvió a ella.

Estaba descansando cuando de la ventana se escucho que la llamaban, al asomarse vio a Oberòn y compañía que le gritaban.

Tit.-dijo Oberòn a todo pulmón- ¡Queremos dulces!

Ellos siempre iban a molestarla a la hora de sus lecciones para que se equivocara

No molestes Oberòn, y no cortes mi nombre al menos el mío si es bonito- dijo la niña sacando la lengua.

Tit, queremos dulces- insitito Oberòn.

Quieres dulces- dijo la niña regresando al interior de la habitación, tomo un jarrón, su idea era echarles agua fría.

En ese momento entro la señorita Cromslin.

¡Titania que haces!- grito la mujer.

Titania espantada soltó el jarrón sin mirar.

El jarrón choco contra algo en un sonido sordo.

Desde afuera se escucho el grito de un niño, Titania estaba muy asustada cuando al asomarse observo a Oberòn tirado en el suelo parecía esta inconsciente.

Ya lo mataste- dijo Mordiak, Korvak veía a Oberòn confundido.

La señorita Cromslin se desmayo de la impresión.

Yo…no quería- decía sollozando Titania.

La niña estaba a punto de llorar cuando de un salto se levanto Oberòn, los tres niños se reían de su broma hasta que el aire les falto, Titania estaba furiosa.

Tontos, lurdos, cabezas de vacas, ¿Cómo me hicieron eso?- decía arrojándoles cosas- verán bajare y verán, ya verán.

Salió corriendo de la habitación sin importarle que la señorita Cromslin estuviera inconsciente.

Cuando los alcanzo golpeo a Oberòn en la cabeza.

Lurdo, me asustaste mucho- dijo ella sin dejar de sollozar.

Vamos Tit, era una broma ¿de qué te preocupas?- dijo Oberòn lleno de lodo y tierra.

De que te hubiera pasado algo- dijo ella dejando de sollozar.
Bah, eres una niña- dijo Oberòn sin darle importancia.

Al caer la tarde los cuatro niños estaban sentados en un puente de roca comiendo golosinas mirando como avanzaba el agua de un río.

Es hora de regresar Korvak- dijo Mordiak- papá debe estar preocupado.

Su hermano asintió.

Adiós Korvak, adiós Mordiak- los despedía Oberòn- mañana viene el domador de corceles y su hija, no lo olviden.

Yo también me regreso- dijo Titania- la señorita Cromslin debe estar furiosa conmigo.

No te preocupes, yo te acompaño- dijo Oberòn metiéndose un enorme dulce de azúcar a la boca.

Oberòn acompaño a Titania a su casa, primero la señorita Cromslin regaño a ambos niños por su falta de madurez, después les sirvió un poco de té caliente, cuando cayo la noche Oberòn regreso al castillo donde le contó a su madre todo lo sucedido, su padre río de lo lindo cuando le contó lo que paso con Titania, mientras su madre ocultaba su risa con su pañuelo, con tanta risa, su madre comenzó a tener un acceso de tos se llevo el pañuelo a la boca, al retirarlo vio con cierta preocupación una ligera mancha de carmín en la tela, su esposo la miro preocupado, ella le sonrió y sonrió a Oberòn.

Oberòn no entendía porque tanta seriedad, al terminar la cena el niño se retiro a dormir pensando en todo lo que había hecho. Sus padres estuvieron mucho tiempo después en su habitación reflexionando, decidieron que era mejor no decirle nada a Oberòn que pudiera preocuparle, el rey Obaren abrazo con ternura a su esposa, ya mañana seria otro día.

Continuara…