Summary: A Alex Russo se le había derrumbado su mundo cuando Mason se fue a mudar a Forks, Washington. Ella lo encuentra cuatro meses después, pero sus padres desaparecieron en el medio de un bosque. Alex y sus hermanos conocen a los Cullen, los Cullen reciben a los Russo en su casa. ¿Qué pasará cuando Alex y sus hermanos descubran que ellos son vampiros, y qué pasará cuando los Cullen descubran que los Russo son hechiceros?

Disclaimer: Los personajes no me pertenecen. Los de Crepúsculo, son de la gran señora Stephanie Meyer. La historia si es mía. Y los de Hechiceros de Waverly Place les pertenecen a Disney.

ALEX POV

–¡Vámonos, familia, el tiempo apremia! –grité parada en la puerta de salida de la casa, esperando a que mi gran familia apareciera de una vez por todas.

–Alex, ¿es necesario ir a ese tal pueblo Forks? –se quejó Justin cruzando los brazos sobre su pecho–. Mañana tenemos examen de matemática.

Los demás aparecieron por la escalera con los brazos cruzados, un puchero en la boca y frunciendo el ceño. Solté una risa sin querer. Justin era el único que me miraba con su cara de reproche y de "te voy a matar si no asisto mañana al colegio" eso provocó que soltara otra risita, pero que también me incomodara un poco su mirada taladrándome a la mía.

–Sí, es necesario, Justin –le respondí amargamente, dejando mis risitas a un lado–. Necesito ver a Mason, no puedo respirar sin él, y no me importa si no hago ese estúpido examen.

Con tal, yo ni estudié.

Recuerdo aquel día en el que se me derrumbó el mundo…

Flashback

–Alex, ¿puedo hablar contigo?

Él y yo estábamos solos en la guarida, él estaba mirándome con sus hermosos ojos marrones y yo estaba tratando de estudiar un hechizo que nunca me salía del todo bien, y como él estaba mirándome cada segundo que pasaba, me costaba un enorme esfuerzo concentrarme en el estúpido hechizo.

Mason había emitido un susurro apenas audible cuando me hizo la pregunta. Volteé para verlo. Tenía la mirada ida pero claramente se le veía en sus ojos la tristeza derramada por una tragedia. Yo gemí cuando posó sus ojos en los míos. En sus ojos no había una pizca de alegría, sólo había tristeza por montones.

–Mason, dime, ¿qué sucede? –mascullé un tanto preocupada dejando el hechizo, en el que me estaba costando hacerlo perfecto, por un lado. Caminé hasta quedarme enfrente de él.

–Es que… yo… No sé cómo decírtelo.

–Dímelo –exigí.

Su boca no se movía, no transmitía palabra alguna, él sólo se quedó ahí mirándome con sus perturbadores ojos marrones. Yo envolví mis brazos en su cuerpo para transmitirle amor y confianza. Me zafé de su agarre luego de unos minutos y le tomé su mano derecha.

–Mason, por favor, dime qué pasa –susurré ya preocupada por la expresión de su mirada.

Salieron pequeñas lágrimas de sus bellos ojos. Juro que me iba a suicidar si él no emitía sonido alguno.

–Alex…, yo…

–¡¿Tú qué? –grité lo más fuerte con todo el aire que tenía mis pulmones.

–Alex, yo me voy a mudar a Forks.

Me reí histéricamente. Mi cerebro no podía asimilar esa información todavía. Me sentía atrapada entre la espalda y la pared. Cerré los párpados, dejé de reírme y respiré profundamente. Mil hileras de lágrimas salían de mis lagrimales sin permiso alguno. Algo en mi interior me decía que Mason nunca bromearía por algo como esto.

–Oh –gemí con los párpados aún cerrados.

Sentí cómo la mano de Mason limpiaba las lágrimas que se resbalaban por mis mejillas. Abrí los ojos poco a poco y volví a tomar la mano que se había escapado de la mía.

–¿Se puede saber el motivo por el que te vas?

–Son mis abuelos los que quieren que nos mudemos con ellos. Mis abuelos viven en Forks.

¿Sus abuelos?

