Digimon no me pertenece y esta historia se escribe sin fines de lucro.
La guerra de los 1000 años
7/3/2015
Hoy comienzo a reescribir los capítulos viejos de esta historia, que me llevó doce años. Mi estilo de escritura cambió mucho y los viejos ya no me convencen. No cambiaré nada, tan solo reescribiré. A continuación, la introducción que escribiera hace doce años y los primeros cuatro capítulos:
Introducción
La historia está ubicada en la edad media, de algún mundo sobrenatural.
Para no confundirlos, les explico un poco algunos sucesos anteriores a la historia: el mundo estaba dividido en 5 partes, que convivían en paz y armonía. 4 pertenecían a magos, y la otra a los humanos. Las 4 de los magos eran fuego, hielo, trueno y viento, y la de los humanos era... la de los humanos.
En una guerra que tuvo lugar unos 1000 años antes de lo que voy a narrarles, los 5 reinos se dividieron y se rompió la paz.
La guerra se inició por que el príncipe del hielo tenía un romance secreto con la princesa del fuego; eso estaba prohibido y se pagaba con la vida. Pero el reino del hielo no estaba dispuesto a sacrificar a su príncipe, lo mismo sucedía en el reino del fuego. El rey del hielo dijo que la culpa era de la princesa que había seducido a su hijo, pero el rey del fuego ya había anunciado lo contrario. Se inició una guerra entre los dos reinos, y en poco tiempo se unieron el trueno (que apoyaba al hielo) y el viento (que apoyaba al fuego). La guerra fue devastadora, y llegó a afectar al reino de los humanos.
Mientras tanto, los príncipes seguían en contacto secreto y decidieron fugarse. El problema era que no tenían a donde irse, con los 4 reinos enfrentados. Entonces decidieron irse al de los humanos, donde fueron muy bien recibidos.
Mientras tanto, los otros reinos habían dejado de apoyarse y estaban en un "todos vs. todos", donde nadie parecía llevar ventaja. Al enterarse de que los príncipes estaban con los humanos, los cuatro reinos le declararon la guerra, quienes la aceptaron.
La guerra fue larga y dura. Años y años combatieron, y con el paso del tiempo, el motivo detrás de la guerra se fue perdiendo. Peleaban por el placer de combatir, ya que eran muy pocos los que sabían cómo y porqué había empezado el combate. Cuando se dieron cuenta de que no llegarían a ningún lado, los cinco reinos se distanciaron para siempre, y de los príncipes nunca más se supo.
Ahora, 1000 años después, parecían querer llegar a un acuerdo definitivo…
Capítulo 1: Buscando la Paz
─ ¡Levantaos!─ gritó una voz en un corredor─ ¡Abrid paso a vuestra princesa!
El pasillo era ancho y oscuro, apenas iluminado por antorchas ubicadas en las paredes de gruesas piedras; parecían cortadas a cuchillo. Los guardias se ubicaron contra ellas para permitir el paso de la joven. La princesa era casi una niña, pero poseía un porte innegable. Sus cortos cabellos marrones estaban levantados por una hebilla a la izquierda de su cabeza, la cual combinaba con el fulgor de sus ojos, rojizos, decididos y sorprendentes.
Caminó entre ellos. Alta, hermosa y fuerte la veían. Sin detenerse, llegó hasta la puerta, donde su paso fue interrumpido, con timidez, por dos guardias armados.
─ Lo sentimos su Majestad. Recibimos órdenes expresas del Rey. No podemos dejar pasar a nadie. ─ Expresó uno de ellos, sin olvidar reverenciarla.
─ ¡Pamplinas! Soy la Princesa del Reino del Trueno, ¡y exijo ver a mi padre! ─ No se enojaba con regularidad. Tampoco era usual que no pudiera hacer, en su castillo, lo que le viniera en gana.
─ Desearíamos darle paso Su Majestad, pero las órdenes del rey son claras: no dejar que nadie pase─ replicó el otro, intimidado.
─ ¡¿Te atreves a oponerte a tu Princesa?!─ clamó ella. Un escalofrió recorrió sus cuerpos. – ¡Pagarán caro su atrevimiento!─ Hizo girar un anillo que tenía en la mano izquierda. Tenía un diseño muy conocido por allí: un dinosaurio naranja atravesado por un trueno. Hikari juntó sus manos, pronunció dos palabras, y de algún lugar comenzaron a caer truenos a los costados de los guardias, pero sin lastimarlos. ─ ¡Se los dije! Ahora sí, con su permiso… ─ sendos guardias, asustados, se apresuraron a darle el paso, y ella misma abrió la puerta.
