Mirando entre la chica sentada delante suya y el pequeño frasco que le ofrecía, la directora Emily Piggot pensó que le había tocado la lotería.
Esa niña de quince años que se había reunido con ella y otros directores de su organización, el Equipo de Respuesta Parahumano o PRT, en compañía de su padre, quien aparentemente solo se había enterado de que su hija tenía poderes la semana anterior y aún le costaba aceptarlo, acababa de solucionar uno de los mayores problemas a la hora de hacer su trabajo.
El principal desafío de Piggot, y de la organización para la que trabajaba, era lograr que los parahumanos trabajasen en equipo de forma efectiva, algo que la forma habitual de obtener poderes, que involucraba sufrir una experiencia traumática de alguna clase, hacía casi imposible. Además, la obtención de poderes sobrehumanos era también impredecible porque distintas personas reaccionaban de diferente forma a esa clase de situaciones y nunca se sabía qué tipo de habilidades podían recibir.
El líquido que se encontraba en ese frasco, sin embargo, lo podía solucionar todo, ya que, como varias pruebas de laboratorio demostraban, podía convertir a una persona normal en un parahumano con unos poderes específicos. No era que quisiese despedir a los parahumanos naturales que trabajaban para ella como parte del Protectorado o de los Pupilos, pero ciertamente admitía que sería más fácil lidiar con enemigos como el Matadero 9 o los endbringers si unos pocos de los mismos tuviesen poderes similares y no necesitasen ayuda psicológica. Algo parecido a la Yàngbǎn, el equivalente al Protectorado en la Unión Imperial China, simplemente con menos lavado de cerebro involucrado.
Por supuesto, tal y como les había confesado su creadora, había ciertos inconvenientes. El principal era que, hasta el momento, la única fuente del material necesario para hacer los sueros eran unas babosas que su cuerpo producía y que, aunque el material extraído de las mismas y el producto final podían ser sintetizados, se tardaba mucho en preparar los sueros. Otro era que las habilidades que concedían podían ser o increíblemente útiles o un poco inútiles, como demostraba la existencia de una muestra que concedía el poder de editar tus propias memorias. Por último, era muy difícil vender un producto cuando al menos la mitad de las muestras mutaban temporalmente las manos de sus usuarios.
Reflexionando sobre los pros y los contras de tomar el suero, Emily Piggot recordó cómo había descubierto la existencia de esa parahumana una semana antes.
Emily Piggot se quedó sin habla al ver el estado de los pupilos, a los que pensaba echar una bronca por los daños a la propiedad que habían causado una hora antes durante un altercado con miembros del Imperio 88, la banda neonazi local. Decidiendo que necesitaba saber qué les había pasado, Emily se lo pregunto.
No tardó mucho en arrepentirse de haberlo hecho porque todos ellos intentaron contárselo al mismo tiempo. Unos minutos después logró convencerlos de repetírselo más lentamente y, para cuando terminaron, no sabía si enviarlos a la consulta de Jessica Yamada, la mejor psicóloga de la organización, o irse a su casa antes de lo habitual para poder dormir y pretender al día siguiente que lo que acababa de escuchar no había pasado. Decidiendo que necesitaba llegar al fondo del asunto, echó un vistazo a la lista que había hecho de todo lo que sabían sobre la villana con la que se habían cruzado poco antes de terminar su patrulla nocturna antes de continuar cuestionándoles.
—Así que ¿Big Sister?
—Ella admitió cuando se disculpó por habernos dado una paliza que le gustaba el nombre a pesar de creer que era ridículo, como Clockblocker —respondió Vista, logrando una risa sarcástica por parte del susodicho, que parecía tener quemaduras en su disfraz. Sus compañeros no estaban mucho mejor, ya que Vista parecía haber atravesado recientemente una tormenta de nieve, Aegis estaba mirando sus manos con incredulidad, a la armadura de Gallant le faltaban piezas y la piel que Piggot podía ver estaba cubierta de moratones, Kid Win no decía ni una palabra y Shadow Stalker, quien, de acuerdo con sus compañeros, no había participado en la pelea, estaba muy enfadada por alguna razón.
—¿Estáis seguros de que era capaz de hacer todo esto? —preguntó con incredulidad tras echar otro vistazo a la lista.
Los poderes que Big Sister aparentemente poseía eran muchos y variados, incluyendo teletransportación, regeneración, manifestación y control de cuervos y abejas, capacidades físicas sobrehumanas, invisibilidad, crioquinesia, piroquinesia y control temporal de los cuerpos de otros seres humanos. Habría sospechado que estaba relacionada con Eidolon, el tercer parahumano más poderoso del planeta gracias a su habilidad para usar cualquier poder imaginable a voluntad, pero había claras diferencias entre ambos ya que Big Sister parecía ser capaz de usar todo su arsenal al mismo tiempo mientras que Eidolon solo podía emplear tres o cuatro simultáneamente y tenía que descartar el uso de un poder si deseaba utilizar otro distinto. Además, ella conocía personalmente al hombre que se encontraba bajo la máscara y este era prácticamente un monje, por lo que la posibilidad de que Big Sister fuese una hija de la que no supiese su existencia era increíblemente baja.
