Llegó el momento.

Las provisiones se habían acabado. Ya lo había pensado muchas veces. La decisión estaba tomada.

La decisión del ¿suicida?. Es confuso. No era un suicida. A fín de cuentas no quería quitarme la vida y no iba a "apretar el gatillo". Simplemente había sopesado las opciones.

Huir y tratar de ganar tiempo, o símplemente avanzar a lo que probablemente acabaría ocurriendo de todas formas.

¿Vivir una vida de miedo y sufrimiento? No era muy atrayente.

La muerte nos alcanza a todos. Si de algo estamos seguros es de que alguna vez vamos a morir.

Sí... Mi lado humano... ¿o quizás animal? me animaba a correr, a tratar de vivir un día más, hasta que las fuerzas me faltaran.

Pero otro lado me decía a mí mismo que esa era una carrera inútil.

No... no era un suicida. Esto era la elección de la muerte compasiva. Si tenía que elegir entre una muerte rápida y apacible y una vida, de tiempo desconocido, llena de miedo y quien sabe si hambre, violencia y a saber cuantas cosas más... Elegía la vía corta.

Pero eso solo era una parte. A fin de cuentas, ¿porque había permanecido aquí tanto tiempo y no me había escabullido cuando las cosas eran mucho más fáciles?

Trabajar en un laboratorio secreto militar tenía sus ventajas. Me enteré de todo esto cuando aún la población general no sabía nada y todo el vecindario era humano. Hasta que mandaron evacuar al personal... y no pude evitarlo. Me tuve que quedar aquí, en mi refugio, para verlo con mis propios ojos, como poco a poco la gente cambiaba. Hasta que ya era demasiado tarde y estaba rodeado.

Curiosidad. Siempre mi maldita curiosidad. ¿Quienes eran aquellos seres que nos reemplazaban poco a poco?

¡Diablos! Había dedicado mi vida a intentar desentrañar algunos de los misterios profundos del universo. Si pudiera entablar una conversación pacífica con estos seres... ganar unas semanas, ¡quizás podría conocer todas las respuestas!

Si había un misterio que más me fascinaba era el que llevaba buscando durante años. Encontrar las fronteras entre el cerebro, la mente y la conciencia. ¡Justo cuando aparecieron creí que había logrado la respuesta!

Pero ahora, ante mí, estaba la perspectiva de mi último, pero mayor experimento, llevado a cabo directamente sobre mí.

Otro ser iba a controlar mi cerebro.

¿Él y yo formaríamos una sola conciencia? ¿Existiríamos los dos como entidades independientes? ¿Desaparecería y sería reemplazado por la suya? ¿Dos conciencias y una mente? ¿Dos conciencias y dos mentes? ¿Moriría y solo quedarían mis recuerdos que pasarían a manos del nuevo propietario?

Si mi teoría era correcta yo debería seguir existiendo... Donde aún no estaba seguro.

Pero también podía estar equivocado.

Un torrente de emociones me embargaba. Miedo... sí... pero también emoción, intriga, ...

Subí las escaleras de aquel sótano escondido. Revisé todas las cosas. Hice la cama y limpié la habitación, como si fuera a tener invitados.

Desplazé el armario que servía de puerta secreta y apagué la luz del lugar oculto con la sensación de irme de viaje.

¡Claro que me voy de viaje! A donde los extraterrestres me lleven. O al "otro lado". O desapareceré.

Incluso si transformado vuelvo aquí, como tantos otros poseidos antes, si, de alguna forma sigo siendo yo, no creo que entre en este refugio. Este es un lugar secreto. Y estos seres no tienen secretos. Al menos entre ellos. O eso me parece.

Ojalá me puedan darme respuestas. Sería un bonito regalo de despedida.

¿Y ahora qué? ¿Salir fuera y entrar en una tienda? Quien sabe... A lo mejor tardan en darse cuenta y puedo ganar un tiempo extra. ¿No sería divertido estar entre estos seres y que ellos no se percaten?

¿Cuantas veces podría lograrlo? ¿Una? ¿Dos veces? Los ojos de alguien poseido por uno de ellos cambiaban. Antes se camuflaban, supongo que porque aún convivíamos juntos. Ahora ya no. Es cuando supe que había esperado demasiado.

Si lo hubiera sabido antes, cuando aún podía salir, podría haber fabricado unas lentillas en el laboratorio.

Quizás con unas gafas de sol podría pasar desapercibido. Pero claro, ahora era casi de noche. Sería un poco descarado, ¿no? Pero a veces lo que mejor funciona es ser descarado. Nada delata más que estar nervioso, y nada da más confianza que actuar con normalidad. Mientras no me pregunten cosas de extraterrestres... Podía haberlos observado desde mi casa, pero no sabía nada de sus conversaciones.

