Hola! Sé que debería de estar traduciendo "Todo se vale en la guerra y en el amor" y el segundo libro de "Consecuencias" perooooo, necesitaba despejarme un poco, así que les traigo esta nueva historia. La autora es Alicia Blade, y es una versión Sailor Moonizada de "El Gato con Botas". Alicia Blade ha escrito varios de mis fic favoritos, los cuales están en mi computadora esperando ser traducidos, y también es autora del Best Seller "Las Crónicas Lunares"! (Por supuesto que bajo su verdadero nombre Marissa Meyer)

Ya lo han leído? Si no lo han hecho se los recomiendo y se darán cuenta que esta historia tuvo bastante influencia, ya verán por qué….

Espero que la disfruten tanto como yo :)…. Un abrazo!

Pd. La imagen no es mía, es de Charapoo y la pueden encontrar aquí charapoo. deviantart (.com) /art/Luna-398832851 (solo quiten los espacios y los parentesis)


No soy dueña de Sailor Moon, aunque lo sueñe mil veces.


LUNA VERSIÓN 4.2


"¿Quién puede decirme las fechas de la Séptima Guerra Mundial?" la Profesora Haruna se detuvo un momento para observar a su clase, luego suspiró. "¿Otra persona que no sea la Señorita Mizuno? ¿No? Bueno, está bien, adelante Ami."

"La Séptima Guerra Mundial tuvo lugar entre los años 814 y 829 de la Tercera Era Humana," dijo Ami, sin siquiera ver sus notas.

"Muy bien. Señor Gregowski, puede decirme ¿Quiénes fueron los principales involucrados en la Séptima Guerra Mundial?"

Piete Gregowski rápidamente busco en su auto-pad, el texto apenas era visible en la simple hoja de papel eléctrico mientras encontraba la respuesta entre sus notas. "Fueron, um… la Unión Europea, la Unión del Este y la Unión del Hemisferio Sur."

"Correcto. ¿Y qué, Señorita Tsukino, fue tan inusual acerca de esta guerra comparada con las otras seis?"

Sorprendida, Usagi levanto la vista del dibujo de la rosa-tulipán común y miro boquiabierta a la Profesora Haruna. "Lo siento, ¿Que era qué?"

Frunciendo el ceño, la profesora rápidamente se hizo camino entre las filas de estudiantes y le quitó a Usagi su auto-pad. "Esta no es la clase de arte, Señorita Tsukino," la regaño. "Estamos discutiendo la Séptima Guerra Mundial. Puede decirme que tuvo de inusual?"

Usagi le echo una mirada a Ami, quien trataba de decirle algo, pero no podía descifrarlo. Sonrojándose, hizo un intento por adivinar, "Porque… ¿fue la primera vez que usaron androides para que pelearan?"

La Profesora Haruna frunció sus labios y fijo la vista en Usagi de manera silenciosa. "Solo porque es técnicamente correcto no te quitare puntos, Usagi. Pero la respuesta que estaba buscando era sobre el motivo detrás de la guerra. ¿Alguien sabe? ¿Alguien que no sea la señorita Mizuno? Bien, adelante Ami."

"Comparada con las otras guerras en las que se había peleado principalmente por razones territoriales y religiosas, en la Séptima Guerra Mundial se estaba peleando por recursos naturales."

"Es correcto, por supuesto." La profesora se encamino hacia el frente de la habitación e introdujo algunos comandos en el teclado que se encontraba montado en la pared. Las luces se atenuaron y un holograma del planeta tierra apareció ante la vista de todos. Haruna señaló un particular punto en el globo y una luz verde comenzó a brillar. "Esta es la isla de Groenlandia en el año 812 T.E.H. Como saben, cientos de años de calentamiento global convirtieron a la antigua tierra de hielo en una de las más exuberantes tierras en el mundo, teniendo la última selva y agua fresca. Esta es la tierra por la que se luchó. Por supuesto, como ya lo saben, la Unión Europea y la Unión del Este unieron sus fuerzas y formaron una alianza en 826 y fueron capaces de vencer a la Unión del Hemisferio Sur, quienes eventualmente fueron exiliados a la colonia experimental de la Luna. Fue llamado el Milenio de Plata y la monarquía que se creó como consecuencia, aún existe. ¿Tienes una pregunta, Usagi?"

"Si, Profesora Haruna. Me preguntaba ¿Por qué, si luchamos tan duro para ganar Groenlandia, no vivimos allí?"

"Una excelente pregunta. Durante el periodo de cincuenta años después de la guerra, hubo una inmigración masiva hacia Groenlandia. Su población se multiplico por cientos en unos cuantos años. Ni siquiera una tierra tan prospera podía soportar tanta vida, así que eventualmente se encontró saturada y lo que una vez fue una tierra deseada por sus recursos naturales, se convirtió en un gigante desierto industrial. Por suerte, para este tiempo, los científicos ya habían introducido la clonación de agricultura en nuestro ecosistema. Esto, al igual que los métodos eficientes de limpieza de H2O que ya habían sido implementados, nos permitieron construir nuestros propias selvas y comenzar a reparar los recursos naturales de la Tierra."

"¿Así que todas esas personas murieron en balde?" preguntó Usagi. "¿Pudieron haber esperado cincuenta años y todos sus problemas se hubieran resuelto?"

"No podemos reescribir la historia, Señorita Tsukino. Aunque es fácil hablar sobre lo que las personas pudieron haber hecho hace de cuatrocientos años, es imposible realmente ponernos en esa posición. Además, conozco a la raza humana, y sé que hubieran encontrado algo más sobre lo cual pelear ¿Sí, Señor Dotziev?"

"¿Cree que es cierto que esta por empezar nuestra primera Guerra Galáctica?" todos voltearon a ver a Stanley, quien siempre se sentaba hasta la parte de atrás de la clase y nunca hacia ningún comentario. Estaba claro que, por la mirada de la Profesora Haruna, ella hubiera deseado que tampoco hubiera hecho ese comentario en particular, pero Stanley continuo hablando. "Porque estaba viendo las noticias hace unos días y estaban diciendo que la Reina Beryl del Reino Lunar estaba amenazando con empezar una guerra contra los Uniones Terrestres ¿Realmente cree que ella lo haría?"

Haruna se volteó e ingreso un nuevo código en el teclado. El globo volvió a pestañear y las luces de la habitación regresaron. "Todos saben que la familia real de la Tierra está en negociaciones con el Milenio de Plata. No hace ningún bien el especular sobre esas cosas," le dijo de manera tensa. "Ahora, les mencione hace un momento acerca de la clonación, lo que nos lleva a nuestra tarea de zoología de este mes."

Con un quejido unánime la clase volvió la atención a la Profesora Haruna mientras que esta abría un gran ropero que se encontraba en la clase. Usagi dejo que sus ojos observaran los jardines de la academia, los cuales eran famosos en el mundo por su colección de híbridos experimentales, y por mucho su lugar favorito. Aun así, había escuchado que los jardines en la luna eran aún más espectaculares, que tenían incluso rosas originales, no alteradas, aunque Usagi no sabía si eso era cierto. Negó con la cabeza, las palabras de Stanley aun resonaban en su cabeza. El pensar en una guerra la aterrorizaba y trataba de ignorarlo cada vez que alguien lo mencionaba.

"Le pedí a la clase de biología que clonara veinte especies extintas para esta tarea."

Usagi volteo la mirada hacia el frente de la clase. Haruna hablaba mientras se encargaba de cada jaula y alistaba todo enfrente de la clase. Usagi no podía reconocer a los animales.

La clase se llenó de emoción, hasta que Haruna los hizo callar mientras que sostenía un pedazo de papel. "Ya he seleccionado quien recibirá cada animal," les dijo, y la clase se llenó con sonidos de decepción. "He tratado de emparejar a los animales con respecto a su personalidad y con respecto a cual les vendría mejor a ustedes. Antes de que comenzara el siglo veintitrés era común alrededor del mundo que las personas tuvieran algún animal doméstico. Los llamaban 'mascotas' y eran parte normal del día a día. Por supuesto que esta práctica fue prohibida después de que los estudios demostraran que mantener un animal lejos de su ambiente natural era una crueldad. Sin embargo, espero que durante esta tarea no solo aprendan sobre las características de los animales, sino que también entiendan algo acerca de la conexión entre los humanos y los animales, sobre lo cual algunos socialistas sostienen la hipótesis de que las mascotas pueden ayudar a desarrollar compasión y responsabilidad entre los jóvenes."

Haruna respiro hondamente y afirmo con la cabeza en dirección a los animales. La mayoría de ellos estaban dormidos en sus jaulas. Aun los que estaban despiertos parecían extremadamente aburridos. "¿Están listos? Cuando los llame por su nombre por favor acérquense y tomen a su animal. Ami, comenzaremos contigo. Tú tendrás a este, que es un sabueso. Dee Dee, esta es una boa constrictora. Joseph, tu tendrás a la granja de hormigas. Si, a estos chicos de por aquí. No te engañes, los científicos especularon que son bastante inteligentes para su tamaño. Piete, tu tendrás al orangután. Usagi—"

Usagi sostuvo el aliento mientras que Haruna tocaba la parte de arriba de la jaula, sus ojos pegados a la lista de tareas.

"Esto es un gato. Eran de los más populares animales domésticos en la Tierra por muchos siglos y, curiosamente, uno de los que parecían prosperar en un ambiente doméstico. Una vez que las mascotas fueron prohibidas, la población de los felinos rápidamente descendió… hasta…" Haruna se encogió de hombros. "De todos modos… no creo que tengas mucho problema." Las últimas palabras de Haruna fueron casi un susurro mientras ignoraba a Usagi que se acercaba de manera nerviosa a la pequeña jaula. A través de las barras pudo observar dos vividos ojos rojos que la observaban fijamente con una expresión de asombrosa sabiduría.

"Hola, gato," susurro mientras que levantaba la jaula y regresaba a su asiento. Ella no podía quitarse el sentimiento de decepción mientras que sus compañeros continuaban recibiendo sus tareas. El gato era tierno, con un cuerpo cubierto de un pelaje negro y lustroso y además tenía una larga cola que se curveaba alrededor de sus pies. Hasta sus orejas puntiagudas, sus sedosos bigotes y sus delicadas patitas contribuían a que se viera tan adorable, y sin embargo… Usagi había estado esperando por algo más exótico. Los gatos habían estado extintos por cientos de años, pero aun había historias acerca de ellos, pinturas y por supuesto robogatos. Los otros animales que estaban siendo distribuidos a la clase eran tan inusuales, tan inesperados. Ella estaba segura que nunca había escuchado de las tarántulas.

Alguien toco la puerta gentilmente y pronto la cabeza pelona y deslumbrante del vice-director se asomó adentro de la clase. Se aclaró la garganta, lo cual todos sabían que era un tic nervioso. "Mis disculpas, Profesora Haruna, pero necesito robarle un momento a una de sus estudiantes. ¿Está la Señorita Tsukino presente?"

En cuestión de unos momentos Usagi pudo sentir los ojos de todos sobre ella. Su estómago se retorció. ¿Que había hecho ahora?

Haruna asintió. "Usagi, levántate. ¿Cuánto tiempo la necesita, Dr. Toulouse?"

Él se aclaró la garganta y encogió los hombros tontamente. "El resto del día, me temo. Y… quizá un poco más." Luego poso sus ojos en Usagi y estos estaban tan llenos de lástima que ella sintió que su corazón se detenía. Se trató de sacudir lo extraño del momento y de manera ausente comenzó a recoger sus cosas. Cuando levanto los ojos de nuevo se encontró con la mirada de Ami, quien la observaba con una aterradora curiosidad.

"Está bien, entonces…" dijo Haruna, toda la terquedad había desaparecido de su voz. "Usagi, tu primera tarea es buscar la historia general del animal y señalar algunos factores que contribuyeron a su extinción."

Con un movimiento de la cabeza Usagi asintió y colocándose la mochila en los hombros tomo la jaula con las dos manos. Se encamino hacia el Dr. Toulouse sin echarle un vistazo a la clase, su cabeza llena de incertidumbre. No podía imaginar que era tan importante para que tuviera que ausentarse de clase por más de unas cuantas horas. Su madre no le permitiría ausentarse por tanto tiempo – ella sobre todas las personas sabía que era muy fácil para Usagi el quedarse atrás en sus estudios.

Luego el Dr. Toulouse puso una mano sobre sus hombros que claramente era un gesto de consuelo mientras que la guiaba por el corredor. Ella se llenó de pánico.

"Lo siento tanto, Señorita Tsukino."


xXx


Usagi se sentó en el sofá mientras miraba fijamente la pared. Sus lágrimas ya se habían secado, aunque ella no dudaba de que hubiera muchas más formándose por algún lado. Las palabras del oficial de policía aún resonaban en sus oídos.

Mis más sinceras condolencias por su pérdida. Una muerte tan rápida. Hay alguien, ¿algún otro pariente…?

No había ninguno, por supuesto. Era la única hija y si habían tenido a algún pariente vivo sus padres nunca lo habían mencionado. Por lo menos, no en la Tierra. Su madre a veces había dado a entender de unos parientes lejanos viviendo en el Reino Lunar, y Usagi estaba segura de haberlos escuchado hablar sobre una prima de Usagi, pero había sido hace mucho tiempo. Aun cuando fuera cierto y Usagi de alguna manera pudiera encontrar a sus parientes, ¿Qué diferencia haría? ¿Quién la querría?

Por lo menos la casa era de ella, eso le había dicho el abogado. No tendría que mudarse, y la deuda estaba pagada, así que no tendría que preocuparse.

Sin preocupaciones, fueron sus exactas palabras. Ella hubiera querido estrangularlo pero ni fuerzas tenía para hacerlo.

Había colapsado en uno de los brazos del sofá, la pared familiar de la sala de estar lucia peculiarmente vacía. La casa completa estaba llena de soledad y de sombras.

¿Qué iba a hacer?

Cerró los ojos mientras que otra tanda de lágrimas se formaban adentro.

Se dio un susto cuando algo le rozo el tobillo. Levantándose deprisa, Usagi bajo la mirada para ver al gato a sus pies, observándola con sus grandes ojos rojos. Con un gruñido y llevándose una mano al corazón, Usagi se dejó caer entre los cojines del sofá. "Me asustaste, gato."

El gato le acaricio el tobillo con sus bigotes antes de saltar hacia el cojín a la par de ella. Se tomó un momento para limpiarse las pequeñas patas negras, para luego subirse al regazo de Usagi con precaución. Usagi lo observaba, no quería tocarlo al principio pero pronto se dio cuenta que no podía resistir su sedoso pelaje. "Oh, gato…" murmuro, mientras se sonaba la nariz. "Se han ido. De veras se han ido, estoy sola..." las lágrimas ya comenzaban a inundarle los ojos, su voz temblorosa. "Todo lo que tengo es esta casa vacía… y un extraño gato extinto que tendré que devolver al final de mi tarea…" su voz se quebró y de nuevo se sumergió en llantos mientras que el gato se acurrucaba en su regazo y colocaba la cabeza sobre su muslo.

Después de un buen rato, cuando el llanto había disminuido y Usagi estaba sentada con el gato entre sus brazos, se levantó de repente con curiosidad y se volteó hacia donde estaba la jaula que había llevado a casa. La puerta estaba abierta. Le echo un vistazo al gato que la miraba de nuevo con sus calmados ojos rojos. Usagi frunció el ceño. "¿Cómo te saliste de tu jaula?" le pregunto, con la voz marcada por el llanto.

Aun recostado, el gato solo extendió su cuello para mirar la jaula, luego se volteó hacia Usagi. Lentamente, se levantó para sentarse sobre sus patas traseras y –Usagi pensó– se aclaró la garganta.

"Es muy simple en realidad," le dijo el gato en una voz femenina y metálica. "El cerrojo de la puerta está afuera y mis patas son lo suficientemente pequeñas para pasar por las hendiduras. Si hubieran sido listos, habrían usado un tablero electrónico, lo cual hubiera tomado un poco más de tiempo para cambiar los cables, pero supongo que no pensaron que tenían que preocuparse de eso."

Usagi observo la expresión de sabiduría del gato, antes de hablar, "No sabía que los gatos pudieran hablar. Me pregunto si Haruna lo sabe… Si no, eso sería bastante bueno para mis notas…"

El gato negó con la cabeza. "En realidad, me temo que los gatos no pueden hablar."

"Pero tú eres…"

"No un gato, por supuesto."

Usagi pestañeo. "¿No lo eres?"

El gato volvió a negar con la cabeza.

"¿Entonces que eres?"

Con un movimiento de sus bigotes, el gato levanto una pata y la comenzó a lamer antes de restregarse bastante fuerte su frente. Un momento después una brillante luna dorada apareció encima de sus ojos.

Usagi miro boquiabierta a la marca. "Hey, se parece a…" se detuvo, luego se dio cuenta que solo estaba hablando con un gato y que no había excusa para vanidades, así que se quitó el fleco de la frente. "Mira, también tengo una luna creciente en mi frente." Su propia marca de nacimiento solo era una cicatriz descolorada, y no estaba tan pronunciada ni metálica como la del gato. Y aun así la había odiado desde que había desarrollado el sentido de lo que era bonito y de lo que no y había determinado que una horrible marca en medio de la cara de alguien definitivamente no cabía en la primera categoría.

Por suerte podía cubrirla bien con el fleco.

"No es una mala marca para tener, Usagi. ¿Por qué la ocultas?" le pregunto el gato, a lo que Usagi respondió sacándole la lengua.

"Quizá no es una mala marca para un gato, pero es de vida o muerte para una adolescente. Así que… aun no lo entiendo, ¿Eres un gato con un tatuaje o qué?"

No podía estar segura, pero el gato acababa de poner los ojos en blanco.

"No, Usagi. Soy una Luna."

Los ojos de Usagi se abrieron. "¿En serio? ¿Una Luna de verdad?"

"Sí. Versión 4.2, para ser exacta."

"Pero entonces, ¿Por qué te haces pasar por un gato en un proyecto de zoología en una secundaria? Digo… ¿No se supone que las Lunas están hechas solo para la familia real? Estas bastante lejos del palacio…"

"Solo está a treinta millas, Usagi."

Al no haber estado nunca en el palacio y al tener terribles instintos de distancia, Usagi pensó que treinta millas estaban muy lejos, pero no quiso pelear. "Aun así, ¿cómo llegaste acá? ¿Y por qué?" le dijo, sus mejillas estaban sonrojadas de la excitación. "Estas en una misión secreta para el Príncipe Endymion?"

"Fue coronado hace ocho años, Usagi. Ahora es el Rey Endymion."

Usagi arrugo la nariz por el título. Como toda chica de sangre roja en el Reino de la Tierra, edades 13 a 26, Usagi estaba enamorada del príncipe, y el término Rey lo hacía sonar tan viejo, así que simplemente no podía soportarlo. Aun así dejo no quiso discutir con Luna.