–¿Por qué? –fruncí el ceño haciendo que se escaparan más lágrimas traicioneras–. Creí que tus abuelos vivían contigo.

–Te equivocas… –él soltó un gran suspiro–. Y, pues, no lo sé, ellos sólo le dijeron a mis padres que quieren que nos mudemos con ellos, y mis padres accedieron.

Negué con la cabeza.

–¿Y no te puedes quedar viviendo conmigo?

Él sólo emitió un no y yo sólo me dejé derrumbar más de los que estaba. Derramé más gotas de lágrimas de sangre.

–Forks queda en Washington –jadeé de dolor.

–Lo siento mucho, Alex.

Fin del Flashback

Estaba viviendo un cuento de hadas con mi príncipe azul, sólo que ese príncipe era un lobo, un lobo muy querido. Pude sentir el dolor que sintió Justin cuando Julieta lo abandonó por segunda vez, por esa momia que la había hipnotizado, a Justin no le hubiera pasado eso si no hubiera ido a ese museo a buscar la estúpida momia. Y ahora podía sentir su dolor por segunda vez.

–Llegaremos a tiempo, Justin –le dije con mi tono de amargura cuando el frunció el ceño–. Sólo pasaremos a ver a Mason a la casa de sus abuelos.

–¿Y cómo sabes en dónde vive, o en dónde se van a encontrar? –intervino Teresa con los brazos cruzados y su puchero de bebé en la cara. Se veía adorable para ser mi madre.

–Confía en mí, mamá –le guiñé un ojo y le sonreí.

La frente de mi padre se pobló más de arrugas.

–¡Oigan! Si no quieren ir, se pueden quedar viendo a los Mets y ver a papá engordar más y más.

Un minuto de silencio.

–No, gracias –exclamaron mi madre y mis dos hermanos.

–Entonces, nos vamos. Vengan todos.

Saqué la llave del correo mágico llamada VIPS de mi bota y abrí un portal mágico en el aire y recité el hechizo:

–Envius Espontanious, Forks Washington.

Y entramos.

En cosa de un parpadeo de ojos habíamos llegado al lugar correspondiente: Forks. ¡Por fin voy a ver a Mason! Cuatro meses completos sin verlo es difícil.

Habíamos parado en un bosque, un sombrío y verde bosque. El aire corría violentamente haciendo agitar las hojas de los árboles y podía jurar que parecía estar nevando por el frío que tanto hacía. Me estremecí.

–¡Alex! –gritó mamá–. ¡¿En dónde rayos nos metiste?

–Emm… Sí te soy sincera, no lo sé.

–Es justamente esto lo que me temía –dijo Justin con disgusto.

¡Agh! ¡¿Por qué todo me sale mal?

–Oigan –masculló Max con cierto nerviosismo en la voz–. ¿Escucharon eso?

–¡¿Qué cosa? –gritó Jerry–. Teresa, cúbreme –jaló a mi mamá del brazo hasta cubrirse él mismo. Ella soltó un bufido.

–Familia, no es por nada pero me dan pena –continué haciendo caso omiso a lo que acaba de decir Max. Volteé los ojos.

–Lo volví a oír –susurró Max.

–Son sólo alucinaciones, Max.

No estaba de humor para oír la estupideces de mi hermano; necesito ver a Mason con urgencia y lo último que quiero son las mentiras que diga Max.

–Alex, no es broma, yo también lo oí –afirmó mi hermano mayor soltando los brazos de su pecho.

Esto me estaba asustando. Saqué mi varita de mi bota y dije:

–Algunas veces son gemas, otras más son ratas, como los murciélagos quiero poder espiarlas.

Puse mucha atención con mi oído de murciélago y puse mi máxima concentración para ver si podía oír ese tal sonido que mis hermanos oyeron. Al principio sólo había oído el viento pasearse por entre los árboles, pero luego oí a alguien correr por una velocidad inimaginable, por los árboles, hasta acercarse hasta nosotros.

Sentí pánico, pero no cualquier pánico en especial, era un pánico horrible que me ponía los latidos del corazón a cien, subía extremadamente mi pulso cardiaco y me ponía la piel de gallina. Respiré profundamente ara calmarme, evitar un paro cardiaco, pero no funcionó. Volví a oír ese ruido.