—Sí —respondió inmediatamente Shadow Stalker—. Además, la pelea podría haberse evitado de no ser por Gallant.
—¿Dice la verdad? —preguntó Piggot al más herido de los pupilos.
—Desgraciadamente, sí —admitió Gallant avergonzado—. Shadow Stalker estaba patrullando los tejados de la calle en la que nos encontrábamos cuando vimos aparecer a una persona de más de dos metros de altura vestida como un buceador de los años cuarenta. Mis poderes me permitieron saber que ella se sentía algo intimidada al vernos, por lo que deduje que era una villana que no conocíamos y le lancé uno de mis rayos para amplificar su miedo de forma que se rindiese sin necesidad de que tuviésemos que luchar contra ella y fuésemos capaces de traerla aquí para interrogarla. En su lugar, mi ataque la hizo entrar en pánico y ella empezó a darme una paliza, solo atacando a mis compañeros cuando intentaban defenderme hasta que Shadow Stalker llegó y, en lugar de intentar reducirla o usar su ballesta para disparar uno de sus virotes tranquilizantes como esperábamos, la abrazó y comenzó a decirle palabras tranquilizadoras hasta que se calmó. Tras lograrlo, Big Sister se disculpó y escapó corriendo en dirección al puerto.
—Big Sister es una compañera de clase mía que desencadenó a principios de año —explicó Shadow Stalker antes de que la directora pudiese preguntarle cómo sabía que hacer eso funcionaría—. Como no quería ser una criminal y tampoco le apetecía ser parte de los Pupilos, la estaba ayudando a convertirse en una pícara para que pudiese ganarse la vida gracias a sus poderes, que es la razón por la que no me molesté en hablaros antes sobre ella. Esta noche me había llamado para decirme que se había replanteado sus ideas y quería ver qué tal se le daba ser una heroína, pero se cruzó con este payaso y... Bueno, ya sabéis el resto.
—Así que ¿todo este incidente fue un malentendido? —cuestionó Piggot, ganando un asentimiento por parte de Shadow Stalker—. En tal caso, ¿por qué sus poderes se parecen tanto a los que los Comerciantes usaron durante sus últimas horas de existencia?
Ese evento todavía estaba fresco en la memoria de Piggot. Un mes antes los Comerciantes de Archer's Bridge, una banda local de drogadictos, traficantes y proxenetas que, a pesar de tener parahumanos entre sus filas, apenas era considerada una amenaza por los otros villanos y el PRT, habían hecho desaparecer a cinco coches patrulla del Departamento de Policía de Brockton Bay que pasaron por su territorio, por lo que su jefe les había dicho que era asunto suyo.
Nada podría haberlos preparado para la subsiguiente batalla, que había terminado con la totalidad de la banda muerta, cincuenta heridos entre civiles y agentes del PRT y cuatro miembros del Protectorado con necesidad de la asistencia de Panacea, una pícara afiliada al PRT con la capacidad de manipular la biología de todo ser vivo que tocaba, para no morir por las heridas que los pandilleros les habían provocado. Otros parahumanos independientes o que formaban parte de las otras bandas de la ciudad también habían participado en la misma y lograr salir ilesos. Los Pupilos, al ser menores de edad, no lo habían hecho a excepción de Shadow Stalker, que había desaparecido nada más enterarse de la situación solo para ser vista más tarde usando su intangibilidad para ayudar a evacuar de la zona de combate a un grupo de civiles defendidos por un parahumano no identificado.
Autopsias posteriores de los pandilleros demostraron que las deformidades que sus cuerpos mostraban y la degeneración de su estado mental, que explicaba su manera de atacar a sus víctimas, eran provocadas por haberse inyectado dosis masivas de un fluido que encontraron junto a los cuerpos de los agentes desaparecidos durante la inspección de su territorio. Este, al analizarlo, mostró similitudes con uno producido naturalmente por la corona pollentia, la parte del cerebro que permitía a alguien convertirse en parahumano, aunque nadie podía explicar cómo se las habían arreglado para acceder al mismo.
Entonces Piggot sumó dos más dos, dándose cuenta de que había una conexión clara entre ambos sucesos.
—La parahumana que defendía a los civiles que evacuaste esa noche, ¿era Big Sister?