Llevaba a un gran salón muy iluminado, tanto por las antorchas como por los ventanales ojivales que lo rodeaban. En el centro se encontraba una mesa muy larga, repleta de personas. Una de ellas, inmediatamente, se paró y la observó con enojo. Llevaba una larga capa roja, un cetro de ámbar y oro y una corona con un símbolo tal cual el del anillo.
─ ¡Hikari!─ exclamó. Su voz era grave, y retumbó en la sala─ ¡Creí haber dicho a los guardias que no permitieran la entrada de nadie!
─ Me temo que debí convencerlos de desobedecer ─ replicó, adentrándose en la sala.
─ ¡Hikari! No tienes ningún derecho a anteponerte a las órdenes de tu rey, no se te ha educado tan negligentemente ─ hizo un silencio.─ Ahora, necesito que te retires. Estamos en una reunión muy importante.
─ No pretendo retirarme. Ante la desaparición de mi hermano, soy la heredera del trono y futura reina. Es mi deber estar al tanto de lo que ocurre en mi reino, sobre todo si se refiere a la paz mundial. No voy a interrumpir, tan solo me quedaré y escucharé la conversación.
─ ¡Hikari Yagami!─ tronó el rey. Toda la sala se estremeció─ Volverás en este momento a tu habitación y ahí te quedarás. No tienes lugar en esta reunión.
─ Lo siento padre. No volveré a mi habitación y aquí me quedaré... aunque tenga que hacerlo a la fuerza... ─ al decir esto, volvió a girar su anillo.
─ Hikari... ─ comenzó el rey, pero fue interrumpido por uno de los presentes.
─ Su Majestad─ dijo el joven, mientras se paraba. El pelo rojo escarlata le caía sobre los hombros. Era levemente mayor que ella. ─ yo, como Rey del Reino del Viento, pienso que sería oportuno que la Princesa se quedara... no sé qué opinarán los demás... ─ a lo largo de la mesa se escucharon palabras de aprobación.
─ Está bien. Puedes quedarte. Pero no quiero que hables.
Hikari sonrió a su salvador y se sentó en un asiento vacío cerca de la cabecera.
Los reyes de los cinco reinos, y personajes ilustres, discutían la paz. El acuerdo estaba cerca: ya habían acordado lo más importante, que sería tomar por culpables al Reino del Fuego y Hielo, quienes abonarían los destrozos a cambio de que los demás reinos educaran a sus poblaciones en el respeto y tolerancia, a fines de evitar una nueva escalada. Sin embargo, el acuerdo nunca fue rubricado. Una ventana estalló, y hombres vistiendo trajes negros y afiladas espadas cubrieron la sala.
La desesperación se hizo presente. Los presentes quisieron dispersarse y acercarse en tropel a la puerta, donde se atascaron entre sí. Claramente, resonó una voz solitaria: "¡Es una emboscada! ¡El Reino del Trueno ya lo tenía preparado!"
Continuará...
Capítulo 2: Una batalla
El recinto se estaba llenando de hombres vestidos de negro, que portaban largas espadas muy afiladas. Hikari saltó de su silla y se escondió tras una columna, desde donde podía observar toda la escena. A la orden de uno de esos hombres, que parecía ser el jefe, los intrusos comenzaron a atacar. Muchos de los presentes, hábiles magos o guerreros, intentaron una férrea defensa, pero en breve fue evidente que se encontraban en desventaja numérica.
Desde su escondrijo pudo ver como el supuesto jefe se acercaba a su padre, desprevenido, para asestarle un golpe, cobarde, por la espalda. Ese era su momento para actuar: sin embargo, no pudo dar ningún paso, porque fue detenida por el joven rey del viento.
─ No vayas─ le dijo─ es muy peligroso.
─ Tengo que salvar a mi padre. Huya usted. Si sigue por este camino encontrará una puerta. Salga por ella y siga derecho, hasta el fondo, y doble a la izquierda. Encontrará una puerta. Entre por ella y avise a los guardias. Ellos vendrán enseguida.
─ No puedo dejarla...
─ ¡Váyase!─ gritó, saliendo a defender a su padre.
Desenvainó la espada y con solo un golpe desarmó a quien lo había atacado.
La sala se vaciaba. Pasado el desconcierto inicial, ya muchos habían podido huir; lamentablemente, otros yacían muertos. Resistían ella y un joven rubio en otra esquina. Sus movimientos eran sorprendentes, podía enfrentarse a más de un oponente al mismo tiempo y desarmarlos. Ella tampoco tenía mayores problemas, pero eran demasiados.