Podía esperar al amanecer y entonces usar las gafas. Sí. Ese plan me gustaba más.

Nada de volver a esconderse y comer alimentos deshidratados. Llevaba casi dos años comiendo esa basura. A partir de ahora, a vivir con normalidad. A correr más y más riesgos hasta que me descubran.

Un paseo por la casa me sirvió para asegurarme de que no tenía un silencioso inquilino sorpresa, ni la habían limpiado. Hace pocos días que habían entrado, supongo que para inspeccionar su estado... Y buscando humanos, supongo.

Solo estuvieron diez minutos. En aquel momento estuve aterrorizado pero si hubieran entrado en este momento creo que me encontrarían totalmente tranquilo. Ahora ya he aceptado mi destino.

De todas formas está todo como que me esperaba. Otras casas de al lado las habían limpiado. Parece ser que hay cosas que no les gustan o no creen apropiadas y cuando entran nuevos inquilinos las limpian. Claro que parece que tienden a esperar un tiempo. Muchos de esos seres tienden a ir a los hogares de los humanos que poseen. En cierta forma, estaba rodeado de muchos vecinos de siempre... solo que no eran ellos. Supongo que por eso aún no habían habitado mi casa. Estarían esperado por si yo aparecía.

Encendí la luz del salón con normalidad. Miré disimuladamente por las cortinas. Había poca iluminación en la calle, pero había gente paseando. Iban con ropa ligera. Debía hacer buena temperatura. También aquí dentro la hacía y no tenía calefacción.

¿Sabrán los vecinos que la casa debería estar vacía? ¿Solo los buscadores? ¿O no lo apuntaban?

Qué más da. Realmente se trata de ver cuantos riesgos puedo tomar antes de que se enteren.

Era un juego. Era una ruleta rusa contra estos seres. Sonreí para mí mismo. Un juego un poco macabro. No... no se puede jugar a la ruleta rusa mucho tiempo antes de morir. Pero, ya he aceptado la muerte, ¿no?

Tanto pensar en la muerte me iba a fastidiar los pequeños lujos que podía permitirme ahora que iba a dejar de esconderme.

Ya me había comido toda la comida de la casa, pero podría aplacar la sed con el agua del grifo, como había hecho casi desde el principio. Tuve mucha comida en mi refugio, pero apenas agua para un mes. Y eso que el almacén es un piso entero. Afortunadamente no parece que se dieran cuenta que aún hacía uso de mi propio hogar.

Mañana visitaría una tienda y, ¡quien sabe! A lo mejor lograba con éxito mi primera compra en una tienda de estos visitantes.

Esa idea ahora me resultaba graciosa. Visitando un planeta alienígena sin salir del mío propio.

¡Aaaahh! El agua cada día estaba mejor. Parecía recién salido de un manantial de la montaña. ¿Habían mejorado el tratamiento del agua?

Vaya. Que eficaces. Si no me fueran a poseer no me importaría tenerlos por vecinos. Tan tranquilos, apacibles y serviciales. A no ser que todo fuera una mascarada, y por detrás fueran cometiendo atrocidades. Me vino a la cabeza aquella serie de ciencia ficción que echaban en mi infancia donde detrás de una piel humana se escondían lagartos "comegatitos". ¡Que cruel!

Si eran algo parecido, desde luego eran grandes actores, porque estaba seguro que a estas alturas estaba rodeado totalmente de vecinos poseidos y todos seguían actuando con una rutina humana. Salvo por algunos matices, todo parecía bastante normal.

De hecho, algunos de los matices más raros, aparte de los raros episodios de las "batidas", por así llamarlas, de los buscadores era símplemente que el vecindario era... ¡demasiado perfecto!

Sin conflictos, sin estrés... pero también carente de acción y espontaneidad. Amabilidad a raudales, alegría también. Pero todo era como demasiado lento, calmado, contenido... No era... natural. Era como ver una constante obra de teatro donde todos los actores debían representarse a sí mismos, pero sin realizar ningún acto de verdadera pasión.

Ahora habían comenzado a cambiar la programación de televisión. Nunca me gustó demasiado la televisión por ser un escaparate constante de violencia y chabacanería. Pero ahora que habían suprimido todo eso era aún peor. Tenía el regusto del agua caliente. La buscas para saciar tu necesidad y tienes la sensación de acabar peor. ¡Que aburrimiento de programas! ¿Quien quiere un dispositivo de entretenimiento que aburre?

Deberían haberse limitado a las noticias y el tiempo. Al menos servían para algo.

No se cuanto tiempo habrán pasado desapercibidos entre nosotros, pero si algún día la gente debió darse cuenta de que su dominación era completa fue cuando cambiaron la programación televisiva.

