Para aquellos que se quedaron con las ganitas de otro H-D… pues aquí les traigo un fic inspirado en un sueño (no piensen mal, si se los cuento verán que no tiene nada que ver xP ) y escrito en un domingo en que no me andaba la computadora en una vieja hoja de papel...

Disfrútenlo!

Draconiger

-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-

CAPITULO 1

Martes 13 de Octubre

Era la primera vez que iba a una reunión de Mortífagos.

La marca en mi brazo izquierdo todavía me picaba un poco. No hacía muchos días que me la había hecho. Y segundos antes había ardido.

Pero esta era mi primera vez en ello. Mi primera vez como Mortífago. Aún no había asesinado a nadie. Pero seguro no faltaría mucho tiempo.

No me importaba haber caído en aquello, ser presa del placer de la carne. No me importaba ser Mortífago, aunque años antes me tuvieran tildado como "el niño que sobrevivió".

Si. Soy Harry Potter. Aunque no lo crean.

Pero volveré a lo que nos interesa. Lo que a mi me interesa recordar.

Volteé para coger un canapé con caviar, y él me sonrió del otro lado de la mesa. Yo le devolví la misma señal.

-¿Cómo te sientes, Potter?- me preguntó arrastrando las palabras. Algunas mechas de rubio cabello le caían arrogantemente sobre los ojos.

-Muy bien- le respondí alzando las cejas. Mordí un bocado del canapé, separando la vista de él, y un poco del caviar cayó por mis labios. Lo atajé con mis dedos y lo metí en la boca, sonriendo ante mi sorpresa.

-No hagas eso frente a mí- bisbiseó el muchacho de ojos grises mirándome con una pícara sonrisa. Me volteé hacia él, confundido.

-¿Hacer qué?

-Nada, Potter. No es mi culpa que seas un ignorante en estas cosas.- No le respondí, pues no quería ponerme a discutir ahora que éramos de la misma raza.

Los minutos pasaron, y también así las horas, entrando la noche a su máxima negrura. Fuera de la enorme mansión de los Malfoy, una tormenta azotaba los campos, una tormenta que armonizaba con nuestro encuentro oscuro de personas sedientas de sangre.

Y durante aquellas horas... digamos que me divertí bastante. Comí y bebí. Bailé y hablé y escuché horrorosas y a la vez gratificantes anécdotas. En ese momento bailaba con una mujer de unos diez años mayor que yo. Yo, que rondo ahora los 18 años. Digo esto solo para que no estén tan perdidos en el relato. Pues bien, aquella mujer me instó a pecar notable cantidad de veces. Y a decir verdad no me negué totalmente. Me era imposible, pues su belleza era abrumadora. Y en cuanto me pidió para que vayamos a un lugar mas privado, escuché pronunciar una voz a mis espaldas.

-Ya lo tuviste suficiente, Isabelle- el rubio le guiñó un ojo y ella le sonrió- Es un niño, entra en cordura.

-Draco, por favor, deja de decir...

-Métete con alguien de tu tamaño- pronunció él con rudeza y elegancia al mismo tiempo- Deja a los novatos... para los novatos.

No lo entendí. O no quise entender. La mujer de cabello oscuro largo hasta la cintura dio media vuelta, y al instante, Draco Malfoy me cogió de la muñeca.

-¿Champaña, Potter?- me preguntó alzando la copa ante mi.

-No, gracias. Tomé demasiado.

Caminó hasta mis espaldas, ubicándose detrás de mi cuerpo, y me rodeó con sus brazos.

-Pero estas aquí para disfrutar ¿no?- me susurró al oído, y él mismo colocó el borde de cristal sobre mi labio inferior e inclinó la copa.

Tomé unos tragos, sintiendo la sangre calentarse aún más en mis venas.

Se separó de mi y me hizo una seña con la mano. Entendí que quería que lo siguiera.

Draco saludó en el camino a unas cuantas personas, y finalmente llegamos a unos sillones que estaban frente a la chimenea encendida en cautivantes llamaradas negra-azuladas. En uno de ellos había sentado un hombre enorme. Lo reconocí por su parecido con Vincent Crabbe, a quien yo ya me lo había cruzado de vista minutos antes. Aparte de él no había nadie más.

Dejando el restante sillón individual libre, el joven de helados ojos grises se desplomó elegantemente en el más grande y, tocando levemente con la palma a su lado, me indicó que me sentara...