Sabía que debía usar sus poderes, pero acababa de hacerlo, se cansaría demasiado y no llegaría a matar a todos. Tenía que encontrar algún lugar donde juntar a los enemigos, para así poder atacarlos de un golpe… sin golpear al rubio.
De un golpe terminó con un hombre que se le acercaba por la espalda, y corrió hacia el rubio para terminar espalda contra espalda.
─ ¿Está bien?─ preguntó él.
─ Sí. ¿Cómo se encuentra usted?
─ Estoy muy bien, no se preocupe por mí.
─ Tengo que matarlos a todos con magia, pero me cansaré demasiado, y podría herirlo a usted. Necesito ir hacia allá –indicó el pasillo por el que se había ido el Rey del Viento─ y Usted tiene que ponerse detrás de mí. Así podré matarlos a todos.
─ No puedo arriesgarla así. Deje que yo ataque.
─ No, este es mi castillo y es mi deber... – se interrumpió, porque él la había empujado contra la pared.─ ¿Qué...?
─ Son demasiados. Su magia no alcanzará. Yo soy el heredero del Reino del Hielo, y mi padre acaba de morir, así que soy el futuro rey. Mi nivel de magia es superior al suyo.
─ No lo creo─ replicó, y antes de que el rey reaccionase, truenos llegaban de todos lados y terminaban con los enemigos.
Continuará...
Capítulo 3: El Consejo
Hikari despertó en su habitación. Aún un poco adormilada, y con un fuerte dolor de cabeza – siempre le pasaba cuando usaba su magia ─ intentó abrir los ojos, a la vez que se incorporaba. A su lado estaba su dama de compañía y mejor amiga, una joven de largos cabellos de un extraño color violeta y redondos anteojos para ver.
─ ¡Kari, amiga, ya has despertado! ─ el protocolo no estaba a la orden del día entre ese par.
─ Sí Miyako... ¿qué ha sucedido? Estoy tan confundida…
─ El rey del viento nos tendió una trampa, y envió espías a matar a todos...
─ ¡¿El rey del viento?! No, eso es imposible... – Hikari recordaba al joven pelirrojo que le había impedido ayudar a su padre.
─ Todos tenían la insignia en su ropa: un escarabajo rojo sobre un tornado...
─ No, ¡debe haber un error!
─ Ningún error… Kari, los vivos confesaron... el reino del viento nos tendió una trampa.
Hikari se acostó en su cama, mirando al techo. No quería creer lo que oía. ¿El rey del viento? No, no podía ser él... en ese momento recordó al rey del hielo, y se volvió a sentar.
─ ¿Qué pasó con los demás? ¿Mi padre? ¿El rey del hielo?... cuéntame todo.
─ Tu padre está bien... yo estaba caminando por el pasillo que desemboca en la sala de los guardias, cuando el rey del viento pasó corriendo a mi lado y me empujó. Le pregunté qué pasaba, pero siguió corriendo y rompió una pared (con sus poderes), para acto seguido marcharse. Temiendo que algo malo estuviese sucediendo, llegué hasta la sala de la reunión. Todas las puertas estaban cerradas, pero escuché gritos dentro, junto al choque de espadas. Corrí a avisar a los guardias, quienes salieron corriendo─ respiró antes de continuar─. Intentaron entrar, pero había una especie de viento que protegía las puertas. Lentamente se disipó y algunas personas empezaron a huir. Luego escuchamos truenos, y enseguida apareció el heredero del hielo, un chico muy apuesto ─sonrió─, contigo en brazos. Nos dijo que habías usado demasiada magia y por eso te habías desmayado. Luego oímos toda la historia. Estás durmiendo hace dos días... ¡No me he separado de tu lado!
─ Miyako, por favor, necesito saber qué pasó con las demás personas. ¡¿Mi padre?!
─ Ellos... ─ la cara de la joven se oscureció. ─ Tu padre está vivo, muy mal herido, pero en buen estado. El senescal logró escapar, en cuanto a las demás personas de este reino... ─ debió esperar a que ella le indicara con señas que continuara para poder seguir hablando ─ Lo siento, es que… murieron todos─ silenció un momento─ entre ellos... mi hermana, la esposa del senescal─ cerró los puños y los apretó fuertemente. ─ El rey del hielo está muerto, pero su hijo, el joven apuesto que te salvó, está muy bien. El jefe de la guardia también escapó sin rasguños. El senescal perdió una mano, pero está bien... los demás murieron. Los del viento lograron escapar todos... lo cual contribuye a la afirmación de que son los responsables… del reino de los humanos solo vive el heredero Motomiya, su hermana era la heredera, pero murió tratando de escapar...
