Cómame señor lobo: What if…?
Atención: Queridos lectores, se les recuerda que para entender esta historia, es necesario leer "Cómame, señor Lobo". Sin haber leído el fic anteriormente mencionado no se podrán entender el siguiente trabajo.
Universo Alterno: Esta es una serie de capítulos únicos, que responden a los pedidos de los lectores de "Cómame señor lobo". Los eventos que van a leer a continuación nunca pasaron en la historia original, son situaciones alternas, desenlaces diferentes y universos alternos donde un elemento o varios ha dado como consecuencia que las cosas cambiaran.
Advertencia: Este trabajo es puramente lúdico, sin fines lucrativos. "¡Oye Arnold!" pertenece exclusivamente a Nickelodeon y a su creador Craig Bartlett.
¿Cómo no hacerlo?
La observó, iluminada por la ventana entreabierta debido al sofocante calor del verano que se acercaba. Sin poder evitarlo, cerró los ojos con frustración, comenzaba a detestar esa temporada del año. Recordaba que poco tiempo atrás había esperado esa época con emoción y expectativa ¿Cómo no hacerlo? Era el inicio del verano. Pero ¿Ahora? Ese significado había desaparecido por completo y lo había reemplazado la soledad. Ella se iría a su país natal para reunirse con sus fabulosos amigos y lo dejaría atrás. Will lanzó el rostro hacia atrás, observando el techo ¿Cómo se había metido en todo eso? El corazón le dolía de solo pensar en el estúpido lugar en que había sido catalogado ¿Quién lo diría? ¿Existía algo peor que la friendzone? Por supuesto, la brotherzone. Porque él no era su hermano y era extraño que lo llamase así dadas las circunstancias. Le gustaría rogarle a esa preciosa chica que dejara de decirle "Mi Hänsel" cuando él acudía al rescate. Le encantaría decirle que le daba desesperación pensar que lo veía como un pervertido hermano que solo soñaba en hundirse en ella e impregnarse en su exótico aroma. Pero por supuesto, no se lo decía, le sonreía de manera despreocupada y fingía que no ocurría nada. Gracias al tiempo, había aprendido a ser fingir mejor, a ocultar sus emociones.
Pero acorde el tiempo pasaba, se descubría cada vez más ansioso. No quería que se fuese a Alemania, no quería quedarse sin Gretel. Su cabeza cayó sobre su hombro para mirarla, ella dormía de lado, completamente desnuda, con su piel de porcelana, su piel iluminada por el atardecer que reflejaba las múltiples cicatriz que el tiempo le había dado a la chica, su dorado cabello caía despreocupadamente por sus hombros. Gretel tenía las manos apoyadas contra su pecho y sus piernas recogidas como si solo en sueños tuviese el pudor de tapar aquello que él conocía de memoria. El pelirrojo contuvo un gemido lastimero y cerró los ojos ¿Por qué las cosas se habían complicado a ese extremo? La había conocido en el inicio de clases, se había jurado a si mismo que lograría ganarse la amistad de la malvada rubia como la llamaban los otros chicos. Por supuesto, lo había logrado y había descubierto que ser llamado amigo por Gretel era como ganarse un título nobiliario, pues le otorgaba privilegios y responsabilidades inigualables. La gente se desconcentraba cuando los veía juntos, la arisca fiera se podía convertir en una muy cariñosa gatita pero únicamente con Will. Lo abrazaba con sincero afecto cuando él se percataba que se ella sentía mal, Gretel se sentaba sobre su regazo con naturalidad y hablaba con él con intimidad y sinceridad. En un inicio, todo eso no le había molestado ni había encontrada su confianza. Él tenía por madre una mujer muy afectuosa, más que el resto de madres que conocía y resultaba que la mayoría de artistas eran así, expresivos y efusivos. Por lo que, cuando había sido un pequeño niño de rojiza cabellera, las actrices corrían a él para mimarlo y jugar con él como si se tratase de la novedad más grandiosa. Hasta ya siendo casi un adulto, su madre lo abrazaba contra su pecho o lo despertaba bañándolo en besos y palabras dulces, tal vez para compensar los largos periodos de tiempo en que ella desaparecía de su vida para dedicarse al escenario. Y si era sincero, aquellas mismas actrices que de niño lo habían colmado de atenciones, ahora lo trataban con igual de afecto y solían estrecharse contra él, como si se tratasen de tías y primas muy cercanas.
Entonces ¿Cuál había sido el problema? Gretel era afectuosa, íntima y cercana, pero no él estaba acostumbrado a ese tipo de atención ¿Cuándo se había dado cuenta que la amaba hasta el punto en que mirarla dormir se volvía un premio de los Dioses? ¿Cuándo…?