-Isabelle es buena- soltó sin mirarme, como tirándome una carnada.

-Sí, bastante- respondí imitándolo.

-Vamos, Potter- exclamó volteándose hacia mi- Aquí, entre nosotros, no hay secretos. Y sabemos muy bien cuales son las mujeres y hombres que calientan a todo el mundo.

Sonreí. Realmente no sabía que decir. Pero él volvió a cortar mis pensamientos, ubicando su mano sobre mi pierna al tiempo que decía...

-No se me hace concebible tenerte entre nosotros.

-Las experiencias nos enderezan a golpes- respondí intentando parecer mas intrigante.

-O terminan de doblarnos... para siempre- concluyó él mirándome a los ojos. Fue la primera vez en la noche en que me estremecí ante su mirada.- ¿No lo crees, Potter?- susurró.

-Harry- le corregí, sin separarle la vista- Llámame Harry.

Él sonrió.

-Tienes razón- dijo sirviendo más bebida en su copa- Es que no se me quita la costumbre- bebió un trago y se volvió a mi- Ahora somos como hermanos ¿no, Harry?

Lo había dicho tan lento, tan sensualmente, que una languidez azotó mi rostro.

-Por supuesto... Draco- respondí mirándolo a los ojos.

Quizás era por el alcohol que atontaba parcialmente nuestros sentidos y hacían borbotear la sangre... o quizás realmente se estaba concentrando algún tipo de atracción mutua... pero nuestras miradas se tornaron lujuriantes, y no se separaron durante varios segundos.

-Toma- me dijo Draco alcanzándome una vez más la champaña. Cogí la copa sin separar la vista de él, y mientras bebía, el rubio cabello centelleó al ponerse él de pie.

-¿Bailamos un rato?- ofreció estirando su palma ante mi. Lo tomé de la mano y me enderecé, y al instante mi nuevo hermano me quitó la copa de las manos y se la llevó a la boca.

Bebió el liquido observándome por el rabillo con los ojos entrecerrados, degustándolo como si fuese el pecado mismo. Y en cuanto el cristal se separó de sus labios, los recorrió a estos lentamente con la lengua. Todo ello sin dejar de mirarme.

Sin dejar de mirarme.

La música era extraña, pero bailarla no parecía difícil. Tenía un ritmo medio, con un alto toque de erotismo. Muchos Mortífagos se encontraban en el centro de la inmensa sala, bailando con sus parejas. Estaba observando con la sensualidad con la que todos se movían cuando vi el rostro de Draco frente al mío.

-¿Hay que pedir permiso acaso para obtener tu mirada?- inquirió acercando sus labios notablemente a los míos. Sorprendido, le negué con la cabeza...

-Lo siento.

-Un Mortífago no pide perdón, Harry- me recriminó alejándose un poco.

-No le pido perdón a cualquiera- le respondí- Te lo estoy pidiendo a ti, Draco Malfoy.

Pareció que aquello golpeó al ex Slytherin, que enmudeció por unos segundos.

-Ya cállate, Potter- ordenó rodeando mi cuello con sus brazos, pero aún manteniendo una relativa distancia.

-Tú haces que hablé.

-¿Y tu haces lo que yo quiero?

-Se que tú quieres que te hable.

-¿Entonces tomo eso como un si?- me sondeó.

-Tómalo como quieras- dije sonriéndole.

-Pues... es que si harías lo que yo quiero...- susurró acercándose a mi, tanto que nuestros cuerpos comenzaron a rozarse con los suaves movimientos del baile-... no estaríamos aquí.

-¿Dónde estaríamos?

Malfoy bufó...

-Hablas demasiado... y haces muy poco, Potter.

-Hago lo que tú quieras- lo reté. Él me miró a los ojos. Sonrió. Le devolví la sonrisa alzando las cejas. Era un juego. Un juego realmente divertido. Y lo mejor... lo mejor era que lo estaba jugando con Draco Malfoy.

Me tomó de la cintura y me atrajo hacia él. Y sin separar su perforante vista de mi, acrecentó sus movimientos, haciendo que nuestros abdómenes y pubis se rozaran con mayor frenesí.

Bien, lo admito, se me subió el deseo a la cabeza. Mordí mis labios inconscientemente, siguiendo el ritmo que me imponía mi compañero.

Rodeándole el cuello con los brazos, me acerqué a él cuanto mas pude. Sí. Draco Malfoy me ponía loco.