–Es mejor irnos ya. ¡Vamos! –dije ya con los nervios de punta cuando vi que ninguno de los miembros de mi familia reaccionaba, o se movían de su puesto.

Ellos se reunieron rápidamente conmigo y traté de abrir el portal mágico diciendo el hechizo correcto. No pasaba nada. Intenté hacer funcionar la varita, pero no hacía nada. No pasaba nada. Volví a decir el hechizo y abrir el portal. Nada.

–No funciona mi varita –me quejé sacudiendo mi varita.

–La mía tampoco –dijo Justin sacudiendo su varita con más fuerza de la necesaria.

–No funcionan nuestra varitas –confirmó Max golpeando su varita con la mano izquierda mientras que la sostenía con la derecha.

Volví a oír ese terrorífico sonido, pero esta vez mis ojos contemplaron a gran velocidad una sombra negra que iba de aquí para allá.

Tratemos de salir de este bosque –mascullé con cara de horror cuando volví a ver aquella sombra –, ¡y corran!

Deshice el hechizo del oído de murciélago mientras corría por mi vida con mi familia.

BPOV

–Alice, ¡vámonos! Vamos a llegar tarde al colegio –le grité por encima de la música que traía en su auto.

Ella llegó con su velocidad vampírica y se subió al asiento del conductor de su Porshe, ella comenzó a conducir y le bajó el volumen a la canción que estaba escuchando. Alice había insistido en que era el turno de ella en llevarme al colegio ya que Edward lo hacía todos los santos días.

–Bellis, vamos hoy de compras, ¿sí? –sonrió con todas sus ganas sin dejar de ver el camino en el que iba conduciendo.

–¿Estás loca, Alice? Fui la semana pasada contigo. ¡¿Tú crees que yo no tengo tareas por hacer?

–Yo las hago por ti, Bells, se imitar muy bien tu letra.

–No me gustan que me hagan las tareas, Alice –rectifiqué–. Y tú sabes muy bien que odio las compras.

–Lo sé, pero, Bellis, ¡es viernes! Tienes todo el fin de semana para hacerlas.

–Lo haría con mucho gusto, si no fuese por una personita que tuve la gran idea de ir de campamento el fin de semana –volteé los ojos–. ¿Y desde cuándo te gusta acampar?

–Sólo quiero ir con toda la familia para sentir la experiencia. Y tienes mucha razón no vas a tener tiempo para hacer las tareas el fin de semana.

Asentí.

–No te vas a morir por un día sin compras, Alice, y yo necesito hacer mis tareas. Iremos a Port Angels con Rose el viernes que viene o el fin de semana siguiente.

Mi amiga hizo un puchero.

–Lo prometo, Al.

–¡Gracias, Bellis! –ella me abrazó con su brazo derecho mientras que con el otro manejaba hasta el instituto.

Alice se estacionó cuando llegamos al instituto y caminamos hacia el Volvo de Edward, donde se encontraban todos los chicos.

Mi vampiro me pegó tiernamente a su cuerpo, envolviendo mis brazos en su cuerpo, y me susurró un "buenos días" con su seductora voz en mi oído, haciendo que corriera electricidad por mi piel.

–Buenos días, le susurré de vuelta.

Él acunó mi cabeza en su pecho y seguimos pegados a nuestros cuerpos. Yo estaba disfrutando mi burbuja personal con mi bello vampiro. El mundo siempre se desaparecía, se quedaba atrás mío, cuando estaba con Edward, todo al mi alrededor desaparecía cuando estaba al lado de Edward, estar con él era como estar en totalmente en paz, en calma, todo era tranquilo.

Pero toda esa tranquilidad se esfumó en un abrir y cerrar de ojos por un murmullo insoportable entre las personas del instituto.

–¿Vieron esos chicos? –le murmuró Jessica a Alice.

Inmediatamente levanté mi cabeza y contemplé a los tres chicos que venían corriendo por el lado donde se encontraba el bosque. Suspiré. Ese bosque me traía tantos recuerdos cuando llegué a este instituto.

