Los personajes no me pertenecen. Esta loca historia sí.
Capítulo 1: Luz y Oscuridad
Como cada sábado por la mañana, Kaoru caminaba por el mercado de la ciudad, se entretuvo mirando las frutas exóticas que hace poco habían comenzado a importar y conversó con el vendedor de flores que, como siempre, le regalo una flor para que adornara su cabello. Pero a diferencia de otras veces, esta vez compró más de lo que podía cargar. Se encontraba cansada y contrariada con pesadas bolsas llenas de provisiones, pensando que podía hacer para llegar a casa con todo eso.
Mientras pensaba en su problema un atractivo hombre pelirrojo se le acercó con una amplia sonrisa, era su vecino, Kenshin Himura, un comerciante que hacía ya medio año se había mudado a Tokyo
- Déjeme ayudarla con sus compras, Kaoru
Se ofreció inmediatamente, Kaoru agradeció el gesto y caminó en su compañía hasta llegar a su hogar. Ella era maestra de Kendo y en su propiedad había un amplio dojo que era el tesoro de Kaoru, el lugar en el cual aprendió de su padre el Kamiya Kasshin Ryu.
Kenshin llevo las bolsas hasta la cocina y ahí dijo
- Ha comprado más que de costumbre
- Sí, lo que ocurre es que el Akabeko está cerrado por reparaciones, así que invite a comer a Tae y a Tsubame. Me gustaría que también pudieras venir.
- Yo no te lo recomendaría Kenshin - dijo Yahiko entrando a la cocina - ni los perros se comen lo que cocina la fea
- ¡Cállate, mocoso malcriado! - grito Kaoru, roja de enfado y vergüenza
- Pero si es cierto - dijo el niño restándole importancia a lo que había dicho - cocinas terrible
Kaoru bajo la vista, sabía que Yahiko tenía razón; nunca había sido una buena cocinera, pero que el chico expusiera sus debilidades como dueña de casa frente a Kenshin la avergonzaba sobremanera
- No deberías hablarle así, Yahiko - dijo Kenshin mirándolo con severidad - después de todo tienes mucho que agradecerle
Yahiko se estremeció ante la mirada de Kenshin, nunca lo había visto tan serio; el pelirrojo acostumbraba ser algo despistado y tremendamente gentil.
- Lo siento - dijo Yahiko bajando la mirada
- No - dijo Kaoru algo apenada - después de todo lo que Yahiko dice es verdad, soy un desastre en la cocina, probablemente terminaré indigestándolos a todos... si es que logran comer mi comida
Kenshin sonrió recuperando su aspecto amable y le dijo
- No se lamente Kaoru, simplemente no ha tenido de quien aprender. Si me permite yo puedo cocinar está noche como agradecimiento por su gentil invitación.
Kaoru miró el amable rostro de su vecino, realmente era un hombre encantador, y tan guapo. Su corazón comenzó a latir con fuerza mientras sentía la cálida mirada del pelirrojo, no pudo evitar sonrojarse y nerviosa como estaba no podía elaborar una respuesta a su ofrecimiento
- Deja de mirarlo como boba y acepta - gruño Yahiko
- Cla-claro - respondió Kaoru tartamudeando
Kenshin sonrió
- Vendré más tarde entonces - dijo para luego marcharse despidiéndose con la mano en alto
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La comida que Kenshin preparó era sencilla, pero sabrosa; carne con verduras rehogadas, arroz envuelto en col y una sopa de sake con salmón. Estaban todos encantados, tanto por la comida como por la compañía
- Kenshin, deberíamos contratarte como cocinero del Akabeko - dijo Tae sonriendo
- Agradezco su ofrecimiento, pero me encuentro bastante ocupado con mis negocios - rió el pelirrojo - incluso mañana salgo de viaje por un tiempo
- ¡Qué! - exclamó Kaoru sorprendida.
Todos se quedaron viendo a la chica, quien se avergonzó y se excusó diciendo
- No me habías contado que pensabas marcharte, me tomo por sorpresa
- Ha sido un viaje inesperado, pero volveré pronto - respondió
- Claro, no es el primer viaje que haces desde que te mudaste a Tokyo, supongo que tus negocios ocupan mucho tiempo - dijo la muchacha sonriendo
- Más del que querría - suspiró Kenshin
La velada avanzó rápidamente, Tae y Tsubame fueron las primeras en despedirse, y luego Yahiko se fue a acostar. Kenshin ayudó a Kaoru a lavar y guardar los trastos y luego ella lo acompañó hasta la puerta
- Espero que vuelvas pronto, te echaré de menos Kenshin
Kaoru bajo la vista algo avergonzada, hacía algún tiempo que se había dado cuenta de sus sentimientos hacia el pelirrojo, pero no estaba segura de que él sintiera lo mismo por ella; siempre había sido gentil y estaba dispuesto a ayudarla en todo lo que hiciera falta, pero jamás le había insinuado nada más allá de una amistad
- No te preocupes por eso, Kaoru - respondió él - no podría alejarme de ti por mucho tiempo
Kaoru levantó su rostro al oír esas palabras, era la primera vez que le decía algo así, y era la primera vez que la tuteaba. Kenshin acarició el rostro de la muchacha quien, por primera vez pudo distinguir algo más que gentileza en su mirada; no estaba segura de que era eso que veía destellando en sus preciosos ojos violetas, tal vez pasión, tal vez deseo... o quizás simplemente el reflejo de lo que ella misma sentía por ese hombre.