Siempre lo hizo. Aunque no lo crean.

Continuamos bailando durante varios minutos, diciéndonoslo todo con miradas y movimientos. En un momento él me susurró al oído...

-¿Te diviertes, Potter?

-Mucho- le respondí soltando una exhalación.

-También yo- afirmó él. Y antes de que cualquiera de mis sentidos reaccionaran, el rubio unió sus labios a los míos. Solo acariciándolos apenas. Solo humedeciéndolos.

Me quedé pasmado, y juraría que la sorpresa se notó en mi rostro. Al contrario, él hizo como si nada hubiera pasado.

-¿Por qué...?

-Shhht...- me silenció poniendo su dedo índice sobre mis labios- Nada personal...

-Yo sí creo que lo fue- contraataqué mirando hacia arriba como si hubieran moscas en el techo. Y otra vez desprevenido, fui presa de los labios de Draco Malfoy. Pero al contrario a la vez anterior, en ese momento pareció no pensar en separarse. Rocé con mi lengua la suya, sintiendo como sus dedos se escabullían entre mis cabellos azabache. Se sentía sabrosa. Él se sentía sabroso. Como siempre lo supuse... Pero allí mi mente cayó en la realidad. Había oído unas voces conocidas.

-Vamos, Potter, no dirás que no te gusta...- me recriminó al sentir que me había separado bruscamente de él.

-Es que...- balbuceé, mirándolo con los ojos desorbitados.

-¿Los demás? No te preocu...

-Tus padres- susurré.

Sí. Los había visto apenas abrí los ojos al escuchar sus voces. Lucius y Narcisa Malfoy estaban a cortos pasos de nosotros. Ni un milagro nos hubiese salvado de no ser vistos.

-¿Sabes, Potter? Eres el Mortífago mas desentendido que tenido la desgracia de conocer. Tienes que mejorar horrores- me reprochó mirándome a los ojos, apoyando ambas manos sobre mis hombros- Fíjate bien: a mis padres no les queda de qué asustarse- explicó. Y ante mi cara de desconcierto, aclaró- Cuando llevas a tu hijo a ser Mortifago, sabes la clase de vida que llevará, con qué clase de gente se juntará, y de qué forma se divertirá en las fiestas que se organicen...

-¿De que forma se divertirá?- repetí desconcertado.

-Las cosas jamás quedan en baile y unas copas, Potter. Ahora mismo apuesto que miles de personas han de estar en las habitaciones libres de casa follando a más no poder.

No. No pude evitar que los ojos se me abrieran de la sorpresa. Pero en fin ¿qué tenía eso que ver con que él se sienta atraído por... por un hombre? Pero bueno, si vamos al caso, yo no me había negado... entonces...

-Y claro está que no siempre se termina en parejas heterosexuales- Si, Draco respondió mi pregunta...- En fin ¿qué nos interesa a todos nosotros, Potter? Los placeres.

Recordé.

-... y no importa como obtenerlos- terminé- Es la ley del Mortífago.

-Aprendes rápido, hermanito- congratuló; y nuevamente me entregó sus labios.

"Sin nada de qué preocuparme" pensé. Me recriminé entonces el no haberme dado cuenta antes. De no haber disfrutado de Draco, como mi cuerpo lo pedía.

Me aferré a él sin perder más tiempo, y entre guerra de lenguas, comencé a bailar tan provocativamente como me era posible. Nuestros cuerpos se frotaban eufóricos.

Calor. Comenzaba a hacer mucho calor. Draco aferró mis nalgas y frotó con lujuria su pubis contra el mío. Traté de silenciar un gemido uniendo aún más nuestros labios. Él rió.

Me volteé, dejando a Malfoy a mis espaldas. Elevé los brazos y le rodeé el cuello, tirándo mi cabeza levemente hacia atrás, apoyándola en su hombro derecho. Ahora mi retaguardia rozaba contra su virilidad. Era sumamente excitante. Él comenzó a acariciar mi pecho y mi abdomen, hundiendo el rostro en mi cuello, haciéndome estremecer ante sus besos.

En mis oídos retumbó un "Potter está en su salsa" que creí haberme imaginado, y seguido a ello otro "Y el pequeño Draco... quien diría!".

Al instante Malfoy me cogió con fuerza de la mano...

-Sígueme- ordenó secamente.