Tal vez la había comenzado a amar desde el principio pero el sentimiento se había vuelto doloroso cuando ella decidió salir con Wolfgang. En ese entonces no hubiese sospechado que eran celos. Gretel había sido feliz con el chico, disfrutaba de su compañía y se distraía en su propio mundo… Ver todo eso había sido realmente doloroso. Lo más lamentable era saber lo mal amigo que había sido al tener esos sentimientos, porque Gretel se las había arreglado para pasar con su novio, con él y con su misteriosa prima de la cual solo había escuchado el nombre. Así que la alemana no desatendía a nadie y por ende no debía dolerle tanto el verla tan feliz. Pero como si los más crueles Dioses lo hubiesen bendecido, resultó ser que Gretel terminó con Wolfgang.
Will solo se alegró un segundo o dos. Ni siquiera había podido disfrutar de su bendición porque la trampa cayó: Gretel sufría. No salía de su departamento, no comía y repentinamente la ágil y dinámica chica que le había cautivado se había trasformado en un fantasma que andaba en camisón por su vacío hogar, dejando que sus pies descalzos crearan el único aviso de su presencia. Verla así, sentirla como un cascarón vacío entre sus brazos, lo desesperó y comenzó a rogarle para que volviera a ser ella misma, había estado a punto de ponerse de rodillas y humillarse si eso lograba que ella lo golpeara con su orgullosa mirada y peligrosas palabras. Él hubiese sido capaz de todo.
Y de repente el mundo se volvió al revés y ella lo besó profundamente. Ni siquiera supo cómo responder a eso, lo besó tantas veces que casi le nubló la mente. Gretel le rogó que la volviese a la normalidad, le rogó que le hiciera sentir amada y poderosa como siempre. Ella, la malvada rubia le suplicaba que le hiciera el amor ¿Cómo negárselo? ¿Cómo tener la fuerza para hacerlo?
Pero esa fue la condena completa. Si antes la había amado ahora no sabía que palabras usar. Después de ese encuentro todo había vuelto a la normalidad, casi sentía que lo había soñado todo. Pero semanas después ella lo llamó y le murmuró que había visto a Wolfgang besándose con una chica. Gretel no tuvo que pedirle nada más, él mismo la besó con fuerza y ella le susurró contra su boca, con una voz oscura y jadeante: "Házmelo con fuerza". Algo oscuro despertó dentro de él, se volvió adicto. No buscó excusas ni razones para explicar cómo siempre terminaba desvistiéndola y hasta ese día le costaba recordar cuantas veces la había poseído y cuantas oscuras fantasías había cumplido Gretel por él.
Le gustaría pensar que ya no era una forma de curar el corazón herido de la alemana, y que todo se daba simplemente porque lo disfrutaba y si tenía ilusiones, podría pensar que tal vez, solo tal vez, sentía algo por él.
Y mirándola en ese momento, acurrucada en la cama, completamente desnuda, tan cerca de él y con tanta calma, le costaba recordarse que eran amigos y después de ese día todo volvería a la normalidad. No quería que eso pasara, no deseaba encontrarla en el receso y escucharla hablar sobre el último comic que había leído y lo fabuloso que había sido algún evento en particular. No quería hacer eso, lo que deseaba era despertar con una gran sonrisa, escuchar a su madre suspirar por el amor mientras él se iba y en lugar de ir directamente a la preparatoria, hacer un enorme recorrido hasta llegar al lujoso edificio donde vivía Gretel, subir a su departamento y esperar a que saliera mientras hablaba con su prima por celular y luchaba por comer su cereal a toda velocidad. La encontraría en el momento en que se relamería la leche azucarada de los labios y la besaría profundamente, la escucharía bromear sobre el asunto y la llevaría de la mano esperando a que se quejara, para cargarla sobre su hombro hasta la preparatoria. Le rogaría a los Dioses que se quejara tanto que tuviese que darle un par de nalgadas hasta callarla, porque las disfrutaría sin tener que ocultarlo. La bajaría cuando llegaran a la primera clase que ella tuviese y la volvería a besar para que Wolfgang lo viera, porque se merecía saber que había oficialmente perdido. Aunque eso fuese cruel, aunque luego su consciencia le dijera que el sujeto no merecía sufrir y que no era digno de su parte el buscar marcar territorio. Aunque todo eso ocurriese, su alegría no se apagaría porque por fin podría tenerla entre sus brazos cuando deseara y darle un carácter diferente a cada roce. Por fin podrían hacer el amor y no solo hacérselo él a ella.