"Y estoy aquí porque," continuo no tan segura, "encontraron un error con las versiones 4.2." Sus ojos observaban a Usagi por una reacción, pero no había ninguna. "Y fueron llamados," Usagi seguía solo observándola. "para desensamblarlas y que las partes fueran usadas para unas nuevas Lunas, versión 4.6."

La boca de Usagi formo una O de entendimiento.

"Y lo que es peor," se quejó Luna, su pequeña cara felina era el retrato de disgusto, "están haciendo las 4.6 más parecidas a los perros, ¡a los Dálmata! Es realmente despreciable."

"Así que huiste para que no te destruyeran."

Luna afirmo con la cabeza, sus ojos de nuevo en el rostro de Usagi. "Y debes entender Usagi, que eso me hace una fugitiva, si decides auxiliarme serás mi cómplice – y eso puede traer consecuencias legales para ti."

La expresión de Usagi cambio de nerviosa a temerosa. "¡Pero no podría mandarte de regreso si van a destruirte! ¡Yo no veo que tengas algún error!"

La pequeña boca del gato parecía sonreír. "Gracias, Usagi. Tenía la esperanza de que entendieras. No te preocupes, tengo planeado pagar tu generosidad."

"No necesito que me pagues."

"Pero de todos modos lo hare, felizmente. He escuchado tu tristeza por tus guardianes y veo que eres una buena persona que se encuentra en una situación horrenda. También veo que te pareces mucho a…"

"¿A quién?" le pregunto Usagi cuando Luna guardo silencio.

"Bueno, quizá no debería decirte esto, pero… a la fallecida Reina Serenity."

Las cejas de Usagi mostraron su asombro. "¿La Reina Serenity… la Reina de la Luna?"

"Si, antes de que la Reina Beryl tomara el trono, por supuesto. De todos modos, pienso que tu apariencia puede ser una ventaja para nosotros. Y espero arreglar las cosas para ti… en lo que me sea posible."

No estando segura de que responder, Usagi solo se encogió de hombros. "Está bien, Miss Luna… ¿Puedo llamarte Miss Luna? ¿Eres una gata? ¿Los Luna tienen género?"

La Luna rió nerviosamente. "Solo Luna está bien. Pero recuerda, no debes de hacerle saber a los demás que en realidad soy una Luna 4.2."

"Seguro, seguro. Así que, si quieres ayudarme, podrías hacer que saque una A en este proyecto de zoología…"

"Oh, querida Usagi," Luna rió con satisfacción, haciendo sentir extraña a Usagi, "Tengo planes muchos más grandes para ti que simplemente sacar A en una tarea."

"¿Los tienes?"

"Sí, claro. Pero necesito de tu ayuda."

"¿Con que?"

"Primero, ¿Podrías conseguirme un par de botas?"


xXx


"Su visita al Reino Lunar está programada para la tercera semana de este mes, Su Majestad. El administrador casi ha terminado con todos los arreglos y la Reina Beryl lo está esperando para una noche de gala el primer día."

Endymion soltó un quejido y lentamente quito los ojos del domo de vidrio para mirar fijamente a su primer consejero con un poco más que desprecio. "¿Una gala, Malachite? ¿Por qué en la Tierra quiere que me presente a una gala?"

Malachite se encogió de hombros, su expresión llena de comprensión. "Para empezar la semana con una celebración por la historia entre la Tierra y la Luna… antes de que las negociaciones comiencen. Y le ruego que comience a practicar el 'por qué en la Luna', no en la Tierra, Su Majestad. Beryl no lo comprenderá en esas cosas."

Endymion regreso su mirada hacia el techo. Sus dedos tamborileaban uno de los brazos de su trono dorado, lo cual era un signo de nerviosismo. "¿Tendré que bailar con ella en esta… gala?"

"Probablemente sería beneficioso. Sabe que nuestra mejor oportunidad es alabar la vanidad de la Reina hasta que ya no desee comenzar una guerra."

"Solo tengo miedo de que ella comience a desear algo más."

Malachite puso sus manos sobre la frente de su rey, efectivamente silenciando los sonidos nerviosos. "Endymion, aunque sería el mayor sacrificio que un hombre haya hecho por su pueblo, debes entender esto, si Beryl llegara a proponer una alianza por medio de un matrimonio…"

"Lo sé," le dijo Endymion cortantemente, le dio un empujon a Malachite con el brazo, para luego comenzar de nuevo el tamborileo. "Se cuál es la verdadera situación, Malachite. Pero no quiero pensar en eso más de lo necesario."

"Lo entiendo, Su Alteza. ¿Repasamos su itinerario?"

Endymion afirmo con la cabeza, pero antes de que Malachite pudiera continuar, el sonido de unas botas sobre el piso de mármol llamo su atención. Jadeite, otro de los consejeros de confianza de Endymion, apareció al otro lado del salón del trono, sonriendo con diversión.

"Su Alteza, vino un mensajero para verlo," le dijo, seguido de una pequeña risa sofocada.

"El rey no está aceptando invitados en este momento, Jade."

Jadeite hizo un movimiento con su mano. "Pero si debería de aceptar a este. ¡Es tan tierno!"

Endymion intercambio una mirada de curiosidad con Malachite, y lentamente se hizo hacia delante para recostar sus codos sobre sus rodillas. "Está bien, Jade. Déjalo pasar."

"Si se atreve a traer a otro grupo de aldeanas…" murmuro Malachite por lo bajo. Pero no era un grupo de aldeanas las que entraron al salón del trono, sino que un animal pequeño, cubierto de pelaje negro, con una Luna creciente en su frente y un par de botas de cuero en miniatura. La Luna caminaba firmemente sobre sus dos patas traseras mientras que las patas delanteras se mecían enfrente de ella, mientras sostenía una pequeña bolsa de algodón.

"Estoy casi seguro que es una versión 1.4, lo cual lo haría prácticamente una antigüedad," dijo Jadeite, observando al felino robótico caminar lentamente hacia el trono. "Fueron los únicos hechos para usar ropa humana… ¿no es así?"

"Eso creo," Malachite dijo arrastrando un poco las palabras. "Aunque nunca había visto uno en mi vida. Es una maravilla que aun esté funcionando."

"¿Qué tipo de mascota es?" pregunto Endymion mientras que la Luna se paraba enfrente de la plataforma sobre la que se encontraba el trono.

"Un gato," dijeron sus dos consejeros al unísono. Malachite agrego, "Un gato casero. La mayoría de las Lunas antiguas se hicieron para que representaran a los gatos, ya que eran unas mascotas bastante populares. Por supuesto que la tendencia fue muriendo una vez que las personas se dieron cuenta que podían robotizar hasta el animal más exótico."

Endymion asintió. Él mismo había crecido con una Luna chimpancé v.3.6. Algo entre un compañero de juegos, un compañero de estudio y un osito de peluche, el cual había sido su mejor amigo de la infancia.

"Hola, Luna," dijo saludando al gato. "Me han dicho que tienes un mensaje para mí."

La Luna hizo una pequeña reverencia, sin demostrar que le costaba mantenerse en pie. "Si, Su Majestad. Le traigo un regalo." Ofreció la pequeña bolsa de algodón, la cual Jadeite tomo y la llevo hacia Endymion. Era mucho más liviana de lo que Endymion estaba esperando cuando Jadeite la dejo caer sobre su mano. Le dio la vuelta al paquete, preguntándose sobre la suavidad de lo que fuera que estuviere dentro, antes de abrirla y ponerla boca abajo.

Un mechón de fino cabello dorado, atado con un listón de terciopelo rojo, cayó sobre la palma de su mano. Pestañeo e igualmente sabía que Malachite y Jadeite tenían los ojos fijos en el mechón, sintiendo la misma confusión que él.

Pasando su dedo pulgar sobre el cabello de manera ausente, levanto la vista hacia Luna. "¿Y esto es…?"

El gato volvió a hacer una reverencia, una más extravagante ya que no tenía la bolsita para impedírselo. "Es un mechon del cabello de mi señora, Su Alteza. Es la más bella princesa de todos los reinos, y no creo que alguien se atreva a negar que tiene el más fino y dorado cabello que alguien haya visto antes."

Endymion no pudo evitar sonreir hacia el gato, hasta sus dedos acariciaban el regalo de seda. "No, no creo que alguien lo niegue. ¿Y quién es tu señora, Luna?"

Parándose lo más recta posible, el gato proclamo, "Ella es Serenity, la princesa perdida del Reino de la Luna."

Los ojos de Endymion sobresalieron por las palabras de la Luna y pudo darse cuenta al mirar de reojo que sus consejeros se movían incomodos. Se aclaró la garganta, su puño cerrándose sobre el cabello. "Mi querida Luna… no hay una princesa perdida de la Luna. La fallecida Reina Serenity solo tuvo una hija, la cual no vivió más de una semana. El pariente más cercano a ella y la heredera al Reino Lunar, era la sobrina de la reina – la Reina Beryl."

Los bigotes de la Luna se movieron, como si estuviera sonriendo. "Estoy segura que ha escuchado los rumores, Su Majestad. ¿Que la verdadera heredera no murió en la infancia, sino que vive hasta estos días esperando convertirse en la verdadera Reina?"

Endymion trago saliva, pero no pudo contestar. Por supuesto que había escuchado los rumores – todos los habían escuchado. Pero también se había dado cuenta que no eran más que esperanzas. Beryl era una gobernante cruel y mezquina. La gente necesitaba tener la esperanza de que hubiera otra salida, otra Reina que pudiera destronarla. Él ciertamente también fantaseaba con lo mismo, pero no tenía fundamento. No existia una Princesa de la Luna.

"Por favor agradece a tu señora el regalo," respondió finalmente Endymion, sosteniendo el listón de terciopelo entre sus dedos.

La Luna hizo una última reverencia y se dio la vuelta para retirarse. El salón del trono se llenó únicamente del sonido de los tacones de sus botas, hasta que desapareció.

"Es un rumor imposible," dijo Malachite, con brazos cruzados sobre su pecho.

"Ya lo sé."

"No es la primera en asegurar falsamente su derecho al Reino de la Luna."

Endymion afirmo con la cabeza, dándole vueltas al cabello entre sus dedos. Se deslizaba como la más fina seda. "Y no será la última."

Malachite le ofreció la palma de la mano. "No debemos entretenernos con la posibilidad de otro heredero. Si Beryl descubre que tenemos la esperanza, se lo aseguro, todas las negociaciones serán canceladas y una guerra sería inevitable."

"No me entretengo con la posibilidad," dijo Endymion, observando la palma de la mano de Malachite. Con un suspiro le entrego el mechón de cabello y la pequeña bolsa de algodón a su consejero. "Es un hermoso sueño… pero no existe una Princesa de la Luna."


xXx


"¡Ouch! ¡Luna, eso duele!"

Luna soltó un suspiro. "Bueno, si tan solo te quedaras quieta y te relajaras, Usagi, no dolería tanto," murmuro mientras sostenía los ganchitos con la boca. "Además que harías que mi trabajo fuera mucho más fácil. No estoy exactamente equipada con herramienta de belleza." Tomó el cepillo entre sus patas delanteras y lo comenzó a pasar por el cabello rubio de Usagi. Sabía que en parte se estaba desestresando con la pobre chica, pero no se detuvo a pensar en eso. Había pasado ya una semana desde su visita al Rey de la Tierra y estaba ansiosa por continuar con sus planes antes de que se olvidara de su "señora" y el cuento que le existia dicho.

"¿Pero dejaras el fleco, no es así?"

Luna chasqueo la lengua. "No deberías de sentirte tan avergonzada de tu marca de nacimiento, Usagi. Para mí es como otro adorno en tu bello rostro."

Usagi hizo una mueca. "Suenas como mi madre y a ella nunca le creí cuando lo decía. Deja el fleco."

"Está bien. Te dejare el fleco."

"Bien. Pero aun no entiendo porque tengo que usar este peinado."

"Porque es el peinado de la familia real del Reino de la Luna. No puedes esperar que la gente te reconozca si no lo usas."

"Pero Luna, no soy la desaparecida Princesa de la Luna. Ni siquiera he estado en la Luna. Y mis padres eran… eran…" su voz se quebró por el recuerdo de su perdida.

El repentino estado de Usagi ayudo a Luna para terminar el peinado, un odango con cola. Satisfecho con que los odangos serían suficientes – aunque sabía que tendría que perfeccionar su técnica – escupió los ganchos y camino hacia el frente de la cama. Usagi comenzaba a llorar de nuevo, limpiándose las lágrimas que caían por sus mejillas rosadas, su cuerpo ocasionalmente temblaba por los sollozos.

"Usagi, cariño," murmuro Luna, subiéndose al regazo de Usagi. La chica sin pensarlo comenzó a acariciarle el cuello y Luna sintió que tanto culpa como afecto se estaban acumulando en su corazón electrónico. "Quizá esto está pasando demasiado rápido. Me disculpo si has sentido que te presiono. Sé que aun estas de luto."

Con otro sollozo, Usagi atrajo a Luna con un brazo hacia su estómago y a ciegas busco en la mesita que tenía a la par, hasta que su mano encontró la caja de pañuelos de papel. "Los extraño tanto, Luna."

"Lo se niña."

"Y yo… no sé qué pensarían ellos… de todo esto. Si se enteraran que me estoy haciendo pasar por la hi-hija de la Reina Serenity y no la de ellos. No parece justo."

"Entiendo que quieras honrar su memoria Usagi, y ellos también entenderían eso. No estás haciendo esto para enojarlos, sino para mejorar tu vida. Y por supuesto que ellos querrían que tuvieras una vida más segura y feliz, y eso es lo que estoy intentando conseguirte. Si ellos estuvieran aquí, estoy segura que aceptarían que todo esto será lo mejor que te ha pasado en la vida."

Usagi inhalo con fuerza y se sonó la nariz. Las lágrimas habían cesado momentáneamente, pero siempre costaba más el tomar control de la respiración. "¿Qué es exactamente lo que pasara conmigo después de que les digamos a todos que soy la Princesa de la Luna que ha estado perdida? Digo, la Reina Serenity ya está muerta – solo esta Beryl allá arriba, y… por lo que he escuchado de ella, asegurar que soy su pariente no es la mejor idea."

"No te preocupes por eso, Usagi," dijo Luna, colocando sus patas sobre las manos de la chica. "Yo me encargare de Beryl y del Reino de la Luna. Tu concéntrate en leer esos libros de la historia de la Luna que te di, y yo arreglare lo demás."

Suspirando hondamente, Usagi tiro el pañuelo de papel que habia usado en un basurero al otro lado de la habitación, el cual reboto y terminó en la alfombra. "¿Cuándo crees que puedo regresar a la escuela? Me gustaría ver a Ami… aun cuando Haruna fue bastante considerada al entender mi situación no creo que me dé más tiempo para terminar el proyecto de zoología."

"No te preocupes ahora por la escuela, Usagi. Tenemos cosas más grandes que hacer que sentarse en una clase." Viendo que Usagi lucia más decepcionada que contenta por no ir al colegio, Luna se acercó a ella y le acaricio el hombro con la nariz. "¿Por qué no llamas a Ami y la invitas para ir de compras esta tarde? Tu cuerpo agradecerá el descanso después de tanto leer, y además estaba esperando encontrar algo en la tienda de segunda mano."

"Es una buena idea" dijo Usagi – y sonaba realmente contenta con la distracción, aun cuando ir de compras no sonaba tan apetecible como unas semanas atrás. "¿Qué es lo que esperas encontrar, Luna?"

"Oh, solo algo pequeño."


xXx


"¿Tiene la documentación que prueba que es dueño de la propiedad?" le pregunto Endymion. El hombre delante de él se movía incomodo sobre sus pies mientras que lentamente negaba con la cabeza. Tenía un sombrero redondo entre sus manos – una tendencia que parecía estar de vuelta – y una expresión de verdadera vergüenza en su rostro. Endymion soltó un suspiro. "¿Un contrato? ¿Un título? ¿Linderos? ¿Algo?"

"Lo siento, Su Majestad. Esta tierra simplemente ha pasado de generación en generación en mi familia. Los papeles… ¡pudieron haber desaparecido hace años!"

Endymion centró su atención en la otra parte – un hombre corpulento en un traje, quien ni se dignaba de ocultar su sonrisa petulante.

"¿Cuáles son las especificaciones de la propiedad?"

La pregunta fue hecha para darle tiempo a Endymion de pensar sin tener que lucir como que se había perdido en el espacio. Mientras que el granjero hablaba agitadamente sobre los acres y las medidas, las siembras y el número del ganado, Endymion buscaba entre los rincones de su mente alguna ley que pudiera auxiliarlo para tomar una decisión en favor del granjero. Afirmaba que toda la propiedad era suya, que antes había sido de su padre, y así consecuentemente. El problema era que no tenía pruebas.

El falso comerciante, por el otro lado, tenía un documento finamente impreso en el que se expresaba que un tercio de la propiedad (casualmente el tercio que incluía la casa y la tierra más fértil), le pertenecía, como parte de un acuerdo familiar que databa desde antes que alguno de los dos hubiere nacido. No estaba claro por qué la tierra no había sido reclamada cuando los papeles fueron firmados. Pero era claro el por qué la quería ahora. El valor de la propiedad había subido un veintidós por ciento en solo tres años y la tierra rural era cada vez más difícil de conseguir; este hombre quería heredar una mina de oro.

Endymion odiaba estos casos. Siempre había sido el deber del rey el decidir por lo menos una docena de casos civiles cada semana, siendo seleccionados por la corte. A veces era un placer estar frente a frente con los ciudadanos. Ayudarlos en sus problemas. Escuchar las palabras de adoración mientras expresaban su felicidad y el honor de conocerlo – lo que siempre lo hacía sentir que quizá, después de todo, no estaba haciendo un mal trabajo en lugar de su padre.

Pero la mayoría del tiempo odiaba los casos civiles. Las cortes tendían a darle los casos más complicados – aquellos en los que todos querían premiar al "bueno", pero en los cuales no había razón legal para hacerlo. La palabra del Rey era ley, y Endymion realmente no necesitaba preocuparse acerca de legalidades, solo tenía que escoger al ganador y terminar el día, fin de la historia. Pero a él no le gustaba aprovecharse de su situación. Las leyes habían sido escritas cientos de años atrás por hombres muchos más sabios que él, así que debía haber una razón para usarlas.

Y debía haber una manera de ayudar a que este pobre, humilde y honesto granjero se quedara con su tierra– sin que se viera al rey como un gobernante débil.

"Perdone la interrupción, Su Alteza," dijo Nephlite, uno de los consejeros legales de Endymion, el cual presidia este tipo de casos civiles y documentaba los resultados, "pero me parece que alguien dentro del publico quisiera decir unas palabras."

Sacándolo de su ensimismamiento, Endymion observo al pequeño gato negro con botas de cuero acercarse desde la audiencia. Reconoció a la Luna inmediatamente y se sentó lo mas recto que pudo sorprendido y— aunque estuviera avergonzado de admitirlo– entusiasmado. La Luna camino entre los dos oponentes, quienes lo miraban con desenfrenada curiosidad. No era para menos, todos sabían de las Lunas por supuesto, pero era poco probable que alguno de estos hombres hubiese visto una antes. El derecho de ser propietario de un robot le pertenecía exclusivamente a la familia real. Fue descubierto mucho tiempo atrás, cuando aún eran considerados como inventos novedosos, que su inteligencia en combinación con su extraordinaria habilidad de hablar y salirse con la suya, podía servir tanto para ser mensajeros, amigos o sirvientes invaluables, pero también podían servir para utilizarlos como armas.