Caminamos apresuradamente, abriéndonos paso entre un numero considerable de personas. Entramos en un pasillo alfombrado y giramos a la derecha. Subimos entonces una escalera caracol bastante alta. Y habiendo hecho unos veinte escalones, Draco se volvió a mi y acometió mi cuello, arrinconándome contra la pared.

-¿Dónde... vamos?- pregunté entre jadeos.

-Te dije... que no todo termina... con unas... copas.

Se separó, me perforó con la mirada y volvió a tomarme de la mano. Sus dedos estaban fríos, al contrario de sus ardientes labios. Pocos escalones más arriba, llegamos a una puerta de madera muy oscura, divinamente tallada. La abrió sin decirme nada y, sin soltarme, me hizo entrar tras él.

-Aquí no hay ningún idiota que nos quiera intimidar- bufó. Más yo no le estaba prestando completa atención. Estaba consternado, viendo el lujo de aquel lugar: la alfombra verde casi negro bordada en plata, la cama adoselada con cortinas de gasa del mismo color, al igual que las sábanas, los muebles trabajados, el enorme ventanal en el medio de la pared del fondo, el espejo de pie con marco tallado de plata, el divino retrato tamaño real de Draco...- Mi habitación- avisó él.

-Wow!- exclamé yo sin palabras. El muchacho de ojos grises se detuvo frente a mi...

-Espero que sea de tu agrado- dijo entonces, desatándome la camisa- Aunque... entiendo la sorpresa. Compara esto con un armario bajo las escaleras.

-No duermo allí desde hace tiempo- objeté dejándome recorrer el pecho por sus suaves manos.

-Igualmente... tu nueva casa no debe tener este lujo- se mofó metiendo los brazos por mis costados para comenzar a acariciar mi espalda bajo la camisa abierta.

-Vivo solo... por mis propios medios- aclaré, sintiendo sus húmedos labios succionando tentadoramente mi cuello- No soy una sanguijuela... de mis padres.

-No tienes padres.

Lo alejé de mi dándole un fuerte empujón que casi lo hizo desplomar en el suelo. Me ardía la sangre, y no exactamente por deseo...

-¿Acaso te duele que te diga la verdad, Potter?- me preguntó observándome con la mirada lánguida, muy al contrario de la mía- No, mi buen amigo. Un Mortífago debe ser fuerte; no tener debilidades.

-No vengo aquí a que me des clases.

-Pues vete si quieres. Hay muchos más allí abajo que matarían por tu lugar en este momento.

Desvié la mirada al ventanal, cuyos cristales recibían un centenar de gotas de lluvia. No iba a marcharme. No tan rápido.

-Vete si quieres- repitió, esta vez con mayor rotundidad. Sentía sus ojos sobre mi nuca, pero no iba a mirarlo- Podría obligarte a quedar, Potter. Un Mortífago tiene millones de medios, y tú lo sabes... Pero no lo haré- Me volví, sorprendido a que siendo él, dejase a su presa libre tan fácilmente- Tómalo como algo personal.

Lo miré a los ojos y me encogí de hombros.

-¿Qué quieres, Malfoy?

-¿Para qué preguntas...- dijo acercándose a mi- ... si sabes la respuesta?- con ímpetu me llevó aferrado de los brazos hasta empujarme quedando yo desplomado sobre las sábanas de seda verde oscuras.

Sí. Siempre supe lo que quería. Y por eso no me marché cuando me dejó ir.

Se lanzó sobre mi y comenzó a devorarme. Pues aquello no merecía llamarse "besar". Dejó enrojecido mi cuello entre succiones, y bajó por mi pecho, humedeciéndolo entre gemidos míos y suyos. Desató el cinto de mi pantalón mientras jugueteaba con la lengua por mi abdomen; y bajándome la cremallera, terminó por quitármelos, dejándome con mis boxers del mismo color que las sábanas.

-Mmm... alma de Slytherin en un Gryffindor- susurró mirándome a los ojos.

-No sabía que el alma se encontraba allí- me mofé, viéndolo como se quitaba él sus propios pantalones, dejando sus hermosas y lampiñas piernas desnudas.

-Claro que es allí donde se encuentra- objetó estirándome de los brazos, haciéndome sentar en el borde de la enorme cama. Se subió sobre mi falda entonces, clavando las rodillas en las suaves sábanas- Déjame jugar con tu alma, Potter- pidió, al tiempo que dio una acometida de caderas, haciendo que ambos miembros se rozasen.

Solté un gemido.

