Ranma es propiedad de Rumiko Takahashi
Amor al arte
Primera parte
Ranma se detuvo frente al tablero de anuncios de la universidad, había varios anuncios de trabajo de medio tiempo. Uno de la cafetería en el horario de la tarde, pero eso interferiría con sus prácticas de football, él era un estudiante pobre, se pagaba la carrera gracias a una beca deportiva y no podía descuidar eso. Además, su madre se sacrificaba mucho para ayudarlo, luego de que el aprovechado de su padre huyera con todos los ahorros de la familia y la dejara sola cuando él era apenas un niño. En aquel momento su madre Nodoka había trabajado en lo que fuera, con tal de no permitir que a él le faltara un plato de comida y una buena educación. Por eso ahora Ranma estaba empeñado en conseguir un trabajo de medio tiempo que lo ayudara con los gastos, y poder darle una sorpresa a su madre viajando a su casa por el fin de semana.
Siguió leyendo los anuncios. Había para ayudante de laboratorio de Biología, ayudante para el departamento de Historia o para hacer encuestas en el instituto de Ciencias Sociales. Finalmente dio con uno que le llamó la atención, la paga era buena y el tiempo de trabajo de dos horas, máximo tres, como modelo para la clase de Pintura y Escultura en la carrera de Bellas Artes. Ranma se sonrió satisfecho, el único requisito era tener un cuerpo armonioso y bien formado, y además ser hombre. Perfecto, él era el mejor para el puesto, tenía músculos desarrollados por el ejercicio y era muy guapo, o al menso eso siempre decían las chicas.
Arrancó el papel del tablero para que nadie más lo viera y atravesó el campus hacia el instituto de Artes.
...
La profesora Hinako lo recibió con sonrisas y ojos brillantes, era una mujer imponente y hermosa, de piernas largas, cintura pequeña y pechos generosos. El cabello muy largo y castaño lo tenía suelto y se lo echaba sobre el hombro en un gesto muy coqueto y gracioso. Tenía una minifalda que se subió un poco más sobre sus muslos cuando cruzó las piernas y se sentó frente a él. Ranma un poco nervioso tragó saliva, en el salón de clases estaban solos, pero rodeados de esculturas con formas extrañas y bocetos de cuerpos musculosos sin ropa. Además, una pequeña radio en un rincón dejaba escuchar una música suave y exótica que él no conocía.
-Así que… Ranma. Ranma Saotome –la profesora se acomodó la blusa colorida y las pulseras que llevaba en las muñecas tintinearon. Luego acomodó los collares de colores y piedritas artesanales sobre su escote, y Ranma no pudo evitar mirar.
-S... sí… -tartamudeó nervioso.
-Por lo que veo eres ideal para el puesto, exactamente lo que estoy buscando.
Hinako sonrió.
-Ponte de pie –ordenó con autoridad.
Ranma lo hizo de un salto, casi tirando la silla en su turbación. Hinako lo miró de arriba abajo con mirada crítica.
-Quítate la camiseta –ordenó después con claridad.
A Ranma se le secó la boca. Miró alrededor, a los dibujos de cuerpos desnudos.
-No te preocupes –dijo Hinako haciendo un gesto con la mano para quitarle importancia-. Debo observarte muy bien para saber si eres el adecuado para mi clase. Necesito tener las herramientas adecuadas para poder trabajar y enseñar. por supuesto, la paga será igual a la calidad del producto. Uso los mejores óleos, acrílicos y pinceles, las mejores carbonillas y hojas en mi clase, así también los mejores modelos. Y lo de mejor calidad tiene su precio, ¿verdad? –la sonrisa de la profesora era pícara y sus ojos brillantes-. Quítate la camiseta.
Ranma asintió, se desabrochó botón a botón la camisa y luego se sacó la camiseta de tirantes que tenía debajo. Hinako lo miró escrutadoramente mientras él se quedaba de pie, erguido y tenso, mirando al frente.
