Una noche lluviosa, todos estamos cansados, Kiba ordenó descansar en esta cueva, Chesa duerme a su lado, Hige buscando algo de comer como suele hacerlo y Toboe ayudándolo, al igual que siempre, tratan de ayudar.
Ese pequeño siempre tratando de ver lo bueno de mí, si supiera mi pasado, toda esa historia, mi historia, la razón de mi marca, mi pena, mi condena, todo por abandonar a aquellos que fueron mis compañeros. Me castigaron para recordarlos el resto de mi existencia, recordar esa vergüenza y humillación.
Vagué por mucho tiempo, solo, sin alguien a quien seguir, sin alguien que te acompañe, sin alguien a quien traicionar, completamente solo.
Nunca importó viajar por mi cuenta pero necesitaba comer, seguir adelante, necesitaba quien trabajase para mi, ahí entran los humanos. Esos humanos que solo hay que enseñarles quien es el más fuerte y te vuelves su líder, tengo mis ventajas de lobo pero para sobrevivir se vale de lo que sea, humanos tontos.
Pero dentro de esos humanos estaba ese niño, no se que habrá visto en mí pero daba a entender que me seguiría hasta el fin, pero por seguirme quedó en esa situación en la que… en la que… ¡Agh! No pude ayudarlo, ti tan solo no se hubiese asustado, sino hubiese gritado. Yo estaba sujetándolo pero ver ese rostro me recordó a ellos, a quienes traicioné. Ya no pude volver con esos humanos, tontos humanos.
Me estaba preparando para volver a la soledad, pero fue cuando vi a Toboe, ese pequeño tonto, rebelando su identidad de lobo sólo por sentirse triste, eso pone en riesgo a los lobos por eso lo salvé en esos momentos, cuando era tiempo de separarnos vi lo mismo que en aquel niño: confianza plena y seguirme hasta el fin. ¡No, no debía de pasar otra vez, verlo era recordar al niño, a mis compañeros, a mi traición.
Pero ese mismo día había conocido a Kiba, arrogante lobo, que se creía él para hablarme del orgullo, si supiera lo que es la vida. Al verlo me recordó lo que había perdido, mi fortaleza, mi poder, mi dignidad de lobo. Trate de evitarlo, de no enfrentarlo, de deshacerme de él pero al parecer el destino no lo quiso y llegué con ellos al final del día.
Kiba, eres un líder nato, aunque digas que no tenemos líder nosotros te seguiremos, tú me aceptaste aun sabiendo la clase de sujeto que soy.
De Hige, bueno ese es un comelón, no hay mucho que decir sólo que apoya cada vez que puede pero su olor huele a trampa pero no lo hace adrede. Kiba lo sabe pero igual que a mí lo acepta.
Y Chesa, la virgen de la flor, ella dándonos esperanza de algo mejor, de algo puro. Por ello siento envidia por Kiba, siempre a su lado, siendo él el que nos guíe al paraíso.
El paraíso… me pregunto si lograré entrar, no lo creo, eso es porque…
- Tsume, Tsume
¿Qué¿Quién me llama? Volteo y ceo a Toboe.
- Tsume hay que continuar
Entonces miro a los demás y me percato que ya se prepararon para continuar aunque la lluvia no haya cesado.
- Tsume, es hora – me dice Kiba.
No se que decir, no soy digno de estar con ellos, yo los traicionaré como a los demás.
- Perdónenme – solo acerté a decir – yo… - soy interrumpido por Chesa ya que acaricia mi rostro
- No importa lo que haya pasado – comenzó a decir Kiba – ahora eres uno de nosotros, eres nuestro compañero y como tal no nos abandonamos, Tsume
Sus palabras eran como si me hubiese leído tan claro como un libro abierto, lo que me había dicho era verdad, tengo que admitir que volví a sentir confianza en mi corazón y sonrió para mi interior.
Miro a mí alrededor y veo como todos se apoyan y me apoyan, comenzamos a salir de la cueva, la lluvia para y un nuevo día comienza.
Perdónenme viejos amigos, antiguos compañeros, niño, talvez nunca reciba su perdón pero siempre los llevaré conmigo, haré todo lo posible por proteger a mis nuevos compañeros y… Llegaré al paraíso.
