Vencido y feliz

Dauf no salió corriendo cuando la vio llegar. Intentó vencerla y no pudo. Rugió tan fuerte que los pájaros abandonaron el bosque. Riful lo sujetó con sus tentáculos. Le enseñó del dolor y la maldad. El verdadero dolor y la verdadera maldad: el que sentían los de su clase por haber sido cambiados en contra de sus voluntades para satisfacer la gula de un puñado de sacerdotes cachondos por el oro de los campesinos; la que les subyugó en monstruos. Volvió a lucir como una niña. Y Dauf se dio cuenta de que parecía muy pequeña. Quiso protegerla. Estaba admirado.