Las llamadas de los pájaros fueron las que despertaron a Alfred. Este hubiera deseado haber despertado con un rayo de sol. Una luz hermosa que hiciera que despertara, abriendo bien sus ojos, observando la mañana.

Alfred F. Jones, más bien conocido como Estados Unidos, amaba las mañanas soleadas, frescas. ¿Por qué? Por qué le recordaban a la luz y a la frescura que su amado, Arthur Kirkland, conocido como Inglaterra, le había dado. Las caricias, los abrazos, las actitudes que Kiku usualmente definía "Tsunderes". Para ser concretos, todo amaba Alfred de Arthur. Todo.

Ni bien se levantó de la cama, se encontró con una cabellera rubia despeinada junto a él. Reconoció a Arthur enseguida. Con una sonrisa, abrazó al inglés de manera cariñosa. Arthur le transmitía calor y a la vez frescura. Arthur estaba sumido en un profundo sueño, inconsciente de las caricias que su amante le estaba proporcionando. Alfred beso la mejilla de Arthur amorosamente. Arthur, sin duda alguna, tenía sueño ligero, y cualquier movimiento haría que se despertara.

Más ninguna caricia, beso, abrazo o alguna otra cosa, lograba despertar a Arthur.

Alfred infló las mejillas en señal de enojo. Necesitaba tener la atención de Arthur en esos momentos, porque Arthur era su Arthur.

Y, en un momento de irritación y desesperación, Alfred movió las sabanas en las que su novio estaba cubierto.

-¡Despierta, Arthur…..! –Alfred se quedo callado, al encontrarse con tremenda belleza.

Arthur, su Arthur, estaba desnudo. Y pronto se dio cuenta de que él también. Arthur, y él, desnudos, en la misma cama, Arthur en profundo sueño. ¡Todo cuadraba!

Alfred, lleno de vergüenza, corrió en dirección al baño de la habitación en la que en la noche anterior, Arthur y el habían hecho "Cositas para grandes". Aunque, esta no era su primera vez, Alfred siempre terminaba avergonzado por lo sucedido.

Arthur, poco a poco, con una mirada angelical, abrió sus ojos de color esmeralda. Había dormido como nunca, con Alfred a su lado, acurrucados, besándose, abrazándose y todo lo demás. Para Arthur, esa, y otras noches, habían sido hermosas. Dignas de disfrutar. La mirada sensual de Alfred, dolor que a la vez era disfrute, besos apasionados que raramente daban en público. Si, una noche de en sueño.

-Alfred, buenos días. –Dijo Arthur, dando una media vuelta a donde se suponía su amante estaba. Al no ver a Alfred a su lado, saltó de la cama, ignorando el hecho de que estaba completamente desnudo.

-¡Alfred, Alfred!

De repente, sintió como dos brazos, más grandes que sus hombros le rodeaban. Se sintió mejor al saber que Alfred estaba ahí, con él.

-Creí que te habías ido, idiota.

-Jamás haría eso. –Dijo Alfred, besando el cuello de Arthur.

-¿En donde carajo estabas? No sabes lo….

-¿Lo qué?

Arthur volteó la cabeza en dirección contraria, sin saber que responder. Alfred sonrió, para después depositar un beso en los labios de su amante. Arthur correspondió el beso de manera apasionada, saboreando los dulces labios de su amante. Arthur abrazo a Alfred tiernamente, posando sus delicadas manos en la gran espalda de el representante de Estados Unidos. Así permanecieron unos minutos, abrazándose amorosamente, como solían hacerlo. Hasta que Arthur decidió romper el silencio.

-¿Les dirás hoy verdad?

Alfred observó a Arthur de manera incrédula.

-¿Decirles que?

Arthur, en un ataque de enojo, empujo a Alfred lo más fuerte que pudo, mostrando su evidente enojo.

-¿Lo olvidaste?

-¿Olvidar que?

-¡Eres un estúpido! ¿Lo sabías? ¿Cómo se te pudo olvidar algo tan importante? Es en una semana, Alfred, ¡Una semana! Ya tenemos todo preparado, solo falta… ¡Eres un estúpido!