—El almacén abandonado donde tenía su laboratorio fue asaltado una noche antes y robaron varias de sus creaciones—confirmó Sophia—. No solo eso, sino que las que robaron eran muestras experimentales que pensaba destruir porque producían adicción en los ratones con los que experimentaba y no las introdujeron en sus cuerpos de las forma adecuada. Ahora la técnica es lo bastante refinada como para ser usada con seguridad por seres humanos.
Piggot y los demás pupilos la miraron con sorpresa antes de que Vista hablase por todos.
—Así que no habías sido sustituida.
—¿De qué estás hablando? —preguntó Shadow Stalker confundida.
—Kid Win y yo sospechábamos que tu relativamente reciente cambio de actitud era porque un transformista te había sustituido y tenía dificultades para imitar tu personalidad correctamente. Los demás pensaban que un controlador te estaba dirigiendo o, al menos, manipulando tu comportamiento —explicó Vista antes de casi caer de su silla por la risa al ver la cara que su compañera había puesto al escuchar su explicación—. Parece que, sea quien sea Big Sister, es una buena influencia para ti.
—Dejando eso a un lado, me interesaría conocer sus calificaciones —solicitó Piggot, sabiendo que necesitaba saber todo lo posible sobre Big Sister para poder clasificarla como posible futura miembro de los Pupilos o amenaza que había que detener.
—No estoy muy segura de los números ahora, pero puedo confirmar que, antes de empezar a experimentar consigo misma para concederse más poderes, era principalmente una inventora, con grados menores de transformista, luchadora, pensadora y controladora. Este último estaba limitado entonces a una especie de babosas marinas que su cuerpo produce y que, hasta el momento, son imprescindibles para que pueda usar sus poderes de inventora, los cuales técnicamente la convierten en una triunfadora —contestó Shadow Stalker, dejando a la directora algo preocupada. Había doce clasificaciones reconocidas de poderes parahumanos y, aunque todas tenían sus peligros, era muy inusual que una inventora tuviese naturalmente seis categorías en lugar de conseguirlas indirectamente a través de su tecnología, mucho menos que ampliase su número de poderes por la aplicación directa de la misma. Alguien con esas capacidades podía llegar a ser extremadamente peligroso si decidía convertirse en un criminal o trabajar para ellos, como muchos parahumanos hacían en Brockton Bay, por lo que solo podía esperar que Shadow Stalker, su aparente amiga, lograra convencer a Big Sister de que lo que pasó durante su primer encuentro con los Pupilos no era la forma habitual del equipo de darle la bienvenida a un nuevo parahumano.
—Centrémonos en sus capacidades como inventora, dado que asumo que tienen algo que ver con las capacidades que los Comerciantes y ella demostraron tener —concretó la directora.
—Su especialidad es crear sueros capaces de convertir permanentemente a una persona normal en un parahumano o conceder nuevos poderes a alguien que ya los tiene. Cada suero es completamente compatible con los demás, permitiendo a una persona tener una serie de poderes que aparentemente no tienen una relación lógica —explicó Shadow Stalker—. Si así lo desea, puedo hacerle una demostración.
—Muy bien, sorpréndenos —respondió Piggot, curiosa por ver si estaba diciéndoles la verdad o si llevaba diez minutos mintiéndoles.
Shadow Stalker se sacó uno de sus guanteletes y levantó la mano, que se cubrió de plumas negras y se hizo más parecida a la pata de un pájaro antes de que, aparentemente de sus dedos, apareciesen varios cuervos que volaron alrededor de la habitación antes de posarse ante Piggot, quien salió de su sorpresa lo suficiente como para acariciarlos para ver si realmente estaban allí. Comprobando que eran reales, la directora permitió continuar a Shadow Stalker, que los hizo desaparecer antes de que su mano volviese a la normalidad. Entonces, para sorpresa de sus compañeros y de la directora, se teletransportó detrás el asiento de Emily por un segundo antes de volver a aparecer en su silla.
—Impresionante —admitió Piggot—. ¿Cuánto está dispuesta a ganar tu amiga trabajando para nosotros?
La respuesta a su pregunta era, predeciblemente, mucho.
El primer equipo del PRT que había probado los sueros al comienzo de la reunión había capturado en menos de una hora a Nilbog sin sufrir bajas y sus superiores estaban pensando en enviarlos a cazar al Matadero 9. La efectividad de los agentes, una vez que Shadow Stalker les había dado un cursillo rápido de una hora de forma que supiesen cómo usar sus nuevas habilidades y les habían concedido guantes especiales que no serían destruidos cuando usasen sus poderes, era increíble, lo que significaba que la organización estaba dispuesta a pagar millones para conseguir más muestras de la sustancia.
