CAPITULO I

Abrázame y no me digas nada solo abrázameme basta tu mirada para comprenderque tú te irás,abrázame como si fuera ahora la primera vez,como si me quisieras hoy igual que ayer.

Julio Iglesias

Hay historias que inician en el día que se nace, cuando iniciamos a contar lo sucedido de lo ocurrido, en el momento que la nostalgia invaden los sentidos, los días no son iguales, la vida no es la misma después de un tiempo, el agua del rio no corre dos veces por el mismo lugar y si lo hiciese por el proceso que ha llevado su movimiento, este no sería el mismo, es así como nacemos, lloramos, crecemos, nos perdemos, nos encontramos, nos reproducimos y posiblemente en un determinado de tiempo somos felices y cuando creemos que la felicidad esta plena… morimos, es un proceso natural, el amor todos lo encontramos, pero eso dependerá de que amor estamos hablando, encontramos muchos amigos durante la vida, perdemos a muchos seres queridos y ganamos enemigos sin pensarlo, pero aunque la vida no es fácil para nadie, amamos vivir, aunque a veces creamos que no es así, en realidad es un momento de debilidad el pensar que la vida no vale la pena, pero vivir es hermoso.

Es así como inicia la historia de Seiya, un joven de carácter noble, dedicado, comprometido, encantador, responsable, modesto y podríamos enumerar un sinfín de cualidades más, aunque casi siempre su personalidad de desconfiado y de solitario sale a relucir, pero eso no hace que deje ser una buena persona.

Apenas tenía diez años cuando su padre fue asesinado frente a él, en ese momento sintió que la vida se terminaba, que todo hasta ese tiempo no tenía sentido, que era impotente ante la muerte, que nadie debería morir de esa manera y menos un padre frente a un hijo.

Toda su vida se sintió culpable, pero Seiya estaba destinado a ser una buena persona, a luchar contra sus sentimientos de culpabilidad e impotencia, en ocasiones no lograba controlarlos, pero el nuevo día siempre llegaba y las ganas de iniciar de nuevo también, darle la noticia su madre fue otro impacto de dolor que jamás olvidara, además que ella apenas y soporto, porque se dio cuenta que estaba embarazada, por eso a sus once años había logrado ocultar lo que sentía y lo hizo muy bien, nadie notaba que por dentro luchaba con sus miedos.

El tiempo pasó y termino sus estudios diversificados, llego a la universidad, ser veterinario era su pasión, pero con problemas del pasado y todo, también encontró el amor.

La tarde había caído, el sol le daba el paso a la luna de a poco, el viento soplaba aun cálidamente en el litoral de aquella playa, caminando bajo aquel cielo anaranjado, que esperaba por ser adornado por las hermosas estrellas, las risas, la plática de momentos vividos.

Por momentos, Seiya, el chico estudiante de primer semestre de veterinaria, sentía que su amor, la persona que hacía que cada día fuera diferente, le quería decir algo importante, él había querido hace varios días entregarle su vida, cuando hablo con Kokoro, el amigo de su padre, el que había cuidado de él durante su infancia, él cual le contó que a su edad sus padres, Takeshi y Natzuki, ya se habían casado y hasta padres era, eso al final le animo a dedicarse a ella por siempre.

Michiru, su novia, desde hacía tres años se había comportado de una manera extraña, pero aunque él había tratado una y mil formas de que ella confiara en él, no había tenido éxito, así que no pregunto más.

Había pasado muchas cosas juntas, desde que se conocían su relación no era estable, ella tenía novio y lo dejo cuando conoció a Seiya, pues era un chico solitario y atractivo, y durante muchas semanas pasaron coqueteando, luego se hicieron novios, un noviazgo que no duro más de un mes, ambos coquetos jugaban con sus sentimientos, ella acompañada siempre de chicos, y él, a él jamás le falta la compañía de cualquier chica, después de semanas separados volvieron a su relación, se escribieron mucho y llegaron al termino de olvidar el pasado, pero a ella le gustaba jugar con los chicos y eso enfurecía a Seiya, mas cuando los demás hablaban a sus espaldas, pero Seiya aplicaba el ojos por ojo y diente por diente, pues el también jugaba con las demás chicas, Michiru se molestaba y si lo veía con alguien más llegaba el punto en que se acercaba y golpeaba a la chica, terminando en gritos y celos en su relación.