Luna se detuvo enfrente del trono y se agacho haciendo una pequeña reverencia. "Mis más sinceras disculpas por interrumpir el procedimiento, Su Majestad, pero creo que tengo información que puede auxiliarlo en el presente caso e influenciar su decisión."

Endymion le echo un vistazo a Nephlite, que solamente se encogió de hombros.

"Por favor, habla."

Estirándose por completo, la Luna proclamo, "El Estatuto del Estado de Argentina, de donde este debate se origina, Sección 621.8, el cual se refiere a los procedimientos de firmas, ventas, demandas y derecho de propiedad rural capaz de producir siembras y de criar ganado, establece que a los seis años de haber obtenido los derechos de propiedad sobre este tipo de tierra, estos deben ser exigidos, caso contrario la tierra pasara a ser de su dueño original o si no tuviere dueño alguno, deberá ser rematado en una venta publica al mejor postor. El propósito de esta ley, por supuesto, es asegurar que todas las tierras pertenecientes a las granjas puedan seguir trabajando a su máxima capacidad para prevenir la hambruna y la deficiencia en otras áreas naturales del Estado."

Levantando una ceja, Endymion se dio la vuelta para mirar a su consejero. "¿Es eso cierto?"

Nephlite se encogió de hombros y se dio la vuelta hacia su secretaria, quien estaba grabando los procedimientos por medio de un holograma. "¿Es eso cierto?" le pregunto, y la secretaria inmediatamente comenzó a buscar en el libro electrónico de derecho internacional, escribiendo el nombre del estatuto y el número de la sección. Un momento después levantó la vista hacia Nephlite y asintió.

Nephlite se dio la vuelta hacia Endymion y se encogió de hombros de nuevo. "Supongo que sí."

El rey se volteó hacia la Luna y le sonrió con agradecimiento. "Gracias por esta información, Luna."

La Luna hizo una nueva reverencia y regreso a su lugar entre la audiencia, merodeando en la primera fila, mientras que Endymion proclamaba su veredicto. Ahora podía estar legalmente a favor del granjero y de su familia, ya que los ancestros del comerciante no habían reclamado su derecho dentro de los seis años de firmado el contrato. Los gruñidos del comerciante no significaron nada para Endymion— la sonrisa del granjero y su firme agradecimiento, significaban todo.

Endymion respiro hondamente por el alivio mientras que los dos hombres se marchaban, seguidos por el resto de la audiencia—quienes parecían ser, en su mayoría, parientes del granjero quienes querían demostrarle su apoyo en el caso.

"Este fue el último caso de hoy, Su Majestad."

"Excelente," dijo Endymion, pero no estaba viendo a Nephlite. Sus ojos se posaron de nuevo en el gato que estaba sentado una de las sillas de la audiencia. "Siempre es un honor y un placer el verte de nuevo, Luna."

El gato se acercó a los dos hombres y de nuevo hizo su ya conocida reverencia. "El honor es todo mío. Su Majestad. Me alegra el haber sido de su servicio."

"Si, creo que necesitare instalar una nueva regla— que una Luna siempre deberá estar presente en todos estos procedimientos. No creo que nadie más tenga tanta capacidad cerebral para términos y conocimientos legales."

"Es un regalo que nos fue dado por nuestros creadores."

"¿Y porque has regresado, Luna? No creo que haya sido para observar una de los tantos y siempre fascinantes casos civiles."

"No realmente, Su Alteza. He venido a entregarle otro regalo de mi señora: Serenity, la Princesa del Reino de la Luna."

El corazón de Endymion latió fuertemente, aunque hizo un buen trabajo ocultando sus sentimientos y manteniendo una postura calmada. Al contrario de él, el indiscutible sobresalto de Nephlite no podría haberse ocultado.

Aclarándose la garganta, el Rey de la Tierra se recostó sobre su trono. "¿Otro regalo de la princesa perdida? Está siendo demasiado generosa."

"Lo admira muchísimo, Su Majestad," respondió Luna, agachándose hacia sus botas y sacando una pequeña cadena de oro. Se la ofreció al Rey pero fue Nephlite el que dio un paso hacia delante para recibirla.

En los cortos momentos que pasaron entre la entrega del regalo desde el gato hacia el rey, el pulso de Endymion se aceleró y su garganta se secó—aunque no podía realmente darse cuenta de los síntomas. Su nerviosismo le sorprendía. Su excitación era para temer.

Extendió la palma de su mano para recibir el regalo, mientras que Nephlite murmuraba. "Un medallón, Su Majestad," antes de dejar caer la pequeña cadena en la mano del rey.

El medallón que colgaba al final de la cadena dorada estaba fabricado en forma de estrella y pulido para que tuviera mejor brillo. Era de un tamaño considerable; más grande que una fresa pero más pequeño que un melocotón. Al pasar sus dedos por los bordes del medallón pudo sentir la bisagra y la cerradura.

"Tu princesa es demasiado bondadosa," dijo Endymion, levantando la vista hacia Luna.

A lo que la gata negó con su pequeña cabeza— su brilloso emblema de la Luna brillaba con las luces del castillo. "No es demasiado bondadosa, Su Majestad, tiene la cantidad perfecta de bondad, generosidad y amabilidad para una gobernante de su tipo."

Los labios del rey se abrieron en una sonrisa, pero luego Nephlite quien estaba a su lado, le susurró al oído. "Su Alteza, esto no es más que palabrerías. Pudo haber sido comprado en cualquier mercado. No significa nada de este… este impostor."

El puño de Endymion se cerró sobre el medallón e inhalo fuertemente, un poco avergonzado por el enojo que sentía por las palabras de Nephlite. Su consejero probablemente tenía razón. El collar, estaba seguro, no significaba nada— no simbolizaba nada. La princesa de la Luna era un mito. Claramente, la dueña de Luna estaba alucinando.

Y sin embargo…

Pasando sus uñas por los lados del medallón, oyó un click. El medallón se abrió en su palma y se encontró viendo el pequeño retrato de una silueta clásica— el de una chica con la cabeza alta de manera real, su pequeña nariz, sus labios (aun sin estar seguro) parecían estar sonriendo solo un poco, el retrato terminaba gentilmente en su espalda baja. Y su cabello—dos perfectos odangos encima de su cabeza, con cascadas de cabello saliendo de ellos.

"No prueba nada, Su Alteza," le susurro Nephrite. "Cualquier artista callejero podría dibujar…"

"Lo sé, Nephrite," dijo el Rey, cerrando fuertemente el medallón. El gato lo observaba expectante y muy entusiasmado para llevarle de regreso un mensaje a su señora. "Por favor agradece a tu señora el hermoso regalo," le dijo.

Luna hizo una majestuosa reverencia, antes de salir del salón del trono. Endymion la observo mientras se marchaba, asegurando la cadena alrededor de su muñeca sin pensando y diciéndose a sí mismo que se desharía de él cuándo llegara a sus aposentos.

Sin embargo no era verdad. Desde que Malachite le había quitado el mechón de cabello, Endymion se había encontrado soñando con el— su textura, su color, la manera en que la luz se reflejaba, hasta su esencia. A pesar de que sabía que era ridículo fantasear acerca de que la desaparecida Princesa de la Luna aparecería para reclamar su reino— y tener el privilegio de casarse con el Rey de la Tierra y por siempre unir los dos mundos—Endymion no podía evitarlo.

El sueño simplemente era mejor que la realidad.


xXx


"Cuando lleguemos al Reino Lunar, se nos proveerá de un carruaje flotante que nos llevara al palacio. No será un largo trayecto, pero me han dicho que los paisajes no se comparan con nada aquí en la Tierra."

Endymion sonrió con superioridad hacia Zoicite, aunque su cuarto y último consejero estaba demasiado ocupado analizando el itinerario que tenía delante de él como para darse cuenta. "Créeme, Zoicite, no importa que tan encantadores sean los paisajes, estaría completamente satisfecho con nunca tener que posar mis ojos en ellos."

Zoicite levanto la vista, pero fue Malachite quien hablo. "Esos comentarios no deben de seguirlo a la Luna, Su Alteza. Nunca sabe dónde Beryl puede tener a sus espías, y no le hará ningún bien que ella se entere de su falta de respeto.

Suspirando, Endymion se recostó en el asiento del carruaje flotante y fijo la vista en el paisaje. A veces estaba tan atareado con los quehaceres diarios que acompañaban a un gobernante que se olvidaba de apreciar lo magnifico que era su planeta. Delante de él podía observar las altísimas montañas cubiertas de nieve que desaparecían en una neblina purpura, y justo al final del camino, un campo dorado moteado de flores silvestres de todos los colores. Endymion pudo distinguir la rosa-lirio y el tulipán tigre, pero hasta allí llegaba su conocimiento de botánica.

"Cuando lleguemos al castillo," dijo Zoicite, "nos mostraran nuestras habitaciones, que por supuesto he solicitado que sean en la misma ala. Nos darán una hora para prepararnos antes de presentarnos ante la Reina y su Corte, para degustar de algo de Vino Lunar y de algunos bocadillos terrestres. Llegaremos justo a tiempo para observar la puesta de sol."

"Las puestas de sol en la Luna son espectaculares," dijo Malachite. "Los recuerdo en el tiempo de la Reina Serenity."

Endymion le dio una mirada sin expresión a su consejero. "Esos comentarios no deben seguirnos a la Luna. Estoy seguro que Beryl querría tu ejecución por referirte a su predecesora."

Malachite lo fulmino con la mirada, pero no contradijo nada. Todos sabían que las palabras de Endymion estaban llenas de verdad. "Solo estaba tratando de darle algo para animarlo, Su Alteza. Luce demasiado melancólico."

Endymion solamente fijo de nuevo su vista en el paisaje de la Tierra, expuesto ante el en una perfección que nunca más podría ser recreada. No podía evitar preguntarse si, una vez que estuviera casado con Beryl, vería de nuevo tanta belleza.

"No puedo evitarlo," suspiro un momento después. "Siento como que si soy llevado hacia mi ejecución."

Sus consejeros no pudieron decir nada para consolarlo, así que los siguientes minutos estuvieron llenos de pensamientos y del sonido de los papeles de Zoicite.

Luego un grito de ayuda termino con el silencio.

"¡Ayúdenme! ¡Mi ama! ¡Mi ama!"

Los cinco hombres en el carruaje flotante intercambiaron miradas, pero solo tomo un momento para que Jadeite bajara la velocidad en el carruaje y luego lo detuviera, bajando sobre la carretera de grava.

"¡Ayúdenme, por favor!" el grito continuaba.

La puerta se abrió, dejando que la luz del sol iluminara el pequeño carruaje. Malachite fue el primer hombre en salir- siempre con cautela. El resto lo siguió, con Zoicite pidiéndole al Rey que no saliera porque podía tratarse de un complot contra la corona, pero Endymion lo ignoro y siguió a sus acompañantes fuera del carruaje.

Ni bien había puesto las botas en la carretera, Endymion pudo ver a un pequeño gato tambalearse hacia ellos lo más rápido que podía en sus pequeñas botas de cuero.

"¡Es la Luna!" dijo Nephlite, y todos observaron al robo-gato que se arrastraba sin aliento hacia ellos.

"¡Por favor, tienen que ayudarme! ¡Mi… mi… oh! ¡Su Alteza!"

"¿Luna?" comenzó a decir Endymion. "¿Qué haces…?"

Me disculpo por mi rudeza, Su Alteza, pero no hay tiempo para explicar. Mi ama necesita de su ayuda!"

"¿La princesa?" le pregunto, ignorando las miradas de cautela de sus consejeros.

"Si— Princesa Serenity. Por favor, sígame!"


xXx


Usagi dejaba salir su aliento lentamente, flotando justo debajo de la superficie del agua y deleitándose mientras sentía el aire burbujeando desde sus labios hacia la superficie. El sol brillaba en cielo de la tarde, mandando miles de rayos de luz hacia la superficie cristalina sobre ella. Y aun cuando el lago no estaba caliente, no estaba helado como ella esperaba y su cuerpo se había ajustado rápidamente, tanto que—mientras se mantuviera dentro del agua y no saliera a la superficie— podía relajarse sin tiritar.

Comenzaba a ver el punto de Luna. Había tenido sus dudas, por decirlo de alguna manera, cuando Luna había insistido en nada desnuda en el lago. Después de todo, no estaba lejos de la carretera; ¿Qué pasaría si alguien la viera? ¿O si le diera pulmonía? Usagi no era de las chicas que nadaban desnudas en los lagos.

Pero Luna había insistido que limpiaría su espiro, calmaría sus pensamiento, y le daría más energía a su cuerpo. Y—sorpresa, sorpresa—el gato parecía tener razón. Usagi no podía recordar sentirse tan refrescada, tan serena, tan contenta. Pensó que quizá tendría que hacer de eso una tradición.

Emergiendo desde la profundidad del lago, respiro el aire y se tomó un momento para contemplar la pureza del agua y la calidez que el sol le daba a su piel mojada. Con un suspiro de alegría, se hizo para atrás el cabello, sintiendo que las puntas flotaban en la superficie del lago y alrededor de su cintura, y se preparó para sumergirse de nuevo.

Cuando se volteó para ver si Luna aún estaba esperando por ella cerca de la orilla, grito.

Usagi se sumergió hasta que el agua le llego hasta la barbilla, abrazándose a sí misma y observando a los cinco hombres que la observaban.

Ellos la miraban boquiabiertos y ella hacia lo mismo.

Ellos se sonrojaron y Usagi sintió como el calor le subía a sus mejillas.

Estaba a punto de comenzar su pequeño repertorio de malas palabras cuando Luna salió de entre las piernas del hombre de pelo negro y se apresuró a la orilla.

"¡Princesa, princesa!" le grito. "¡He traído ayuda!"

Usagi pestañeo y logro tartamudear, "¿Ayuda?"

"Si, después de que esos crueles bandidos le robaron la ropa y la amenazaron con hacerle cosas horribles si salía del agua."

"¿Bandidos?"

Luna chasqueo la lengua. "Oh no, me temo que ha entrado en shock. Debemos sacarla del agua. Es un milagro que su carruaje haya aparecido a tiempo para espantar a los bandidos antes de que algo horrible pasara."

"Un milagro…" murmuro Endymion, sin poder quitar los ojos de la ninfa del agua delante de él.

Y fue en ese momento que Usagi se dio cuenta que a) este era otro de los locos planes de Luna y b) el hombre guapísimo delante de ella, con sus anchos hombros y su pelo negro, no era otro que el Rey de la Tierra, Endymion. Su pobre corazón, que aún no se había recuperado del primer susto, se encontraba trabajando al máximo.

"¿Quizá tienen algo que ella pudiera ponerse? Mi ama es bastante modesta."

"¡Por supuesto!" dijo Endymion, saliendo de su estupor y quitándose la capa que tenía sobre los hombros. "No es mucho, pero espero que ayude hasta que encontremos algo mejor."

Usagi afirmo con la cabeza lentamente, con su barbilla aun en el agua. "Gracias, Su Majestad." Le dijo, esperando antes de encontrar el coraje para agregar, "Quizá pudiera desviar la vista…"

"Oh—por supuesto, por supuesto. Caballeros, miren hacia otro lado."

Casi agradecidos con la orden (no estaban seguros de porque no habían tenido la fuerza suficiente para hacerlo por si mismos), los cuatro consejeros de Endymion se voltearon mostrándole la espalda a la pobre chica. Hubo otra pausa antes de que Endymion se estirara rápidamente y se limpiara la garganta. "Y yo también—por supuesto,"

Calmando sus nervios, Usagi salió del lago, tomo la capa del brazo de Endymion, y la puso alrededor de su cuerpo en un movimiento fluido. Estaba hecha del más suave cachemir de color verde oscuro que Usagi hubiera conocido antes. Olía vagamente a jabón y a madera fragante, y era bastante larga, casi un pie de largo estaba arrastrándose en la orilla lodosa.

"Gracias," le dijo cuándo su modestia estaba de nuevo intacta. Después se arregló el fleco para asegurarse que le cubriera su marca de nacimiento.

Los hombres se voltearon hacia ella lentamente y con cuidado hasta que se dieron cuenta que solo su clavícula era visible.

"Me alegro de que pudiéramos asistirla," comenzó a decir Endymion, aun con cierta incertidumbre, y con los ojos bien abiertos mientras que miraba a Usagi, "mientras que estábamos pasando por…"

"Estoy en deuda con usted," le dijo, pensando que sonaba como algo que una princesa diría.

"No tiene porque," le respondió Endymion con una risita. "En realidad yo debería de agradecerle. Que maleducado soy."

"¿Yo? ¿Por qué?"

"Por los bonitos regalos que me ha enviado."

Usagi lo miro boquiabierta, desconcertada. Ella no le había enviado ningún regalo al rey— ¿o sí? En realidad, podía recordar el haber escrito una carta de amor hacia el Príncipe Endymion en segundo grado… pero estaba más que segura que él no recordaría eso, especialmente cuando todas las chicas a las que conocía le habían escrito una carta de amor en algún momento. Era muy común en retos.

Pero luego bajo la vista hacia Luna, quien le estaba dando a Usagi una mirada que se sorprendía de no tener un agujero en la frente, haciendo obvio que Usagi si le había enviado algo al Rey Endymion. O, mejor dicho, la Princesa Serenity lo había hecho.

Se aclaró la garganta y trato de sonreír con gracia. "Me alegro de que Luna haya podido entregar… selos?" Luna afirmo con la cabeza. "Y espero con sinceridad que usted… um… los haya disfrutado…"

"Lo he hecho," la interrumpió Endymion, bajando la mirada. "En realidad, yo… el medallón… levanto las manos hacia su collar. Usagi se preguntaba si realmente estaba temblando o era su imaginación. Luego sus dedos agarraron la cadena que tenía alrededor del cuello y saco un pequeño medallón de oro que tenía escondido entre la camisa.

Usagi recordó en el instante el pequeño medallón que Luna había comprado días antes en la casa de empeño. Endymion lucia avergonzado por haber tenido esa cosa cerca de su corazón. Los sentimientos de Usagi estaban confundidos. Un poco de entusiasmo— después de todo, esto solo podría significar que Endymion había estado pensando en ella. Pero también había algo de terror de que Endymion y sus consejeros la descubrieran. Que de repente vieran a través de la red de mentiras que Luna había hecho. Y luego ¿Qué le harían? ¿A ambas?

Endymion de repente puso el medallón devuelta a su lugar, sus mejillas brillando, y Usagi se dio cuenta que había estado esperando por una respuesta. Cualquier respuesta.