Kenshin le dio un beso suave en los labios y le dijo
- Si me lo pides, cuando regrese te daré uno mejor
Kenshin sonrió y emprendió el camino hacia su casa. Kaoru llevó sus manos a sus labios, aún podía sentir la calidez de los labios de Kenshin sobre los suyos y rememorar esa leve electricidad que le recorrió el cuerpo al sentir su mirada intensa junto a aquel suave beso.
Sonrió como una tonta y entró a su casa imaginando el regreso de Kenshin. Se acostó deseando que el viaje durara poco tiempo, y es que aunque acaba de verlo ya lo extrañaba.
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- ¡El señor ha vuelto! - gritó una joven con uniforme de sirvienta - ¡el carruaje acaba de entrar en los terrenos del castillo!
Desde diferentes partes fueron apareciendo sirvientes, se miraban entre ellos y se acomodaban sus uniformes para estar perfectos.
Además de los sirvientes habían algunas mujeres con lindos kimonos, ellas también estaban nerviosas, se arreglaban los kimonos y se retocaban el maquillaje. La que parecía más joven de las mujeres estaba visiblemente nerviosa y parecía a punto de ponerse a llorar
- Cálmate Hikari - le dijo otra muchacha, de largo cabello negro y labios de un fuerte color rojo
- Lo siento Megumi, es que tardó tanto en regresar que pensé que al fin alguien había logrado deshacerse de él
- ¡Cállate! Si se llega a enterar de esos pensamientos sería tu fin
Hikari se abrazó de la otra muchacha y lloró. Ella la abrazó y secó sus lágrimas
- Pronto llegará no puedes verte así, pero no te preocupes, estará entretenido con la invasión a Okinawa y sus nuevas adquisiciones. Ahora tranquila, yo saldré a recibirlo y lo mantendré alejado de ti
- Gracias Megumi, perdóname por ocasionarte tantas molestias
- No te preocupes Hikari, yo estoy acostumbrada a él - dijo con una sonrisa
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El carruaje se detuvo frente a las puertas de una enorme y oscura mansión, 3 sirvientes y una hermosa mujer aguardaban a la persona que estaba dentro. El conductor se bajo del carruaje y abrió la puerta. Un hombre no muy alto pero con una presencia y aura imponente y oscura bajó de él, su larga cabellera carmín fue mecida por el viento y sus ojos dorados observaron a los sirvientes y a la mujer que lo esperaba.
Los sirvientes se inclinaron y le dieron la bienvenida, Megumi le sonrió y se acercó a él
- Al fin ha regresado mi señor, lo hemos extrañado mucho
- No me mientas querida Megumi - respondió con una sonrisa cargada de satisfacción - sé que la mayoría desearía que me hubiese largado para siempre
Megumi rió
- Conoce bien a sus vasallos
- Claro que sí
Megumi le rodeo con sus brazos y susurrándole al oído le dijo
- ¿Y a mi? ¿Acaso duda de mí adorado señor?
- Megumi querida, ¿Acaso no sabes por qué eres mi favorita?
Megumi sonrió y le besó apasionadamente, luego le dijo
- ¿Iremos a mi cuarto? ¿O es más entretenido para usted ir a planificar nuevas masacres?
El hombre enredo sus dedos en el cabello de la mujer
- Ya extrañaba esa boquita tuya preciosa
- Sólo mi boquita - dijo con expresión de desilusión
El hombre rió con malicia y le dijo
- Cuando estemos en tu cuarto te doy el detalle
Cuando entraron al salón de la vivienda, el resto de los sirvientes se inclinaron ante el señor de la casa, al igual que las bellas mujeres que lucían bonitos kimonos y que temblaban al sólo sentir la mirada del pelirrojo.
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- Esa mujerzuela se cree la mujer de Battousai - dijo una de las chicas, llamada Ume, después de que él y Megumi subieran las escaleras dirigiéndose al cuarto de esta última
- No hables así de Megumi - dijo Hikari
- Cállate mocosa llorona - le respondió - Megumi es una zorra que se le mete por los ojos a Battousai y se contonea para provocarlo
- Lo que pasa es que estás celosa porque él, y cualquier otro hombre, la escogería a ella por sobre ti en cualquier circunstancia - respondió Hikari con saña - y eso porque es mucho más bella, sensual e inteligente que tú
Hikari se llevó una bofetada por parte de Ume, quien le dijo furiosa
- Esta me las pagarás Hikari, te arrepentirás de haber sacado tus garritas para defender a la puta esa.
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Battousai se encontraba montado en su caballo, una infinidad de hombres estaban a su alrededor, tenían la ciudad de Okinawa rodeada; estaban dispuestos a atacar cuando una comitiva con banderas blancas lideradas por un hombre de cabello canoso se acercó a ellos, miró a Battousai y le dijo
- Nos rendimos, aceptamos someternos a su voluntad a cambio de que respete la vida de los habitantes de Okinawa.
Espero que este experimento les guste