Will contuvo una pequeña risa, burlándose de él mismo y de su ridícula postura de trágico enamorado ¿Cómo no hacerlo? ¿Cómo no pisar sus principios sobre una adolescencia descuidada cuando se trataba de ella? ¿Cómo no rendirse al culto que implicaba besar la piel de Gretel y detenerse en cada pequeña cicatriz que tenía su perfecta piel? Porque las conocía de memoria, cada historia atrás de las más pequeñas o las más grandes. Y también sabía que Gretel se estremecía hasta perder el aliento cuando recorría con su lengua esas lizas marcas que anunciaban que su dueña no era una doncella, sino una guerrera.
La rubia abrió suavemente los ojos, dejando ver su adormilada mirada azulada, ambos hicieron contacto inmediato y ella sonrió de costado.
- Hace calor… -masculló, pateando la sábana que se había enredado entre sus pies- ¿Prendes el aire acondicionado? –pidió, girando para quedar boca arriba y todo el pudor del sueño desapareció, exponiendo libremente sus pequeños senos coronados con rosáceos pezones orgullosamente erguidos, un vientre vertiginoso que tenía fielmente marcado las suaves líneas, muy sutiles, de sus abdominales, como si supiera cuando detener su entrenamiento y mantener su femineidad y al mismo tiempo recalcar las horas que dedicaba a mantener un fiel horario de entrenamiento; su liza piel parecía brillar por el sudor, entre sus muslos se había creado un surco de perlas cristalinas que lo invitaban a beber.
- Ponte la sábana o te resfriarás. –prefirió alejarse de esa imagen, de esas largas piernas y bien formados muslos que había mancillado más allá de la lógica. El pelirrojo se sentó y se puso el bóxer que estaba en el suelo. En un solo movimiento se sintió suficientemente vestido para caminar tranquilamente, logrando que ella se riera libremente.
- Es ridículo que te cubras ¿Sabes? Creo entender la dinámica del cuerpo masculino… -ronroneó, girando debajo de la fina sábana para ponerse a gatas sobre la cama, dejándolo con la boca seca- No siempre están erectos ¿Verdad? –preguntó, batiendo sus largas pestañas.
- Te lo explicaré así... –encendió el aire acondicionado, este hizo un pequeño sonido antes de comenzar a brindar el aire frío necesario para cambiar toda la habitación de verano a primavera en pocos segundos- No me molesta mi desnudez, pero, imagina que en lugar de mis nobles partes tuviese una campana… -ella abrió los ojos por un momento y comenzó a reír.
- ¡Sería terrible! –aseguró, con un relajado humor digno de una amante complacida que había sido bien atendida por apasionadas horas.
- Pues bien, cuando caminase se sacudiría la campana tanto que sonaría como si anunciara la hora de la cena. –ella rio con mejor humor, sentándose como una felina que sigue el rastro de su juguete favorito- La misma dinámica se mantiene aún si no tengo una campana. Y duele ese repiqueo. –le gustaba escucharla reír, no le importaba si terminaba diciendo cosas sin sentido. Ella se reía pero no se burlaba de él, simplemente disfrutaba del momento- Por eso el bóxer, mantiene cero bamboleos de campana.
- Oh Will… -sonrió divertida, extendiendo suavemente sus brazos a él, llamándolo a que se acercara.
El chico tuvo que recordarse que sería imprudente ir demasiado rápido, no era necesario demostrar que él era quien ansiaba su tacto; llegó a ella, sentándose junto a su cuerpo y la recibió contra su piel.
Gretel era una chica dura, directa, agresiva a cierto punto, actuaba de manera dictatorial y sin dudas. No pensaba las cosas y tampoco analizaba que efecto harían sus acciones. Solo las hacía. Pero cuando creaba un vínculo se volvía protectora, pero era sorprendente que se mostrase afectuosa únicamente con aquellos que compartían la cama con ella ¿Acaso era su manera de demostrar que no se acostaba con cualquiera? ¿Era esa la manera de dejar caer el último muro que guardaba sus emociones?
Sensorial ante todo, era sorprendente lo expresiva que podía ser con sus acciones. Sus finos brazos lo rodeaban por el cuello, su cuerpo se apoyaba tranquilamente contra su pecho y podía sentir los labios femeninos contra su clavícula. Ante una imagen tan dulce, el simple hecho de cerrar sus grandes manos en la cintura de la alemana le parecía grosero, pues dañaba la delicada imagen pero aun así no podía dejar de necesitar su tacto.