La chica que iba delante de los otros dos chicos tenía el cabello largo y color entre el marrón oscuro y claro, y lo llevaba en ondas. Intuí que sus ojos eran marrón oscuro. Llevaba botas marrones claras, un suéter a rayos color morado y blanco y jeans.

El segundo chico era más alto que la chica. Él tenía el mismo color de cabello –sólo que un poquito más oscuro– y ojos que la chica. Llevaba unos jeans, traía una camisa color azul oscuro y zapatos negros.

Y el último y tercer chico debía de tener menos de diecisiete años. Ellos tenían que ser hermanos porque sus rasgos físicos eran igualitos. El chico más joven era de mediana estatura, era de cabello revuelto y marrón claro, llevaba una camisa color anaranjada, llevaba los mismo jeans que su hermano pero diferentes zapatos.

–¡Vamos a saludarlos, Bella! –exclamó Alice con una gran sonrisa.

Ay, no. ¿Por qué Alice tiene que ser así de entusiasta con las personas nuevas?

ALEX POV

Corrimos, corrimos y corrimos hasta que nuestros pies sangraron, hasta que sudamos la gota gorda. Apenas se me había pasado un poco el tremendo susto que pasé con mis hermanos.

Paramos de correr inmediatamente cuando vimos unos edificios y a varias personas entrar en él. También había detrás de nosotros un gran estacionamiento donde habían estacionado autos y había personas apoyados en sus autos.

Me volteé a ver a mi hermano mayor. Justin me echó una rápida mirada reprobatoria y luego devolvió la vista hacia el estacionamiento. Bufé. Miré a mí alrededor. Mason no estaba. No veía a Mason. Él no estaba aquí. Contuve las lágrimas que gritaban por salir.

Unas chicas, una de cabello marrón oscuro y ojos marrones y una chica con facciones de duendecillos y ojos dorados –¡primera vez que veo ese color de ojos!– se acercaron hasta nosotras y nos sonrieron. Yo les devolví una sonrisa sin ganas. La chica de ojos dorados es sumamente bella!

–¡Hola! –dijo la chica de ojos dorados–. Soy Alice, y ella es mi amiga Bella –señaló a la chica ojos marrones.

–Hola –saludó Bella con un gesto en la mano.

–Mucho gusto –dije yo sin ganas–. Me llamo Alex y ellos son mis hermanos: Justin y Max.

–¡Hola! –intervino Justin cuando vio a Alice con una gran sonrisa brillante.

Volteé los ojos. Tendría que recordarle a Justin que su novia es Julieta. Volteé la mirada hacia atrás. Ni Teresa ni Jerry estaban aquí. Arrugué el ceño y devolví la mirada.

–¿En dónde estamos? –pregunté relajando mi frente que estaba poblada de arrugas–. Mis hermanos y yo aparecimos en el medio de este bosque cuando…

Justin fingió toser y me dio un pequeño golpe en las costillas con su codo. Yo sólo les pude sonreír a las chicas que gentilmente se habían acercado hasta nosotras. Ellas se miraron con cierta rareza, pero finalmente la chica de ojos dorados nos respondió:

–Están en Forks, Washington.

¡Forks! Sonreí con ganas.

Volteé a ver a Max. Él seguía con una expresión atormentada como cuando estuvimos en el bosque, inexplicable, y él sudaba la gota gorda. Me preocupé, Max no era así, casi nunca mostraba ese tipo de sentimientos, él siempre era con una sonrisa en la cara preguntando estupideces.

–Max, ¿estás bien?

Él no me respondió, sólo veía al vacío con la boca entreabierta. Lo que falta aquí es que se desmaye.

–Max –lo llamó mi otro hermano ahora, sorprendentemente, enojado. Bipolar, pensé.

–¿Y qué hacen aquí? –continuó la chica de ojos dorados, llamada Alice–. ¿No deberían estar en el instituto?

–Somos de Nueva York, pero mi hermana…

–Yo necesitaba venir aquí con urgencia –completé la oración de Justin–, lo único que no pensé fue en dónde rayos quedarnos.

Claro, nunca pensé en eso porque no sabía que nuestras varitas no iban a funcionar. En resumen: no hay magia.