Hikari se había tapado la boca con ambas manos mientras escuchaba el relato de su amiga. Unas lágrimas traicioneras se escapaban de sus ojos. Carraspeó antes de hablar.
─ ¿Y del fuego?
─ La reina murió, pero no trajo a su heredera. El rey ya era fallecido. Sin embargo, el resto se manejó muy bien, muchos lograron escapar... son grandes guerreros en el reino del fuego, pero cuando vieron morir a su reina, se fueron con ella... muy leales... Kari, lo importante es que sepas que en este castillo se celebrarán los funerales, por eso era vital que despertaras cuanto antes.
─ ¿Y la paz?─ interrumpió la Princesa─ ¿Qué pasará con la paz mundial?
─ Ah... eso... ─ suspiró─ no sabemos nada aún... hay una reunión en este momento, tu padre me pidió que te avisara...
─ Iré ahora mismo─ Hikari saltó de la cama y corrió a su armario. Sacó un largo vestido rosado, el cual Miyako le ayudó a vestirse, para luego salir ambas disparadas de la habitación.
─ ¡Princesa! ¡Princesa!─ llamó─ ¡No es por ese lado!─ se detuvo y la observó confundida.─ Se está celebrando en la segunda cámara...
─ ¿En la segunda cámara?
─ Si, la primera quedó destruida por tus truenos...
─ Oh... ¡entonces vamos, rápido!
Llegadas al lugar, se apresuró a ingresar. Esta vez no hubo inconvenientes, de hecho, su padre inmediatamente le hizo señas para que se sentase. Encontró un espacio vacío junto al "apuesto rubio" y una joven pelirroja a la que nunca había visto, pero que portaba el emblema del reino del fuego.
Se dispuso a escuchar sin interrumpir. El reino de los humanos y el del trueno querían negociar con el viento, pero los otros dos deseaban declararle la guerra. Incapaces de llegar a un acuerdo, llamaron a un cuarto intermedio para descansar.
Hikari inmediatamente se dirigió al jardín. No recordaba cuando había respirado aire puro por última vez. Sentada en una roca, observó como el joven rubio y la pelirroja se acercaban a ella.
─ ¿Cómo está?─ preguntó él.
─ Muy bien, espero que usted también...
─ Si, yo estoy perfectamente, pero creo que olvidé presentarme. Soy Ishida Yamato, rey del reino del hielo... ahora que mi padre ha muerto... ella es Takenouchi Sora –dijo, mientras indicaba a la chica junto a él─, la reina del reino del fuego...
─ Mucho gusto─ saludó Sora─. Mi madre ha muerto también, así que ahora soy la reina... he escuchado maravillas de Usted, Yagami Hikari─ sonrió. Hikari pensó que era realmente hermosa─... me ha contado Ishida que derrotó a muchos enemigos con sus poderes...
─ No, no fue para tanto─ sonrió─. Yo he escuchado maravillas de su reino. Si tan solo fuese la reina, estoy segura de que firmaría con su reino... y el suyo─ agregó, mirando a Ishida.
─ A mí también me encantaría─ dijo él, sentándose a su lado.
─ Y a mí─ dijo ella, mientras se sentaba junto a Ishida─ pero todavía no soy reina...
─ ¿Por qué?
─ En mi reino y en el de ella, recién podemos acceder al trono a los veintitrés años... nosotros solo tenemos diecinueve...
─ En este momento, ocupa el cargo el consejero de mi madre, un hombre realmente horrible... la última persona a la que yo tendría de consejero... lo único que quiere es levantarse por encima de todos los reinos... ─ suspiró Takenouchi, observando a lo lejos con nostalgia.
─ En mi reino, el senescal manco está ocupando el trono... también un hombre horrible... y mientras no lleguemos a la mayoría de edad, no podremos regir…
─ Veo que sus reinos son muy semejantes... yo puedo ocupar el trono cuando mi padre me lo entregue o muera, porque mi hermano ya no está en el panorama... pero por ahora, mi padre continúa en el trono, y sus ideas... ¿cuál es la situación en el reino de los humanos?
─ Tengo entendido que pueden acceder al trono a los 18... ─ dijo Takenouchi─ El heredero, Daisuke Motomiya, tiene que esperar aún dos años... no sé quién está a cargo ahora...
