Este es el primer fanfic sobre el universo de FMA, y estoy muy ilusionado, pues es mi serie favorita ^^ Desde que lei en el manga sobre la guerra de Ishbal me fascino, y a partir de ahi se me ocurrio esto: relatar como fue la guerra a ojos de Riza. El prologo me quedo algo corto xD pero creo que les gustara.
Disclaimer: FullMetal Alchemist no me pertenece, es todo propiedad de Hiruma Arakawa.
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PROLOGO: Misión
En realidad, yo no debería estar aquí. ¿Por qué una simple cadete de último año tiene que ir a una guerra tan terrible como esta siendo la de Ishbal? Fácil, porque falta personal. Es horrible observar con que facilidad se sustituyen a los caídos en batalla, todo por conseguir una victoria que no dará más que dolor y destrucción.
Pero ahí estoy, en la última fila del autobús que me llevará a lo que todos llaman infierno, sola… la única mujer. Si, parece ser que están tan faltos de personal que hasta se han visto obligados a llevar a la contienda a una mujer. Pero no hay problema, después de todo, no soy una chica normal.
Mi nombre es Riza Hawkeye. ¿Mi historia? No muy agradable, pero ese no es el motivo por el que estoy aquí. La razón por la que me trajeron es por mi maldita puntería, ¡es demasiado buena! Los francotiradores escasean, y por eso me llamaron.
Con un golpe seco, el autobús se detiene bruscamente. Salgo por fin del autobús, después de 7 horas de agotador viaje. Me desperezo y, entonces, miro a mí alrededor. Un paisaje desolador se extiende a mis pies, y un poco más adelante, estaba asentado el campamento de Amestris.
Los demás se han acercado a presentarse ya, así que acelero para no quedarme atrás. Cuando todos finalmente se retiran, me presento frente a un hombre alto, pelo castaño y porte altivo. Se quedó mirándome fijamente, lo cual me incomodaba bastante; sin embargo, no aparté la mirada.
-Cadete Hawkeye, ¿me equivoco?
-Señor –realicé el saludo militar.
-General Haruko –me devolvió el saludo- Hemos recibido muchas alabanza sobre usted, esperamos que cumpla con su cometido.
-Por supuesto, general.
-Otra cosa. No espere que se le trate de forma especial por ser mujer –añadió el general seriamente- Se le ha preparado una pequeña tienda para usted, pero por lo demás, se esperará el comportamiento de un soldado. ¿Entendido?
-Si, señor.
El hombre realizó un pequeño asentimiento y se marchó, dejándome sola. Cogí mi bolsa con el equipaje y me dirigí a la zona de descanso, esperando encontrar mi tienda.
A medida que avanzaba, notaba la mirada de los hombres posarse sobre mí. Intentaba permanecer ajena, pero no lo conseguía.
-No te preocupes, te acabarás acostumbrando –dijo una voz femenina, llamando mi atención. Se trataba de una mujer rubia y de ojos azules, muy guapa. Inconscientemente, me alegré de no ser la única mujer de allí.
-¿Llevas mucho tiempo aquí? –pregunté.
-Llegué hace una semana con mi marido. Ambos somos médicos –explicó, sonriendo- ¿Acabas de llegar? ¿Eras acaso alguna enfermera?
-Ojala, pero me temo que no –respondí, resignada- He venido como francotiradora.
-Vaya… no es normal que hayan traído a una chica para ese trabajo –dijo la mujer, sorprendida. Noté como me miró maternalmente- Debe ser duro.
-Si… -suspiré- Pero es lo que me ha tocado hacer, no puedo echarme atrás.
-¿No tienes familia?
-No…
-Tranquila, no te preocupes –dijo de repente, intentando animarme- Pareces alguien fuerte. No pierdas la esperanza y verás como todo saldrá bien –finalizó, dedicándome una cálida sonrisa.
Yo también sonreí a mi vez, sin poder evitarlo. Pero no era una sonrisa alegre, sino melancólica.
Esperanza… y yo que pensaba que la había perdido… Parece que aún quedaba algún retazo de ese sentimiento en mi interior al que aferrarse.
Cuando fui a despedirme de la doctora, me sorprendió que esta tuviera su mano extendida frente a mí.
-¿Cómo te llamas?
-Riza Hawkeye –respondí, sonriendo tímidamente y estrechándole la mano- ¿Y tú?
-Sarah, doctora Sarah Rockbell. Espero que nos volvamos a encontrar.
-Lo mismo digo.
Me despedí de ella, con el ánimo subido. Puede que, a partir de ahora, las cosas no vayan a ser fáciles, pero al menos ya tenía la certeza de que no estaba sola.