Tras casi cinco horas de negociación, en las cuales Big Sister les había explicado todo el proceso de creación de los sueros, ella y su padre habían accedido a conceder muestras de sus mejores creaciones a varios laboratorios afiliados al PRT para sintetizarlas. A cambio, ellos recibirían una parte importante de los ingresos conseguidos, se les informaría de todo lo referente a la investigación, Big Sister tendría un puesto en el equipo local de los Pupilos y el PRT la ayudaría a conseguir su verdadero objetivo, que era eliminar completamente la distinción entre humanos y parahumanos.
Su razonamiento era que, si todos tenían poderes y sabían cómo usarlos, cuando tuviesen que luchar contra los endbringers, que solo podían ser destruidos por los dos primeros parahumanos y que venían en números cada vez mayores a medida que pasaban los años, las posibilidades de supervivencia de los involucrados en las mismas se hacían estadísticamente más altas.
Tras decidir que su razonamiento era bueno, todas las personas presentes en la sala empezaron a salir hasta que solo quedaron Piggot, Big Sister, que realmente se llamaba Taylor Hebert, y su padre, Danny Hebert. En ese momento la ingeniera le mostró una muestra de regenerador, afirmando que la permitiría despedirse de la máquina de diálisis que necesitaba para mantenerse con vida. A pesar de no fiarse de los parahumanos, principalmente porque sus problemas de salud habían sido causados por culpa de un grupo de los mismos que la habían dejado abandonada junto a otros soldados diez años antes cuando se suponía que debían ayudarlos a capturar a un supervillano, y considerar que convertirse en parahumana solo le traería problemas, incluyendo su degradación porque no podía ser parahumana y directora del PRT al mismo tiempo, la posibilidad de curar sus problemas médicos sin tener que pagar tratamientos muy caros era algo que la tentaba mucho, por lo que apenas pasó un minuto antes de que agarrase el frasco y bebiese su contenido de un solo trago.
Lo que Taylor no le había dicho era que, para desarrollar su corona pollentia y reparar sus riñones, el suero tenía que sacar material de algún sitio, por lo que, aparte de hacer desaparecer las marcas de pinchazos que la máquina le había provocado, Emily terminó con una apariencia más joven y sin la mayor parte de su grasa corporal. Cuando el proceso finalizó, Big Sister le aconsejó hacerle una visita a Amelia Lavere, más conocida como Panacea, para someterse a una revisión completa porque había una pequeña posibilidad de que hubiera desarrollado un cáncer o tuviese un órgano de más en su cuerpo, algo que Emily decidió que tenía que hacer lo más pronto posible.
Tras decir eso, Big Sister y su padre salieron de la sala de reuniones, Taylor para reunirse con los pupilos en sus identidades civiles y Danny para volver a su oficina en los muelles, y Emily Piggot, que hasta entonces había estado muy feliz de recuperar la figura de su juventud, se dio cuenta de que iba a necesitar un vestuario nuevo porque, tras una década sufriendo de obesidad, todo lo que tenía en su armario le quedaba grande. Por otro lado, se preguntó cómo reaccionarían sus subordinados si la veían entrar en las oficinas con su nuevo aspecto.
—¡Aquí, Taylor, aquí! —exclamó Sophia, quien la estaba esperando acompañada de cuatro chicos y una niña pequeña—. ¿Qué tal te fue con la directora?
—Salió justo como esperábamos —respondió Taylor Hebert antes de mirar más detenidamente a los compañeros de Sophia—. Creo que os conozco a todos.
—Lo dudo mucho —replicó Dennis—. Mi nombre es...
—Dennis, Chris, Missy, Dean y Carlos. Sophia me ha hablado mucho de vosotros y de vuestros... talentos —comentó casualmente. Todos, excepto por Sophia, la miraron alarmados—. Tranquilos, no es como si no cumpliese los requisitos para entrar en vuestro club.
Respirando aliviados, el grupo de jóvenes parahumanos entró en una cafetería cercana. El dueño trabajaba para el PRT, por lo que, cuando los vio, les indicó discretamente la zona privada de la misma.
Tras sentarse en una mesa, Dennis se aseguró de que no había nadie desconocido cerca y miró a Taylor con sospecha antes de preguntar:
—¿Eres Big Sister?
—La respuesta es obvia — contestó Taylor—. En el lado positivo, al menos no elegí un nombre que tiene vagas connotaciones sexuales.
—Ese chiste se hizo viejo hace mucho tiempo —replicó Dennis secamente mientras intentaba ignorar las risas de sus compañeros—. Lo que realmente me interesa, y preocupa, es la clase de relación que tienes con Sophia.
—Eso no es de tu incumbencia —respondieron ambas chicas.
—Romántica —indicó Dean, ganando la sorpresa de sus compañeros—. ¿Qué? Incluso si no lo mostráis, vuestros sentimientos son claros para mí.
