Notas: Esto es yaoi, si no te gusta es más que obvio que no lo leas para evitar "comentarios negativos" y eso o serás puteado por mí, con amor:3 Bueno, más allá de eso, acepto cualquier otra crítica o cosillas que creen que podría mejorar :D

Título: El Reformatorio

Personajes: Ayato Kirishima, Juuzou Suzuya y los que vayan apareciendo.

Advertencia: Esto es para mayores de 13 años porque podría contener malas palabras (Ayato y su boquita).

El Reformatorio

Prólogo

-¡No me puedes hacer esto! -gritó un chico de cabello azulado mientras golpeaba la mesa donde estaba sentado. Literalmente.

-Claro que puedo, soy tu hermana mayor -dijo con autoridad una chica de cabello igualmente azul y con un gran mechón cubriendo el lado derecho de su cara. Ella estaba del otro lado de la mesa mirando a su hermano con indiferencia-. Siéntate como la gente normal -añadió.

-Creo que estoy muy lejos de ser alguien normal -murmuró, sentándose en una silla de mala gana-. Me lo han repetido muchas veces.

-No te lo dirían si no hubieras hecho todo lo que hiciste -dijo y un remolino de decepción y amargura pasó por su estómago, sintiendo unas ganas reprimidas de vomitar.

-¡¿Y qué se supone que hice?! -exclamó, poniendo ambas manos sobre la mesa, llamando la atención de todas las personas de su alrededor. Las ahuyentó con una mirada asesina.

-Estás pudriéndote en la cárcel y ¿aún así preguntas? -enarcó una ceja, mirándolo desafiante.

-No me recuerdes que el anaranjado no me favorece -volteó la cabeza, mirando fijamente a uno de los guardias que lo vigilaban. Este le devolvió la mirada como diciendo: "Ni pienses en escapar, vigilo todo tus movimientos".

-Vamos, Ayato, no será tan malo -le dijo la chica, intentando darle apoyo aunque sabía que no serviría de nada.

-¿Qué dijiste? -estaba alzando la voz-. ¿No será tan malo? ¡¿Que no será tan malo?! -gritó y las personas volvieron a mirarlos-. ¡Consigan una vida! -todos le lanzaron una mirada de enfado antes de volver a lo que hacían.

-Así que te gusta llamar la atención, ¿eh? -le preguntó a Ayato, sin ninguna pizca de humor.

-No bromees con algo como eso -le dijo, arrastrando las palabras-. ¡Me quieres mandar a un reformatorio de mierda! -la miró con odio.

-Ayato Kirishima -lo reprendió el guardia de antes-, esa boca.

-Tsk -chasqueó la lengua y volvió a mirar a su hermana mayor-. Touka, no puedes hacer eso, ¡es un reformatorio! ¿Acaso crees que luego de casi un año de estar aquí esperando salir me agrade la idea de ir a un lugar como ese apenas consiga mi libertad condicional? -le preguntó, con toda la ironía del mundo cargada en su voz.

Touka rodó los ojos.

-Tú lo dijiste, libertad condicional -le recordó-. Esa fue la condición, llevarte a un lugar donde te civilicen.

-Cállate, hermana idiota -sonrió con malicia-. Aún no me haz dicho que fue lo que hice para llegar hasta acá.

-Sé que ya lo sabes, pero te lo repetiré -murmuró, bajando la cabeza-. Un ataque terrorista, mataste a quince personas...

-¿Y así no me mataron? Tengo mucha suerte -la interrumpió. Miró de reojo el reloj de la pared, el fantasma de una sonrisa pasó por sus labios-. ¿Sabes? Una de las personas a la que maté fue...

-Se acabó el horario de visitas -anunció una voz a través de los parlantes de la pared. Ayato soltó una gran carcajada y se levantó rápidamente de la silla.

-¡E-espera! -exclamó, levantándose de golpe-. ¡No me has dicho a quién...!

-Adiós, hermana idiota.