La profesora caminó a su alrededor y finalmente se detuvo detrás de él y le puso un dedo en la espalda, recorrió con la punta los músculos poderosos sobre los omóplatos y luego la hendidura de su columna, siguiendo el trayecto hasta que el inicio de los pantalones la detuvo. En seguida palpó los brazos, apretando los bíceps con cada mano, luego hundiendo los dedos en los hombros con algo de fuerza, mientras Ranma tragaba duro. Al final, Hinako se acercó un poco más para rodearle el cuerpo como en un abrazo y tocarle los músculos del pecho y el estómago, acarició con delicadeza los vellos oscuros de su pecho y después deslizó la mano por los abdominales bien marcados, hasta que nuevamente los pantalones la detuvieron. Ranma contuvo la respiración con gotitas de sudor sobre la frente, estaba listo para salir corriendo de allí y poder escapar de esa maestra tan rara.
-Muy bien, estás contratado –sentenció Hinako.
Y suspiró. Ranma también soltó el aire con alivio, y después se puso la ropa.
...
Akane y Ukyo entraron al saló antes de que comenzara la clase, todavía riéndose de lo que comentaban de camino. Eran amigas desde la preparatoria y andaban juntas siempre para todas partes, a pesar de lo diferentes que eran. El cabello corto y sedoso de Akane lucía un pequeño broche, su maquillaje era suave en los labios y las mejillas, pero se acentuaba en los ojos con las pestañas muy negras, muy femenina, una falda ligera y vaporosa con una blusa en tono pastel, elegante y entallada a su pequeña cintura.
Ukyo, por otra parte, vestía como un muchacho, con ropas de corte masculino y zapatos bajos, el largo cabello se lo peinaba en una coleta baja dando un aire varonil, contrastando tanto con Akane que a donde fueran solían confundir a Ukyo con su novio, cosa que divertía a Akane, pero que a Ukyo la turbaba, y muchos decían entre susurros por los pasillos de la facultad que Ukyo en realidad estaba enamorada de su mejor amiga.
Tomaron sus lugares ante los caballetes de pintura, una al lado de la otra.
-Cuando termine la clase te invito al restaurante –le dijo Ukyo a su amiga, acercándose a ella para poder hablarle más de cerca-. Puedo hacerte okonomiyakis yo misma
-¡Oh, me encantaría, Ukyo! –Akane se volvió hacia ella y le sonrió. Ukyo sonrió en respuesta-. Pero no te molestes, quiero que estés en la mesa conmigo, además hoy es tu noche libre, tienes que descansar.
-No es molestia, sabes que me encanta cocinar para ti. Además… -Ukyo vaciló y se alejó un poco.
-¿Qué pasa? –Akane la miró intrigada.
-No… nada… es que tú sabes que me gusta hacerte feliz –sonrió después.
Se acomodó mejor y se concentró en sacar de su mochila los lápices para dibujar. No, aún no podía decírselo, no así de golpe, pensó. Pero sí era bueno ir preparándola, de a poco, y la cena de esa noche sería muy importante.
-¿Ya se enteraron? –preguntó de pronto Yuka, una de sus compañeras de clase poniéndose entre las dos y pasándole los brazos sobre los hombros a ambas, lo que significaba que iba a ponerse a chismorrear.
-Hoy tendremos un modelo –susurró, y soltó una risita.
-¿De verdad? ¿Pintaremos dl natural? –se emocionó Akane.
-Así es. Basta de bananas, manzanas y peras, y de pintar estúpidos y aburridos gatos o jarrones de cerámica –afirmó Yuka-. Por fin la parte buena, chicas. además, parece que el modelo está buenísimo –comentó, casi con la baba cayéndole por las comisuras de la boca-. Es un chico del equipo de football. ¡Imagínense! –codeó a Akane.
-Ni que fuera la gran cosa –comentó Ukyo desentendiéndose.
-Claro, para ti –replicó Yuka dándole una mirada, después sonrió ampliamente-. Lo que es yo, me muero por verlo. Creo que me cambiaré para la primera fila, lo más cerca posible –dijo riendo.
Akane también rió con el comentario, mientras Ukyo bufaba. En ese momento la profesora Hinako entró al salón dando palmadas para que todas las alumnas ocuparan sus lugares y guardaran silencio, las pulseras en sus brazos resonaron.