"Lo siento," le dijo ella, rompiendo el silencio, "Solo que no tengo palabras. Quiero decir… al conocerlo, después de todos estos años. Y… es extraño, pero casi siento que ya nos habíamos conocido."

El alivio en los ojos del Rey era inconfundible. "Yo siento lo mismo…" hizo una pausa para limpiarse la garganta, echándole un vistazo a sus acompañantes, antes de adherir, "Princesa."

Esto debió haber sido la última gota, porque Malachite camino hacia el frente. "Su Alteza, me temo que no podemos atrasarnos más. A Beryl no le gustara que la hagamos esperar."

Endymion afirmo la cabeza con entusiasmo, sin poder quitar los ojos de Usagi. Su cabezo se estaba secando rápidamente bajo el sol, brillando con cada tono de dorado que hubiera visto antes. "No podemos dejarla aquí."

"Enviare por otro carruaje flotante," dijo Jadeite. "Y les pediré que traigan ropas más adecuadas." Volteo a ver a Usagi e inclino la cabeza hacia ella con una sonrisa curiosa. "Algo hecho para una princesa, por supuesto."

"Y luego puede regresar a casa, y nosotros podremos continuar al Milenio de Plata," dijo Malachite severamente, dejando las cosas claras.

Pero Endymion no podía dejar de jugar con la cadena alrededor de su cuello y con los puños de su camisa, aun cuando Jadeite regreso al carruaje y llamo al castillo. Aun cuando la princesa perdida pestañeo sus largas pestañas y ojos azules hacia el repitiendo su gratitud. Y luego se encontró a si mismo preguntando, "¿Le gustaría venir con nosotros? ¿A la Luna?"

"¿A la Luna?" Usagi abrió la boca, dando un vistazo hacia el cielo sin pensar. El globo blanco que colgaba justo sobre el horizonte, pálida bajo el sol de la tarde.

"Su alteza es muy generoso," dijo Luna, parada con sus botas puestas. "pero no nos gustaría abusar de su hospitalidad."

"Por supuesto que no quieren eso," dijo Zoicite. "Y me temo que mi Rey hablo un poco sin pensar. Lo mejor sería si no nos acompañaran en nuestra visita a la Luna."

"¿Por qué no?"

"Porque, Su Alteza, estoy seguro que a Beryl no le gustaría que llevara a otra hermosa chica con usted cuando hay una posibilidad de que su compromiso se anuncie en este viaje."

Usagi se quedó sin aliento. "¿Estás comprometido con la Reina Beryl?" dijo sin pensar, sin poder ocultar su disgusto. Había escuchado historia, por supuesto, de la cruel reina-dictadora que gobernaba la Luna. ¿Endymion realmente se uniría a ella?

"No, por supuesto que no," respondió Endymion— desesperado, severo. Nunca había sentido tanta culpa como cuando observo la incredulidad que se mostraba en la hermosa cara de la chica. Y nunca se había sentido tan culpable por decir algo que no era necesariamente una mentira. De reojo pudo ver como Zoicite cruzaba los brazos sobre su pecho y lo observaba fijamente, y luego agrego. "Por lo menos… no técnicamente. Aún no." Suspiro, queriendo explicar más a fondo, pero sabiendo que no tenía en realidad la potestad para hacerlo. Comprometido o no, sabía que tenía que casarse con Beryl— por el bien de su planeta.

Además, él no estaba traicionando a nadie, especialmente no a esta supuesta Princesa de la Luna. Ni siquiera la conocía.

"Mi ama nunca ha estado en la Luna," dijo Luna, uniéndose a la conversación. "Por lo menos, no desde su nacimiento. Cuando la Reina murió, Serenity fue llevada en cuestión de unas horas hacia la Tierra—para protegerla. Todos sabían que habría una reñida batalla por la corona. Lo despiadada que sería Beryl. Como no iba a detenerse por nada… aun si eso significaba asesinar a su prima infante." Luna suspiro, sus ojos rojos le echaron un vistazo a la Luna. "Pero yo, por otro lado, fui una Luna leal al Rey y a la Reina por muchos años. Fui creada por uno de los más grandes inventores de todos los tiempos, para servir y para ser una amiga de la familia real. Ese fue un tiempo glorioso y feliz, antes de que el reino de oscuridad de Beryl comenzara. Extraño esos días, extraño la Luna y el Reino… siento que me gustaría verlos de nuevo.

"Y deberías de hacerlo," le urgió Endymion. "Y tú también, Serenity. Deberías de ver su hogar, el lugar de donde vino."

El corazón de Usagi sintió una punzada. Aun con la dulce y suplicante mirada, además de la urgencia de las palabras con las que hablaba Endymion—como si estuviera determinado en mantenerla a su lado— sus palabras no podían quitarle lo que sus palabras realmente significaban para ella. Una resistencia se estaba formando dentro de ella y quería decirle que su nombre no era Serenity. Que ella no era de la Luna. Que era simplemente una plebeya, envuelta en una red de mentiras que había creado un gato.

Pero Luna comenzó a hablar de nuevo antes de que Usagi pudiera acomodar sus pensamientos y confesar. "Su Alteza, sería un honor para nosotros el acompañarlo en sus viajes. Pero antes de que aceptemos, hay algo que debe saber primero, porque no deseaos que se ponga usted en peligro de manera innecesaria."

"¿Y qué es eso que deben decirme?"

"Cuando la Reina Serenity estaba recostada en su lecho de muerte, me mando a llamar," explico Luna, sin un toque de mentiras en su voz. "Y me dijo que me llevara y protegiera a la pequeña bebe… hasta el día cuando la Princesa Serenity regresara a casa y reclamara su derecho al trono. Ese tiempo es ahora, Su Majestad. Y yo me encargare de que a mi ama se le de lo que realmente le pertenece."

Usagi no podía cerrar la boca. ¿Luna estaba hablando en serio? ¿Realmente intentaba instalarla como Reina de la Luna? ¿Estaba loca?

"No querrá decir," dijo Nephlite, guardando sus manos en las mangas opuestas de su túnica, "¿que intentan derrocar a la Reina Beryl, o si?"

Era exactamente lo que Usagi estaba pensando, pero nada la podía haber preparado para la respuesta de Luna.

"Claro que sí," le dijo el gato, moviendo los bigotes. "Y lo hare. La gente de la Luna ha sufrido por mucho tiempo. Es ahora en que deben de tener a su Reina de regreso— una reina que gobernara con gracia y justicia, no crueldad y codicia."

"Escuchen, escuche," dijo Jadeite, quien recibió un golpe en el brazo gracias a Malachite.

"Su Alteza, ¿puedo hablar con usted un momento?" le dijo el jefe de los consejeros de pelo plateado, tomando a Endymion por el brazo y jalándolo antes de que el Rey pudiera responder. Los otros consejeros los siguieren. Cuando estuvieron fuera de alcance para que los escucharan, Malachite se volteó hacia su rey y le dijo entre dientes. "Esto es ridículo. De ninguna manera podemos llevarlas a la Luna. Lo prohíbo."

"¿Por qué no?" pregunto Endymion, honestamente confundido. "Al parecer tienen todo el derecho de ir a la Luna con nosotros."

"Son impostores," gruño Malachite.

"No tienes ninguna prueba de ello."

"Y tú no tienes prueba de que si no lo sean. Endymion, ¿cuantos artículos de noticias y televisión hemos visto a lo largo de los años, que hablaban sobre diferentes chicas que afirmaban ser las verdaderas herederas al Reino Luna? ¿Cuantas docenas de chicas, de todo el mundo, han intentado convencer a otros de que eran las Princesa perdida? ¿Y cuantas al final si lo eran?"

Endymion desvió la mirada, relajando los músculos de la quijada. "Pero ella…"

"¿Qué? ¿Ella es que, Endymion? ¿Preciosa? ¿Encantadora?"

"Sí."

"Estoy de acuerdo. Pero esas cosas no la hacen una princesa."

"Quizá no importa."

"¿De qué hablas?"

Con un gruñido, Endymion se pasó la mano entre el cabello, encontrando bastante difícil el no darle aunque sea una mirada a Serenity. Parecía estar sufriendo inusualmente por no verla. "Quizá no importa si ella es real o no. ¿A quién le importaría que fuera una impostora?"

"¿Te estas escuchando a ti mismo?"

"Mira, Beryl es un desastre. Es una terrible gobernante y toda la lógica dicta que debe ser derrocada, solo que todos mundo le tiene demasiado miedo como para intentarlo. ¿No crees que esta chica tiene el potencial de ser una mejor gobernante, no importando quienes son sus antepasados?"

Malachite frunció el ceño. "Ahora estas dejando que tus hormonas hablen por ti. Si llevamos a esta chica con nosotros a la Luna, sabiendo de sus intenciones de llamarse a sí misma la verdadera Reina de la Luna, no solo nos pondríamos en un terrible peligro, pero destruiríamos por siempre la posibilidad de una alianza entre la Luna y la Tierra. Significaría la guerra. ¿Realmente quieres poner a tu gente en esas situación?"

Era lo único que Malachite podía decir que tenía el potencial de detener a Endymion. Sentía que la esperanza disminuía con sus palabras, aun cuando todas eran ciertas. Él y sus consejeros serian condenados como cómplices de la traición. Haría de la Tierra un enemigo de la Luna.

Y no había manera de que Serenity pudiera escapar con vida si Beryl la encontraba.

El sonido de algo viniendo por la carretera les advirtió que un segundo carruaje flotante se acercaba. Endymion se volteó para ver a la princesa agachada sobre la arenosa orilla hablando en susurros con la Luna. Su capa verde y negra aun colgaba de sus curvas, mojada y sucia. Noto que la gata sacaba algo de sus botas y se las acercaba a la chica—unos pasadores de cabello se dio cuenta un poco después, mientras que ella con experiencia se arreglaba el cabello en dos distintivos odangos dorados sobre su cabeza. Su corazón se detuvo por un momento.

"Está bien," susurro, más para sí mismo que para sus consejeros, y comenzó a caminar hacia la chica.

Usagi levanto la mirada mientras que el Rey se acercaba. Intento sonreírle mientras que estaba allí parada, pero era casi imposible por la confusión de sus pensamiento. Muchas cosas estaban pasando, demasiado rápido.

"El otro carruaje ha llegado," le dijo Endymion, señalando hacia la carretera. "Ahora puedes ponerte algo mas cómodo y propio."

"Gracias," le dijo ella.

"Estamos muy agradecidas por su gentileza," dijo Luna. "Y mi ama y yo hemos estado hablando sobre su antigua oferta y de cómo no deseamos ponerlo en peligro o causarle problemas."

Endymion afirmo con la cabeza y abrió la boca para expresarles su decisión, cuando Luna lo interrumpió. "Así que hemos hecho un plan."

"¿Un plan?"

"Sí. Pensamos que sería mejor si simplemente le decimos a la Reina Beryl que Serenity es una embajadora."

"¿Una embajadora?"

"Precisamente."

"¿De dónde?"

"Bueno… estaba pensando del Estado Sueco de la Tierra. Ella tiene los ojos azules que se supone son comunes de esa área."

"¿Suecia?"

Luna afirmo con la cabeza. "Les diremos que la Reina de Suecia está buscando expandir sus acciones de recursos de la Luna y sus bonos. Quizá en Piedralunas… he escuchado que son de lo más popular en Europa."

Endymion le echo una mirada a la gata y luego a la chica. Estaba parada en una postura perfecta y con una sonrisa serena—digna de cualquier princesa o embajadora. "¿Sabes algo de Suecia?"

Lentamente, Usagi negó con la cabeza. "No, Su Majestad. Pero tampoco creo que Beryl sepa mucho."

Y porque Endymion realmente no había querido dejarla desde un principio, acepto. Malachite no lo aprobó por supuesto, pero sabía mejor que cuestionar las decisiones de Endymion. Tonto o no, aún era el rey.


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Usagi se dio cuenta que Endymion estaba ansioso porque ella le pusiera atención de nuevo. El viaje desde la Tierra a la Luna había estado tan lleno de conversación— entre ellos dos, por supuesto. Sus consejeros estaban huraños y con sospecha, lo que llenaba a Usagi de nervios. Pero el Rey la había consentido desde el momento en que se había puesto el vestido de seda y tafetán. Le había ofrecido su mano cuando se subieron al su medio de transporte. Había escogido el asiento a la par de ella, aun cuando había un asiento cerca de la cabina principal, lleno de almohadones que estaba hecho específicamente para que viajara. Le había preguntado cosas acerca de su vida en la Tierra, donde había crecido e ido a la escuela. Al principio su incesante curiosidad hizo que Usagi se preocupara de que quisiera atraparla en una mentira, pero eventualmente se dio cuenta que realmente estaba interesada en ella. Así que su historia se fue haciendo más fácil cuando podía incorporar su verdadera vida en ella. Le dijo acerca de sus padres, y solo lo sustituyo diciendo que eran los padres adoptivos que Luna había conseguido cuando ella era una bebe. Le conto sobre sus clases, aunque no menciono sus bajas calificaciones. Le hablo acerca de su mejor amiga, Ami, y sintió un pequeño dolor en el corazón. No había visto a Ami en casi dos semanas y se preguntaba, si como iban las cosas, la volvería a ver.

Luego, Endymion había confiado en ella algunos miedos ocultos acerca de gobernar. Después de todo, había ascendido al trono cuando solo tenía quince años, y aunque ya habían pasado ocho largos y ocupados años desde entonces, aun se despertaba algunas veces con el peso del mundo sobre sus hombros. Le conto acerca de sus consejeros y de cómo se habían convertido en más amigos que otra cosa.

No había vuelto a mencionar su inminente compromiso.

La conversación había terminado abruptamente, sin que Endymion estuviera muy contento con ello, cuando llegaron a la Luna. Salieron del coche y Usagi se quedó sin aliento por la vista que tenía frente a ella. Los paisajes brillaban de plata en la luz del día. Había una ligera briza en la atmosfera generada-mecánicamente, el sistema de soporte de vida de la Luna que Usagi había estudiado en la escuela. No se recordaba de cómo funcionaba todo, pero sabía que los científicos habían pasado décadas perfeccionándolo. Al final, habían logrado recrear la atmosfera de la Tierra casi con exactitud, desde el sistema de climas hasta la combinación de gases que componían el aire. En realidad, habían mejorado el viejo sistema atmosférico de la Tierra. La Luna nunca tenia sequias, tornados y nunca habían tenido un incendio forestal.

Cuando a Usagi le enseñaron todo esto se imaginó que la razón era porque la Luna no tenía ningún bosque. Además se imaginó que la máquina que habían creado los científicos era fea y grande, y que arruinaba todo el lugar. Pero estaba equivocada, ahora podía verlo, mientras admiraba la superficie de la Luna. En la distancia podía distinguir un bosque que se extendía en el horizonte. Y la maquina no estaba en ningún lugar que se pudiera ver; después se enteraría que había sido instalada bajo tierra.

Y todos los sueños de Usagi de una Luna arenosa desaparecieron por la suave briza de otoño. Los gloriosos jardines que bordeaban el puerto de entrada, la luz del sol que se filtraba y que era de una temperatura perfecta en su piel, poder ver la Tierra con su luz azul en el cielo… Usagi había descubierto el cielo. Y se había olvidado del guapísimo hombre a la par de ella.

Abordaron otro carruaje flotante que los iba a llevar al castillo. Endymion se sentó de nuevo a la par de ella, sin dudarlo, pero una vez que se dio cuenta que su atención había sido robada, ya no intento hacer nada por recuperarla. Ella podía ver los brillantes paisajes—nuevos lagos, nuevos árboles, nuevos campos— mientras que Endymion la observaba, sin poder dejar de sonreír ante su asombro.

"Conozco este lugar," dijo Luna de repente, sentada en una silla con sus dos patas delanteras en la orilla de la ventana.

Usagi no sabía si estaba mintiendo. Sabía que Luna había inventado la historia de que ella era la Princesa de la Luna, pero se preguntaba si otros elementos de la historia habían sido reales. Quizá Luna realmente había sido creada en la Luna y le había servido al Rey y a la Reina. Quizá Luna realmente había escapado cuando Beryl había comenzado a gobernar. Quizá si intentaba derrocar a la Reina y poner a Usagi en su lugar.

Ya no sabía lo que Luna estaba planeando, y estaba nerviosa, pero también esperanzada. Después de todo, si no fuera por Luna, Usagi nunca hubiera conocido al príncipe o este magnífico mundo en el que estaba.

Nephrite se había echo hacia delante en su silla y visto hacia afuera. "¿Dices que has estado aquí?"

"Si, solía tomar caminatas con las otras Lunas del castillo y los sirvientes. Hasta la Reina se nos unía en algunas ocasiones. Estamos cerca del castillo."

"Lo estamos."

"Solíamos tener picnics, dejado de aquel árbol de cerezo. ¿Lo puedes ver, U-Serenity?"

Usagi hizo una mueca por el casi delato, pero nadie parecía haberlo notado. Vio el árbol de cerezo, imponente y solitario en el amplio campo de grama verde y alta y las flores silvestres de color purpura. "Es hermoso. Quizá pronto tu y yo podremos tener un picnic aquí, Luna."

"Eso me gustaría mucho, ama." Luna le echo un vistazo a Usagi con sus ojos rojos y parecía estar sonriendo. "Quizá, si no es mucho problema, podría bajarme aquí y encontrarme con ustedes en el castillo. Me gustaría ver mucho más de estos lugares que no he visto en tantos años."

"Eso no sería ningún problema," dijo Endymion y aun cuando Usagi estaba un poco asustada de quedarse sola en esta "obre de teatro", podía ver que Luna realmente estaba emocionada por salir y ver de nuevo los paisajes de la Luna.

"¿Puedes encontrar tu camino de vuelta al castillo, verdad?" le dijo Usagi mientras que el carruaje se detenía.

"Por supuesto que puedo— esta al final de este camino. Lo recuerdo muy bien."

Nephrite abrió la puerta y Luna no perdió ningún hacer una reverencia a los hombres en el carruaje. "Estoy seguro que ustedes, caballeros, mantendrán bajo su cuidado a mi señora hasta que nos encontremos de nuevo."

"Estabas en el castillo para nuestro encuentro con Beryl, ¿no es así?" le pregunto Usagi, entrando en pánico.

"Por supuesto, Princesa. No me lo perdería por nada del mundo."

Al decir esto, Luna bajo por las pequeñas escaleras retractiles hacia la carretera adoquinada.

Malachite se volteó hacia Usagi con el ceño fruncido mientras esperaban que la puerta del carruaje se cerrara. "Espero que no se le ocurra llamarla "Princesa" mientras que estemos en el castillo."

Usagi se rio un poco incomoda como si Malachite estuviera bromeando. "Yo también."

En cuestión de momentos, Zoicite había reprogramada el sistema de navegación del carruaje y de nuevo agarraron camino hacia el palacio de Beryl, pero ni siquiera habían soltado dos suspiros cuando hubo un extraño temblor en el motor del carruaje, las cuchillas debajo del transporte se habían detenido, y el carruaje flotante cayo tres pies sobre la Luna. Usagi dejó escapar un grito agudo y agarro lo primero que tenía a su alcance—el brazo de Endymion. Jadeite había caído de su asiento y Nephrite se había golpeado la cabeza en unos de los paneles computarizados que se encontraba a un lado.