-Mi alma es de Mi Señor- susurré mirándolo a los ojos, mientras me deleitaba con sus torturadores movimientos.

-Entonces... disfrutaré de tu cuerpo.

Cogió mi rostro y embutió su lengua rozando la mía con frenesí, iniciando nuevamente una terrible batalla.

Sí. Besaba por cuarta vez a Draco Malfoy. Pero ahora ya me encontraba en su habitación, sentado sobre su cama, con él sobre mi...

Había caído muy bajo luego de haber sido para todos el niño dorado ¿no lo creen? Pero era verdad: aunque jamás lo había probado, aquello me encantaba hasta hacerme enloquecer.

Lo había esperado durante tanto tiempo...

Mis dedos desataron la suave camisa negra que cubría aquel pálido pecho, y una vez abierta, admiré corroborando aquello que siempre había imaginado perfecto.

Mi camisa yacía tirada ya en alguna parte, y él me recorría con suavidad la espalda, gimiendo ante la acometida de mis labios y mi lengua, que jugueteaban enardecidos el, por mi culpa, sonrosado cuello. Sus caderas no se detenían, pues era cosa de instinto, y era verdad que mi miembro estaba loco al sentir aquel constante roce.

-Recuéstate...- me susurró al oído, no sin antes recorrerlo con la cálida lengua.

Le hice caso. Me tiré hacia atrás lentamente, mirándolo con una sonrisa en los labios. Él, mordiéndose los suyos levemente, quedando arrodillado en su posición original, se despojó completamente de la oscura camisa y la tiró a un costado. El divino cabello rubio había salido de su peinado normal y tapaba a mechas los penetrantes ojos grises. Y pude ver que, al igual a mi, bajo sus boxers se formaba un gran bulto.

Si. Estaba como para devorárselo en vida.

Se acostó sobre mi y me besó una vez más. Pero este beso fue parcialmente corto, pues rápidamente él fue hasta mi cuello. Una vez más.

-¿Sabes... qué me encanta, Potter?- me susurró al oído, mientras sus caderas comenzaban de nuevo un torturador movimiento presionando mi miembro.

-¿Q-Qué?- gemí.

-Que no te preocupa... mhh... ser la presa...- solté una suave risita, incrédulo. Pero él, ubicando los brazos a cada lado de la cabeza, me miró a los ojos- Pero no será siempre así... ¿entendido, Potter?

-No lo tomes como un duelo, Draco- le aclaré, sonriéndole pícaramente- Tómalo como que quieres tener sexo conmigo.

Volvió a acometer mi cuello con fiereza. Lo sabía. Odiaba que lo corrija, que le tire las cosas por la cara.

-Es verdad...- gimió rozándome la oreja derecha con sus labios- ... quiero... tener sexo contigo, Potter.

Sentí su mano sobre mi miembro y solté una exhalación. Cada vez adoraba más a mi ex enemigo, ahora autocalificado como mi "hermano". Pero él ya había bajado por mi pecho al terminar aquellas palabras, y ahora se deleitaba con mi abdomen, frotando mi miembro por sobre los boxers con sus finos dedos.

Enderecé mi cuerpo, volviendo a sentarme. No podía creer lo que estaba a punto de ver. Jamás, y repito, jamás... imaginé a Draco Malfoy haciendo eso, y menos conmigo.

Aunque bien, a decir verdad, aquellas fantasías siempre se nos cruzan por la cabeza.

Él me miró y yo le sonreí. La lujuria nos brillaba en los ojos.

Enganchó dos dedos en el elástico y lo bajó. Un gemido salió de mi garganta en cuanto cogió mi miembro con sus pálidos dedos. Y sin separar la vista de mi, besó la punta. Era enloquecedor. Tenerlo allí era enloquecedor. Como él lo hacía era enloquecedor...

Recorría con la lengua toda su extensión, empapándolo todo en transparente saliva, y movía los dedos imitando penetraciones... succionaba la punta a la par de sus movimientos torturadores... cerré los ojos... el corazón me latía a mil por segundo... mis caderas se movían, pidiendo mas fuerza, rogando que me lo devorara...

Y entonces me soltó y me miró con una sonrisa radiante en el rostro...

-Te toca.

Yo para ese momento tenía la sangre a punto de ebullición. Lo subí a la cama y le quité sin preámbulos los boxers. Juro que tuve ganas de succionar ese tentador miembro erecto en cuanto lo vi... pero no, mi objetivo era otro.