—Si son tan claros, ¿por qué tardaste tanto en darte cuenta de que tu exnovia te ponía los cuernos con Panacea? —cuestionó Missy, borrando la sonrisa de la cara de Dean.
—A mí me interesa saber cómo os conocisteis, ya que dudo mucho que simplemente os cruzaseis por la calle un día y decidieseis empezar una relación —señaló Carlos.
—Vamos al mismo instituto desde hace aproximadamente un año y medio —reveló Sophia—. Aunque tengo que admitir que nuestra relación fue... complicada al principio.
—Sí, tú eras mi matona y yo tu víctima hasta hace dos meses —dijo Taylor, ganándose una mirada sorprendida por parte de los demás adolescentes mientras Sophia intentaba hacerse más pequeña—. ¡Deja de hacer eso! Ya te perdoné cuando lidiamos con mi judas.
—¿Judas? —preguntó Chris, aunque entendía perfectamente a qué se refería.
—Emma Barnes, mi mejor amiga hasta que Sophia la salvó de ser violada por unos pandilleros hace casi un año y medio. La perra llevaba todo el curso acosándome junto a Sophia y otra chica llamada Madison, pero estaba dispuesta a perdonarle todo el daño que me había hecho hasta que me encerraron en una taquilla llena de productos de higiene femenino usados durante horas. Para no entrar en pánico, empecé a pensar seriamente sobre nuestra amistad, lo que me llevó a concluir que Emma solo me había visto como su amiga porque le convenía y que realmente no se preocupaba por mí, lo que me hizo... ver algo muy inusual por un segundo. Los siguientes minutos fueron insoportables porque la taquilla repentinamente me parecía muy estrecha, aunque no supe la razón hasta que Sophia abrió la puerta unos minutos después.
—¿Algo inusual? —preguntó Missy a pesar de saber a qué se refería. Todos los parahumanos, en el momento de recibir sus poderes, tenían una visión de dos enormes criaturas parecidas a gusanos tan grandes como la luna girando el uno alrededor del otro mientras se movían por el espacio exterior dejando una estela de material detrás, de la cual un fragmento se dirigía en su dirección y se iba haciendo más grande hasta que los golpeaba. Nadie sabía qué significaba, pero la teoría más aceptada era que, fuesen lo que fuesen esas criaturas, eran las responsables de la existencia de sus poderes—. Eso siempre pasa cuando alguien sufre un evento desencadenante y, si hay otro parahumano cerca, este comparte la visión y se siente algo mareado, confundido, pierde el equilibrio y, en algunos casos, puede desmayarse... ¿Es eso lo que te hizo rescatarla, Sophia?
—No, el aula en la que me encontraba en ese momento estaba demasiado lejos de la taquilla como para que notase que Taylor había conseguido poderes —admitió Sophia con algo de vergüenza—. La profesora de la misma, la señorita Takada, preguntó a todos los alumnos si sabían dónde se encontraba Taylor cuando no la miró. Mirando el reloj me di cuenta de que faltaba poco para la hora del almuerzo, y, preocupada por la posibilidad de que la broma, que era como Emma llamó a encerrar a Taylor en una taquilla llena de basura, hubiese ido demasiado lejos, pedí permiso para ir al baño y corrí hacia la taquilla. Al llegar la escuché quejarse del tamaño de la misma y la liberé, dándome cuenta nada más hacerlo de que realmente nos habíamos pasado con la broma.
Taylor se sacó sus gafas y, repentinamente, su piel pálida se volvió gris perla y su cuerpo creció hasta que medía más de dos metros de alto, algo notable porque tanto ella como Sophia ya eran más altas que la media femenina de su edad con un metro setenta y cinco cada una, y se hizo más musculoso. Sus ojos también cambiaron, dejando de ser verdes y convirtiéndose en dos orbes amarillos sin pupila visible que brillaban como bombillas, dejando únicamente sin cambiar su larga cabellera de rizado pelo negro.
—Esta es mi verdadera forma —explicó a los adolescentes—. Puedo tomar un aspecto humano por unas horas, pero cada vez se me hace más difícil mantener mi antiguo aspecto y mis mejores estimaciones son que, en aproximadamente tres años, dejaré de ser capaz de hacerlo.
—Ya te dije cuando te vi así que no era para tanto. Sí, te vas a convertir en una caso 53, pero cuando lo hagas solo necesitaras ropas de talla grande como las que llevas puestas ahora, maquillaje y unas gafas de sol para parecer una persona más o menos normal. Además, prometí que estaría a tu lado para siempre cuando decidiste darme la condicional y intentamos empezar una amistad genuina —señaló Sophia con empatía—. Que luego se convirtiese en algo más fue inesperado, pero ciertamente bienvenido.