Ya no tenía sed, pero tenía hambre. Mañana iría de compras... o lo intentaría.

Quizás debería irme a la cama. No había mucho que hacer mientras tanto.

Pero también llevaba durmiendo mucho tiempo en ese cuarto y ahora no tenía sueño.

Ya no me quedaba nada que comer...

¡El mueble bar! Vale... no era comida. Para mis extraños vecinos, era una de esas cosas que siempre limpiaban.

No se si era porque lo tenían prohibido, o porque les resultaba nocivo, o porque les parecía mal símplemente. Pero siempre les había visto sacándolo de sus casas cuando entraban a habitarlas nuevos inquilinos.

Lo había visto tres o cuatro veces. Siempre pensaba... ¡Menudo desperdicio!

Había tenido suerte que no hubieran asignado a nadie mi casa hasta ahora.

Había que aprovechar la oportunidad.

¡Fenomenal! Ya no me acordaba de este whisky que me regalaron hace años. Está sin empezar.

...

¡Ah!... ¡Realmente está exquisito! Esto hay que paladearlo.

...

Otra copa más. Entra solo.

...

Vaya... ya es de noche. Creo que se me está subiendo a la cabeza... Son las 22:21... me queda mucha noche por delante para que se me pasen los efectos. Aún me queda media botella.

...

¡POM!¡POM!¡POM! - Aporrean la puerta

"¡Por favor! Abra la puerta"...

Miro por la ventana... ¿Buscadores? ¿Habrán visto la luz?

Esto se acaba antes de lo que pensaba.

...

Tengo que acabar este trago.

Oigo que abren la puerta. No la han forzado. Corren por la escalera.

Sigo en mi asiento, mirando a mi vaso.

Ya están aquí. Un buscador entra en el salón.

Se frena en seco al verme tan tranquilo sentado. Estoy de lado y no me puede ver los ojos todavía.

"Disculpe... ¿No me oia?"

Le ignoro, y sigo con mi trago. Me fijo de reojo. Al ver mi bebida alcohólica se pone rígido.

Coloca su mano cerca del pantalón, como un vaquero apunto de disparar en un duelo.

Poco a poco se pone enfrente de mí, al otro lado de la mesa. Dejo de mirar al vaso y le miro directamente a los ojos.

Dando un pequeño salto hacia atrás, coge un spray que lleva en el pantalón, como en una cartuchera.

- ¡HUMANO! ¡AQUÍ!

Entran corriendo otros dos buscadores y se acercan con paso rápido, medio agachados, como las fuerzas especiales en una serie de acción.

Otro más me apunta con un spray.

El tercero aún se queda en guardia. ¡Lleva un arma de fuego! Afortunadamente él no la empuña.

El primer buscador se acerca demasiado. Creo que me va a rociar.

- ¡POR FAVOR, NO!- Dije casi gritando.

- Por favor. No será necesario.

El buscador se detiene en seco y me mira confundido.

Ha reaccionado más a mi segunda petición que a la primera. Retrocede un paso.

No debe ser muy habitual para ellos que un humano consciente de su presencia les hable con cordialidad.

- Tiene que venir con nosotros.- Dice con voz fría.

- Sí. Será solo un minuto.

Su cara de extrañeza se vuelve aún más expresiva.

- Ya solo serán dos vasos. Seré rápido.

Me tomo lo que me queda de un trago. Vuelvo a servir llenando el vaso a punto de rebosar, hasta dejar la botella vacia.

Vuelvo a tomarlo de golpe.

- ¡Aaaaahhhh!... ¡Ya!

Me levanto de un salto.

- ¡Despacio! - Dice nervioso el segundo buscador.

- Cachéale.

El tercer buscador, el que estaba armado, se acerca y me cachea torpemente en una mala imitación de un policía. Su arma enfundada queda a mi alcance. Me embarga la tentación de cogerla en un movimiento rápido y meterles una bala a cada uno... Pero, ¿y después qué?. La decisión ya estaba tomada.

- No va armado.

El segundo buscador vuelve a acercarse demasiado, completamente tenso, apuntándome con el spray y se acerca para rociarme.

- ¿No sería más sencillo si fuera por mi propio pie?

Se miran entre ellos totalmente descolocados. Supongo que estaban pensando que clase de loco era, o si en realidad tenía algún retorcido plan.

Uno de ellos se pone a mirar rápidamente en todas las direcciones, enfocando con una potente linterna, a pesar de que tener las luces de ambiente del salón encendidas.

Parecía estar esperando que hubiera algo o alguien que no hubieran visto y que mis actos fueran un intento de distraerles.

Finalmente el primer buscador se dirije a la puerta y con expresión facial de evidente desagrado y confusión hace un cordial gesto de invitación para dirigirme a las escaleras