Alice volteó a ver a Bella con una gran sonrisa dibujada en su cara, ella mostraba mucha emoción, Bella negó con su cabeza como si estuvieran discutiendo de algo. Ellas dos nos dieron la espalda, compartieron unas cuantas palabras y se voltearon hacia nosotros.

–Pueden quedarse con nosotros –exclamó la de los ojos dorados con su voz cantarina.

Volteé a ver a Justin por segunda vez, él todavía seguía mirando hacia el estacionamiento con una mirada fúnebre. Normalmente este tipo de decisiones no me corresponden a mí, sino a mis padres y, por supuesto, a Justin. Mis padres nunca confían en mí sólo porque todo me sale mal, pero parece que hoy es la excepción.

–A mis hermanos y a mí nos encantaría quedarnos con ustedes –le guiñé un ojo a Alice.

–¡Genial! Tenemos que ir a clases, pero yo los buscó en la entrada del colegio, cuando toqué el timbre de salida. ¡Fue un gusto en conocerlos, chicos!

Alice me dio un pequeño abrazo muy entusiasta.

–A mí también. Nos vemos.

Alice y Bella se alejaron de nosotros entrando, a lo que dijo Alice, al instituto. Sí esto es un colegio, aquí puedo encontrar a Mason. Una sonrisa estúpida de enamorada se me plantó en la cara. Este puede ser uno de los lugares en donde se encuentre Mason. Mason. Ese nombre es como oír a miles de ángeles cantar.

–¡Justin! ¡Justin!

Él se volteó bufando por la nariz.

–Justin, este puede ser uno delos lugares donde esté Mason, ¡es un colegio!

Él me miraba con sus ojos penetrantes, su mirada era dura y fría y había cruzado nuevamente sus brazos sobre su pecho. Me mataba con esa mirada suya.

–Cálmate, Justin, no me tienes que mirar de ese modo –mascullé con mi débil voz, borrando toda pizca de alegría de mi rostro.

–No puedo calmarme, Alex. ¡Aquí no hay magia! Dime cómo vamos a volver a casa. ¡Dímelo!

Él estaba usando su dura voz conmigo, me gritaba, esto no era un juego, y cada vez me sentía que me desmoronaba por sus duras palabras.

–Y lo peor es que ¡nuestros padres no están aquí! Esta vez no creo poder arreglar tus malditos errores, Alex.

–Justin…

–¡No, Alex! Esta vez metiste la pata muy profunda.

Suspiré supongo que estoy sola en esto. Sola para encontrar a Mason y a mis padres. Me fui caminando hasta llegar a la puerta del instituto con la esperanza de encontrar a mi amor perdido.

Cuando entré en aquel instituto una que otra persona me miraba con el ceño fruncido y otras con asombro. Otros me miraban con irritación y otros simplemente me regalaban una sonrisa cuando los veía. A esas personas también les regalé una sonrisa y a otras personas simplemente las ignoré.

Había una oficina a mi mano derecha llamada "Oficina principal". Tal vez en esa oficina me dieran información sobre Mason. Tal vez, dijo mi vocecita. Yo le hice caso omiso a aquella estúpida voz y entré en aquella oficina.

–¿Te puedo ayudar en algo?

Me dijo –supongo que a mí– una señora pelirroja que se sentaba detrás de un mostrador.

–Por casualidad, ¿aquí no estudia un chico llamado Mason Greyback? –le dije a ella con un atisbo de esperanza en mis ojos.

La señora pelirroja rebuscó entre unos papeles de una gaveta que estaba al lado de ella.

–¡Claro! Mason Greyback, él es un gran estudiante. Ahorita él se encuentra en clase de castellano.

Sonreí ante el elogio de mi novio.

–¿En qué salón está?

–En el edificio tres. ¿Necesitas ayuda para llegar, cariño?

–Mmm, no, gracias, creo que puedo encontrarlo sola. Que tenga buen día.

–Igual tú, cariño.

Salí de esa oficina prácticamente corriendo. Quería llegar de una vez a ese tal edificio tres y ver a Mason, abrazarlo y besarlo… Bueno, ustedes me comprenden.