El carruaje pronto se llenó solo de sonidos de respiros agitados y el sonido de las cuchillas que se detenían poco a poco debajo de ellos.

"Zoicite, ¿Qué paso?" le pregunto Endymion, tomando entre sus dedos la mano de Usagi en un instintivo modo de consuelo.

"No tengo ni idea, Su Majestad. Sonó a que algo dejó de funcionar con el motor."

"¿No creen que Beryl pudo haber mandado un carruaje con defectos para transportarnos, o si?" pregunto Jadeite, levantándose del suelo y sentándose de nuevo en su asiento, mientras que se sobaba la rodilla con la que se había golpeado.

"¿Por qué lo haría?" murmuro Malachite. "No tiene ninguna razón… por lo menos que ella sepa." Agrego dando una mirada de desaprobación hacia Usagi.

"Además, estaba trabajando bien hace unos momentos," dijo Zoicite, mientras leía las opciones en el panel de navegación. "Algo debe haber pasado cuando nos detuvimos. ¿Quizá algo se atoro en las cuchillas?"

"Supongo que alguien debe ir a checarlas" dijo Endymion, "o llamemos al castillo para alertarles de la situación."

"Yo iré," dijo Nephrite, abriendo la puerta y saltando hacia la carretera. El aire que entro al momento en que se abrió la puerta era caliente y fresco y Usagi no podía dejar de pensar que este era el mejor lugar en el Universo para quedarse varado. Pensando en esto, inconscientemente había sujetado un poco más fuerte la mano de Endymion, y él también lo hizo. Su corazón palpito rápidamente.

"No temas," le dijo, mirándola con una sonrisa segura. "Veremos qué es lo que está mal y volveremos al camino en cuestión de minutos."

Ella también le sonrió, maravillándose por la repentina cercanía, la profundidad de sus ojos, el casi invisible hoyuelo que aparecía en su mejilla derecha cuando sonreía de cierta manera. De manera sincera, le respondió. "No estoy nada asustada."


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Luna asintió para sí misma, observando desde la grama alta mientras que Nephrite emergía del carruaje y comenzaba a realizar una búsqueda alrededor de la base. Pronto se le unió Zoicite y Jadeite, mientras que intentaba deducir la causa de la repentina falla mecánica.

Convencida de que su pequeño sabotaje había funcionado, se volteó y comenzó a caminar por entre el campo, manteniéndose oculta para evitar que la detectaran. Sus botas hacían que fuera algo raro andar en cuatro patas, pero las querría para después y no tenía otra manera de cargarlas, así que continuó con su ardua marcha.

No tenía ninguna duda de que los consejeros pronto encontrarían el pequeño alambre rojo que inexplicablemente se había desconectado del motor, y tomarían camino de nuevo. Solo esperaba tener suficiente tiempo para preparase para la última parte esencial de su plan.

Cuando finalmente el carruaje estaba fuera de vista, regreso al camino. Su caminata estuvo mejor ahora que podía caminar con sus patas traseras, además que el día estaba lleno de la dulzura del pasto y las gardenias. El generador del clima de la Luna les había proporcionado la tarde perfecta para viajar— el sol estaba brillante pero no demasiado caliente, la briza estaba controlada y refrescante, las únicas nubes que se veían en el cielo era de un blanco brillante. Luna no pudo evitar preguntarse si la Reina ordenaría que el clima estuviera perfecto para darles la bienvenida a sus invitados especiales, pero de todas maneras encajaba perfectamente con sus planes.

No había pasado una milla, cuando Luna se encontró con los primeros signos de residencias lunares. Había un pequeño huerto de manzanos a lo largo de la carretera, en el cual los arboles producían las manzanas más rojas y brillantes que Luna hubiera visto antes. Casi una docena de trabajadores deambulaban por el huerto, algunos subidos en los arboles cortando las manzanas que más sol habían recibido, hacia sus compañeros que esperaban debajo con grandes contenedores.

"Buen día, buenas personas," los saludo Luna cuando ya estaba lo suficientemente cerca.

Todos los trabajadores se voltearon hacia ella, con evidente sorpresa en sus rostros al ver a un gato con botas parlante. O quizá estaban sorprendidos de ver un gato— después de todo, la mayoría de los miembros de la familia de felinos se encontraban extintos por cientos de años.

"Buen día," dijo una de las mujeres, una bella doncella con grueso y negro cabello atado a la altura de su cuello. Aun cuando el clima parecía templado para Luna, la chica estaba sonrojada de cansancio, y se tomó un momento para doblar las mangas de su túnica de trabajo.

"Soy una visitante que proviene del Reino Terrestre y sentí que debía detenerme en mi viaje para decirles que esta es la huerta de manzanas más gloriosa con la que me he encontrado. Nunca mis ojos habían visto tan perfecta cosecha de frutas rojas como el rubí. Estoy segura que no tenemos nada en nuestro pequeño planeta que se le compare. ¿Podrían decirme quien es el dueño de este huerto?"

La chica rio, aunque no era una sonrisa de alegría sino que una llena de amargura. "Bueno, tus halagos son bien recibidos por mi familia, los Hino, quienes hemos trabajado esta tierra y cosechado estas manzanas por cuatro generaciones. Por lo que nosotros sabemos, esta es nuestra huerta, y nos orgullecemos de ella. Pero ante los ojos de la ley, me temo que la huerta realmente le pertenece a la Reina Beryl, así como toda la tierra que puedes observar de horizonte a horizonte."

Luna se tomó un momento para escanear el mundo, de horizonte a horizonte, y luego volteo a ver de nuevo a la chica mientras asentía con entendimiento. "Y antes de que la Reina Beryl reinara, ¿Esta tierra le pertenecía al trono?"

Riendo disimuladamente, la chica tomo una manzana del barril más cercano y comenzó a inspeccionarlo para ver si tenía algún moretón o mancha— y aparentemente no encontrando ninguno. "Por supuesto que no. La Reina Serenity era una gobernante justa. Creía en que el trabajo duro de las personas hablaba más acerca de los derechos de propiedad que lo que pudiera estar escrito en un pedazo de papel. No fue sino hasta que Beryl se volvió Reina que nuestra tierra fue confiscada, junto con todas nuestras ganancias."

"Es un cuento triste. Veo que la nueva Reina está llena de avaricia y siento mucho el aprieto en el que se encuentran. Sin embargo, les traigo noticias que espero les llenen de esperanza."

"¿Y cuáles serán?"

"La desaparecida Princesa de la Luna, la única heredera de la Reina Serenity, se encuentra en este momento de camino al castillo para reclamar lo que es suyo por derecho."

La chica dejo caer la manzana y todos los trabajadores, quienes habían regresado a sus labores, se voltearon para mirar fijamente a Luna. Parecía que hasta los pájaros en los arboles habían dejado de cantar.

"No hay una Princesa de la Luna," le dijo la chica.

"Te aseguro que si hay, y cuando ella sea Reina, será una gobernante justa y sabia. Pasará por esta huerta hoy. Estoy segura que cuando la vean, reconocerán que ella es su verdadera Reina, y que ustedes le prometerán su lealtad, para que tenga el poder del pueblo de la Luna y poder hacerle frente a la tiranía de Beryl."

Luna hizo una elaborada reverencia y no dejo que la chica y sus trabajadores se sobrepusieran de la sorpresa antes de comenzar de nuevo su caminata sobre las pequeñas botas de cuero.

Otra milla paso y Luna llego a un viñedo. Filas y filas de uvas de vino crecían sobre el enrejado de madera y se extendían tan lejos como sus ojos podían ver. La luz del sol hacia que las hojas brillaran y parecían doradas, y cada racimo de uvas contenía las más purpura y rellenas que Luna jamás había encontrado.

No fue sino hasta que Luna casi llego al final del viñedo que escucho voces humanas. Siguió uno de los camino entre las uvas, y llego hasta una fuente baja hecha de piedra que estaba llena de uvas en vez de agua, y tres jóvenes bailando alrededor de las uvas con la parte baja de sus faldas metidas dentro de sus delantales.

"Buen día, bellas doncellas," les dijo Luna, y su alegre baile y risas pronto se detuvieron mientras que observaban fijamente a la gata con botas. "Me disculpo por la interrupción, pero simplemente soy una visitante del Reino de la Tierra y no pude evitar maravillarme de las más divinas uvas que he visto jamás. No tengo duda de que ustedes también producen el más esplendido vino que hay en la Luna."

Una chica— de pelo castaño oscuro y las más alta de las tres por unas cuantas pulgadas— le sonrió a Luna y se encamino hacia la orilla de la piscina. Sentándose, movió sus piernas hasta que sus pies descalzos y purpura brillaban en el sol. "En realidad, si producimos el vino más esplendido que hay en la Luna. El viñedo de los Kino es uno de las más apreciados en esta galaxia."

"¿En serio?" dijo Luna, admirando las uvas alrededor de ellas con nuevo asombro. "Y tú debes de ser de la familia Kino. ¿Entonces este es tu viñedo?"

"Bueno, soy Lita, la más joven de la familia Kino, sí. Pero… bueno, es nuestro viñedo, y lo ha sido por muchos años, pero… la tierra realmente le pertenece a la Reina Beryl." El nombre de la Reina fue pronunciado como se si tratara del vino más amargo.

"Ya veo. ¿Y asumo que la Reina les ha subido los impuestos?"

"Si, lo ha hecho."

"¿Y seguramente monitoria sus ganancias para poder tomar mucho más de lo que le corresponde?"

"Mucho más."

"Es una historia trágica, querida Lita. Pero traigo noticias que pueden cambiar el destino de este magnífico viñedo."

Lita cruzo los brazos y se hizo hacia delante. "No me digas. ¿Qué noticias podrán ser esas?"

Únicamente que la heredera de la Reina Serenity, la desaparecida Princesa de la Luna, en este mismo momento se encuentra de camino al castillo para reclamar lo que por derecho le corresponde. Se por la mirada en tu rostro en que no crees en la leyenda de la Princesa de la Luna, pero te aseguro que es cierto. Vive. Sera Reina. Y gobernara con la misma bondad y corazón generoso de su madre."

Con la boca un poco abierta, Lita le dio una mirada a sus dos acompañantes, quienes estaban utilizando sus delantales manchados de purpura para limpiarse el sudor de sus frentes. "¿Escucharon? Esta criatura está diciendo que la desaparecida Princesa de la Luna reclamara su trono y nos salvara a todos."

Una de las chicas soltó una carcajada, aunque le faltaba entusiasmo. "Bueno, por favor, dejen que venga. El presente régimen ciertamente no nos está haciendo nada bien."

Tomando las palabras de la chica como un signo de aprobación, aun cuando eran de sarcasmo, Luna continuo, "La Princesa pasara por este viñedo más tarde el día de hoy, y verán que ella es su verdadera Reina. Les suplico que voluntariamente le prometan su lealtad, para que ella pueda tener el poder del pueblo de la Luna y enfrentarse ante la malvada Reina Beryl."

De nuevo hizo su reverencia antes de irse a toda marcha hacia el camino, sin voltear la vista.

Pasadas unas cuantas millas más, Luna pudo observar a lo lejos el Palacio de la Reina. Estaba sobre una colina, la brillante luz del sol le proporcionaba luz y parecía que estaba hecho de mármol y piedraluna. Y quizá si lo estaba. Aunque aún estaba bastante lejos, Luna podía distinguir algunos pilares, balcones, torres, y— alrededor de la base— una pequeña ciudad llena de pequeñas casas azules con blanco, que parecían miniaturas comparadas con el bello palacio.

En la base de la colina, Luna llego a un jardín que lleno su vista de todos los colores del arcoíris, los cuales se encontraban en los pétalos y flores. Las fragancias le llegaron a su pequeña nariz de gato y la marearon de delicia— jazmín, rosas, y tomillo eran solo el comienzo. Nunca había visto Luna tanta belleza en un solo lugar.

Mientras que pasaba entre los lirios amarillos, escucho un suave tarareo y pronto noto a una chica arrodillada a la par de un arriate de flores, quitando lentamente la mala hierba que crecía alrededor de las flores. Tenía un hermoso rostro en forma de corazón y cabello rubio que le llegaba hasta la cintura, amarrado con un moño rojo por detrás.

"Buen día, jovencita," la saludo Luna.

La chica quito un poco más de mala hierba antes de detenerse y ver a Luna. Sorprendida, se enderezó y tiro un puñado de mala hierba a la pila junto a ella. "Buen día."

"Debo decirte que este jardín es mucho más frondoso, fragante y tan lleno de vida y color, que estoy segura que me desmayo solamente de verlo. Soy una viajera proveniente del Reino Terrestre y aun cuando tenemos muchos jardines de los cuales estar orgullosos, ninguno se compara con este. ¿Eres la cuidadora de estas finas flores?"

"Si, lo soy. Mina Aino, a tu servicio."

"Joven Aino, creo que soñare con este lugar por el resto de mis días. ¡Estoy segura que rivaliza con los legendarios jardines del Edén!"

La chica rio y se cambió de posición. "¡Me halagas demasiado! Solo les he dado a estas flores un lugar donde crecer y me aseguro que tengan agua y los nutrientes necesarios. Es un trabajo simple y no merecedor de tan grandes halagos, pero te agradezco por tus finas palabras."

"Aceptare tu modestia, aun cuando no esté de acuerdo con ella," contesto Luna. "Entonces este jardín debe pertenecerte, ¿No es así?"

Mina se encogió de hombros. "Siento que es mío, puesto que se ha vuelto para de mí, ya que con mis propias manos plante y cuide cada flor. Pero la tierra en la que crecen pertenece a la Reina Beryl, y ella en más de una ocasión ha amenazado con destruir el jardín si no pago los impuestos que ella continua aumentando."

"No puedo imaginarme como una persona puede pensar en destruir una obra maestra como esta."

"Confieso que yo tampoco puedo. Pero me han dicho que es una propiedad de gran valor que serviría al reino como un puerto de transporte."

"¡Un puerto de transporte!"

"Sí. Supongo que los visitantes de otros planetas se han quejado de tener que viajar demasiado entre el puerto actual y el palacio."

"Es una verdadera lástima. Justo he venido desde el puerto y ha sido el camino más encantador por el que he viajado. Beryl debería de sentir vergüenza por querer destruir tan preciado regalo por conveniencia. Tengamos la esperanza de que nunca se cumpla."

"Es mi único deseo, cada día."

"Y creo que puedo darte una razón para que ese deseo te sea concedido."

"¿A qué te refieres?"

"Jovencita, estoy aquí para contarte que la Princesa Serenity, la verdadera heredera al trono de la Luna, ha regresado al Reino y busca reclamar su corona."

"¿La Princesa Serenity?" dijo Mina, bajando su voz hasta un susurro, como si la Reina pudiera escucharla desde lo alto del cerro. "¡Pero todos dicen que está muerta!"

"Es una mentira que fue creada para protegerla de la venganza de Beryl. Ha estado escondida a salvo por todos estos años, pero ahora ha regresado. La Luna pronto estará siendo gobernada una vez más por una Reina bondadosa y compasiva.

"Sería un sueño, y aun me resisto a creer hasta que tus palabras se cumplan."

"No te juzgo por tu escepticismo. Pero escucha, la princesa de la Luna pasara por tu jardín antes de que el sol se ponga esta noche, y tú sabrás que no he dicho nada más que la verdad. Sin duda la reconocerás como la verdadera Reina y te suplico que le seas leal para que ella tenga el poder de la gente de la Luna y así poder reclamar su corona."

Con eso, Luna hizo una reverencia lo más bajo que pudo, antes de voltearse y caminar rápidamente entre el jardín y hacia el enorme castillo.


xXx


Usagi se vio forzada a soltarse de Endymion, puesto que no tenía razón alguna para seguir aferrándose a él, además que se sentía un poco avergonzada por tocar a un hombre que muy pronto estaría comprometido con la Reina de la Luna. Aun así, casi le partió el corazón hacerlo; perder la calidez de su piel. Sus manos se sentían tan grandes y fuertes envolviendo a sus delicados dedos, que se encontró a si misma añorando sentirlo de nuevo. Sostener su mano. Acariciándole la espalda. Acercándola hacia él en un abrazo— le dieron escalofríos solo de pensar en cómo se sentirían sus grandes y fuertes brazos sobre su tan pequeña forma.

Endymion le echo un vistazo sorprendido al momento en que ella le soltó la mano y las regreso a su regazo, como si él se hubiera olvidado que se estaban tocando. Luego rápidamente volteo la mirada y observó fijamente a un punto en el piso del carruaje, apretando los labios.

Podían escuchar a Nephrite, Jadeite, and Zoicite afuera, abriendo compartimientos y trasteando partes del motor del carruaje. Malachite estaba sentado al lado opuesto de Endymion y Usagi, mirando hacia la puerta abierta y pretendiendo que no estaba viendo de reojo a la supuesta princesa y a su Rey. "Estoy seguro que no tomara más que un minuto para que lo arreglen," murmuro.

Usagi se dio la vuelta hacia la ventada y reconoció el árbol de cerezo que Luna había mencionado. No estaba seguro si Luna había mentido o no. "¿No sería irónico si Luna llegara al castillo antes que nosotros?"

"Terriblemente irónico," dijo Malachite arrastrando las palabras, claramente no queriendo pensar que les iba a tomar tanto tiempo poner en marcha el carruaje. Parecía que se incomodaba más y más con cada momento que pasaba, como un chaperón forzado a cuidar a dos adolescentes rebeldes.

Endymion se volteó hacia Usagi, sin poder evitar sonreír al verla. La luz del sol proveniente de la ventada hacia que sus ojos azul pálido brillaran como diamantes. Su pelo parecía hecho de oro puro. Sus rasgos eran tan suaves y su postura tan regia, que se sorprendía que nadie sospechara que ella podía ser la desaparecida Princesa de la Luna. Parecía pertenecer a la hermosa perfección de los campos, los árboles y las flores delante de ellos.

Añoraba decirle lo hermosa que era, pero se contuvo. Tales palabras no podían ser dichas delante de su consejero. Y aún más importante, esas palabras no deberían ser dichas por un Rey que pronto se casaría con otra mujer.

En vez de eso suspiro.

"No puedo imaginar que es lo que les está tomando tanto tiempo, Su Majestad," dijo Malachite, malinterpretando el suspiro de Endymion por impaciencia.

"Quizá debas ir a echarles un vistazo," le sugirió Endymion, quitando la vista de Usagi, con cierta dificultad. "Quizá necesiten de tu ayuda."

"Estoy seguro que pueden ellos solos."

"Pero cuatro cabezas son mejor que tres."

Malachite frunció el ceño por la trampa en la que había caído. Usagi aun miraba por la ventana, quizá pretendiendo que la conversación no le interesaba, pero Endymion lo miraba fijamente, sin sutileza.

