Hola!

Espero que todos se encuentren bien. Este es mi segundo fanfic y me gustaría que me dejaran reviews para conocer lo que piensan de mi historia.

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Capítulo 1- Todo empezó por una simple mudanza

Habían pasado tres años desde que los Tamers se separaron de sus Digimons. Pero los jóvenes todavía recordaban con cariño a sus fieles compañeros.

Rika miraba la ventana del avión mientras dejaba que un suspiro apagado saliera de sus labios. La verdad es que ella no se sentía muy alegre de mudarse a México, ni siquiera sabía hablar español y el alejarse de todo lo que conocía la ponía un poco nostálgica.

-¿Qué sucede, Rika?- le preguntó su madre al notar la expresión que tenía en su rostro.

- Nada... - le contestó ella sin mucho ánimo-... nada que pudieras comprender- terminó su frase con un tono de voz tan bajo que su madre no logró notarlo.

- Claro que te pasa algo- insistió Rumiko.

- Bueno, si en verdad quieres saberlo, te lo diré...

... ¡¿crees que me siento muy contenta de alejarme de mis amigos y de todo mi mundo, para ir a vivir a un país del que no conozco nada, pues no, no estoy contenta- cuando Rika terminó de hablar (o mejor dicho, gritar), se molestó mucho al notar que toda la gente en el avión la miraba. Y lo único que hizo fue ignorarlos.

- Lo siento Rika- dijo su madre con un tono de tristeza, parecía como si estuviera a punto de llorar por la reacción de la pelirroja- pero es que era lo mejor.- termino diciendo como si intentara disculparse por algo.

- ¿Lo mejor, ¿Para quién?- reclamó Rika sin importarle el estado anímico de Rumiko.

- Era la única opción que me dio mi representante, me dijo que si no aceptaba la oferta de trabajo, mi carrera de modelo estaba acabada...

... la verdad es que no estoy segura de porque me hizo esto, fue un vil chantaje; y yo que le di toda mi confianza...

Rumiko continuó con sus pensamientos en voz alta, mientras algunas lágrimas escapaban de sus ojos.

- Por eso te dije que no debías dejar todo en sus manos- le recordó la pelirroja en forma de reclamo. Pero su madre no puso atención en sus palabras.- En fin- terminó Rika, intentando ignorar las lágrimas y sollozos de su madre.

Cuando el avión aterrizó, Rika se encontraba profundamente dormida, había sido un viaje bastante largo y cansado.

-¡Rika, despierta!- le gritó su madre para que la joven abriera los ojos.

-¿Qué?- dijo Rika un poco adormilada todavía

- Ya hemos llegado- le decía Rumiko.

Cuando la pelirroja despertó, hizo un gesto de molestia y finalmente bajó del avión.

-¿Qué se supone que haremos en un lugar del cual no conocemos ni su idioma?- preguntó Rika sarcásticamente.

- No te preocupes, tengo todo bajo control- le respondió su madre.

¿Por qué tenía que ser siempre tan optimista, aparentando que todo estaba bien?

Rika odiaba que su madre se comportara de esa forma, pero no podía hacer nada al respecto así que prefería ignorarla.

- Taxi, taxi- pronunció Rumiko con un acento que hizo que todos los ahí presentes, voltearan a verla.

Un automóvil amarillo se detuvo delante de las dos y el chofer les dio la indicación de que se subieran.

- Ya ves, Rika, no fue tan difícil conseguir un taxi- le dijo la rubia a su hija. El chofer se sorprendió al escucharla hablar japonés.

- Sí mamá, pero ¿cómo le vas a decir a qué lugar quieres ir?- preguntó astutamente la pelirroja.

- Es verdad- le respondió con un tono de preocupación. En ese momento Rumiko se puso a pensar como solucionaría su problema.

Después de todo, el final de esta historia no fue tan malo como Rika pensaba, pues se divirtió mucho al ver a su madre haciendo todo tipo de señas para explicarle al taxista que quería ir a un hotel.

Tanto Rumiko como Rika se veían muy asombradas de ver un lugar como la Ciudad de México. Ambas contemplaban con gran curiosidad desde las ventanas del automóvil.

Cuando llegaron al hotel, Rika subió por el ascensor mientras su madre pagaba y realizaba todos los trámites.

Rika se alegró al ver que su habitación era bastante amplia y que contaba con dos camas, pues ella no tenía ni la más mínima intención de dormir con Rumiko.

Al instante, ella tomó una buena ducha y se acostó a dormir. Ya no quería pensar más en que toda su vida había cambiado tan drásticamente simplemente por que su madre fue lo suficientemente ingenua para que la timaran de esa forma. Ahora extrañaba mucho a sus amigos, a su abuela y sobre todo, aunque no quisiera aceptarlo, a Ryo.