-Arthur, no reacciones así, dime, que es…

-Vaya que eres un idiota, ¿Verdad?-Dijo Arthur, al borde de las lágrimas. –Nuestra boda…..Es en una semana, y aunque ya hayan recibido la invitación, debes de decirles personalmente. En la conferencia de hoy…

Alfred se quedo estático por unos segundos. Su boda, con Arthur. ¿Cómo podía haberla olvidado? El y Arthur habían quedado en decirles personalmente a los invitados acerca de su boda. Abrazó a Arthur lo más fuerte que pudo, pidiendo perdón. Texas casi caía de sus ojos, de tanto movimiento que hacía. A Arthur no le quedaba más que dar unas palmadas en la espalda del otro, mientras se iba quedando sin aire. Arthur apartó a Alfred. Este tenía ojos de perrito en su cara. Arthur no le podía decir no a esa cara.

-Te perdono. No puedo estar peleado contigo para siempre.

Alfred, en un ataque de emoción, beso a Arthur en los labios, haciendo que el otro se sonrojara.

-I love you, my Arthur!

-Te amo también. Mi héroe.

La conferencia de ese día no había sido muy diferente a las normales. Francia peleando con Inglaterra, China ofreciendo sus dulces, Japón acordando con Estados Unidos, Suiza regañándolo por eso, Estados Unidos haciéndose el héroe, Italia diciendo Ve y Alemania gritando a Italia. A su querido dolor de estomago.

Al terminar, Estados Unidos, empezó a hablar, nervioso.

-Como bien han de saber, Arthur y yo vamos a casarnos en una semana. Me harían muy feliz con su presencia.

Arthur estaba detrás de él, sonriendo. Alfred tomó a Arthur en sus brazos y le dio un repentino beso. Todos en la sala aplaudieron felices. Definitivamente, ambos hacían una buena pareja.

Time Skip.

Había llegado el día. La semana había pasado volando para Arthur y Alfred. La fiesta y su boda eran las más esperadas del año. Dos potencias internacionales unirían fuerzas. Estados Unidos e Inglaterra serían uno. Por fin. Después de varios años de espera.

Alfred se encontraba frente al sacerdote, sonriendo a más no poder. Al lado suyo se encontraba Matthew, quien era el padrino de bodas.

A la entrada de la iglesia, se encontraba Arthur, con un traje completamente blanco. Alfred se sorprendió al ver al inglés, al igual que todos los presentes. Se veía hermoso. Ni siquiera se dio cuenta cuando este había llegado a su lado, ni cuando este le había depositado un beso en la boca.

El padre dijo las oraciones, y la misa continua, hasta que, el sacerdote dijo las palabras que tanto Arthur como Alfred habían esperado.

-Ahora los declaro….Esposos.

Ambos se dieron un beso en la boca, recibiendo un aplauso por parte de los demás. Ambos se separaron felices, y ambos caminaron de la mano, en dirección al coche que compartirían de ahora en adelante. Ambos irían a la fiesta, y ambos pasarían una de las mejores noches de sus vidas.

Lituania se encontraba sentado en una de las mesas del centro. Su cabeza posada en su mano izquierda, demostrando cansancio.

Y debía de estarlo, después de haber sido movido de un lado a otro por Rusia. El mayor había decido vestirse y preparase para la boda de sus "amigos", así que había decido llevar a su amante de un lado a otro. Y Toris estaba cansado de que Ivan decidiera todo por sí solo.

Aunque el maltrato había desaparecido desde la declaración del ruso, Toris aun sentía que era maltratado por Ivan.

Ni bien pensó eso, Ivan se acurrucó en su hombro, dándole un beso al que le parecía tan delicado hombro de Toris.

-I…Ivan.

-¿En qué piensas?

-Estoy cansado, eso es todo.

-A mi no me engañas Toris.

Toris suspiró, agotado. Lo sabía, no podía mentirle a su querido ruso, pues este le conocía bien, demasiado bien en realidad.

-Me has cansado.

-¿Qué?

En ese momento, los morados ojos de Ivan empezaron a llenarse de lágrimas. Toris sabía lo frágil que era Ivan en ese tema.