Me importó muy poco que la poca gente que estaba parada me viera corriendo por los pasillos del instituto. Yo estoy loca por ver al amor de mi vida y no podía aguantar más. Una chica haría cualquier cosa por ver, nuevamente, a su amor perdido. Una sonrisa se me cruzó en la cara cuando vi el edificio tres.

Había varios salones en aquel edificio pero sólo uno decía "Salón de Castellano" escrito con letras en mayúscula en un rectángulo grande. Me paré al lado de aquel salón y lo vi.

Su cabello marrón claro totalmente peinado, sus ojos chocolates, su recta nariz, sus labios carnosos haciendo una perfecta sonrisa. Entonces, esos mágicos ojos se encontraron con los míos y todo desapareció. Yo le sonreí y lo saludé con un gesto con la mano.

Sentí que esas mariposas rosadas me invadían el estómago y lo revolvían y sonaban fuegos artificiales a mí al rededor por la victoria. Era una bendición de Dios que haya encontrado a Mason en Forks, en este lugar, en este salón, casi lo creí imposible.

Mason hizo un gesto con la mano para que pasara al salón y no lo pude evitar. Caminé hacia el sintiendo todos los ojos de las personas se posaban en mí, e hice una sonrisa más grande mientras pequeñas lágrimas de felicidad se apoderaban de mí. Mason se levantó de su asiento y me abrazó como nunca antes me había abrazado.

Él y yo estábamos en nuestra burbuja, sólo importaba nosotros y nadie más; ahorita mismo podría haber un terremoto y no me importaba, ahorita podría haber una explosión en este salón y sólo le hiciera caso omiso.

Una corriente eléctrica se disparó por mi piel, esa corriente recorría cada centímetro de mi piel, cuando sentí los brazos de Mason envolverse en mi cuerpo. Me estremecí. Me alegré mucho que mi cuerpo sintiera esa corriente eléctrica que sólo podía producir Mason.

Podía estar así toda la vida, rodeada por los brazos de la persona que amo, yo podía morir en los brazos de mi amor perdido y sería sumamente feliz. ¡Fueron cuatro meses sin él!, y ahora puedo respirar felizmente, puede vivir sin, al menos, botar una lágrima cada espantoso día.

Él me soltó con desánimo y me miró fijamente con sus bellos ojos. Ambos sonreímos al mismo tiempo. Esto era el cielo.

–Te amo.

Masculló la palabra como si fuera la última que me dijera. Sentía mucha, mucha alegría y tristeza. Alegría porque me había dicho que me amaba, y esas dos importantes palabras movían mi mundo, y sólo me las había dicho tres veces (ésta es la tercera). Y tristeza porque, parecía, sólo hoy voy a poder disfrutar de su compañía.

–Yo también te amo –le dije fielmente.

Miré a las personas de mi alrededor y muchas de ellas nos miraba con la boca abierta, las otras sólo nos hacían caso omiso y sólo una me miraba con el ceño fruncido. Todas esas personas me cayeron mal, excepto las que nos hacía caso omiso. Entre una de ellas estaban Bella y un chico a su lado que también tenía los ojos dorados. ¿Qué onda con los ojos dorados?

–Odio que ésas personas nos estén mirando –susurré en el oído de Mason–, es como sí no tuvieran un mejor oficio por hacer.

Mason se volteó a ver de quiénes hablaba y me devolvió el susurro:

–Ellos son el grupo de Lauren. No me cae nada bien, no te juntes con ella –avisó con cautela.

–Tranquilo, no lo haré –afirmé.

Entonces, recordé.

–¿Y no están en clase?

Pregunté cuando noté que no había nadie explicando un tema de castellano o notando la clase en el pizarrón. Y sí me descubrían que estaba aquí, aunque no sea de este instituto, me mataban –técnicamente.

–Parece que no, aún no ha llegado el profesor.

–Entonces ¿no te importará salirte de clases? Hay que hablar de tantas cosas, Mason, te he extrañado demasiado.

Lo volví a abrazar de nuevo como sí no hubiera mañana.

–Con mucho gusto lo haría, Alex, pero me castigaran si me salgo del salón –suspiró–. Tenemos que esperar que alguien venga diciendo si tenemos esta clase o no.

Rechiné los dientes.