—Gracias —respondió Taylor con una sonrisa mientras su cuerpo volvía a tomar una apariencia humana y se ponía sus gafas otra vez, algo que ella encontraba irritante porque, quizá debido a su extrema capacidad regenerativa, su otra forma no sufría de miopía—. Volviendo de nuevo a la explicación, una vez que logramos que volviese a tener mi aspecto habitual y le diese un puñetazo a Sophia que esta admitió merecer, me di una ducha en los vestuarios. Tras limpiar mi mochila y darme una muda limpia, Sophia me acompañó de vuelta a casa y, aproximadamente una hora después de despedirnos, sentí arcadas y corrí al cuarto de baño, donde vomité mi primera babosa. Verla me hizo sentirme decepcionada de mi poder hasta que, instintivamente, me di cuenta de que no solo podía extraer una sustancia útil de la misma, sino de cómo refinarla para conseguir un suero capaz de conceder a alguien fuerza sobrehumana por unos minutos.
—Tras encontrar un almacén abandonado que no estuviese ya ocupado por pandilleros o sin techo para que pudiese experimentar sin ser descubierta, usé parte de mi sueldo para comprarle equipamiento básico de laboratorio, una pecera llena de agua salada para las babosas y ratones con los que experimentar —explicó Sophia—. También, con el paso de las semanas, noté como mis sentimientos hacia Taylor... cambiaban de una forma tan radical que no sabía cómo reaccionar, aunque no pensé en ningún momento que estuviese haciendo algo de forma deliberada para controlarme sutilmente.
—Yo también sentía lo mismo, pero, francamente, no me importaba hacerlo. De hecho, esos sentimientos hacían más fácil de lo habitual ignorar a Emma, aunque, para que no sospechase que pasaba algo raro, Sophia se vio obligada a usar métodos poco ortodoxos para asegurar que no revelaba que era Shadow Stalker —dijo Taylor, haciendo que todas las miradas se centrasen en Sophia.
—No hice nada ilegal, solo expliqué parte de la situación a Miss Militia tras la pelea contra los Comerciantes y esta logró que aprobasen la aplicación del procedimiento LL en los Barnes —respondió Sophia rápidamente, haciendo que sus compañeros se relajasen.
El procedimiento LL, o procedimiento «Lex Luthor», era una medida de protección de la identidad de un miembro del Protectorado, que incluía a los Pupilos, aprobada tras el asesinato de Fleur, una de las fundadoras del equipo independiente local conocido como la Brigada de Brockton Bay, diez años antes cuando esta, creyendo que los parahumanos deberían responder por sus acciones como cualquier otra persona, decidió revelar su identidad secreta tras ayudar a capturar al villano local conocido como Marquis, quien era el padre de Panacea y, antes de ser encerrado, había hecho un trato con el PRT para que protegiesen a Amelia del Imperio 88 porque Allfather, su fundador, creía que él había sido el responsable de la muerte de su hija y prometió esperar a que ella tuviese la misma edad antes de matarla como venganza. En términos simples implicaba que, si una persona conocía la identidad secreta de un miembro del Protectorado y trataba de usar ese conocimiento para chantajearlo o matarlo, un equipo de profesionales incapacitaría al individuo en cuestión y, con la ayuda de un parahumano cuya identidad se mantenía secreta excepto para la directora y el subdirector generales del PRT, sus memorias serían manipuladas de forma que, incluso en presencia de pruebas indiscutibles, fuese completamente incapaz de asociar la identidad secreta del miembro del Protectorado en cuestión con su identidad pública.
No pocos de los que sabían sobre su existencia lo consideraban inconstitucional, pero eso solo implicaba que el caso tenía que ser revisado por diez jueces y discutido durante dos semanas antes de ser aprobado o rechazado. El hecho de que Alan Barnes, el padre de Emma, también sabía su secreto por haber sido el responsable de que Sophia acabase formando parte de los Pupilos en lugar de ser encerrada en un correccional de menores, solo hacía la situación peor. Aun así, de no ser porque ella les había confesado todo lo que había hecho durante los últimos años, mostraba genuino remordimiento de acuerdo con Armsmaster, un miembro del Protectorado que usaba una tecnología especial para analizar completamente el lenguaje corporal de alguien, y estaba más que dispuesta a ser enviada a Birdcage por lo que había hecho, ella habría terminado en un correccional juvenil o peor. En su lugar, su supervisora del PRT fue despedida y sustituida por una nueva que realmente se tomaba en serio su trabajo y Sophia había empezado a mejorar la relación que tenía con su madre, que llevaba años sabiendo sobre su otra identidad, y sus hermanos, los cuales agradecían a Taylor que consiguiese que Sophia cambiase de actitud.
—Ya, y te lo agradezco igualmente a pesar de que no pudieron impedir que ella recordase estar guardando un secreto tuyo, incluso si no sabía cuál.
