Notas de Autor: Aquí está, finalmente. La otra versión está en originalmente inglés, y consiste en 14 capítulos de exactamente 672 palabras cada uno. Honestamente, adaptarlo es tan exhaustivo que no me siento capaz de tratar de hacerlo tan exacto así que ni lo crean. Estoy agotada, me rindo, de ahora en adelante sólo one-shots cortitos.

Realmente no sé qué pensar del producto final pero bueno, eso se lo dejo a ustedes, lectores.


Dépaysement: El sentimiento que viene de no estar en el país de origen – de ser un extranjero, un inmigrante, de sentirse o estar desplazado del hogar.


un.

Viendo su reloj, el joven rubio se dio cuenta que iba muy, muy tarde. Se suponía que vería a su madre para cenar hacía ya media hora, y suspiró al pensar en el regaño que sabía era inevitable. Las excusas estaban listas en la punta de su lengua – su práctica se había extendido más de lo acordado porque habían muchos detalles a considerar antes de su próximo concierto en algunas semanas; su novia, Sora, había decidido llegar a visitar y él la había acompañado a su casa después. Al menos por eso no lo culparía, supuso, a Natsuko le caía bien Sora.

De igual forma, esa pequeña visita le había costado caro y ahora se apresuraba por las concurridas calles de Odaiba, zig-zagueando mientras la ciudad volvía a la vida con actividad. Sacó su móvil para decirle a su madre que estaba cerca, cuando sus ojos se encontraron con alguien que no esperaba ver. La joven levantó la mirada exactamente al mismo tiempo – providencia o no – y ahora ninguno de ellos podía evitar o negar el hecho de que se habían visto. Algo tímidamente, él se acercó.

—Mimi—le saludó.

—Ishida-san—contestó ella, mucho más frío de lo que él había esperado. No, no fría. Sólo indiferente, decidió. Aún no se acostumbraba a que fuera tan controlada y formal a su alrededor.

— ¿Qué haces aquí?

Mimi enarcó una ceja, viendo directamente hacia el gran cartel detrás suyo. Toho Cinemas Mediage, leía. Era un gran complejo de cinemas al estilo americano, y de repente se sintió estúpido por preguntar. Claro.

—Veré una película—le dijo lentamente, haciendo que sus orejas se calentaran.

— ¿Tú sola?

—Por supuesto que no.

Estuvo a punto de preguntar con quién entonces, pero mordió su lengua al último segundo. No creía que realmente quería saber, y aún estaba algo apenado por la situación. El silencio se extendió incómodo entre ellos, hasta que una voz llamó su nombre y ambos se voltearon hacia la calle para encontrar al culpable.

— ¡Mimi!

Yamato enarcó una ceja, pero los labios de Mimi se tornearon en una amplia sonrisa mientras el apuesto joven caminaba hacia ellos. Era casi tan alto como Yamato, rubio, con ojos imposiblemente azules y una sonrisa que él conocía muy, muy bien.

—Lamento hacerte esperar, estaba con mi madre y Yamato se ha retrasado—se detuvo, reparando de repente en la presencia de su hermano—. Yamato —dijo su nombre suavemente, como la sorpresa que era.

—Takeru—le dijo gratamente y luego, dándose cuenta de lo que eso era y lo que parecía que él estuviera allí, guardó sus manos en sus bolsillos—. Iba en camino.

Hubo otro silencio, y fue Mimi quien habló.

—Bueno, no queremos hacer esperar a Natsuko-san. Fue agradable verte.

Y con una pequeña sonrisa y movimiento de su cabeza se dio la vuelta, caminando hacia la entrada del edificio. Takeru también le sonrio y saludó con la mano, alcanzando a Mimi en un par de largos pasos.

Yamato se alejó, incapaz de borrar la imagen del brazo de su hermano sobre los hombros de Mimi.

Su madre estaba esperando en una pequeña mesa cerca de la ventana, una taza de té tibio entre sus manos. Le miró con una sonrisa al acercarse y se quitó su chaqueta antes de darle un pequeño beso en la mejilla.

—Llegas tarde—le reprendió suavemente—, y has atrasado a Takeru para su cita. Estaba muy emocionado, ¿sabes?

Pausó y pensar que esto era de alguna manera tierno o entrañable para ella hacía que quisiera rodar sus ojos.

—Probablemente debas disculparte.

—Me lo encontré en el camino, parecía estar bien.

Su mirada estaba fija en su madre y ella le sonrio de nuevo, como si no se diera cuenta de lo que acababa de decir. Cuando la volvió a ver fue con una media sonrisa mientras llamaba al camarero.

—Pero se lo compensaré.

—Bien—dijo Natsuko—, creo que realmente le gusta Mimi-chan.