-Silencio, muchachas, silencio –se detuvo ante su escritorio y apoyó las manos en él-. Como muchas deben saber esta será una clase especial ya que usaremos todas nuestras técnicas y conocimientos para poder dibujar el esplendoroso cuerpo humano.
Se dirigió a una esquina y encendió la pequeña radio, de la que comenzó a salir una música envolvente y relajante.
-Despejen su mente y sientan el arte, quiero que dibujen con el corazón, no con la cabeza.
Hinako se asomó al pasillo por la puerta abierta y luego trajo arrastrando tras de sí a Ranma, turbado y mirando a todos lados. Cuando entró, todas en la clase contuvieron la respiración y lo observaron andar hasta donde Hinako le indicó que se detuviera.
-Este es nuestro modelo, Ranma Saotome, que ha sido tan amable de ayudarnos a explorar el arte y sus facetas –la maestra Hinako lo ayudó a deslizar por sus hombros la camisa que ya traía desprendida y quedar con el torso descubierto.
Se oyeron risitas nerviosas y murmullos entre las chicas del salón.
-Hoy nos centraremos en la parte superior –explicó Hinako acariciando el pecho desnudo de Ranma-. Deténganse sobre todo en los brazos y los hombros, asegúrense de captar la línea del cuello, también la mandíbula –continuó diciendo mientras acariciaba esas partes del cuerpo obligando al modelo a acomodarse.
-Por favor, los brazos abajo… dóblalo un poco así. Eso es. Espalda recta. Te ves muy bien.
Hinako agitó las manos con energía.
-¡Comiencen! Quiero un dibujo de lo que ven y también detalle de alguna zona que elijan, jueguen allí con las luces y sombras.
Se alejó para poder apreciar al modelo desde todos los ángulos y sitios del salón, recorriendo los puestos donde las alumnas se habían puesto a trabajar de inmediato.
Ranma se quedó quieto en la posición que la maestra le había indicado y miró una a una las caras de todas aquellas jovencitas que tenían puestos los ojos fijamente en él. Algunas le retenían la mirada mucho tiempo, otras se sonrojaban y volvían los ojos al lienzo. un par se llevaba el lápiz de dibujo a la boca y mordisqueaban la punta como evaluando el trabajo y buscando inspiración mientras lo observaban. Todas eran mujeres, a excepción de un muchacho, Ranma se dio cuenta que tendría que haber pensado en eso antes de pedir el trabajo, no se hubiera sentido tan extraño si fueran un montón de hombres dibujándolo… ¿o tal vez sí?
Ranma se aclaró la garganta varias veces, nunca había sido el centro de atención de esa manera, con tantas mujeres mirándolo mientras él tenía poca ropa encima. Intentó no ponerse nervioso, pero el calor era asfixiante en aquel salón y pronto el sudor formó una capa brillosa sobre su torso.
Hinako se acercó a él y apoyó una mano en su hombro mientras con la otra lo tomaba por el mentón para girarle un poco la cabeza hacia un lado.
-Esa es la pose correcta. Por favor, mantente así.
Ranma, por la postura, se quedó mirando casi de frente al único muchacho de la clase, que tenía una expresión más bien aburrida, lo que hizo a Ranma respirar aliviado, al menos no sentía tanta presión. Sin embargo su alivio no duró mucho porque junto a aquel muchacho había una joven hermosa, con los ojos más increíbles que había visto nunca. Brillaban de una manera casi sobrenatural, como si tuvieran chispas en su interior, como una electricidad que los atravesaba, con una expresión concentrada mientras dibujaba captando sus detalles. Ranma se puso a estudiar con precisión todo lo que podía observar de aquella chica, su cuello delgado y blanco, que parecía tan frágil, el escote apenas insinuado por los botones de la blusa. Volvió a subir la mirada por aquella cara preciosa, los labios tan tiernos, como preparados para ser besados, y volvió otra vez a esos ojos impactantes.
Sus miradas se encontraron, se sostuvieron mucho tiempo, hasta que Ranma dejó de oír aquella música soporífera y las indicaciones de la profesora y solo fue consciente de los ojos de aquella chica sobre él y cómo raspaba la hoja con el lápiz, creando con cada línea. Creándolo a él. Era como un encantamiento, aquella mirada sobre él le pareció tan sensual que de pronto tuvo un millón de fantasías con aquella mujer con él, sobre él, debajo de él… Sudó frío, se preguntaba cuánto más faltaría para que terminara la clase porque no creía poder soportar mucho más.
