El Descenso de Mercurio

Nota preliminar: sé que no es la historia que muchos están esperando, y tal vez no debí dejar un final abierto en un one-shot, pero bueno. Si han leído previamente "El Destierro de Luna", recordarán a Mercurio, aquel ser atrapado en un planetoide rojo. Bueno, ahora es el turno de contar su historia, pero no en paralelo al destierro, sino cuando Mercurio decide visitar a Luna.

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Pienso, luego existo. Pero… ¿por cuánto? – René Descartes

Soy donde no pienso, y pienso donde no soy – Teoría del psicoanálisis, Lacan

Traslación

-¿Quién eres tú que me hablas desde el astro que brilla sobre este planeta?

-Yo… yo soy Luna.

-¿Y eres Luna de quién?

-¿Qué? Yo no soy Luna de nadie, soy la princesa Luna, la regente de la noche en Equestria.

-Uhm ¿Y dónde es que queda esa Equestria que tú mencionas? ¿Allí abajo, donde todo se mueve de forma veloz, y aclara y oscurece todo el tiempo?

-Emm, sí. Y la noche pertenece al período de oscuridad de la tierra, que es cuando todos se toman un descanso de las actividades del día. Este astro lleva mi nombre, porque soy quien se encarga… se encargaba de levantarlo para dar paso a la noche.

-Pero si es tu astro, y eres tú quien lo levanta, ¿por qué asimismo estás dentro? ¿Y qué es esa sombra oscura que intenta interferir desde allá?

-Es… una historia larga. Temo que he perdido el dominio sobre mi astro.

-Oh, Selena, eso es una terrible tragedia. ¿Quién te ha hecho semejante crueldad?

-Mi hermana Celestia, ella levanta el sol sobre Equestria.

-¿Qué es una hermana?

-¿No sabes lo que es una hermana? Una hermana o un hermano es alguien con quien compartes un lazo familiar, pues ambos nacen de una misma madre y de un mismo padre. Todos juntos conforman una familia. ¿No tienes familia?

-No, no, y para mí esto que me dices es completamente nuevo. Nunca he tenido hermanos, pero nunca me he preguntado si los tengo, y nunca he tenido padres, pero tampoco me he preguntado si los tengo. Veo que tú si los tienes, porque sabes perfectamente lo que son.

-Entonces, ¿tú eres el único que vives ahí?

-Aquí soy yo, y no estoy más que yo, aunque deambulan por aquí las amebas que viven en el suelo. Creo que no estabas tú la última vez que pasé cerca de ti, a menos que estuvieras en letargo. Yo a veces entro en letargos, son más largos cuando cruzo la galaxia más nubosa.

-.-.-.-

-Y bueno, yo voy a tener un tiempo de sobra cerca. Pienso que tal vez podrías contarme esa larga historia de por qué has llegado ahí, si es que antes realmente no estabas.

-¿Y cuál es tu nombre?

-Oh, eso. Ya casi lo olvido, la verdad nunca pensé en mi nombre más que como algo que tengo sin poder usar. No tengo muchas ocasiones de compartir una conversación allá fuera, parece que todos están metidos en lo suyo. Mi nombre es Mercurio, y desconozco si pertenezco a algún sistema, o si me desvié de algún camino. Esto que me cuentas es todo nuevo para mí.

-.-.-.-

-Querida Selena ¿cuánto influyes en tu astro desde dentro? ¿Por qué no te liberas de la fuerza que te ata a la rotación de este planeta que desde mí se ve como un coloso que no necesita la protección de nadie?

-¿Estás diciéndome que deje a la noche sin luna? No creo que pueda hacerlo, y creo que tampoco querría.

-Temo que es eso. Tu astro es dependiente, por ello no podrías moverlo. Pero tú puedes salir de allí, ¿no?

-.-.-.-

-Mercurio, ¿estás ahí?

-Oh, pensé que te habías ido.

-¿A dónde se supone que podría ir? He estado aquí todo este tiempo. ¿Tú cuánto llevas en el planetoide rojo? Parece que mucho, ¿verdad?