—Lo sé, pero cuando salí del armario pareció convencerse de que era eso lo que le había pedido que ocultase. Además, revelar nuestra relación era la excusa perfecta para abandonar a Emma y no requería demasiadas explicaciones, incluso si nos puso en el punto de mira de la juventud del Imperio 88 —admitió Sophia como si no fuese gran cosa—. Por otro lado, no iba a pasar mucho tiempo antes de que se hiciese pública mi orientación sexual después de nuestra... conversación la noche en la que luchamos contra los Comerciantes.
—¿Tuvisteis relaciones sexuales antes de uniros a la lucha? —cuestionó Chris alucinado.
—No, yo estaba culpándome a mí misma de la situación y Sophia logró convencerme de que no lo era, aunque admito que no la estaba escuchando hasta que confesó lo que sentía por mí —indicó Taylor, claramente ofendida por la insinuación—. Incluso entonces, las dos aún tenemos quince años y, si deseásemos realizar esa clase de actividades, todavía nos quedan unos meses para llegar a la edad legal de consentimiento de este estado.
—Dejando de lado ese tema, me gustaría hablar de nuestro primer encuentro. ¿Dónde conseguiste tu disfraz? Dudo mucho que lo hubieses comprado en una tienda de submarinismo —preguntó Dennis aprovechando que Chris se había quedado sin palabras por la respuesta de Taylor.
—Lo encontramos en el sótano de mi casa una semana después de lidiar con los Comerciantes —dijo Taylor—. Pertenecía a mi bisabuelo paterno y, nada más probarlo, vimos que era perfecto para que lo usase para proteger mi identidad si le hacíamos algunos ajustes para que pudiese usarlo en mi estado transformado.
—¿Realmente tenías que darme una patada en la entrepierna tras tirarme al suelo? —cuestionó Dean—. La única razón por la que no me convertí en un castrato era que la armadura de la zona, que tú doblaste, me la protegió con éxito.
—Tuviste suerte de que Sophia lograse tranquilizarme antes de que te arrancase esa pieza de armadura —replicó Taylor, dejando claro que no se arrepentía de haberlo hecho—. Además, es dudoso que lo que tienes ahí funcione tras la patada que Glory Girl te dio en los machos hace tres semanas.
—¿Cómo sabes eso? —pregunto sorprendido.
—Culpa mía —confesó Sophia—. Al darme cuenta de que Amelia Lavere y Victoria Dallon se querían entre sí como algo más que amigas pero no se atrevían a dar el primer paso, decidí animar a Amy a besarla. Victoria estaba muy confundida al respecto, pero no tardó mucho en admitir que le gustaba más besar a Amy que a ti y les pagué una habitación en un hotel con una reputación de no hacer preguntas. Cuando más tarde me reuní con Taylor y se lo conté, ambas llegamos a la conclusión de que nuestra relación era poco diferente de la suya.
—Lo que Sophia está intentando decir es que estábamos enamoradas la una de la otra desde el primer momento, pero ella no era capaz de admitir sus propios sentimientos y empezó a odiarme por ello mientras que yo era incapaz de reaccionar positivamente hacia ella debido a su abuso a pesar de que no teníamos forma de negar que había algo entre nosotras —explicó Taylor—. Lo sé, yo tampoco me lo creo, pero es la única explicación que tengo para que hubiésemos pasado tan rápido de ser enemigas a amantes.
—Sincronización de Manton —sugirió Carlos repentinamente, ganando una mirada confundida por parte de los demás—. Es una teoría sobre los poderes parahumanos. Básicamente, algunos poderes, ya sea por su similitud u otra razón, trabajan bien juntos, por lo que las coronas pollentia crean una conexión entre sí para hacer más fácil que los parahumanos en cuestión colaboren, lo que podría explicar la velocidad a la que vuestra relación se desarrolló.
—¿No te lo acabas de inventar? —preguntó Sophia con incredulidad—. Bueno, es una explicación tan buena como cualquier otra.
—Cierto —dijo Taylor, admitiendo de mala gana que explicaba mucho. La conversación derivó hacia otros temas mientras esperaban a que un camarero viniese a preguntarles qué querían tomar.
Dos personas, un hombre de oro y una mujer de plata vestidos, respectivamente, con una túnica blanca y otra negra, miraron Brockton Bay desde cada dimensión posible al mismo tiempo mientras volaban.
—¿Crees que los humanos lo aceptaran? —preguntó la mujer de plata a su compañero, que giró su cabeza para verla.
—No lo sé. Estoy seguro de que podemos hacer algo para impedir la aparición de más endbringers, pero entonces los humanos normales probablemente atacarían a los parahumanos. Dar a toda la población la posibilidad de obtener poderes reduce considerablemente ese riesgo.