Me abalancé sobre él y al instante me rodeó la cintura con sus piernas. Mojé mis dedos con mi propia saliva y los metí en su orificio. Todavía me quedaba algo de compasión en la sangre, a pesar de estar formándome como Mortifago. Él soltó una exhalación. Moví mis dedos para dilatar la zona, solo un poco. No es que uno hace esas cosas muy seguido.

Yo con un hombre, nunca. Era mi primera vez. Y hasta ese momento estaba siendo fabuloso.

Lo penetré. Si, su grito ahogado me caló los huesos. Lo vi morder sus labios, y a aquellos ojos grises brillantes de finas lágrimas. Me moví lentamente al principio. Y acrecenté poco a poco mis acometidas. Estaba enloqueciendo, ahora lo sentía. Aquel orificio tenía una estrechez mortificante.

-Si!... más... Potter...

Respondí con más fuerza a sus pedidos. Sentía sus dedos contra mi abdomen entre los roces. Sus dedos que aferraban su miembro. La cabeza me daba vueltas. Un cosquilleo atacaba mi zona púbica. Vaivenes. Aquellos vaivenes en los que pareces perder el alma en una exhalación, en un gemido.

-AH!... MALFOY!

Tuve mi orgasmo dentro de él, y casi al mismo tiempo sentí una humedad en mi abdomen, seguramente producto del suyo.

En cuanto terminé de estremecerme, retiré mi miembro de aquel glorioso orificio, y me desplomé en la cama junto al hermoso rubio.

-Wow!- exclamó soltando una exhalación. Su respiración era profunda, como si hubiese contenido el aire durante todo el acto- Nada mal para ser tu...- se volvió a mi- Fue tu primera vez ¿no, Potter?

Reí negando con la cabeza...

-Mi primera vez con un hombre- aclaré. Él me sonrió. Se le notó la satisfacción en el rostro. Y volvió a besarme.

Quedamos recostados varios minutos, en silencio, con la mirada clavada en el techo, a pesar de que yo tenía mi cabeza apoyada en su hombro y que él me rodeaba con aquel brazo.

-Bien...- dije entonces enderezándome- ... volvamos abajo.

Intenté buscar mi ropa, pero unos segundos después de que me haya puesto de pie, sentí unos brazos rodearme por sobre los hombros y un cuerpo tan desnudo como el mío apoyarse contra mi espalda.

-Déjame verla bien- me susurró al oído, volteando mi brazo derecho para que su base se viera reflejada en el espejo de pie. Nuestras miradas orgullosas se cruzaron en el cristal- Te queda hermosa- dijo acariciándola con sus finos dedos.

-Muéstrame la tuya- le pedí. Él ubicó su brazo izquierdo, mucho más pálido que el mío, a pesar de que mi piel tira a blancuzca, y ambas marcas se vieron como gemelas- Somos hermanos...- suspiré volteando un poco la cabeza para mirarlo.

-Hermanos de sangre...- murmuró él justo antes de volver a besarme. Ambas manos izquierdas se enredaron en común acuerdo.

-Draco...- dije luego de que nuestros belfos se hayan separado- ... debemos bajar...

-¿Qué dirán abajo si nos ven llegar así?- inquirió besándome el cuello.

-¿Así como?- pregunté sin volverme.

-Así...- contestó sin separarse de mi- ...desarreglados, despeinados, jadeantes, con litros de transpiración encima y con cara de haber gozado horrores.

En mi rostro, ante el hermoso espejo de pie con marco de plata, se vislumbró una sonrisa.

-¿Ves, Potter?- dijo mirándome en el espejo, mientras sus dedos acariciaban mi rostro- Tendremos que quedarnos.

-¿Hasta que nuestro metabolismo se recupere?- bromeé riéndole.

-Sí- respondió él. Y escurriendo su mano hacia abajo, pasando por mi pecho y mi abdomen, aclaró- Pero no hace falta que quedemos a aburrirnos.

Lo cogió nuevamente entre sus dedos. Y comenzó nuevamente a estimularlo. Vi mis párpados caer en una muestra de placer en el espejo y la mirada truhana de él que me sonrió, y me excité aun más.

Adoraba a aquel rubio mas que a nada.

