En medio de la fría noche, en lo profundo del bosque tenebroso, entre medio de una guerra que llegaba a su fin; se oye un grito tan desgarrador a oídos de cualquiera.
Cerca del lugar donde el dueño de aquel grito se hallaba agonizando, se encontraba Ichiru Haru quien reconoció inmediatamente al dueño de aquel grito. Ese es... Akise
Logrando zafarse de la presión del agarre del último contrincante, con el corazón fuera de su pecho; corrió hacia él, hacia donde se encontraba justamente esa persona.
No quería perderlo, pensar en la sola idea de perderlo lo aterraba. No a él. No podría perder a la única persona que había logrado entenderlo y aún así amarlo igualmente.
Después de tanto,de tanto dolor y sacrificio; ¿Estaba dispuesto a perderlo así sin más?Eso era imposible, definitivamente imposible.
Más rápido, Haru. Tienes que ir más rápido y llegar a tiempo. Akise está en peligro
Deshaciéndose de las últimas enredaderas que le impedían el paso y avanzar hacia las profundidades del bosque, llegó al pie de la cascada. La piel le ardía, aquellas espinas habían traspasado la tela de su chaqueta, rasgándole la piel.
A través de la máscara del ANBU, la cual era un tigre de bengala, lo buscó desesperadamente con la mirada hasta lograrlo. Este se encontraba tirado sobre la fría hierba con la mirada perdida mirando el cielo. Corrió hacia él, temiendo lo peor.
-¡Akise!-. Le gritó Ichiru. Vió como su mirada recorrió aquel lugar buscándolo a él.
-Haru, ¿Qué haces aquí?-. Hablo frágilmente y tomó aire con dificultad.- Vete de aquí, no quiero que salgas herido.
-¿ A qué te refieres?¿ Quíen fue el que te hizo esto?-. Lo sacudió suavemente.
-Sólo vete, por favor.
En el momento en que esas tristes palabras fueron dichas, Ichiru Haru se quitó la máscara saliendo así del protocolo de la ANBU. Nada de todo eso era lo que le importaba ahora en ese momento.
-Sin importar que no te dejaré...-. Le contestó sonriéndole, una sonrisa única.
Sus ojos se cruzaron por un instante, una mirada dulce. Llena de ternura, llena de amor.
Ichiru cargo a Akise en su hombro, dispuesto a emprender viaje. Pero después de haber dado tan solo un paso, bastó para que sintiera el filo de un arma blanca rasgándole la espalda, se sintió desfallecer lentamente y fue entonces cuando cayó de rodillas frente a.
-Miren nada mas quien llegó...-. Dijo aquella voz tan familiar. Una silueta tan peculiar salió de entre las sombras, con una fría sonrisa asomándose por aquellos labios cuales carmesí.
-Tú...tú...¿Qué ha...?-. Balbuceaba él a causa del dolor y después se desvaneció.
-Será mejor que descanses querido Haru... para siempre.
