Okey, en esta ocasión vengo con un pequeño fic de misterio, cuenta con pocos capítulos, todos bastante cortos, inspirado por la canción What if de Emilie Autum y una rara palabra del otro lado del mundo, cuyo significado me encanta. La pintura que sirve como portada el fic es una obra de un artista Mexicano llamado Juan Trujillo Alvares (Si quitan los espacios pueden ver las obras que tiene: trujilloabstractos. artelista. com)

No está de más decir que esto hace parte del Torneo de Desembarco del Rey del foro Alas Negras, Palabras Negras. Disfruten de lo que puedan, es solo una breve historia sobre Antigua, Sarella (¿Alleras?) y el querido Pate (¿Jaquen H'ghar?).


Todo es propiedad de George R. R. Martin. Exceptuando la pintura y la canción. Mi único trabajo aquí es hacer desvariar a sus personajes.


You don't know me
Never will, never will
I'm outside your picture frame
And the glass is breaking now
You can't see me
Never will, never will


Layogenic.

Es una palabra del dialecto Tagalo de Filipinas que expresa exactamente lo que uno siente frente a un cuadro expresionista. Visto de lejos, queda más o menos claro, pero cuando nos acercamos es un completo caos y no entendemos nada.

Layogenic, o cómo poner distancia para ver las cosas con claridad.

...

Es el último cuervo blanco que saldrá de la Ciudadela; el invierno es inminente. Le sigue el rastro con la mirada hasta que se pierde de vista en el horizonte, dirige su vista a Torrealta y a su inconmensurable proximidad al firmamento. Se ve tan austera y deprimente que no puede esconder su antipatía por la leyenda —medio real, medio imaginaria—, que habla de que muchos Hightower no bajan de allí en décadas.

—Están todos locos, locos como piromantes y sacerdotes rojos —expresa con fastidio.

—¿Quiénes? —pregunto con cautela.

—Los Hightower, Pate ¿De cuándo aquí alguien puede pasar toda una vida en una torre tan alta?

—De cuando aquí los hombres renuncian a todo, incluso a las mujeres, para obtener una sabiduría de la que no pueden hacer uso para su propio beneficio —contesto sin medir palabras—. Sus razones no serán menos estúpidas que las nuestras.

Me mira detenidamente, como una pantera, clavando sus ojos negros y centelleantes como la noche en mi aspecto corriente y desigual.

—¿Desde cuándo Pate tiene ideas como esa?

Algo corre entre los dos, la certidumbre de que intentamos tapar algo a la vista. Le examino detenidamente: un joven de cuerpo sano y atlético, de piel oscura y ojos de ónice, demasiado delgado para su edad, pero si lo que decía era cierto, debía ser a causa del hambre que le acompañó durante mucho tiempo… o eso creería cualquiera.

—No lo sé, Alleras, creo que debo dejar los libros y dedicarme solo a beber sidra.

—Sí, eso creo.

Y esos ojos oscuros me vuelven a mirar, ojos cuidadosos, escrutadores, libidinosos y a la vez inocentes, ojos para nada masculinos. Sonrío a medias y correspondo, algo también ha leído en mi rostro. Yo lo sé, siempre lo he sabido, no era un hombre lo que se escondía tras esas miradas escrutadoras y palabras arrogantes, no, no, una chica era lo que escapaba a mi comprensión inmediata. Y ella también lo sabe, sabe sobre mí, sobre mi nombre.

—Ay, Pate, vas a tener que aprender un par de cosas.