-No sé qué es el tiempo, sólo sé que todo pasa, y va quedando en el olvido. Aunque puedo recordar cualquier cosa, si me lo propongo.

-¿Y de casualidad recuerdas si has vivido siempre allí, o si alguna vez tuviste una vida en un planeta?

-Temo que en eso diferimos, Selena. No recuerdo el instante preciso desde el que llevo aquí. Pero me has hecho pensar en la posibilidad de que tal vez he tenido una historia como la tuya… ya empiezo a dudar. En mis letargos sueño con cosas extrañas que la mayoría no he visto en mis viajes, pero ignoro qué sean o si tienen que ver o no conmigo.

-Lo entiendo.

-.-.-.-

-¿Selena?

-¿Eh?

-Ah, estás. Temo haberte ofendido en alguna parte de la charla, pero sigo viendo tu astro y siento que sigues allí.

-Oh, bueno…

-.-.-.-

-¿Qué pasa, Mercurio? ¿Por qué ya casi no me oyes?

-Es la terrible verdad, Selena.

-¿Cuál verdad?

-¿No te has dado cuenta ya? Mientras que tu astro sube y baja, manteniéndose estático en la órbita de un mismo planeta, el mío no posee conexión alguna con planeta ninguno, y está siguiendo su propio curso.

-Eso… ¿quiere decir que te vas?

-No porque yo quiera, te lo juro, Selena, y si yo pudiera controlar mínimamente este planetoide rojo, haría lo que fuera por mantenerme cerca de ti.

-Uhm…

-Era algo que sabríamos que sucedería. ¿No has prestado atención a todo lo que te he dicho? Ahora no sé a qué galaxia iré, pero es seguro que no habrá criaturas que puedan compartir tantas cosas como tú, y es probable que muchas sean más bien hostiles y rehúsen contestar a mi llamado.

-Tal vez… tal vez lo olvidé…

-No estés preocupada, Selena, si sigues allí para cuando yo ande de paso otra vez, siempre podremos volver a conversar. De cierto que eres una de las más gratas compañías que estos viajes cósmicos me han regalado, has despertado mucho en mí que se hallaba dormido, y no puedo estar más agradecido contigo, Selena.

-Supongo que sí…

-Pero si vuelves a gobernar tu reino en el mundo terrestre de abajo, no olvides enviar mis saludos cordiales a los ponis que adoran mi astro, pues ellos todavía sobreviven en el mundo, aunque temo que no puedas encontrarlos. Yo les dije que si te ven regresar, te envíen un ramo de flores de plata de luna, dicen que florecen solamente durante la oscuridad de la noche, porque nadie las ve florecer en el día.

-Gracias. Pero, ¿qué pasa si no vuelves?

-¿Cómo? Este planetoide es atraído por las fuerzas gravitatorias de los cuerpos celestes, por eso se va moviendo por distintos puntos del universo. El planeta que vigilas desde este firmamento posee una gran fuerza, pero eso no evita que mi astro se siga moviendo, sólo lo hace más lento de lo normal. Ojalá pudieras acompañarme, Selena, pero de eso dependen fuerzas que nosotros no podemos alterar, controlar o manipular, ellas nos someten a nosotros a estos regímenes.

-Lo sé, pero detesto la idea de quedarme sola de nuevo. Es por fuerzas que yo no pude controlar que estoy desterrada de mi mundo, y no sé si pueda volver en algún momento, sólo puedo esperar a eso o a volverme loca y perder el control de mí.

-Eso no va a pasar, Selena. Hay muchas cosas que se ponen en equilibrio para mantener la estabilidad del universo, y créeme que siempre mantendrás la chispa dentro de ti con la que podrás volver al punto de inicio.

-¿Punto de inicio?

-Claro. En el amplio abanico de galaxias todo se maneja con un ciclo circular, y pasarás por distintas fases en tu círculo, así como las paso yo.

