Disclaimer: los personajes y el universo de Harry Potter pertenecen a J.K. Rowling; yo los utilizo sin ánimo de lucro y con afán de diversión.
Nota de la autora: aprovechando que mi inspiración parece haber vuelto a medias, me animo con esta serie de viñetas sobre Walburga Black, que probablemente fue algo más que un retrato histérico y una arpía desalmada. Los reviews son siempre bienvenidos y me animan a continuar.
30 de Abril de 1925
Irma resolló agotada por el esfuerzo. Una fina capa de sudor perlaba su frente y tenía el cabello aplastado contra las sienes. Notaba la sangre pegajosa entre sus muslos y el terrible escozor producto del esfuerzo sobrehumano que había hecho. El cansancio atenazaba cada fibra de su cuerpo, pero la felicidad que la embargaba no le permitía centrarse en nada que no fuese la maravillosa criatura que se aferraba a su pecho.
Ni siquiera habían podido asearla y proporcionarle los primeros cuidados, no tras haber perforado con una mirada gélida a las matronas que pretendían llevarse al bebé de su lado: después de todo, ahora era una Black, como la perfecta niña que mamaba hambrienta con una inusitada fuerza. Una niña, su niña, el ser más hermoso y puro que había contemplado jamás. Irma se permitió sucumbir a la emoción y lloró tranquilamente mientras su hija, cálida y vulnerable, se alimentaba por primera vez.
Cuando oyó a lo lejos el sonido penetrante del reloj anunciando que era ya 1 de Mayo, tomó la decisión.
-Walburga...
La pequeña se soltó de su pezón unos instantes para abrir los ojos. Irma besó su frente y continuó llorando con una sonrisa.
–Walburga Black.
Nota: el año en el que nace Walburga, 1925, es canónico. La fecha del 30 de abril la he escogido por su nombre, puesto que es la noche de ese día cuando se celebra la Noche de Walpurgis, un momento en el que se supone que las brujas salen al mundo a hacer diabluras, por eso he retratado a su madre, Irma -de soltera Crabbe-, escogiendo el nombre de Walburga en honor a esa celebración.