- Me he dado cuenta... –anunció Gretel, enderezándose, repentinamente su mirada había pasado del letargo absoluto al cinismo supremo. La rubia deslizó sus dedos entre sus cabellos para enviar la maraña de los mismos hacia atrás, liberando su rostro- O por lo menos creo saberlo, así que si me equivoco tú me lo dirás ¿Si?
- Entendido. –la alemana se enderezó para rodear con sus muslos las caderas masculinas, sus largas piernas se cerraron cálidamente entorno a él y Will no pudo evitar recorrer con sus manos la cara interna de sus suaves extremidades.
Casi le distrajo el tatuaje que tenía Gretel, ese buque de guerra que la hacía lucir como una modelo de las SuicideGirls, dado que esa pose lucía como la perfecta representación del softcore altporn. Guardando lo sexual para dejar ver lo erótico de su cuerpo. Will sonrió de costado, conteniendo el deseo de cerrar sus manos con fuerza sobre la tersa piel y tumbarla en la cama olvidándose de la charla que estaban teniendo. Pero logró contenerse.
- Tú me amas, William. –susurró ella y levantó su mirada, observándole fijamente- Cada vez que tenemos relaciones, siento que lo haces como si fuese la última vez, como si te torturara. –enmarca una ceja- ¿Acaso te he lastimado?
Él ni siquiera se sorprendió ¿Por qué hacerlo? Gretel era muy observadora y directa. No iría con sutilezas ni amabilidades, aun cuando se trataba de las emociones del chico. Ni siquiera le extrañaba saber que esta era la manera en que terminaría confesándose a ella y posiblemente perdiéndola en el proceso.
- Te amo. –inclinó el rostro, en forma de respeto, como el súbdito a la reina- Te amo y temo el día que encuentres otra persona pues sé que ese día terminarán estos encuentros. Cuando te poseo no puedo dejar de pensar que puede ser la última vez que te sienta así. Por unos momentos me perteneces como a nadie. –levantó su mirada gris- No quiero perderte pero tú y yo sabemos…
- …que esa idea de seguir siendo amigos si no te correspondo sería solo torturarte. Y yo no sería capaz de eso. –la chica soltó el agarre de sus brazos y se dejó caer en la cama, recostada, con sus brazos extendidos y sus piernas cerradas entorno a las caderas de él, sin dejarlo ir- Si no te correspondiera me iría, volvería a Alemania, buscaría que me olvides. –negó lentamente- Aun si Helga no me perdonase, no podría hacerte daño.
- No quiero que te vayas… -el corazón se le ahogó, sintiendo una punzada dolorosa y casi temblando- No lo hagas…
- No me iré… -cerró los ojos, susurrando, distante- Tú siempre dijiste que la adolescencia es para vivirla, que no creías en el amor imberbe. Los jóvenes son inexpertos e imprudentes, me dijiste. Y te di la razón. Entonces ¿Por qué enamorarte de mí?
- Porque no pude evitarlo. –admitió, llevando una de sus manos a su rostro y enterrando sus dedos entre sus cabellos, con frustración- No pude evitarlo.
- ¿Es por esto…? ¿Es por qué lo que hacemos no es de amigos? –no tenía que observarla para saber que se encontraba preocupada, que temía haberle lastimado por lanzarse, como siempre, sin ver si había donde caer, pero habiéndolo llevado con ella al desastre.
- Te amo desde antes. No estoy confundiendo deseo sexual con amor, descuida. –la miró y ella le sonreía suavemente- Aunque he conocido muchas chicas, bellezas absolutas, admito que me sorprende enamorarme de una joven… -desliza su dedo índice por entre los senos femeninos, en la planicie tersa de su piel- completamente carente de atributos superiores.
- ¡Oh! –respondió con sarcasmo, dándole un manotazo- ¡Eres tan romántico! –rodó los ojos, pero no se cubrió sus pechos, manteniendo el orgullo en su mirada- Di lo que quieras, pero sé que te gustan, lo has dicho. –él sonrió de lado, atrapado por sus propias palabras, a sabiendas que ella nunca dudaría de los halagos que alguna vez había recibido de él- Te conozco, Will y aunque intentes distraerme con tus bromas, no puedes engañarme.
- Y por eso ¿Te diste cuenta que te amo? –ella asintió- ¿Entonces…?
- ¿Entonces qué? –Gretel enmarcó una ceja.
- Dado que estás tan cómoda comienzo a sospechar que por lo menos te gusto… -ella se encogió de hombros, sonriendo cínicamente, sin darle el gusto de la respuesta- Lo que debería hacer es darte un par de azotes por taimada.