-.-.-.-

He reproducido estos diálogos en mi pensamiento una y otra vez. Con mucho detalle. Los recuerdos de las conversaciones vienen solos, y yo no me resisto a ellos. Este ha sido mi principal medio de entretención, cuando no me encontraba en letargo. No he sido el mismo desde aquel entonces en que percibí por primera vez aquella presencia atrapada en un planetoide blanco. Tras la huella de nuestra interacción, ella ha logrado algo que ningún otro ser jamás en mi existencia: despertar nuevas sensaciones. Nuevos… sentimientos, aunque pareciera que ya los hubiera sentido antes. Sin embargo, no puedo dominarlos, porque aún no he llegado a nombrarlos, dado que puedes controlar aquello a lo que has puesto nombre. El sentimiento más extraño es, precisamente, ése que me hace pensar en Selena todo el tiempo. ¿A qué se refiere? ¿Qué clase de influencia habrá ejercido ella sobre mí para producirlo? ¿Cómo entender aquello que está más lejos de nuestra razón, eso que no puede ser tocado ni visto ni oído?

Además, este es el sentimiento que parece haber multiplicado la percepción de la soledad, y me he dado cuenta lo solitario que es este viaje por la nada y por el todo. Me he dado cuenta cuánto pesa el silencio luego de que alguien lo haya roto una vez. Añoro mucho poder volver a conversar con Selena, pero sé que falta mucho recorrido por el cosmos para llegar a su luna, siquiera a la galaxia donde gravita alrededor de aquel enorme planeta rebosante de vida. Mientras voy recorriendo la superficie carmesí de mi planetoide, pareciera que voy buscando una compañía, alguien que pueda suplir ese vacío de conversación que me embarga. Pero esos microorganismos están muy subdesarrollados como para hacerlo.

Sin dudas no he vuelto a ser el mismo desde que conocí a Selena. Su historia, sus sentimientos tan bien definidos, y el misterio de esa presencia que pretendía interferir en nuestra comunicación… Ella no es igual a ninguna de las criaturas terrestres que he observado, y puedo dar respuestas a la pregunta de qué es lo que la hace tan diferente, pero no comprendo el por qué me hizo sentir diferente a mí. ¿Qué ha cambiado en mi ser, y por qué? ¿Por qué de repente, en este plano tan llano y difuso, ilimitado, todo parece cambiar de color, transformarse tan abruptamente? Jamás habría creído que contactaría tan cercanamente a tal maravillosa criatura. No conozco con absoluto detalle todas sus formas, pero no tengo suficiente registro visual como para hacer una reconstrucción completa de su figura. Sé que es azul, un azul que contrasta con cualquier otro tono, y que en su pecho había una insignia negra con una forma blanca dentro. No poseo más que eso, y su voz grabada en mi mente, cada una de las palabras que me dirigió.

A lo largo de este viaje, me he hecho varias preguntas. Mis mecanismos cognitivos fueron increíblemente estimulados, y funcionaban con el objetivo de llegar a una conclusión concreta. La primera de todas las preguntas, aunque suene redundante, es ¿quién es realmente Selena? No creo saber lo suficiente de ella, no tengo la plena de seguridad de conocerla sólo a partir de lo que me ha contado de sí misma. ¿Qué hay más allá de su historia? ¿Qué será de su hermana? ¿Qué clase de seres terrestres son los que ella gobierna? ¿Por qué esos seres no fueron capaces de valorarla como debían? ¿Cuánto más durará su destierro? Estas son algunas de todas las preguntas que me he hecho, y que desde luego no puedo responder. Tan sólo si pudiera salir de este planetoide y poder averiguarlo, las emociones que se agolpan en mí por fin se calmarían. Es tan incómodo tenerlas.

Y entonces es cuando llego a la gran pregunta: ¿quién soy yo? ¿Quién he sido, qué habré hecho si es posible que en algún pasado indeterminado haya hecho algo que provocara que corriera el mismo destino que Selena? ¿Cómo es posible que no posea memoria de ese pasado, quién pudo habérmelo arrebatado? ¿Será cierto que puedo tener una hermana, que puedo tener una familia, que mi vida no inició con la de este planetoide? ¿Es que acaso soy… un prisionero? Un prisionero que ha olvidado toda su historia. ¿Será culpa de los letargos, por lo que he perdido mi memoria? Es tan extraño cuestionarse esto. Es como si, de repente, fuera un desconocido para mí mismo. ¿O será que no todos los seres del universo están atados a una estructura que los predetermina en todos los aspectos?