Sus amigos les aconsejaban que su relación no les llevaría a nada, pero Seiya y Michiru sabían cómo resolver sus problemas, después de dos años de estire y encoje en la relación, su mayor pelea fue encontrar a Seiya Kou besándose con Rini Chiba, Michiru se encargo de dejarle claro que ese hombre era solo de ella, lo cual casi amerita su expulsión de la institución, pero con amenazas lograron llegar al final del año y entrar a la universidad.

Así pasaron mucho tiempo, ellos le llamaron amor, algunos otros le llamaban diversión y algunos más… locura, llego el tiempo de entrar a la universidad, es allí donde las cosas cambiaron, su relación se había vuelto más estable, y aunque las tentaciones no faltaban, Seiya y Michiru estaban más que felices, y aunque el hermano de Rini, Darién Chiba también llego a desequilibrar la relación, el amor, como le llamaba Seiya y Michiru, triunfaba sobre todo, llevaban ya casi medio año sin pelear, hasta el día en que todo empeoraría.

Ella se sentó de cara al mar, tomo entre sus manos las piernas y vio el horizonte, el presintió que en la mirada de ella había mucho más de lo que decía, tomo asiento a su lado y poso su mano sobre la de ella. El silencio era perturbador, así que decidió romperlo, pero no pudo emitir ningún sonido, ella hablo primero.

-parto dentro de unas horas –dijo y siguió con su mirada fija. El no dijo nada, en realidad su cerebro aun procesaba la información, trataba de entender el código con el que ella se había comunicado –terminare mis estudios en el extranjero, volveré en cuanto termine –agrego y se puso de pie, no había nada más que decir, Seiya creyó que como siempre ella hacia sus berrinches de princesa. Pero esta vez había visto algo en la mirada de Michiru que no conocía y era la determinación de tomar decisiones.

-¿y lo nuestro?, ¿por qué esperaste a decírmelo hasta ahora?, no me das tiempo de nada –dijo el aun sentado en la arena, con cierta molestia, creyó que todo iba mejorando, pero se daba cuenta que nada había cambiado después de tanto tiempo, con la impotencia del momento y sin saber que decir, lo primero que hizo fue formular preguntas.

-no hay nada que hacer, antes o después me iba a ir, nadie me hará cambiar de opinión, además quería que estuvieras tranquilo, no quise preocuparte –respondió ella sin voltearlo a ver, no había nada que discutir y Michiru quería dejarlo claro, no quería discutir.

-no entiendo –dijo este poniéndose de pie y acercándose a ella –te amo, te has convertido en todo para mi, eres con quien quiero pasar el resto de mi vida, ¿por qué me dejas así?, para terminar tus estudias falta tanto, ¿qué haré aquí sin ti? –dijo este tomándole de la mano.

-lo haré más fácil, Seiya, eres libre, puedes seguir sin mí y si cuando regrese aun me esperas, estaremos juntos por siempre –dijo está girando para verle. Pero su mirada no mentía, ella no pensaba volver.

-viajare contigo, dejo mis estudios no hay nada que me até aquí –dijo y se aferro a la cintura de la chica. Seiya sabía que ella no volvería, la conocía, se conocía también, no permitiría que ella se fuera y lo dejara así. Además había mentido, había una pequeña personita a la cual no podía dejar, ni pensarlo, esa personita no tenía nada más que a él, pero había dicho todo aquello impulsivamente.

-no, estás loco, aquí están tus estudios, tu trabajo de medio día que paga bien, la casa que te dejaron tus padre… a Aiko , aquí tienes más de lo que crees –dijo esta y paso su mano en el rostro del chico. Quería suavizar la despedida, ella sabía que Seiya la olvidaría a más tardar en una noche.

-no hay nada que quiera si tú no estás aquí –dijo atrayéndola a su cuerpo con fuerza, esos momentos de debilidad cuando queremos algo y nuestro corazón nos hace decir cosas que en realidad no podemos cumplir, como el "no lo volveré a ser, "lo juro" y tantas palabras que nos comprometen.