-¡No decía eso! Me has llevado de aquí para allá en un solo día. Yo….Jamás…..Te….odiaría.

-¡Gracias al cielo! Creí por un momento que….

En ese preciso momento, apareció Arthur, con un ramo de flores rosas.

-¡Todos acérquense! ¡Es hora de tirar el ramo!-Grito Alfred, mas entusiasmado que de costumbre.

-¿No iras?-Preguntó Ivan, tomando la mano de su amado en la suya.

-¡Claro que sí! Solo….Estoy cansado.

-Vamos Toris. Sera rápido.

Toris suspiró, derrotado. Se levanto de la mesa en dirección al centro del salón, en donde se encontraba Alfred.

Graciosamente, el había sido el primero.

-¿No vas a pasar?-Preguntó Sadiq a su amante.

-¿Para qué querría casarme con un idiota como tú?-Respondió Heracles, cruzándose de hombros.

-Eso dijiste cuando declaré mi amor por ti.

Heracles no supo cómo responder. Se mantuvieron en silencio por unos momentos. Hasta que a Sadiq se le ocurrió una idea.

-¿Qué, tienes miedo de que te quiten en ramo, idiota?

Heracles volteo su mirada en dirección a Sadiq, mostrando su enojo y competividad.

-¿Qué te hace pensar eso? Ganare ese ramo y nos vamos a casar, quieras o no.

-Apuesto a que no lo logras.

-¿Quieres apostar?

Después de eso, Heracles se levantó de su lugar y camino al centro, no sin antes darle una mirada enfurecida a Sadiq, que a este se le hizo muy sensual.

-Ve~ Ludwig. Quiero ese ramo.

-Pues ve y obtenlo.

Feliciano dirigió una mirada dolida a Ludwig. El corazón de este casi se oprimió al ver la mirada del italiano.

-¿Cómo lo dices con tanta frialdad? Ve~~~

-No…..No es eso. –Dijo Ludwig, completamente sonrojado.

-¿No quieres que nos casemos? ¡Yo si quiero que nos casemos! Ve~

-¡Ya te dije que no es eso! Es solo que….Nos podemos casar sin necesidad de que tomes el ramo.

-¡Pero es necesario el ramo!

-Feliciano…

-Lo cogeré, y entonces podremos casarnos.

-Feli, ya te dije que…..

-¡Solo hazme caso una vez!

Ludwig se rindió ante lo persistente que Feliciano era. Su amado dolor de estomago siempre lograba sus objetivos. Aunque, se hubiera negado o no, Feliciano estaba ya en el centro, moviéndose de lado a lado, intentando robar el ramo.

-Pero si ni siquiera lo han lanzado….

Ludwig sonrió ante la incredulidad de su novio.

-Pero Lovi~~~~

-No.

-Vamos~~~~

-Que no, bastardo.

-Lovi~~~

-¡Por más que supliques no pasaré, maldición!

Antonio inflo sus mejillas. Por tradición debían de obtener el ramo. El debía casarse con Lovino antes de que los demás lo hicieran con sus parejas. Lovino, en el interior, quería pasar al centro, justo como su hermano acababa de hacer minutos antes, aunque, eso sí, nunca lo aceptaría.

-Lovi~~~~~~

-No, bastardo.

-Todos están pasando. Vamos~~~

-Me importa un bledo que todos estén pasando.

-Lovi~~~~~

-¡Que no, bastardo de los tomates!

-Lovi~~~~~

-¡CHIGI!

Kaoru y Emil estaban sentados en una de las mesas. Solos. Hong Kong no mostraba expresión alguna, mientras Islandia se sonrojaba intensamente. Sin que nadie se diera cuenta, ambas manos estaban agarradas debajo de la mesa, proporcionándose calor.

-Emil…

-¿Mhm?

-¿Quieres casarte conmigo?

Emil se sonrojo ante lo dicho. La respuesta era obvia. Kaoru lo sabía.

-¿Tu qué crees?

-¿De verdad? –Dijo Kaoru, apretando más su mano.