"En el amplio abanico de galaxias todo se maneja con un ciclo circular"

No recuerdo haber dicho razón más clara en mi vida. Cada cosa producida por el universo vuelve, por lo menos una vez, a su punto de inicio. Quizá no todas las cosas posean un movimiento circular, pero la mayoría de ellas, sí. No soy capaz de describir todo el circuito que mi prisión realiza, pero puedo reconocer claramente cada nebulosa, cada galaxia, cada planeta y cada estrella que nos rodean en el camino. Les he puesto nombres, pero muy pocos tienen verdadero sentido. ¿Cuál es la necesidad de ponerle nombre a todo, además de poder dominarlo y aprehenderlo? ¿Será la búsqueda de alguna esencia profunda, que nos pueda proveer de todas las respuestas, que una vez obtenida, jamás se diluye, que es intransferible y se vuelve inmanente a todo ser?

Oh, más que nunca ansío volver a esa galaxia, volver a estar cerca de esa luna, de esa pequeña y sólida estrella nívea que encierra en su centro a Selena. Hay tantas cosas que quiero preguntarle… Pero, ¿qué si ella ya no está ahí? ¿Qué si ha bajado ya, si ha retornado a su lugar en el planeta? ¿La habrán recibido mejor? ¿Cómo ha de estar en este momento? La posibilidad de que ella se haya ido (o de que la hayan liberado) es bastante alta. Ninguno de nosotros puede calcular con exactitud los tiempos de las fuerzas, no hay forma de predecir los caprichos del cosmos.

Sé que si eso fuera a ocurrir, entonces estas emociones no tendría remedio, y me vería condenado a vagar por siempre con estos recuerdos atormentándome una y otra vez. Eso es bastante terrible. Pero, si aún hubiera una forma en que yo pudiese descender de este planetoide, ¿qué pasaría después? ¿Podría retornar de vuelta? Selena me habló de magia, ¿será que yo también tengo magia, que puedo usar magia para controlar y alterar las cosas? Si verdaderamente fuera un ser de magia, ¿qué tan lejos podría llegar? Quizá la magia tuviera que ver con esto que me ocurre. Sin dudas, es un concepto totalmente nuevo para mí. Usar magia es manipular fuerzas, energías y objetos, hay tanto que se podría hacer con esas habilidades…

¿Y si habré sido un ser mágico en otro planeta o en otra galaxia?

-.-.-.-

Esto no está bien. Hubo un impresionante fenómeno cósmico el cual mi planetoide no tuvo oportunidad de escapar, pero fue lo suficientemente sólido para resistir. Una tormenta de energía en constante ebullición, un peligroso espectáculo de colores magníficos que daban visibilidad a millones de partículas en movimiento. Lo que ocurrió, no puedo explicarlo con las palabras correctas, sólo pude sentir que mucha de energía traspasaba la atmósfera, y me envolvía, se fusionaba conmigo, era como si me hubiera estado buscando por todo el universo. Suena a locura, pero ahora siento como si fuera mucho más fuerte que antes, mucho más distinto.

Lo más notable de este suceso, de una duración por cierto muy prolongada y lenta, es la tremenda alteración del vínculo con mi planetoide, de lo que me atrapa aquí. Pero eso, sin embargo, no lo supe sino hasta tiempo después, cuando me di cuenta de que mi deseo de apurar el recorrido para volver a ver las estrellas de la galaxia de Selena, estaba acelerando el paso también del planetoide.

Aquella enorme anomalía cósmica había alterado toda mi constitución, así como algunos pensamientos y sentimientos. Me había decidido a que, si Selena había abandonado la luna para bajar por fin a su planeta, entonces yo bajaría también.

[Continuará…]