"Como desee," dijo finalmente, sin ocultar su irritación. Se levantó, haciendo un pequeño movimiento de cabeza hacia su Rey y dejo el carruaje, con la cabeza en alto.

Solo hasta que Malachite salió del carruaje fue que Endymion se dio cuenta que quizá el desear estar a solas con Usagi no era una idea tan sabia. La miro de reojo e inmediatamente sintió un excitante deseo en la base de su estómago. Su corazón parecía haberse expandido al punto salirse a través de sus costillas. Tuvo que apretar las manos en puños para no tocarla. Apenas podía respirar, y el hecho de que ella parecía la pintura de la perfecta calma, a pesar de estar solos, solamente hacía que la deseara aún más.

"No tenía idea de que la Luna fuera tan hermosa," murmuro Usagi, su suave y melodiosa voz sacándolo de sus pensamientos y dándole un poco de sanidad a Endymion. "Mire, hasta se puede ver la Tierra allí arriba." Apuntó con el dedo y Endymion se vio forzado a recostarse un poco sobre ella para poder ver por la ventana hacia la pequeña y azul Tierra, brillante e insignificante detrás de las nubes. El orgullo de ser el gobernante de tan hermoso planeta comenzó a formarse dentro de él, pero lo olvido casi inmediatamente cuando capto el lejano olor a vainilla y fresas, que estaba seguro provenía de la chica que tenía delante.

Se hizo hacia atrás y se aclaró el nudo que tenía en la garganta. "¿Luna no le dijo lo hermoso que era su hogar?"

Usagi sostuvo el aliento y se alejó de la ventana. Estaba agradecida de ver que Endymion no parecía sospechar nada, era solo curiosidad. Encogiéndose de hombros, respondió, "Bueno, me dijo algunas cosas por supuesto, pero no creo que una hermosura como está realmente pueda ser explicada. Su descripción no le hizo ninguna justicia."

Endymion afirmo con la cabeza. "Espero que pueda ver aún más mientras que estamos aquí."

"Pensé que también era la primera vez que usted venía."

"Lo es."

Los labios de Usagi formaron una sonrisa. "¿Entonces porque no esta tan maravillado como yo?"

Era una pregunta algo absurda para Endymion mientras que miraba su angelical rostro. No podía recordar haber estado más maravillado. "Lo estoy," dijo, su voz tan solo un susurro. "Nunca pude haber imaginado tanta belleza."

La voz ronca e intensa de Endymion, al igual que su mirada le envió escalofríos a Usagi. Su cuerpo completo parecía temblar, deseando que la tocara – o aun que la besara – y al mismo tiempo estaba tan aterrorizada de que lo hiciera.

"¿Le gustaría ir por una caminata?" le pregunto, interrumpiendo sus deliciosas fantasías.

"¿Una caminata?"

"Claro. Podemos dirigirnos hacia el castillo y cuando el carruaje este arreglado, nos podrán recoger en el camino. Es un perfecto día para caminar, ¿no lo cree?"

La amplia sonrisa que le iluminó el rostro era comparable con el sol saliendo sobre el horizonte. Endymion sintió que se derretía de euforia.

"¡Suena maravilloso! Pero… ¿No piensa que a Malachite le importe? Parece un poco… protector."

Endymion rio. "Oh, pienso que le importara bastante. Vamos."

Aun cuando Malachite le dio una mirada de desaprobación a su Rey cuando Endymion le dijo a su consejero acerca del plan, no dijo nada. Zoicite sugirió que alguno de los cuatro los siguiera, para asegurarse de que nada les sucediera, pero Endymion rechazo la idea con un movimiento de su muñeca. "No seas ridículo. Solo es una caminata entre el campo. ¿Qué podría pasar?"

Y con eso, Usagi y él se encaminaron hacia el castillo.

La caminata comenzó algo incomoda, como todas comienzan, Usagi rápidamente pensaba en que podía decir que no le hiciera caer en la falsedad de sus historias, y Endymion pensaba en cosas que decir para no sonar como un completo bobo parlante.

"Realmente pienso que estoy oficialmente enamorada de la Luna," dijo Usagi finalmente, sonriendo adorablemente hacia el campo de flores silvestres de color azul.

Endymion levanto una ceja, deseando tener el coraje de tomarla de la mano. "Quizá ambos nos hemos enamorado hoy."

El corazón de Usagi dio un vuelco al escuchar esas palabras y se tuvo que convencer así misma que el también estaba hablando sobre la Luna. ¿De qué más podría estar hablando?

Y aun así, el tono de su voz y la manera en que la había visto en el carruaje…

"Cuénteme mas acerca de sus padres," dijo Endymion. "Sus padres adoptivos."

Usagi encogió los hombros. "Eran los más maravillosos padres que una chica podría desear."

"Debe ser difícil para ellos el verla venir aquí y… poner su vida en peligro, aun si es la legitima heredera."

La culpa comenzó a crecer en el pecho de Usagi, pero intento refundirla lo más que pudo. "En realidad, murieron. Hace pocas semanas."

"Oh… Lo siento tanto."

Ella no sabía cómo responder.

"Sé que no hay ninguna palabra de consolación, pero aun así… si lo que se siente perder a un padre."

"Recuerdo cuando el Rey murió," dijo Usagi. "Sentí que la Tierra completa estaba de luto."

"Si… era un buen Rey y un buen padre."

"Usted también ha sido un buen rey."

Endymion no pudo evitar sonreír. La miro directamente a los ojos, asombrado del orgullo y seguridad que sus simples palabras podían darle. "Gracias. Estoy seguro que usted también será una buena Reina."

Usagi se volteó y pateo una piedra en el camino. El cumplido era un tanto agridulce. Aun cuando Usagi se sentía feliz de que Endymion pudiera tener tanta confianza en ella recién conociéndola, también se sentía aterrorizada del prospecto de ser Reina—Reina de nada, mucho menos de la Luna. No estaba preparada. No sabía nada sobre como reinar. Se dio cuenta que había estado en una etapa de negación desde el momento en que Luna le había contado su plan. Nunca funcionara, se había dicho a sí misma. No había manera de que Luna pudiera presentarla ante Endymion, derrocar a Beryl, e instalar a Usagi como la verdadera soberana. Simplemente no había manera, así que no necesitaba preocuparse por eso.

Pero ahora— había conocido a Endymion.

Y Luna le había dicho que haría de Usagi una Reina.

Y él le había creído.

Todo estaba pasando tan rápido.

"¿Esta bien?"

Usagi no sabía cuánto tiempo había estado frunciendo el ceño hacia las rocas debajo de sus pies, pero en cuando Endymion la hizo salir de sus pensamientos y regresar al presente, se dio cuenta que su corazón estaba palpitando incontrolablemente y su rostro se mostraba sonrojado. Endymion se acercó a ella, agarrándola del codo.

"¿Serenity?"

"Mi nombre es Usagi," dijo sin pensar, preguntándose porque de repente se sentía mareada.

"¿Disculpe?"

Ella lo miro fijamente, aun preguntándose, al igual que cada vez que lo miraba, de cómo un hombre podía ser tan guapo. Y aquí estaba—tocándola. Mirándola con tanta preocupación y compasión que solo la hizo sentir peor.

Respiro hondamente y lo tomo de la muñeca con la mano libre, esa conexión era quizá lo que la estaba manteniendo sobre sus pies. El pensar en decirle la verdad. Le podía decir todo, aquí mismo. Terminar la fachada. Terminar con el riesgo de ganar, de ser coronada. Podía regresar a la Tierra y ser de nuevo una adolescente normal.

Y Endymion se olvidaría de ella.

"Mis padres… me llamaron Usagi."

Y él se casaría con la Reina Beryl.

"No entiendo."

Usagi desvió la vista, se mojó los labios… y no pudo decirle la verdad. "No podían llamarme Serenity," le dijo, con voz temblorosa. "Nadia podía saber que era la Princesa, así que me llamaron Usagi. Algo acerca de una leyenda Japonesa, acerca de un conejo sobre la Luna. Es el nombre que he conocido toda mi vida. Serenity no suena tan familiar para mi… es todo."

La parte de la leyenda era verdad; sus padres la habían nombrado por el conejo de la Luna. Si solo hubieran sabido lo apropiado que sería el nombre algún día.

"Ya veo," dijo Endymion. Lucia algo aliviado. "Entonces la llamare Usagi."

Ella forzó una sonrisa. Aun se sentía asustada y débil, pero escuchar su nombre de los labios de Endymion la había ayudado para deshacerse de esos sentimientos.

Comenzaron a caminar de nuevo y la conversación se hizo más ligera. De repente Usagi sintió que podía contarle todo— todo menos la verdad, por supuesto. Le conto acerca de sus padres, de su escuela, de Ami. Por otro lado Endymion le conto más acerca de sus padre, de crecer con tutores y mentores, y de cómo su parte favorita de gobernar era el observar cómo se iluminaban los rostros de la gente cuando lo conocían, como si fuera un gran honor. Como si todos sintieran que de alguna manera eran parte de su familia, y de la conexión que sentía con ellos, como si fueran parte de un gran ser. Le conto acerca de que antes pensaba que nunca se acostumbraría.

Mientras caminaban eventualmente llegaron a una huerta de manzanas. Las hojas daban sombra al camino mientras que ellos pasaban bajo ellas y Usagi no pudo evitar pero admirar las frutas en los arboles— tan brillantes y rojas como rubíes, como cualquiera que había visto en la Tierra.

"Veo algunas personas por allí," dijo Endymion, haciéndole gestos a un grupo de trabajadores que estaban recogiendo manzanas. "Les preguntaremos si podemos comernos una."

Cuando llegaron hasta donde estaban los trabajadores, Endymion les dijo, "Perdonen, buenas personas, pero, ¿alguno de ustedes es el dueño de este fino huerto?"

El grupo se volteó hacia ellos y fue como se hubieran visto un fantasma. Una mujer dejo cae su saco, dispersando las frutas rojas por el camino. Un hombre casi se cae de uno de los árboles.

Finalmente, una chica con cabello negro se les acerco. Sus ojos estaban fijos sobre Usagi, buscando algo en su rostro con asombro. Usagi no pudo evitar dar un paso hacia atrás nerviosa, dándole un vistazo a Endymion desde el rabillo de sus ojos, aunque el también parecía desconcertado.

"¿Es verdad?" susurro la chica.

"¿P-perdón?"

"Usted… es igual a ella…"

"¿Luzco como quién?"

"La Reina," dijo la chica. Se volteó hacia sus compañeros, quienes tenían la misma expresión de asombro en su rostro, antes de regresar la vista hacia los dos extraños. "Es igual a la Reina Serenity. Y-yo no había creído los rumores en un principio… sobre la princesa desaparecida… o que regresaría a nosotros. Pero… ¿pero de que otra manera?" Hizo una pausa, luciendo indecisa por un momento, antes de que su rostro se tornara tranquilo y certero. Su decisión estaba tomada. "Princesa," le dijo, sonriéndole a Usagi. "Mi nombre es Raye Hino. Y le juro mi lealtad como su servidora todo en lo que pueda."

Usagi pestañeo. Mirando sobre el hombro de Raye pudo ver que las demás personas que en los arboles habían bajado y todos estaban sobre una rodilla. Raye fue la última en arrodillarse, tomando la mano de Usagi y tocando su frente con los nudillos de Usagi.

"Su Majestad," continuo Raye, "gracias por regresar a nosotros. Gracias… Gracias por ofrecernos esperanza en contra de Beryl."

Usagi estaba tan perturbada que para el tiempo en que había dejado que todos los trabajadores le tocaran la mano y la admiraran y le ofrecieran su lealtad, se había olvidado de las deliciosas manzanas.

No había pasado mucho desde que habían dejado el huerto, cuando Endymion y ella se encontraron con un viñedo llego de exuberantes uvas. Endymion rio, con la esperanza de romper el silencio que había caído sobre ellos desde el extraño encuentro en el huerto, y bromeo. "Pienso que le caería bien un vaso de vino, ¿no lo cree?"

Una pequeña risita escapo de los labios de Usagi, aunque sus pensamientos aún estaban confusos. "Realmente no suena tan mal."

No podía imaginarse como alguien la había confundido con la princesa. Luna le había dicho que se parecía a la Reina Serenity, especialmente cuando su cabello estaba recogido en el peinado real, pero ¿realmente eran tan similares?

Y también era inquietante pensar en que había gente en la Luna que realmente pensaba que su princesa había regresado, y que los salvaría de la tiranía en la que se encontraban.

Era una gran responsabilidad que le traía a la mente todos los sentimientos de incompetencia que tenía.

Su cabeza estaba tan revuelta que ni se dio cuenta de que se habían encontrado con más personas hasta que Endymion comenzó a hablar con ellos.

"Perdonen," le dijo, y Usagi levanto la vista para ver a tres chicas caminaban a través de una cubeta llena de uvas, aplastandolas con sus pies descalzos. "Mi acompañante necesita un vaso de su mejor vino. ¿Quién es el dueño de este viñedo para que se lo pueda pedir en persona?"

Las chicas se detuvieron en su tarea y miraron fijamente a Endymion y a Usagi. O, en realidad, miraban fijamente a Usagi. Sintiendo un déjà vu, Usagi no pudo evitar esconderse detrás de Endymion.

La chica más alta, una morena con ojos verde esmeralda, se salió de la piscina. La tierra se le pegaba a sus pies humedecidos mientras que dejaba un rastro de pasos color morado al acercarse a Usagi.

"Pero— por la diosa de todas las estrellas en el cielo," murmuro, sus ojos examinando rápidamente el cabello de Usagi, su cara y su cuerpo. "Realmente es la Princesa Serenity."

Usagi trago saliva, sin estar segura de cómo responder.

La chica rio, un sonido tan animado que reavivo el corazón de Usagi. "Es un milagro," dijo entre risas. "Princesa, mi viñedo es suyo. Todo lo que tengo es suyo, si tan solo nos ayudara a deshacernos de la bruja que está en el castillo."

Su corazón palpitaba fuertemente y sus manos comenzaron a sudar, pero Usagi se vio forzada a hablar. "Daré lo mejor de mí."

Lita insistió en que se llevaran una botella de vino para el camino, pero Usagi rechazo la oferta hasta que Lita finalmente se dio por vencida. Ya no quería tomar nada. Aunque aún no podía aclarar su mente, no creía que tomar alcohol fuera una buena solución. Algo pasaba aquí en la Luna, y de alguna manera ella se encontraba en medio de todo.

No sabía de qué manera escapar— o si en realidad debía intentarlo.

"Mire— allí está el castillo," dijo Endymion, interrumpiendo sus pensamientos una vez más mientras que continuaban su trayecto por el camino.

Usagi se quedó sin aliento por la belleza del palacio sobre la colina. El sol se movía hacia el horizonte, haciendo que el cielo se tornara de naranja y rosa. Los mismos colores se reflejaban en la superficie plateada del castillo, haciéndolo parecer parte de la puesta de sol.

Pero luego la vista de Usagi se vio desviada por algo mucho más simple— un jardín. Llegaba hasta la orilla del camino y tomillo se esparcía entre las rajaduras y las piedras y los grandes pétalos de las amapolas y tulipanes marcaban el camino. "Oh, es espléndido!" suspiro, inhalando el perfume de los jazmines. "¿Alguna vez ha visto algo tan hermoso?"

"Solo una vez," dijo Endymion, aunque Usagi apenas lo escucho, puesto que estaba embelesada con el hermoso jardín. "¿Cuál es su flor favorita de aquí?"

"Nunca podría escoger una."

Endymion rio, de alguna manera sabiendo que ella diría eso. "Entonces veré si puedo recoger una de cada una. Llegará al castillo con un bouquet de flores. Creo que veo al jardinero por allá."

Se acercaron a la pequeña chica con sedoso cabello dorado al momento en que la última gota caía de su regadera.

"Discúlpenme, pero este jardín es tan hermoso que mi acompañante se ha quedado sin palabras. Nos gustaría llevarnos algunas flores para nuestro camino si está de acuerdo. ¿Podría decirme quien es el dueño de—"

"¡Princesa!" la chica grito, dejando caer la regadera.

"Oh no, otra vez," murmuro Usagi por lo bajo mientras que la chica hacia una reverencia.

"¡Es… es usted!" tartamudeo. "Escuche rumores pero yo… oh, ¿realmente ha regresado para reclamar su trono y desaparecer a la horrenda y falsa reina Beryl?"

Usagi no podía imaginarse como los rumores habían viajado mucho más rápido que ella y Endymion y esperaba con desesperación que los rumores no hubieren llegado ya a la Reina, de otra manera ella y Endymion estarían en problemas al momento de llegar al palacio.

"¿Cómo me reconoció?"

La chica ladeo la cabeza como si la pregunta fuera algo obvia. "Es la viva imagen de su madre, sabe. Y el cabello también ayuda. Pero—tome, por favor, llévese las flores que quiera. Todo en mi modesto jardín le pertenece, Su Alteza."

Al final, Usagi se llevó un simple diente de león amarillo. Era una hierba entre las rosas y Mina sabía que de todos modos lo arrancaría, así que Usagi estuvo feliz de llevárselo.

Mientras llegaban ya al camino que los llevaba a la pequeña villa cerca del castillo, Endymion se acercó y paso sus dedos sobre el fleco de Usagi. El corazón la chica dio un brinco y en un movimiento reflejo se separó de él.

Pareciendo ignorante de su repentina incomodidad, Endymion le dijo, "Quizá deba soltarse el cabello antes de que lleguemos al castillo."

Así que ella lo hizo, y aun cuando la gente de la ciudad la miraba de manera curiosa mientras pasaba— como si estuvieran viendo a alguien familiar que no podían reconocer— nadie más se atrevió a llamarla Princesa.


xXx


La Reina Beryl se encontraba sentada en su trono mientras que uno de sus sirvientes parloteaba acerca de los arreglos para la visita del Rey Endymion. Realmente no estaba escuchando nada. Odiaba tener que involucrarse en insignificantes detalles de etiqueta. A ella no le importaba si al rey se le asignaba una habitación con una ventana viendo al norte o al oeste. No le importaba si los cocineros habían decidido no cocina ningún platillo con el casi-extinto-ganso, puesto que la gente de la Tierra supuestamente era algo sensible con esas cosas. No le importaba qué tipo de carruaje había sido enviado para recoger al Rey y a su corte o la música que había sido escogida para la fiesta de esa noche.

Solo le importaba que sus planes finalmente estuvieran siendo ejecutados.

Le importaba que Endymion viera las cosas de la manera en que ella las miraba. Una unión entre la Tierra y la Luna era necesaria, y si tal cosa no se formaba, simplemente se vería forzada a declararle la guerra al pobre planeta. Su intención era ser Reina de la Tierra y ningún tonto Rey terrestre la iba a detener.

Además que no dañaba el hecho de que el rey fuera tan deseado. Se vería como un estupendo adorno al lado de ella.

Sonrió con satisfacción para sí misma, tamborileando sus uñas pintadas de blanco sobre uno de los brazos del trono plateado.

"Y otra pequeña cosa, Su Majestad."

"¿Cuál es?" la Reina hablaba con lentitud, sus ojos casi cerrándose por el aburrimiento.

