Helga Pataki era de esas personas que no dejan ver mucho de sí mismas. Helga Pataki, era una caja fuerte con respecto a sus sentimientos. Los padres de Helga; Bob y Miriam, se separaron cuando ella tenía 11 años, Helga fue a vivir con su mamá. Miriam era en extremo despistada, Miriam era un caos. Había ocasiones –casi todos los días- en que estaba tan ebria, que a Helga no le quedaba más que llevarla a su habitación, cambiarle la ropa, acobijarla y preparar su propio desayuno. 4 años de no llevar desayuno porque a Miriam se le olvidaba hacer las compras hicieron estrago en Helga, pero aun así, ella preparaba todas las comidas sin quejarse mucho. Tampoco es como si de verdad importara. ¿Qué más podía hacer? Era su madre, y sí; ebria, despistada e indiferente, Helga la amaba. Porque así era Helga Pataki, daba siempre más amor del que recibía, pero no porque fuera una mala persona, sino porque fingía serlo y nadie podía ver cómo era, ni siquiera Miriam, que estaba demasiado ebria como para notarlo. La única persona que parecía notarlo a ratos, era Arnold P. Shortman. Un chico de 16 años que asistía a la escuela preparatoria P.S. 118. Arnold era más bajo de estatura que muchos de sus compañeros. Arnold es el tipo de persona que va por ahí sonriéndole a la vida, sin meterse en problemas y ayudando a los demás. Arnold era el tipo de persona que no se daba cuenta de cuando una chica llevaba años enamorada de él. Helga odiaba y amaba a Arnold a partes iguales desde hace años. A veces se preguntaba si su cerebro se turnaba o si su bipolaridad era cosa loca y necesitaba ayuda. Siempre molestaba a Arnold, pero no porque lo odiara, lo más curioso de Helga G. Pataki, con respecto a Arnold P. Shortman, era que cuanto más lo molestaba, más lo quería. Además de que era divertido, claro, no todos los días ves a un chico tan mansito como Arnold, murmurar himnos de muerte y odio cuando Helga decidía que podría ser divertido construir un fuerte de bolitas babeadas alrededor de Arnold. Lo que en la P.S. 118 nadie podía explicarse, era que de vez en cuando, él iba y se sentaba a un lado de Helga a la hora del almuerzo. Siempre era lo mismo, Arnold se despedía cortésmente de Gerald y se acercaba con su charola a la mesa donde estaba Helga, junto con Curly, Brainy y Phoebe; y así como quien no quiere la cosa, se sentaba a lado de Helga, diciendo una frase para romper el hielo. Pero a pesar de eso, Arnold sabía que Helga G. Pataki, era un hielo duro de romper. Arnold siempre estaba confundido cuando se trataba de Helga. No es como si le gustara o algo, pero un chico tranquilo como él no tenía aventuras emocionantes a menudo, y Helga, definitivamente era una aventura. Lástima que ella no lo supiera.