Emil asintió, sonrojado. Kaoru era su todo, su mundo entero, el portador de su corazón. Obviamente quería casarse con él. Estar unido con él de por vida.

-Entonces, ve por el ramo.

Emil asintió de nuevo, parándose de su silla. Kaoru deposito un beso en su mejilla y le dejo ir, fingiendo inocencia. El pobre no sabía que era vigilado desde lejos, y menos sabía que era vigilado por el hermano mayor de su pareja, y su futuro cuñado.

Tanto Mathias como Lukas observaban desde lejos a Emil y a Kaoru. Ambos, representantes de Dinamarca y Noruega, estaban celosos. Lukas de que su hermano encontrara el amor, y Mathias de que su querido Norge no le prestaba atención.

-Debes de ir, Norge.

Lukas volvió su mirada a Mathias, con su mirada fría.

-No gracias.

Mathias puso ojos de cachorro triste, en frente de Lukas. Sabía que este siempre se rendía ante esos ojos, y sin duda esta vez, lo iba a lograr.

Lukas temblaba mientras inconscientemente caminaba en dirección al centro.

-Te amo. –Grito Mathias desde lejos.

-Odio que me hagas hacer esto, idiota.

-F´n.

-¿Si?

Berwald señalo a las personas que estaban en el centro del salón. Tino, inmediatamente después, entendió lo que Berwald quería.

-Pero, Su…..

-Quiero qu´ seas m´ v´rdad´ra ´sposa.

-Berwald.

-P´r fav´r.

-Su. Tu sabes que yo seré tu esposa, agarre el ramo o no.

Berwald se sonrojo, asintiendo. Aun así, Tino avanzo hacía el centro de la mesa, solamente para complacer los deseos de aquel que una vez temió.

-Um…..Francis. –Murmuró Matthew, tomando la manga del francés.

-¿Qué sucede Matt? Espera un momento. ¡HAS ENGORDADO ARTHUR!

-¡CIERRA LA BOCA, ESTUPIDO! NO ARRUINES UNO DE LOS MEJORES MOMENTOS DE MI VIDA.

Matthew soltó una pequeña risilla tierna. Ambos hombres siempre habían peleado, y esas peleas siempre causaban gracia, por donde se le viera. Francis tomo su mano lentamente, y la beso. Matthew se sonrojo y sonrió.

-Obtendré ese ramo por ti, mon cherie.

-Vraiment?*

-Si. Solamente por ti, cariño.

Francis se levantó de su lugar y camino en dirección a los demás, dispuesto a ser el primero en casarse, y hacer de Matthew suyo por completo.

Ya cuando todos los Ukes, y Francis, se encontraban en el centro, Arthur se subió en una silla y giro, para dar la espalda a los invitados.

-1…..2…..3

Tiró el ramo en dirección opuesta a su frente, haciendo que, literalmente, medio mundo corriera tras de él. Feliciano iba en la delantera, siendo el más rápido de todos. El ramo sobrevolaba la cabeza de Feliciano unos centímetros delante de él. Todos los demás se habían cansado. Excepto el. Corrió lo más rápido que pudo, intentando obtener el ramo. Y lo hubiera logrado, sino hubiera sido por el "descuidado" pie de Sadiq, que quería que Heracles tomara el ramo.

Aunque, Heracles nunca llego detrás del ramo, para decepción de Sadiq.

El ramo sobrevolaba, cayendo rápidamente en un lugar que nadie se espero.

El ramo, se encontraba en los brazos de un confundido Lovino, que momentos atrás se negaba ir por el ramo, y que momentos atrás estaba peleando con Antonio.

Una sonrisa se dibujo tanto en los labios de Lovino como en los de Antonio. En un momento de euforia, Lovino gritó:

-¡Voy a ser el siguiente en casarme, bastardos!

Después de eso, fue abrazado por Antonio, que estaba al borde de llorar de felicidad. Todos rieron por lo sucedido, excepto Feliciano, que estaba llorando por creer que no iba a casarse con Ludwig.

Definitivamente, la boda de Estados Unidos e Inglaterra fue la más extraña y divertida que cualquiera de los países se hubiera esperado.