"El Rey Endymion, uh… bueno, no ha llegado… todavía."

Eso llamo la atención de la Reina. Sus ojos se abrieron de repente, mirando hacia el sirviente con una mirada de hielo. "¿Qué quieres decir que no ha llegado todavía? ¿Ya debería haber llegado?"

"S-si, su Majestad. Estaba programado que llegara hace una hora… no sabemos lo que lo ha entretenido…"

"Bueno, pues averigua," le dijo Beryl, sus nudillos pintándose de blanco. "Porque si él no se aparece a tiempo para la fiesta de esta noche, la cual estoy dando en su honor, no estaré complacida, ¿me entiendes?"

"Si, Su Al—"

"Y si no estoy complacida al terminar esta noche, te prometo que tu estarás mucho menos complacido, ¿está claro?"

"Por supuesto, Su Alteza. Averiguare en este instante donde está el Rey y cuando llegara."

Beryl hizo un movimiento de mano hacia la sirvienta junto con un gruñido, que el pobre chico salió corriendo, dejando a Beryl echara humos ella sola, mientras que más sirvientes se apresuraban en el salón del trono, terminando los preparativos para el evento de la noche.

La vergüenza no era una emoción que Beryl estaba acostumbrada a sentir, y no dejaría que el Rey la hiciera quedar como una tonta. En silencio juro que si el Rey no llegaba a tiempo para el baile, a tiempo para anunciar que completarían su alianza a través de un matrimonio, iba a ordenar el bombardeo en el planeta Tierra antes de que el sol saliera.

Sus pensamientos estaban llenos de tanta furia que no había notado a la nueva sirvienta hasta que esta hubo llamado la atención de la reina tres veces.

"¿Qué es? ¿Qué es lo que quieres?"

"Me disculpo por interrumpir, Su Alteza, pero hay un visitante que ha venido a dejarle un mensaje importante.

"¿Es el Rey Endymion?"

La chica se encogió y negó con la cabeza arrepentida. "Es una Luna, Su Majestad."

"¿Por qué querría yo hablar con una Luna?"

"Dice que viene de la corte del Rey Endymion… y trae noticias… lo siento pero no se mas…"

"Bien, deja que pase."

La chica hizo una reverencia y salió rápidamente del salón. Un momento después, una pequeña Luna que tenía la forma de un gato negro con una luna creciente sobre la frente, entro en el salón del trono y se acercó a la Reina, caminando sobre sus botas de cuero.

Beryl entrecerró los ojos mientras miraba al robo-gato y dio un grito mucho antes de que la Luna llegara a la plataforma. "¿Qué quieres? Me han dicho que traes noticias de Endymion y te exijo que me lo digas ahora."

Los bigotes de Luna se movieron mientras sonreía, irritando a la Reina grandemente, además de que no se preocupó en hablar hasta que hubo llegado hasta la plataforma en la que se encontraba el trono y de hacer su tan conocida reverencia.

"¿Bueno? Terminemos ya con esto."

"Su Majestad, soy una Luna versión 4.2. No me reconoce, pero fue una residente de este castillo hace 16 años, antes de que usted llegara a este reino, en el tiempo en que la Luna aún estaba siendo gobernada por la buena Reina Serenity."

Los sirvientes que estaban cerca se quedaron helados al escuchar el nombre de su antigua Reina. Una chica se tropezó con sus propios pies y boto una gran bandeja con frutas. Normalmente esos pequeños errores eran pagados con azotes, pero la Reina ni siquiera se dio cuenta. Estaba demasiado furiosa, demasiado lívida, de pensar en nada más que en la insolente Luna que estaba parada delante de ella y que se había atrevido a decir el nombre de la Reina muerta en su presencia.

Ignorando el enojo de la Reina, la Luna continuo hablando, "Y durante ese tiempo, la Reina Serenity dio a luz a una niña. Se rumora, por supuesto, que la pequeña Princesa Serenity murió un poco después de su nacimiento, pero yo siempre he creído que en realidad sobrevivió y que solo fue llevada lejos de este reino después de que su madre murió trágicamente unos días después, para protegerla de cualquiera que quisiera matarla para reclamar el trono para sí mismo."

"Como te atreves a insinuar—"

"Y ahora sé que yo estaba en lo correcto. ¡La Princesa Serenity vive! Y ahora mismo está de camino al palacio, para reclamar la corona que es suya por derecho."

"¡Es suficiente! ¡Guardias! ¡Arresten a esta traidora! Llévense a la maldita cosa hacia las habitaciones de fundición y que la hagan tenedores. Intento comer mi desayuno con ella mañana en la mañana."

Un par de guardias se acercaban con duda, dándose miradas entre sí.

"¡He dicho que arresten a esta Luna ahora!"

Apurados por el grito de Beryl, los guardias tomaron a Luna por las patas delanteras, haciendo que la Luna colgara entre ellos.

"¡Su Majestad, ha llegado!" grito un sirviente, pasando entre la pequeña multitud que se había formado alrededor de salón del trono. "¡El Rey Endymion ha llegado!"

Las palabras apenas habían salido de los labios del chico cuando las enormes puertas del salón del trono se abrieron de par en par, dejando que Endymion y Usagi entraran.

"¡Allí esta!" grito Luna. "¡Saluden a Serenity, la verdadera Reina de la Luna!"

Endymion y Usagi se quedaron congelados mientras que se encontraban frente a la multitud de caras sorprendidas. Los gritos de Luna aún se escuchaban en el completo silencio. "¡Larga vida a Serenity! ¡Por siempre Reina de la Luna!"

Y luego las palabras de Luna se vieron opacados por los gritos histéricos de Beryl. "¡Captúrenla! ¡Es una traidora! ¡Es una impostora! ¡Llévensela! ¡Mátenla!"

Estimulados por los gritos de la Reina— las cosas nunca iban bien cuando ella estaba infeliz— un par de guardias se encaminaron hacia Usagi. Endymion la tomo del brazo y la puso detrás de él pero era inútil. No tenía ningún arma, sus consejeros aún no habían llegado al castillo, y Usagi y el estaban acorralados. Aun cuando intento forcejear con el primer guardia que se les acerco, fue rápidamente vencido así que en cuestión de momentos él y Usagi fueron atados de manos.

"Beryl, ¿Qué significa esto?" grito Endymion. "¿Trata a todos sus huéspedes de esta manera?"

Enfurecida, Beryl se levantó de su trono, sus uñas hundiéndose en las palmas de sus manos. "No se atreva a hablarme con una aliado, Rey de la Tierra. Fue un tonto por traer una impostora a mi Reino, y ahora los dos pagaran el precio de su insolencia. ¡Que todos los habitantes de la Luna sepan que no hay Princesa Lunar! Yo soy su única soberana. ¡Esta chica ha traicionado la corona y será castigada!" La Reina hizo una pausa para respirar. Su rostro estaba sonrojado por el enojo, su respiración era rápida, sus nudillos estaban blancos por empuñar las manos tan fuertemente. "Guardias, lleven a estos traidores al calabozo. Mañana en la mañana morirán. ¡Y hoy— le declaramos guerra a la Tierra!"

"¡No escuchen a esta bruta!" grito Luna, mientras que pateaba a los guardias con el tacón de sus botas para poder liberarse. "¡Ella es la Princesa Serenity! ¡Si le hacen daño, todos ustedes serán traidores!"

"¡Déjenla ir!" grito Endymion. "¡No ha causado ningún daño!"

Aun cuando los guardias parecían tener sus dudas, dándose miradas entre ellos y moviéndose en pequeños pasos, nadie se atrevió a hablar en contra de la Reina.

Hasta que una sirvienta se adelantó a los demás y les tapo el paso a los guardias. Era una mujer pequeña y redonda, de edad media, con pequeños cabellos plateados debajo del pañuelo rosa pálido que cargaba, además de tener un delantal manchado de amarillo. De ninguna manera era atemorizante, por lo que todos se sorprendieron al escucharla. "¡Deténganse, en este instante! Yo sé de qué manera se puede probar, de una buena vez, quien es la verdadera Reina."

El silencio venció al caos. Hasta la diatriba de Beryl se vio opacada por las palabras de la mujer.

"Si se llevan a esta pobre chica y después descubren que era verdad, será una decisión que todos se arrepentirán por el resto de nuestros días."

Aun cuando Usagi sentía que debía decirles a todos que era Luna la que estaba hablando, y no ella, se quedó en silencio. Estaba aterrorizada al punto de temblar entre los dos guardas que la tenían agarrada, además de tener una nausea terrible. Ella—prisionera del Reino Lunar. Ella— que estaría muerta al amanecer. Una guerra declarada en contra de la Tierra. Y Endymion…

"¡También llévensela!" grito Beryl. "¡Y a todo el que se atreva a contradecir mis órdenes!"

"Déjenla hablar" grito Luna. "¿O eres tan cobarde Beryl? ¿Temes que esta chica sea la verdadera Reina después de todo?"

"¡Ella no es la Reina!"

"Entonces deja que esta mujer lo pruebe."

Y en ese momento, no pareció que importara lo que Beryl dijera, puesto que los guardas dejaron sueltos a los capturados y esperaban pacientes a que la sirvienta continuara.

Finalmente, Beryl dio su consentimiento entre un rechinido de dientes. "Bien. Que les prueben a estos imbéciles que la chica no es más que un fraude."

La mujer afirmo con la cabeza, lentamente. Sus ojos fijos en Usagi, sin mostrar ningún signo de su intención. Usagi mantuvo la mirada, tragando saliva, preguntándose que evidencia daría esta mujer. Y luego sintió un retortijón en el estómago. Porque si la mujer podía probar, de una u otra manera, que Usagi era la Princesa de la Luna… también podía probar que Usagi no lo era.

"He sido una honesta y devota sirviente de la corona por tres generaciones," dijo la mujer a la multitud, aunque su mirada nunca dejo a Usagi. "He trabajado en la cocina, en los jardines, y también como partera. Yo estuve presente el día en que la Princesa Serenity nació. Yo la limpie, la cambie y la puse en los brazos de su madre, momentos antes de que el espíritu de la Reina dejara este mundo para irse a las estrellas."

Aun cuando tal admiración hacia la antigua reina usualmente no era tolerada en la presencia de Beryl, ella se mantuvo en silencio mientras que la mujer hablaba.

"Y recuerdo, claramente," continuo la mujer, "que la bebe tenía una marca de nacimiento."

Usagi se tensó. Su cuerpo completo comenzó a temblar en terror. La verdadera Princesa Serenity tenía una marca de nacimiento. Esta mujer lo sabría. Esta mujer sabría que Usagi era una impostora. Sabría que Usagi no era la Princesa.

Y luego, ella, Luna y Endymion serían ejecutados por el crimen cometido.

Quería confesarlo todo. Suplicar por su vida y la de sus compañeros, pero no podía hablar. Ni siquiera podía moverse mientras la mujer se le acercaba.

"Si esta chica es la verdadera Princesa Serenity," dijo la mujer— la multitud se acercó para observar, "entonces tendrá una pálida, casi indistinguible marca en forma de luna creciente, justo en el centro de su frente.

Usagi tenía la boca abierta. Su cuerpo estaba inmovilizado mientras que la mujer se acercaba a ella y le apartaba el fleco de la frente, para que todo el que estuviera cerca pudiera ver la pequeña luna creciente que había pasado toda su vida ocultando.

Un grito ahogado se extendió por toda la multitud. Beryl, observando desde su elevada plataforma, estiro el cuello para ver los resultados de examen de la mujer, pero estaba demasiado lejos para ver cualquier marca de nacimiento. Y aun así estaba claro por la reacción de todos que algo había sido descubierto.

"Gente buena de la Luna," dijo la sirvienta, su rostro serio iluminándose con una sonrisa, "¡Esta chica es su verdadera Reina! ¡Ha regresado a reclamar el trono!"

Y la alegría y los gritos hicieron temblar cada roca de las paredes del castillo.

"¡Es una mentira!" grito Beryl, su mundo derrumbándose mientras que los guardias soltaban a la chica y al Rey de la Tierra y gentilmente regresaban a la Luna al piso de mármol. Negó con la cabeza, tirando enloquecida de su cabellera color de fuego. "¡Tontos! ¿Los pueden engañar tan fácilmente?"

Pero todos la ignoraron, hasta que Luna hablo. "Llévense a esta Reina falsa a los calabozos. La Reina Serenity podrá decidir más tarde si la perdonara o no."

Y sin decir más, los guardias hicieron eso. Se apresuraron hacia donde esta Beryl y la tomaron de los brazos, para llevársela lejos de la feliz multitud. Sus gritos resonaban en todo el salón del trono, y lenta, muy lentamente desaparecieron.

Y en medio de la gente, Usagi se encontró frente a un mar de caras extrañas que la miraban como si la conocieran— sonriendo ampliamente, aplaudiendo, haciendo reverencias animados.

Endymion puso un brazo sobre sus hombros de manera protectora. Ella estaba temblando, aterrorizada de pensar que ellos querrían algo de ella. Aterrorizada de que todos esperaban que ella fuera alguien que simplemente no podía ser. Aterrorizada de que los planes de Luna habían tenido frutos y que ahora, de repente, la Usagi sin importancia era la Reina de la Luna.

Luna se hizo camino por entre las piernas de todos para acercarse a Usagi con una mirada de orgullo – y Usagi pensó – de admiración. Mientras que la multitud observaba, Luna se agacho sobre una rodilla e hizo una reverencia.

No paso mucho tiempo para que todos en la habitación le copiaran, cayendo sobre sus rodillas, agachando la cabeza, y murmurando las palabras más simples y comunes: "Larga vida a la Reina."

Y luego la habitación comenzó a dar vueltas y Usagi cayó sobre los brazos de Endymion.


xXx


"Usagi. Usagi, despierta."

Usagi frunció el ceño y levanto un brazo para bloquear la luz que intentaba interrumpir su sueño.

"¿Luna?"

"Estoy aquí, Usagi. ¿Cómo te sientes?"

"Oh—Luna, estaba teniendo un sueño… me habías hecho Reina…"

Escucho que Luna reía, siempre sonando más humana que robot o felina. "No fue un sueño Usagi. Ahora eres la Reina de la Luna."

Quitando su brazo, Usagi miro fijamente a los ojos rojos de la gata. "¿Qué quieres decir?"

"Mira a tu alrededor." Luna le hizo un gesto con sus patas delanteras y Usagi se vio forzada a darle un vistazo a la habitación. Estaba recostada en una de las más suaves y gruesas camas de plumas que se podía imaginar. Las sabanas eran todas de colores crema y dorados y un dosel colgaba sobre su cabeza sobre cuatro columnas de madera de cedro. Más allá de la cama podía observa un armario con un labrado elaborado, un tocador de mármol y dos puertas que llevaban hacia un balcón que daba hacia un paisaje lleno de jardines, viñedos y huertas. El sol acababa de ocultarse en el horizonte, llenando el cielo de fuego. "Este es una de las habitaciones de huéspedes," dijo Luna. "Algunos de tus sirvientes están trabajando en alistar la habitación de la Reina para ti— regresándolo a como la Reina Serenity lo tenía, antes de que Beryl tomara el trono."

"Oh… oh no," Usagi se quejó, cayendo de nuevo sobre las enormes almohadas y cubriéndose el rostro con las manos. "Oh no. Oh, Luna… esto no puede estar pasando. ¿Qué haremos?"

"¿Qué quieres decir? Todo ha salido perfectamente. Tu eres la Reina."

"Lo sé, lo sé. ¡Por favor ya no lo digas!"

"¿Usagi?"

"Luna, yo… ¡yo no pensé que fuera a funcionar!" grito. "¡No puedo ser Reina! Mírame. Solo tengo dieciséis años. No sé nada sobre como gobernar un reino. Soy terrible en geografía y no aprobé ciencia política. ¡Si ni siquiera puedo balancear mi cuenta bancaria, mucho menos podre encargarme de la economía de un reino! ¡Es un enorme desastre!"

"Usagi, por favor, cálmate y escúchame."

Usagi se quejó y pataleo dentro de las chamarras, pero pudo detener su rabieta.

"Tú puedes hacer esto. No solo eso, tú debes hacerlo. La gente de la Luna cuenta contigo."

"¿Pero porque yo? ¿Por qué no pudiste escoger a otra chica, una que realmente tuviera idea de qué hacer?"

Los bigotes de Luna se movieron mientras sonreía con esa sonrisa que casi caía mal. "No tengas miedo, Usagi. Esto es en realidad tu destino, y te ira bien."

"¡No es mi destino! ¡Solo soy una chica normal! ¡Oh— esa mujer!" Las memorias de lo que había pasado en el salón del trono regresaron a su mente, por lo que tuvo que ponerse las manos sobre la cabeza. Podía imaginarse la marca de nacimiento, horrible como siempre, tal y como siempre había estado. "¿Cómo lo supo? ¿La podía ver? ¿Le dijiste algo?"

"Te explicare todo más tarde, Usagi. Pero primero… hay alguien afuera que quiere verte."

"No—no quiero ver a nadie en este momento."

"Creo que el Rey Endymion estará muy decepcionado de escuchar eso."

Usagi gruño. "Oh no. Endymion… ¿Qué le diré?"

"Puedes decirle lo que quieras Usagi. Ahora eres la Reina. Y realmente no tengo el corazón de mandarlo lejos, puesto que ha estado dando vueltas frente a la habitación por más de una hora, solo esperando a que despertaras. Tendrás que verlo."

Sin esperar una palabra, Luna salto de la cama y dejo la habitación. Usagi se sentó de nuevo y comenzó a juguetear con las sabanas. Aún estaba usando el vestido de seda y tafeta que le habían dado en el lago, miles de millas lejos de su planeta, la Tierra. ¿De verdad solo habían pasado unas cuantas horas?

Endymion se anunció a si mismo tocando suavemente a la puerta. Usagi dejó de respirar cuando se encontró con su mirada— sus profundos y cerúleos ojos estaban llenos de preocupación.

"Usagi," le dijo, una indecisa sonrisa le iluminaba los labios, enfatizando esos adorables hoyuelos que raramente enseñaba. Usagi trato de sonreírle pero lo encontró más difícil de lo que se había imaginado. Sin embargo, estaba contenta de que la hubiere llamado por su verdadero nombre.

"Puedes entrar."

"¿Cómo te sientes? Sé que es muy difícil de digerir de una vez…"

Usagi bajo la mirada hacia el edredón, mirando sus dedos volverse locos encima mientras que Endymion se sentaba en la cama, delante de ella. "Me siento…" ¿Aterrorizada? ¿Enferma? ¿Perdida? ¿Desamparada? "…abrumada."

"Pasara," le aseguró, colocando una de sus fuertes manos sobre las de ella, calmándola.

"No estoy segura de eso."

"Tendrás que confiar en mí, Usagi." Le dijo. Sus dedos gentilmente le acariciaban los nudillos y ella se dio cuenta que no podía dejar de observarlos. "Sé que es difícil— digo, he estado allí. Sientes que de repente has caído en un puesto para el que no estás preparado, y te preocupa de que si te equivocas no tendrá arreglo."