La conversación fue interrumpida por una campana que anunciaba la continuación del consejo. Se levantaron para regresar.
Continuará...
Capítulo 4: Una emboscada
La cámara se fue llenando lentamente. Aún retornaban a sus lugares cuando el padre de Hikari se levantó y, tras una seña, fue imitado por todas las personas de su reino, a excepción de la princesa.
─ Bien─ comenzó el Rey─ hemos llegado a la segunda parte del consejo... segunda... y última.
Guardias ingresaron y apresaron, desprevenidos, a los miembros del consejo, atándolos de pies y manos. Hubo intentos de resistencia, pero tras que se pronunciaran unas palabras extrañas, sin dudas un encantamiento, uno a uno comenzaron a caer dormidos.
Hikari despertó en su cama. Aún estaba vestida, con Miyako a su lado. La joven no podía dejar de llorar.
─ ¡Miyako! ¡¿Qué pasó?! ¡¿Por qué me dormí?!
Ella permaneció en silencio.
─ ¡Miyako! Si no porque soy tu amiga, al menos porque soy tu Princesa, ¡te obligo a que me digas que fue lo que pasó!
─ Lo siento, recibo órdenes del Rey... ─ contestó, llorando más sonoramente.
─ ¡Miyako! Quien te ordena soy yo, ¡no el rey! Eres MI dama de compañía y MI consejera, ¡no la dama y consejera del rey!
─ Su Majestad... no puedo... por favor… ─ pronunció, cubriéndose el rostro con las manos.
─ Miyako… ¡por favor! ─ reclamó, agotada.
─ Princesa... está bien... creo que debo decírselo... todo fue una emboscada planeada por el consejero de tu padre... le dijo al rey que debían reunir a todas las personas importantes de los reinos y luego encerrarlos en el calabozo... así los demás reinos quedarían vacíos de dirigentes y podrían conquistarlos...
─ ¡¿Qué?! ¡¿Eso hizo mi padre?!
─ Ya conoces a su consejero...
─ Sí... lo conozco... pero no puedo entenderlo... ─ se talló los ojos, indignada.
─ Creo... creo que van a matar a todos...
Sin escuchar más, Hikari se levantó y corrió a la sala del trono. Su padre y su consejero se encontraban, muy tranquilos, brindando.
─ ¡Padre!─ gritó, mientras entraba.
─ Hikari, ¡mi querida hija! Te agradará saber que cuando conquistemos a los demás reinos, el de los humanos te pertenecerá... ─ dijo, risueño, y aparentemente algo bebido.
─ ¡No quiero ningún reino! ¡¿Cómo pudiste hacerlo?! Después de lo del otro día, ¡¿cómo pudiste...?!
─ Siento no haberlo hablado contigo, ¡pero entenderás que ahora seremos los dueños de todo!
─ ¡No! ¡No debiste hacerlo! ¡Nunca te lo perdonaré! ¡Y ahora mismo iré a liberar a todos! ─ sin embargo, sus amenazas fueron interrumpidas cuando las puertas se cerraron a sus espaldas.
─ ¡Hikari! No puedes anteponerte a los deseos de tu padre.
─ ¡No eres mi padre! ¡Simplemente no puedo considerar padre a alguien como tú!─ intentó irse, pero fue detenida por un guardia.
─ Llévenla a ella también al calabozo. La ingrata ya no merece ser mi hija─ dijo el rey, y fue escoltada fuera. Sin embargo, la princesa tenía un as bajo la manga.
─ ¡Suéltenme!─ gritó. Apretó su anillo, el cual le permitía generar descargas eléctricas, pero este voló a las manos del consejero.
─ Yo me quedaré con esto─ le dijo, guardándoselo en el bolsillo.
─ ¡Ts!¡ Ts! ¡Yamato! ¡Yamato! ¡Despierta!
Yamato sintió que alguien lo llamaba, y de un salto despertó. Estaba en una celda oscura y húmeda, probablemente en un calabozo. A su lado se hallaba su pequeño hermano.
─ ¡Takeru!─ gritó─ ¿Qué haces aquí? Vete, ¡antes de que te atrapen!
─ Vine a salvarte. No encontré a los demás, ¡debemos irnos antes de que los guardias se descongelen!
─ Pero...
─ ¡Sin peros! ¡Vamos!─ Takeru lo levantó y emprendieron la marcha.
Continuara...
Notas: 7/3/2015
Hasta aquí la actualización de los primeros cuatro capítulos, los uní porque son bien cortitos. Voy a seguir haciendo lo mismo. ¡Gracias por leer!