- No te amo. –confesó ella, quitándole la sonrisa del resto- Me parece que lo mínimo que te debo en una situación así es mi sinceridad absoluta: No te amo. No de esa forma, porque como mi compañero más leal y aquel en que puedo confiarle todo, hasta mi cuerpo… como eso, te amo. Pero… -aclaró rápidamente, pues su intención no era torturarlo- Me gustas hasta la médula, a veces pienso en Wolfgang y me sorprende que me haya enamorado de él antes…
- ¿Antes? –quiso recalcar Will el hecho de que ella hablaba en pasado.
- Si… -se sorprendió- Creí que era obvio que llevamos mucho tiempo siendo amantes por atracción y no por mi malestar emocional. – Gretel le observó con admiración incrédula- ¿Acaso pensabas que me deprimía tan seguido? Se nota que no sabes el significado de ser amantes ¿Verdad?
- Hasta parece, por cómo te expresas, que no fui tu primera vez hace tan poco.
- Te recuerdo que tal vez fuiste el primer hombre en mi cama, William –le aclaró la chica, con cierta seriedad- Pero he tenido novias y amantes, tengo más experiencia en el sexo que tú.
- Mi amada ególatra, nunca podría olvidar eso. –le recordó el pelirrojo- Así que ¿Dejaste que cada vez me desesperara más por… pura diversión?
- Me gustaba que te pusieras salvaje… - Gretel giró los ojos, sonriendo felina.
Will la tomó de las caderas y creó una fuerte presión entre ambos, logrando que la sensible rubia jadeara suavemente al percatarse quien había despertado.
- Bien… Bien… Veo que puedes ser salvaje sin el dramatismo. Me disculpo ¿Puedo seguir hablando?
- Adelante… - él entrecerró los ojos, teniendo cuidado de a dónde iría con eso.
- Me gustas, obviamente te deseo… -notó la sonrisa ladeada, orgullosa en la dulce boca del pelirrojo pero no dijo nada- y te necesito. Yo… creo que estoy enamorada de ti. Creo que es así pues no se parece a nada que haya sentido pero… creo que se debe a que eres tú, eres parte de mi vida más allá de títulos
El chico se rio, con fuerza, dejándose llevar por las fuertes carcajadas que parecían nacer desde su vientre bajo y subían hasta hacerlo vibrar por entero. Las sacudidas lograron hacer jadear a Gretel y tuvo que soltarlo antes de encontrar extremadamente erótico que él se riera.
- ¿Esa es tu forma de declararte? Por ti misma sé que has sido muchísimo más romántica otras veces. –le recordó, jalándola desde la cintura para que se sentara en su regazo y tenerla frente a frente. La tomó de esa manera, con sus manos cerradas en sus caderas- Me merezco algo poético al menos.
- ¿Tú me amas y yo debo declararme? –ladeó el rostro, sonriendo peligrosamente, se acercó a él, de manera tentativa pero Will la conocía, sabía que no debía huir ni temer de esa depredadora frente a él, pues le entregaría la vida sin dudarlo- Pues así son las cosas, tómalo o déjalo ¿Qué dices?
- ¿Qué digo? –la empujó con fuerza contra sus caderas, sintiéndola gemir contra su boca, la tumbó en la cama con él encima y llevó sus manos a las pantorrillas de la chica para levantar sus piernas y separarlas del todo, dándole un dominante y cómodo espacio entre sus muslos y sobre ella- Hagamos el amor para celebrar. –masculló contra su boca, mientras se movía suavemente contra ella.
- Qué… -suspiró- romántico…
- Sé lo que te gusta. –le recordó, soltando sus piernas para acariciar su sensible busto- Y no son flores y chocolates… -ella como respuesta respiró pesadamente.
Will pensó que tal vez debiese avisar a sus padres que no iría a dormir a casa ese día. Observó el sonrojo en las mejillas de Gretel y como se mordía el labio inferior, casi ronroneando cuando deslizó su lengua sobre su piel. Mejor se preparaban para no ir al día siguiente a la preparatoria, pues acaba de pensar que sería mejor darle flores y chocolates a su novia… incluyéndolos a su íntimo festejo. Después de todo, había que celebrar.
¡Saludos Manada! Me es tan extraño escribir una escena así, entre estos dos. Pero así son estos capítulos, mundos alternos.
Reglas de la Manada: Hay un lado positivo en ponerse salvajes. En los momentos adecuados, gritar con fuerza, dejar salir toda su energía de forma física, es saludable. Correr, saltar, llorar, reír; hacerlo hasta agotarse. Libertad a un bajo costo.
¡Nos leemos!
Nocturna4