-lo siento amor, he tomado una decisión y tú no estás incluido, siento ser tan dura, pero no hay otra manera de decirlo –la chica se soltó del agarre del chico y camino con dirección a su largo viaje. ¿Dura?, no había sido dura, había sido un témpano de hielo.

-¡bien! –exclamo molesto y la dejo ir, entonces empezaba a relucir su personalidad de fastidio, había dicho cosas que ni sentía o de las cuales se arrepentiría después y aun así ella decidió irse, más que su corazón, fue su orgullo herido.

Se quedo allí, parado, viendo como la silueta de la mujer que creía amar se desvanecía con la salida de la hermosa luna, ahora todo parecía oscuridad, todo parecía doler y a ella no le había importado nada, dejarlo allí, bajo la noche oscura, el frió del litoral, él saco de su bolsillo una caja negra de terciopelo, la abrió lentamente, allí, dentro de la cajita, había una argolla, un pequeño anillo de compromiso, con un ligero diamante blanco, sus manos temblaban, su cerebro no terminaba de procesar el suceso, apretó sus dientes y lanzo la caja con fuerza, hacia el mar.

-ahhhh! –fue un grito desgarrador lo único que se escucho, su cabellos negro como la noche se meció con el viento fuerte que azotaba las olas del mar.

Por su mente pasaron recuerdos de momento felices, o al menos que lo hacían sentir bien. Volvió en sí, corrió mar adentro a recuperar la cajita negra de terciopelo con el anillo, chapoteo el agua en su desesperación de buscar lo que había intentado perder, se mojaron sus ropas, logro sacar el anillo, había tenido suerte que la cajita no se hundiera con el movimiento de las olas.

La mansión Kaioh estaba iluminada, lo que se utilizaría para el viaje estaba listo en pequeñas maletas, no volvería por un buen tiempo, las cosas de la casa estaba siendo resguardada por mantas blancas por la servidumbre, la familia estaba lista para salir, caminado hacia el auto, el cual estaba delante de los arbustos que colindaban con la acera.

Había llegado la hora de partir, la familia se subió al auto, se encendieron motores y tomaron la calle que los llevaría lejos de aquella pequeña ciudad.

Seiya condujo en busca de su amigo, quizá el sabía algo, entro al bar "La Chicha", Yaten trabajaba hasta las doce de la media noche los días viernes y hoy, casualmente, era viernes.

Yaten el amigo de facultad de Seiya lo vio entrar, se dio cuenta que Seiya su amigo no se veía muy bien, su porte de "don Juan" parecía de don Quijote de la Mancha, ahora parecía más un vagabundo de amor o algo parecido, Seiya llego hasta la barra, tomo asiento y espero que Yaten terminara de atender a dos chicas que estaban sentados tres bancos después.

Yaten se acerco, sabía que algo no estaba bien – ¡rayos amigo!, ¿qué te ha pasado? –pegunto al ver la cara de malestar de Seiya.

Yaten era un chico con poco sentido del humor, algo contradictorio pues su novia era la chica más feliz del planeta, la infancia de Yaten no fue la más acomodada, pero creció con ocho hermanos, de problemas nunca se salvaba y aprendió a defenderse, siendo él, el séptimo, seguro había que afrontar mucho, pero mediante fue creciendo se fue haciendo una persona muy competente, siempre demostró determinación, dedicación y anhelos a diferencia de sus hermanos que preferían solo crecer y luego decidir qué hacer.

Cuando la universidad saco las becas para estudiar en otro país, el se enlisto, quería conocer el mundo, sus posibilidades de tener dinero estaban lejos, así que busco una y mil formas para poder alcanzar sus sueños, no quería hacer como sus hermanos mayores, se había ido de indocumentados a otro país que prometía mucho, pero no eran libres, y con el tiempo logro el cupo para irse a estudiar a otro país, sus padres le felicitaron y aunque dolió su partida, era el sueño de Yaten.

Yaten y Seiya se habían conocido cuando Yaten llego de traslado desde su país natal, ese día había tenido problemas para familiarizarse hasta con el idioma y habían chicos que se burlaban de él, Seiya fue el único que se acerco a Yaten y le ofreció algo de comer, pues el chico apenas y podía entender el significado de "pan". Desde ese día se habían hecho amigos.

