La memoria de los recuerdos

Todos sus recuerdos quedaron en un rincón. Allí eran donde merecían estar, en un esquina escondida, esperando que una inmadura y joven mano abriera las bisagras doradas del arcón.

Ese era su sitio, en donde consiguieron la felicidad que tanto habían buscado. En donde conocieron a las mejores personas que podían haber conocido. En donde cumplieron sus deseos y muchos más. Ese era su sitio, porque su leyenda sobreviviría.

Los merodeadores nunca podrían morir. Despertarían de nuevo cuando alguien quitase el polvo al mapa. O cuando la capa volviese a sentir el frío de los pasillos. O cuando las fotos se movieran, observando a la persona de ojos verdes y pelo negro que tendrían delante. Nunca podrían irse de Hogwarts, porque su magia latiría en cada alumno que entrase por las dominantes puertas de hierro.

Su historia acabó la noche del fenecimiento de Voldemort, cuando el último cayó como un rayo de luna cae sobre las olas del mar. Pero sus hazañas serían cantadas mil veces más por modernos rapsodas y poetas. Porque no sabrían que todos escribiríamos sobre ellos, que crearían un mundo propio dentro de ese al que llaman... "Magia".