Tiré mi cabeza hacia atrás y él comenzó a susurrarme al oído proposiciones tan obscenas que aún más ganas me daban de convertirlas en realidad. Al mismo tiempo, recorría mi miembro con las manos. Y el del rubio chocaba entre mis nalgas amenazadoramente. Me encantaba tenerlo detrás de mi.

Pero me volteé. Me volteé recordando algo que había querido hacer y que mis deseos no me lo permitieron.

Caí de rodillas frente a él, y con determinación cogí el miembro entre mis dedos, al tiempo que él gemía mi nombre. Lo pronunciaba de una manera desgarradoramente excitante.

Lo besé, no sin antes haber humedecido mis labios. Lo succioné, deleitándome con el exquisito sabor conjugado con sus gemidos y exclamaciones.

-P-Potter... ahh!... sí… más…

Cada pedido era cumplido con bocanadas más fuertes y profundas. Lo cogí de las nalgas en cuanto él me aferró de los cabellos e intenté meter aquel trozo de carne completo en mi boca. Y succioné con tanta fuerza que mis mejillas me dolieron. Draco soltó un gemido profundo y de un tirón me alejó de él.

-Párate- me ordenó con llamaradas de deseo en las pupilas.

Lo hice. No sabía muy bien por qué, pero estaba dispuesto a hacer todo lo que él me dijese.

Quizás era porque él era Draco Malfoy.

Pues hay algo que ustedes no saben... y es que soy Mortífago por él.

Gracias y a causa de él.

Me volteó y empujó mi cuerpo sobre una cómoda que estaba a un lado de la puerta. Apoyé mis palmas sobre la pulida madera y al instante sentí el cuerpo de el detrás del mío. Me empujó la espalda casi con brusquedad y mi pecho quedo pegado a la fría plancha de ébano.

Y si. Su miembro se encontraba allí atrás, amenazando mi entrada.

Rogué... rogué por todos los centauros que si doliese no fuese demasiado. Y en mis suplicas mentales estaba cuanto los dedos de mi captor se introdujeron en mi. Mordí mis labios y contuve la respiración, esperando algo mucho peor.

-No grites demasiado alto... Potter- me susurró al oído.

Un gemido se distorsionó en un bramido despedido de mi garganta. Era insoportable. Los ojos se me llenaron de lágrimas.

-Despacio...

-Se fuerte, Harry... todo... mhh... pasará... pronto, y se que... que te encantará...

Supliqué que si. El se movió un poco. Mordí mi puño para aguantar el dolor.

-Shhhh...- me silenció suavemente, acariciando mis cabellos para calmarme, pero contrarrestando aquella dulzura con los movimientos acometientes en mi retaguardia. Y quizás viendo que aquello no me tranquilizaba, aferró mi miembro con sus suaves dedos y comenzó a moverlos por él al mismo compás con el que se movían sus caderas.

Unos segundos eternos transcurrieron, hasta que el vaivén dejó de ser tan terrorífico. El placer volvía a subírseme de a poco, siendo penetrado y masturbado al mismo tiempo... por Draco Malfoy.

-Demonios!... P-Potter... eres m-muy... AH!... es... trecho...

-Q-Que mas... mhh... quieres... si yo...

-Nada... nhh... no quiero... ahh!... nada mas que... AH!... esto...

Ahora volvía a enloquecer. Sus gemidos, sus palabras, su cuerpo... su asquerosamente divina forma de ser. Draco Malfoy. Amaba a Draco Malfoy.

Las acometidas acrecentaron hasta que nuestros cuerpos no dieron más. Yo juraría a que las patas de la cómoda terminaros aflojadas luego de soportar tantas sacudidas.

Draco gritó.

Yo grité.

Fue el mejor orgasmo de toda mi vida.

Al salir de mi dio unos pasos hacia atrás. Yo me volteé para verlo a la cara e intenté ir hasta él, pero las piernas se me aflojaron.

Me atajaron sus pálidos y suaves brazos. Lo miré a los ojos.

-Lo siento, no quise haberte hecho sufrir tanto.

-Un Mortífago no debe pedir perdón por nada, Malfoy- le recriminé- Creí que lo habías dicho.

-No se lo estoy pidiendo a cualquiera- aclaró y me dio un suave y corto beso en los labios- Te lo estoy pidiendo a ti, Harry Potter.

-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-

FINISHED! Salvo, obviamente, que tenga los suficientes r/r para convencerme de continuarlo. Siempre hay lugares para escarbar en mi cabeza xP ¡¡ESPERO Q LES HAYA GUSTADO!