—O podría generar más conflicto del que necesitamos, Zion. Nuestras simulaciones pueden estar equivocadas y, sin la supervisión adecuada, solo se necesita una posibilidad entre mil millones para generar un daño masivo.
—El conflicto es la base del cambio y la evolución, Eden —respondió el hombre dorado—. Además, este método es mucho más eficiente que el usado por nuestros antepasados y asegura que las especies nativas sobrevivan para, con el tiempo, acompañarnos en nuestros viajes entre las estrellas.
—Cierto, es mejor absorber los fragmentos de los parahumanos ya muertos cada pocas décadas que esperar trescientos años de este planeta y absorberlos todos a la vez junto al calor y energía de cada versión paralela del planeta, haciéndolo explotar por todo el multiverso y enviando a nuestros descendientes en todas direcciones en busca de otros mundos donde repetir el proceso. El objetivo de nuestros ancestros de descubrir cómo prevenir la muerte térmica del universo era imposible de conseguir, así que es mejor asegurar que otra especie sobreviva el máximo tiempo posible porque así, con el paso de las generaciones, podemos obtener una mayor cantidad de fragmentos con los que fabricar descendientes que enviar al espacio en busca de otros mundos con vida —admitió Eden—. Seleccionar a la hembra que, de acuerdo con la mayoría de nuestras simulaciones, podría llegar a matarnos y concederle el fragmento génesis era arriesgado, pero también la mejor opción posible. Crear una conexión con la otra hembra y limitar la influencia que su fragmento tenía sobre su personalidad para asegurar que trabajaban en equipo sin problemas era un cambio aceptable, pero que pasasen tan rápidamente de ser amigas a ser pareja me pilló por sorpresa.
—A mí también, dado que solo pasaba en trescientas líneas temporales de las catorce millones que predecimos —indicó Zion—. Independientemente del tipo de relación que tengan, debido a nuestra interferencia, sus vidas, y las de miles de millones de humanos nacidos y por nacer, han cambiado para siempre.
—Nuestra elegida para portar el fragmento génesis, Taylor Hebert, no es una humana común, dado que sus decisiones y las consecuencias de las mismas nunca pasarían desapercibidas. Ella siempre estuvo destinada a hacer algo que la convertiría en una leyenda entre los humanos y no hay nada que se pueda hacer al respecto porque, incluso en las simulaciones en las que no consigue poderes o muere por cualquier razón, siempre se las arregla para inspirar a otros humanos y cambiar el mundo, para bien o para mal —contestó Eden.
Decidiendo que su compañera tenía razón, los extraterrestres teletransportaron sus avatares a los lugares donde trabajaban en sus identidades humanas, algo solo conocido por unos cinco seres humanos en todo el planeta ya que nadie sospecharía que eran, respectivamente, el dueño de una determinada cafetería y una profesora en un determinado instituto.
Ellos no necesitaban el dinero que ganaban con sus puestos de trabajo, pero ocupaban los mismos para experimentar lo que significaba ser humanos y, además, les parecía agradable tener otra cosa con la que ocupar su tiempo cuando no estaban luchando contra endbringers o repartiendo sus fragmentos entre la población. Las pocas personas que conocían ese secreto normalmente les dejaban en paz, aunque a veces les llamaban simplemente para hablar o, más a menudo, cuando sucedía una emergencia que realmente necesitaba su asistencia.
Incluso entonces, solo los reclamaban cuando la situación era muy desesperada porque eran demasiado poderosos en comparación con cualquier otro habitante del planeta, tuviese poderes o no, como habían demostrado al casi borrar Irán del mapa cuando Behemot, el primer endbringer, había aparecido y acudieron a luchar en su contra. Ese había sido un duro golpe para los críticos que creían que eran unos desconsiderados por apenas involucrarse en asuntos humanos, por lo que, desde entonces, si alguien que no fuese parte de ese pequeño grupo deseaba hablar con ellos, tenían que hablar con sus representantes, como Eidolon y los otros tres miembros fundadores del Protectorado en Estados Unidos y Canadá, en su lugar para que estos decidiesen si la circunstancia realmente requería que se involucrasen o no.
Además, tenían buenas razones para no interferir. La humanidad necesitaba avanzar si deseaba salir de su mundo natal y ambas entidades, gracias a sus milenios de vida y a los cientos de miles de años de recuerdos que habían heredado de sus antepasados, habían visto a muchas civilizaciones estancarse tecnológicamente y socialmente antes de destruirse a sí mismas si se les concedía todo lo que necesitaban o deseaban, así que era mejor influir en las mismas discretamente y solo actuar cuando la especie estaba en peligro de extinguirse, ya fuera por factores externos o internos, de forma que pudiesen usar su propio ingenio y creatividad en combinación con las habilidades que les concedían para avanzar como civilización y sociedad.