"No estas ayudando," murmuro ella, y escucho una alegre risita.

"Pero no te equivocaras, Usagi. Si, da miedo, pero estarás bien. La gente— ya te ama. Solo tienes que ser fiel a ti misma y todo se ira acoplando."

"No entiendes. ¿Cómo puedo ser fiel a mí misma?"

"No es tan difícil como suena, Usagi. Tienes que confiar en tus instintos. Y también… tienes que confiar en la gente con la que te rodeas. Aun tendrás a Luna, por supuesto. Y consejeros, asistentes, y…" Endymion se acercó para apartarle un mechón de cabello del rostro, forzándola a mirarlo a los ojos. "Y me tendrás a mí."

Usagi pestañeo para dejar salir las lágrimas que se le habían acumulado en los ojos y volteo la mirada. Habían demasiadas emociones dentro de ella— no solo el miedo y la ansiedad intentaban destruirla, pero también la euforia de estar tan cerca de Endymion, la ricura que sintió en todo el cuerpo al sentirlo, la tan soñada perfección de lo que podría ser… si la situación fuera diferente.

Intento tragar saliva y negó con la cabeza. "Pero no te tendré. Tienes que regresar a la Tierra y gobernar tu propio Reino, y yo estaré atascada aquí."

"Pensé que te gustaba la Luna."

"Oh—está bien, pero… yo solo… nunca planee que esto pasara." Se atraganto con las últimas palabras, las lágrimas forzaban su camino hacia sus mejillas. En cuestión de momentos, Endymion la abrazo y la acerco a su pecho. Y Usagi descubrió que había estado en lo cierto. A pesar de todo, no habían mejor sensación que la de estar dentro de sus fuertes brazos.

Esto solo hizo que llorara más fuerte.

"Escúchame, Usagi…" le dijo, humedeciéndose los labios y abrazándola tan fuerte, como si tuviera miedo de que se desvaneciera. "Estaré aquí para ayudarte con todo eso… si quieres que yo este."

"Pero… tú tienes… no se…"

"No, escúchame." Endymion se apartó de ella, solo lo suficiente para poderla ver a los ojos. Ella pensó—

con seguridad— que esta vez si la besaría, pero él no lo hizo. En vez de eso le dijo, "Yo tenía siete años cuando la Reina Serenity quedo embarazada, y en cuestión de días se había decidido que si la Reina tenía una hija, ella y yo estaríamos comprometidos." Se detuvo para abrazarla aún más. "Se decidió porque… porque la Luna y la Tierra necesitaban formar una alianza… una que fuera la más beneficiosa para nuestros dos pueblos. Y luego, por supuesto, Serenity murió, y todo mundo pensó que la bebe también había muerto… y Beryl tomo el control. Ella es diez años mayor que yo, así que a nadie se le ocurrió realmente que el mismo arreglo pudiera hacerse, hasta hace poco, cuando una amenaza de guerra comenzó, y luego… digo, te diste cuenta de cuanto aborrecía la idea. Solo pensar en casarme con ella, de toda la gente…" se aclaró la garganta, mirándola fijamente, más aterrorizado de lo que hubiera estado en su vida— pero era una clase diferente de miedo. "Y luego te conocí," le dijo. "Y dijiste que eras la verdadera Princesa de la Luna. Y pensé… pensé que si era cierto… si tú eras la persona con la que estaba destinada a casarme…"

La mirada de Usagi cambio en un instante, de curiosa, a asustada, a preocupada, a fruncir el ceño por nervios, sus lágrimas ya se habían secado. "Pero Endymion, yo nunca comenzaría una guerra contra la Tierra."

"No, eso no…" Endymion suspiro y se sonrojo fuertemente. "Yo sé que no lo harías. Lo que quise decir es… Usagi, creo que me estoy enamorando de ti."

Él observo la reacción de la chica, vio como dejaba de respirar, sus ojos sorprendidos, los hombros tensos. Lentamente la tomo de las manos, llevándolas a su pecho, como si pudiera hacerla entender con escuchar el incontrolable latido de su corazón.

"Y es por eso que quiero casarme contigo. Si—pienso que serias una excelente Reina para mi pueblo. Y si— pienso que sería también beneficioso diplomáticamente. Pero más que nada, yo solo, realmente solo quiero pasar el resto de mis días a tu lado. Sé que es repentino y tienes mucho que pensar, pero es que es… tan… tan…"

"Correcto," susurro Usagi, sin poder quitarle los ojos de encima.

"Si—exactamente. ¿Sabes lo que quiero decir? ¿También… lo puedes sentir…?"

Un gemido espontáneo escapo de ella, Usagi se soltó de las manos de Endymion y las dejo cae sobre la cama. "No puedo. ¡Lo siento, pero no puedo!"

Endymion solo podía observarla mientras que lloraba sobre las sabanas, sus largos y sedosos cabellos dorados sobre las sabanas color crema. Temblando repentinamente, volteo la cabeza, sin estar seguro de si el agudo dolor en su pecho era su orgullo… o algo más.

Tragando saliva, afirmo con la cabeza. Se humedeció los labios. Fijo su mirada en la ventana, hacia la Tierra azul colgando en el cielo estrellado. "Ya veo," murmuro. "Por supuesto… por supuesto que no tienes que casarte conmigo, Usa… Serenity. Yo solo pensé…"

"No entiendes," le dijo ella, su voz apagada por las sabanas. Se limpió los ojos pero mantuvo la vista lejos de él. No importaba— él no se atrevía a verla de todos modos. "Endymion, lo siento. Es solo que… no puedo casarme contigo. Porque no puedo ser Reina. No soy la Princesa Serenity."

Endymion frunció el ceño y se obligó a darle una mirada a la chica, de reojo, por miedo a que si la miraba de frente su corazón se rompería.

"¿Usagi?"

Ella no podía levantar la cabeza. "Es verdad. Todo ha sido una gran mentira. Lo siento, Endymion. Quería decírtelo… pero todo paso tan rápido y ahora… ahora… pero no puedo seguir pretendiendo."

"Usagi, espera. Mírame."

Ella no se movió. No podía verlo a la cara ahora, no como una simple plebeya, después de todo lo que le dijo. Estaba segura que él la estaba viendo como la impostora que era. Dándose cuenta de su tremendo error de pensar que ella era algo especial.

Sus manos le tocaron la espalda baja, mucho más gentilmente de lo que ella esperaba. "Usagi, por favor."

Lentamente, con incertidumbre, Usagi hizo un esfuerzo por sentarse, pero solo hasta que sus manos la tomaron del rostro fue que pudo verlo a los ojos. "Endymion, Lo siento tanto."

"Detente, estás hablando cosas sin sentido."

Ella negó con la cabeza. "Te estoy diciendo la verdad, como debí hacerlo desde un principio. No soy la Princesa Serenity. Mi nombre es Usagi Tsukino. Mis padres eran ciudadanos regulares. Nací en Japón, a 30 millas del castillo.

"Pero, Luna…"

"Luna me fue entregada por una tarea de mi clase de zoología. No crecí con ella. La conocí hace tres semanas, el mismo día en que mis padres… mis verdaderos padres… murieron. Y luego Luna pensó que… ya que no tenía familia y no tenía a nadie más, y porque me parecía mucho a la Reina Serenity, que… que podía hacerme pasar por la princesa desaparecida. Fue todo idea suya, pero parecía algo tanto loco que la verdad solo le seguí el juego… tiene un gran poder de convencimiento cuando se lo propone."

"Si, lo tiene," murmuro Endymion, su mirada se perdió en el espacio mientras que repasaba todas las conversaciones que había tenido con la gata… y su ama.

"Pero nunca pensé que algo pudiera pasar. No pensé… no pensé que iba a conocerte. No me di cuenta que Luna iba a derrocar a Beryl. ¡No planee nada de eso!"

"¿Qué hay acerca de la marca de nacimiento?" le pregunto, frunciendo el ceño.

"No lo sé. Digo— si tengo una marca, ¿la ves?" se apartó el fleco para que Endymion pudiera ver la pequeña marca en forma de luna sobre su frente. "Nací con ella, pero no sé cómo la mujer sabia. Estoy segura de que no la había visto en mi vida. Pienso que Luna le ha de haber dicho algo, de alguna manera. De todos modos, digo… es algo bueno que no estemos esperando para ser ejecutados en este momento, pero no cambia que esto es un gran desastre."

"Está bien, Usagi," dijo Endymion, dejando que sus manos pasaran de su rostro, a sus hombros y codos, trazando la suavidad de su piel hasta que se entrelazaron con sus dedos.

"¿Pero no te das cuenta? No se supone que deba ser Reina. ¡No se supone que deba ser algo!"

"No creo que tengas razón."

Usagi dejó escapar un grito. "Pero Endymion—"

"Solo escúchame por un momento. Cuando has gobernado un planeta por ocho años, como yo, te formas un instinto sobre la gente. Los buenos y los malos y a quien deberías de elegir como oficiales, así como aquellos a los que se les debe quitar el poder, esas cosas. Y yo… veo potencial en ti… Usagi, digo la verdad al decir que serás una maravillosa reina. Eres compasiva y generosa, y claramente, muy honesta."

"¡Pero no soy la Reina!"

"¿Y eso que importa?"

Ninguna respuesta salió de su boca, solo podía ver fijamente la mirada suplicante de Endymion.

"Quiero decir— Beryl era una horrible reina. La gente de la Luna merece mucho más que eso. ¿Crees que realmente les importa si su nueva gobernante está relacionada biológicamente con su antigua reina? En realidad no. Solo quieren ser tratados justamente."

Usagi se forzó a cerrar la boca e inconscientemente apretó los dedos de Endymion. El aprecio el gesto.

Realmente no lo había considerado. ¿Realmente era tan importante no estar relacionada por sangre con la corona? Beryl si lo estaba, y que problema el que se había vuelto.

"Pero aun no… aun no estoy preparada para esto. Aun no sé nada de como gobernar. Digo… hay leyes e impuestos y cosas de las que preocuparse. Y yo no sé nada."

Endymion llevo sus manos a sus labios, besando sus nudillos e intentando sonreír. "Arriesgándome a ser rechazado de nuevo… aun me ofrezco para ayudarte con todo esto…"

Usagi no podía creerlo cuando sintió que sus ojos se llenaban de lágrimas de nuevo, sus mejillas aún estaban sonrojadas por el llanto anterior. "Tu… ¿no me odias? ¿Después de haberte mentido?"

"Por supuesto que no. En realidad… es extraño, pero siento como si te amara aún más. Siento que te conozco un poco más. Pero… Usagi, no tienes que tomar la decisión ahora, por supuesto. Sé que hay mucho que pensar, y estas atormentada con todo, no quiero presionarte…"

"¡Por supuesto que me casare contigo!" Usagi respiro, cada nervio en su cuerpo temblaba.

Endymion no termino de hablar, y después de un momento, tartamudeo, "¿Lo harás?"

Usagi afirmo con la cabeza vigorosamente mientras que las primeras lagrimabas escapaban a través de sus pestañas. "¡Por supuesto! Es solo… no puedo creer que aun quieras casarte conmigo. Pero… no puedo imaginar sentir por alguien más lo que siento por ti… y en realidad si se siente correcto, de alguna manera."

Risa se formó dentro de Endymion. "¡Así es—exactamente! Así que… serás mi Reina, y gobernaras la Tierra conmigo, y yo gobernare la Luna contigo…"

"Todo eso de gobernar…" murmuro Usagi, una montaña rusa de emociones la llevaban de desesperación a euforia y viceversa.

"Usagi, no te preocupes. Te prometo que lo manejaremos juntos."

Paso sus dedos sobre sus mejillas, sin poder quitar la sonrisa de su rostro, hasta que ella no pudo más que regresarle el gesto. Y luego se acercó a ella para besarla, gentilmente, de manera simple y lenta, y Usagi descubrió que había estado equivocaba. Había una más maravillosa sensación después de todo.


xXx


Luna espero lo que pudo en el corredor, escuchando con sus súper sensibles orejas la confesión de Usagi, comiéndose las uñas mientras que esperaba por la respuesta de Endymion, y luego agradeciendo a todas las estrellas del sistema solar por el eventual compromiso. Estaba claro que la conversación finalmente se había disuelto en intimidad— tal y como debía de ser— y aun así estaban cortos de tiempo. Todavía había una gala a la que presentarse y los embajadores de toda la Luna estaban esperando para ver a su nueva e inesperada Reina.

Y estaban seguros que escucharían de una alianza con la Tierra después de todo.

Tocando la puerta, Luna entro en la habitación sobre sus botas de cuero. Endymion y Usagi aún estaban abrazados sobre la cama, aunque se apartaron (en cierto grado) cuando la gata entro.

"¡Luna!" Usagi exclamo, su cara sonrojada y su voz llena de júbilo. "No vas a creer…"

"Pienso que si lo creeré, Usagi. Felicidades a los dos." La pareja real se sonrojo, pero la vergüenza fue ignorada cuando la gata hizo un gesto hacia el corredor. "Y ahora tengo algo que mostrarte que pienso que quizá no creerás. ¿Te puedo robar un momento de tu tiempo?"

Usagi intercambio miradas con Endymion, antes de afirmar con la cabeza y salir de la cama. Sus pies estaban descalzos y su vestido lleno de arrugas, pero parecía no importarle mientras que seguía a Luna hacia el corredor, con Endymion no tan lejos de ella.

El corredor estaba lleno de papel tapiz con diseño de damasco. A lo largo de todo el corredor habían pinturas de hombres y mujeres, casi siempre de edad media, aunque a veces bastante jóvenes, y todos vistiendo ropa de diferentes periodos.

"Todos estos retratos muestran a los antiguos gobernantes del Milenio de Plata," dijo Luna, caminando por todo el corredor sin preocuparse por verlos hasta que llego hasta la última pintura. "Esta, por supuesto, es la buena Reina Serenity."

Usagi miro a la pintura y sintió que su corazón se detuvo. Estaba viendo a sus mismos ojos, su misma boca, su mismo cabello dorado.

"Tienes la nariz de tu padre, como puedes ver," dijo Luna, haciendo un gesto hacia el hombre a la par de la Reina Serenity— un hombre guapo, de amplios hombros que en realidad, si tenía la nariz de Usagi.

"Pero… pero es imposible. ¡Yo tenía padres!"

"Sé que es difícil de comprender, pero todo lo que he dicho es cierto."

"¿Luna?" Usagi sintió dificultad al respirar e instintivamente tomo la mano de Endymion.

"Veras, Usagi, cuando la Reina Serenity murió, fuiste llevada a la Tierra para crecer con una persona común para que Beryl nunca te viera como una amenaza y te buscara para matarte antes de que pudieras ser Reina. Fuiste dada a una pareja de esposos quienes eran generosos y bondadosos y quienes no podían tener hijos. Te dieron la bienvenida a sus vidas y te criaron como tu hija, siempre sabiendo que algún día tendrías que dejarlos y cumplir tu destino como la Princesa de la Luna."

Usagi negó con la cabeza, tenía un nudo en la garganta. Levanto una mano para tocar su marca de nacimiento. La había odiado desde que estuvo lo suficientemente grande para sentir vanidad, y siempre había intentando quitarla de su vista, pero ahora se preguntaba si no era en realidad una bendición. Su única conexión con su verdadero pasado que nadie podía quitarle.

"¿Por qué nadie me dijo?"

"Estoy segura que tus padres lo harían, quizá estaban esperando que estuvieras un poco más grande. Después de todo, una heredera por tradición debe de tener diecisiete años para ser coronada gobernante suprema. Pienso que solo estaban esperando hasta ese día para decirte."

Usagi miraba fijamente la pintura de sus padres a través de ojos llorosos. "Si ellos hubieran vivido…"

"Habrías crecido como una princesa—comprometida, quizá irónicamente, con Endymion."

"Y no hubiera conocido a mama y a papa."

Luna bajo la mirada. "Realmente fue algo de suerte el haberte encontrado. Llegue a la Tierra hace muchos años para buscarte, preocupada de que Beryl causara mucho más daño a este reino antes de que tu regresaras a nosotros, pero eventualmente fui secuestrada por la Agencia de Control de Lunas, pensando que había dejado mi puesto en el palacio de la Tierra. Con el tiempo escape y fue posible hacerme pasar por un gato clonado… lo que me llevo hasta tu clase. Y supe desde el momento en que te vi que tú eras la verdadera Princesa de la Luna. No cabía duda."

Usagi volteo a ver a Endymion, perpleja. Hizo un gesto hacia el retrato. "Mira… son mis padres."

"Lo sé. Y todos tienen razón. Realmente luces como tu madre."

Ella se abrazó a sí misma, sintiéndose tan débil que la brisa más suave podía hacerla caer. "Endymion, yo… ¿yo realmente soy la Princesa de la Luna?" era una pregunta, puesto que su cabeza estaba aún demasiado llena de pensamientos para creer que todo fuera más que un sueño.

Pero Endymion afirmo con la cabeza, sonriendo, y la acerco hacia él. "Y pronto serás mi Reina."


xXx


La gala de la noche fue uno de los momentos más alegres de la historia del Milenio de Plata. La gente que llego a la celebración estaba feliz de conocer a su nueva reina y de descubrir que en realidad, si se parecía tanto a su madre como la gente decía— tanto en personalidad como en apariencia. El anuncio del compromiso real solo llenó de más deleite los corazones de la gente, puesto que el Rey de la Tierra era conocido por ser un gobernante generoso, y finalmente había una alianza formada entre dos planetas que terminaba con éxito las pláticas de guerra.

Endymion y Serenity, quien continuó siendo llamaba Usagi por sus amigos más cercanos por el resto de sus días, se casaron un mes después en el huerto de manzanas de los Hino. Todos tomaron del vino de la familia Kino— el mejor de toda la galaxia— y el ramo de Usagi estuvo hecho de rosas que vinieron directamente del modesto jardín de Mina.

Aunque paso algún tiempo antes de que Usagi se sintiera cómoda en su nuevo rol, descubrió que Endymion tenía razón— sus responsabilidades eran mucho más simples si se rodeaba de consejeros inteligentes y confiables. La primera de sus consejeros fue Luna, que no podía estar más feliz de asistir a su ama. Continuó usando sus pequeñas botas de cuero para que cuando alguien la viera supiera que ella era la Luna que les había regresado a su Princesa de la Luna desaparecida. La segunda consejera de Usagi fue la chica más brillante que conocía— una niña genio de talento natural en geografía, ciencia política, y economía— y su mejor amiga, Ami.

Poco después de la boda, un decreto fue puesto en acción para detener la destrucción de todas las versiones antiguas de las Lunas, y a la Luna versión 4.2 le fue específicamente dado el rango más alto entre todos los robo-animales.

Así que, la vida en la Luna regreso a su esplendor. Cientos de años después del reinado del Rey Endymion y la Reina Serenity aun seria conocido como la época dorada de la Luna, gobernada por los más finos, sabios y la pareja real más feliz que cualquier mundo podría tener.