-dame un whisky doble –respondió Seiya. Su amigo lo sirvió de inmediato, Seiya le relato lo sucedido y como se sentía, había pasado toda su vida de adolescente con la fama de don Juan, había tenido más novias en un año, que los días que el año tiene, pero eso había terminado precisamente hacia ya casi medio año, cuando se había dado cuenta que Michiru era importante para él, en un principio el jamás quiso formalizar nada, pero después de escuchar consejos de sus amigos y especialmente de Yaten y Kokoro, decidió dejar entrar el amor, ahora se daba cuenta porque jamás lo hacía, el amor en su vida solo le había traído dolor, amo a su padre y murió, amo a su madre quien murió cuando el cumplió 17 años, y ahora no tenía nada, ni el amor de la mujer a quien pensaba entregarle todo lo que él era.

-lo siento mucho amigo, pero la vida sigue con o sin ella, no puedes aferrarte –aconsejaba Yaten después de que Seiya se tomara más de la mitad de la botella de whisky.

-es tan fácil decirlo Yaten, pero me duele dejarla ir, no sé qué sucede conmigo, sabes que… mejor sírveme otro –dijo Seiya estirando su mano con el vaso para que Yaten lo volviera a llenar. Ahora sabía que había sido mala idea pensar en formalizar algo que ni él sabía lo que era.

Al finalizar la noche, Yaten era el conductor asignado, el licor había dejado a Seiya en pause sobre la barra, el corazón adolorido por un momento se sintió en paz, aunque el día de mañana seria mas fuerte el dolor de cabeza que el dolor de corazón. Yaten pasó por su novia al súper 24 donde trabajaba esta.

Mina era una chica muy esporádica, era una buena amiga para Seiya y amaba mucho a su novio Yaten, era la menor de cuatro hermanos, no venía de una cuna de oro, pero tenía lo necesario para salir adelante, aunque el estudio nunca fue su fuerte, sus sueños eran cortos, pero eso cambio el día qué conoció a Yaten, Mina había salido de su casa, se alejo en cuanto pudo, jamás lo dijo pero su niñez había sido perturbada por un perturbador, un primo diez años mayor que ella, y aunque en muchas ocasiones lo quiso decir, se dio cuenta que era mejor callar, especialmente cuando su padre falleció en un trágico accidente, apenas con ocho años ya había perdido a un ser querido, su madre lucho siempre por sacarla adelante y así fue, ahora estaba ya en la universidad y trabajaba medio tiempo, tres veces a la semana para sostener sus estudios y el lugar donde vivía.

La relación de Mina y Yaten era todo un caso, jamás estaban de acuerdo, pero siempre sabían cómo olvidar los malos ratos, Mina había entrado a estudiar un mes después de los chicos, desde que Yaten le vio se enamoro de ella y esta de él, Seiya la respeto mucho, salían los cuatro juntos, Seiya y Michiru y Yaten y Mina, Mina era la chica divertida del grupo, con sus bailes, sus risas, sus malos chistes y sus refranes al revés.

Ella había recibido una llamada de Yaten, pasaría por ella en el auto de Seiya, en vez de el autobús de la universidad, pero jamás menciono que Seiya iría tirado en el asiento de atrás, al verlo así le causo mucha gracia.

-creí que no le vendías licor a los vagabundos –dijo al ver la ropa de Seiya, se había metido al agua para salvar el anillo, la cual se había arrugado un poco y tenía la mitad de la playera fuera del pantalón.

-sube amor, Seiya es un caso el día de hoy, vamos, te cuento en el camino –dijo este, Mina le dio un beso en los labios por la ventanilla, luego rodio el auto y subió, en el camino Yaten le relato lo sucedido con Seiya, había sido una sorpresa que Seiya, el famoso "don Juan" se había alejado de muchas amistades por aquella chica rica, y al parecer eso a ella no le había importado.

-qué pena por él, se veía tan feliz, pero para Seiya será cuestión de chicas, digo, de "tiempo" para recuperarse –bromeo Mina.

La vida no viene con un instructivo de cómo vivirla, nacemos llorando y pasamos la mayor parte del tiempo haciéndolo, en ocasiones tratamos de sonreír ante las adversidad en otras aprendes a fingir muy bien.