Pero era incapaz de cerrar los ojos y apartarlos de ella. Se le erizó la piel cuando, como si su cuerpo la llamara, esa chica fue consciente de que lo miraba y entonces lo vio. Ya no dibujaba, lo miraba como hombre, ¿se daba cuenta quizá de algo en la mirada de él? Lo cierto es que se sonrojó, pero tampoco apartó los ojos, como presa del mismo hechizo que él.
Akane dio un respingo cuando la profesora Hinako le puso una mano en el hombro para halagar su trabajo y hacerle también algunas observaciones. Ella dio cualquier respuesta, sin saber exactamente qué le había dicho. Ukyo también la felicitó y Akane sonrió.
Después se dio cuenta al observar su lienzo de trabajo que, junto al torso del modelo dibujado a trazos rápidos había hecho un dibujo de la mirada de aquel sujeto, un dibujo más detallado de alguna parte del cuerpo, como había pedido la maestra. Ella se había concentrado en los ojos, captando las pestañas largas, algunos mechones que le caían por la frente y esos ojos. Brillantes, misteriosos, poderosos, enérgicos. Akane observó el dibujo y luego levantó la mirada para mirar en vivo y en directo a Ranma Saotome, y sintió un extraño cosquilleo en su piel, un hormigueo casi doloroso que le trajo después oleadas de calor y sonrojo en el rostro. Bajó la cara y la ocultó con el flequillo fingiendo concentrarse en buscar otros lápices en su bolso.
Ukyo se dio cuenta de aquello porque siempre la estaba mirando y podía leer todos sus cambios de expresión. Hasta ella sentía el magnetismo de aquel tal Ranma, era inevitable, su cuerpo musculoso y varonil, hasta la forma sexy en que tenía trenzado el cabello, todo irradiaba masculinidad, podía reconocerla y apreciarla. Pero lo más alarmante para ella era que se dio cuenta de las intenciones de ese tipo con Akane, vio cómo la miraba, era como la miraban muchos hombres. Akane era ingenua y abierta, demasiado generosa, y el tal Ranma podría seducirla fácilmente. Ukyo agitó la cabeza, eso no podía ocurrir, tenía que hacer algo.
La clase culminó y Hinako dio las instrucciones para la siguiente. las muchachas recogieron sus útiles y luego rodearon a Ranma Saotome como moscas a la mermelada, mientras él volvía a ponerse la camisa e intentaba responder a las chicas que lo avasallaban a preguntas.
-¿Tienes novia, Ranma?
-¿Me das tu número de teléfono?
-¿Hace cuánto que estás en el equipo de football?
-¿A qué hora son los entrenamientos? Creo que podríamos ir…
Ukyo escuchó esos y otros comentarios casi asqueada porque sus compañeras fueran tan ofrecidas. Ella y Akane se quedaron más rezagadas ordenando sus dibujos, pero Ukyo pudo escuchar cómo varias alumnas invitaban a Ranma a comer algo, pero él las rechazaba amablemente, hasta que Hinako tuvo que espantarlas a todas recordando que ya debían dejar el salón. Todas se fueron desanimadas, pero Ranma seguía allí, haciendo tiempo, seguramente para hablar con Akane, pensó Ukyo alarmada. Los dedos le temblaron de nervios mientras pensaba qué hacer.
Después se dio cuenta que era mejor adelantarse a las intenciones del muchacho.
Se acercó sonriente a él, coqueta, como habían hecho sus compañeras.
-Hola, soy Ukyo Kuonji, y esta es mi amiga Akane Tendo –dijo señalándola-. ¿Te gustaría ir a comer algo todos juntos?
Tanto él como Akane se quedaron sorprendidos y se miraron en silencio. Ukyo se mordía los labios, ansiosa, todavía con un poco de esperanza que su respuesta fuera igual que las anteriores.
-Claro, será un placer –dijo Ranma con voz grave y una sonrisa torcida.
...
Continuará…