–De acuerdo… ¿Puedo quedarme aquí, junto a ti?

Me dio un beso en la coronilla y dijo:

–Lo que tú quieras, mi reina. Ven a conocer a mis amigos.

Sonreí ante esa idea.

No pude hablar con Mason ni un segundo por sus amigos. ¡No pude ni decirle que en este pueblo no tenía magia! No me permitió decirle absolutamente nada. Eso me puso muy triste y casi se me parte el corazón por tanta tristeza que inundaba mi alma. Lo único bueno que salió de esto fue que Mason no se separó de mí ni un minuto, aunque no me prestaba atención, era como si no estuviera allí con él.

Pasé la mayor parte del tiempo con Mason y sus amigos, entre ellos estaban la chica que se llamaba Bella y su novio Edward, el cual me pareció muy gentil. Había otra llamada Jessica –yo no entendía cómo rayos Mason se podía juntar con ella– que me cayó un poquito mal ya que hablaba hasta por los codos y parecía que era un poco chismosa. Y la única que me cayó mejor que esa tal Jessica, era una llamada Ángela, se veía tímida pero me pareció una buena persona. Y había otros amigos cuyo nombre no recordaba.

La última hora de clase tuve que pasarla sola ya que Mason, junto con Edward y Bella, tenían clase de matemática, así que estuve esas dos horas completamente sola oyendo música en mi celular.

Me había preguntado bastantemente a mí misma en dónde demonios estaban Max y Justin, hasta que aparecieron por el bosque cuando habían tocado la campana de salida. Otras de mis dudas eran: ¿cómo volvería a Nueva York? ¿Por qué en Forks yo no tenía magia? ¿Dónde estaban Teresa y Jerry? La tercera duda me preocupaba más que las otras, pero todas divagaban sin rumbo por mi cabeza.

–Alex, aún no estoy seguro de vivir con esos extraños –me había dicho Justin como por cuarta vez en el día.

–No son extraños, Justin… Fueron dos gentiles chicas que nos ofrecieron su casa, tuvimos suerte, son dos ángeles de Dios.

–¿Ustedes creen que aquí hayan vampiros u hombres lobos? –intervino Max con entusiasmo.

Justin y yo lo vimos con cara de what the fuck?

–¿Qué? –dijo mi hermano menor.

–¡Qué gran imaginación, Max! –dije con cierto sarcasmo. Volteé los ojos.

Alice, Bella, Edward y el otro chico –también de ojos dorados– el cual no recordaba su nombre, llegaron hasta nosotros. Me llevé una gran sorpresa cuando Alice me recibió con un fuerte abrazo y me sonrió con todas sus ganas. Yo le devolví la sonrisa. Me caía demasiado bien esta chica.

–Vámonos ya, Alex. ¡Tienes que conocer al resto de mi familia!

Oh. Genial.

Alice me jaló del brazo junto con Justin y Max y me llevó hasta su hermoso Porsche color amarillo canario. Yo hice una perfecta o con mi boca y Alice sólo se rió de mí y me empujó hasta dentro de su hermoso auto. Recordé a Mason. No lo vi después de que entrara a su última clase.

Hi, beautiful peoples! :D

Pues aquí tienen mí nueva historia o, mejor dicho, mi primer Crossover en la historia. Cómo me quedó? Feo, malo, horroroso, hermoso, divino? En serio, díganme como me quedó mi primer capítulo, valoro muchísimo su opinión :)

Y, pues, no es sorpresa que hiciera un crossover de Crepúsculo con mi serie favorita de Disney, para nada. Los que hayan leído mi otra historia –sin completar– que he escrito, saben muy bien que mi ídolo es Selena Gómez (lo menciono cada rato, jeje) Y tenía muchísimas ganas de hacer un crossover con mi peli y mi serie favorita xD *_*

Voy a subir también una historia M, mi primera historia M, pero todavía no tengo el primer capítulo completo porque estoy escribiendo el segundo del crossover y no lo he terminado. Y con respecto a Fantasma de Amor, no se preocupen, la voy a terminar! Hasta va a tener secuela ;D

Bueno, ya saben, espero que me dejen sus reviews, si no me pondré muy triste :( jeje.

Bye! :)