1) El club de doble cara:

Azusa estaba tomando el sol perezosamente en una banca del parque que estaba frente a la fuente. Estaba tan relajada, tan en su propio mundo. Era lindo tener esos momentos en los que todos sus problemas parecían desaparecer por completo. Aunque sabía que la realidad terminaría por golpearla y precisamente eso pasaría en ese momento. Se escuchó un galope que se iba acercando a ella. Abrió los ojos y vio a una chica de cabello castaño atado en una coleta montando un unicornio que se iba acercando a ella.

—Eto… disculpe…

—¿Qué?

—¿Sabe dónde puedo encontrar la mansión de Lady Azusa de Nakano, futura duquesa de Nakano?

—Yo soy Azusa. ¿Qué quieres?

La chica se bajó del unicornio y le dedicó una reverencia.

—Hajime Mashite, yo soy la Princesa Ui, y vengo de parte de Sakuakao, la escuela más prestigiosa para chicas de sangre noble. Verá, han comenzado las clases hace dos semanas y usted no se ha presentado. Fui enviada por nuestro comité de bienvenida para ver si usted estaba bien de salud.

Azusa miró a la otra chica. Falda corta azul neutro, chaqueta azul marino y un lazo rojo al cuello; claro el uniforme de su escuela. Suspiró, tarde o temprano tendría que pasar.

—Escúchame imbécil: no pienso ir a ese maldito agujero. Mi madre querida dice que debo aprender a comportarme como una verdadera aristócrata, pero no. La sangre de guerrera que corre en mis venas es mucho más densa que mi sangre azul. Vuélvete por donde viniste y no vuelvas a fastidiarme.

—Mil disculpas, pero mis instrucciones son que si encontraba rebeldía, debía comunicarle las noticias a su señora madre.

Suficiente. Azusa sacó un cuchillo y lo lanzó clavándolo justo frente al unicornio. El animal se encabritó y el susto hizo que la princesa perdiera el equilibrio y cayera. Azusa sacó otro cuchillo y lo lanzó cerca de Ui. Una finísima cortada apareció en su ropa.

—¿Ya te lo pensaste mejor?

La chica se desmayó. Uf! Aristócrata y media.

—¿Qué hacemos contigo? Tal vez una humillación pública te de una lección, princesa… ¿Qué te parece si te desnudo y…?

—UI!

Otra chica de cabello castaño, sólo que ella lo tenía suelto, se acercó corriendo a la princesa desmayada. Probablemente su hermana mayor. Ella vestía el uniforme del colegio también, pero al ver a su hermana y a Azusa, sacó una capa del bolsillo (¿cómo lo hizo?) y se la puso.

—Nadie toca a Ui sin llevarse su merecido.

—No tengo tiempo para esto —dijo Azusa lanzando otro cuchillo.

Para su sorpresa, la otra castaña lo agarró en el aire sin dificultad y se lo lanzó de vuelta, sólo que con más velocidad. Azusa sacó otro cuchillo para defenderse y lo desvió, justo a tiempo. Saltó hacia atrás.

—Nada mal.

Saltó hacia delante, lista para darle un puñetazo. La otra extendió su capa, la atrapó en el aire y la enredó. Luego le sacó la capa de un tirón. La pelinegra giró como trompo y la otra le metió zancadilla para que cayera a la fuente. Azusa salió empapada y furiosa.

Se lanzó de nuevo, pero ésta vez con cuchillo en mano. La castaña la atrapó como si fuera una pareja de ballet, se equilibró en una pierna, dio un giro y la lanzó a la fuente otra vez.

—¿ESTÁS PELEANDO O ESTÁS BURLÁNDOTE DE MÍ?

—Cuando se trata de Yui, no hay diferencia —dijo otra chica detrás de ella.

Era una chica de cabello castaño agarrado con una diadema amarilla, que escuchaba música en su MP3 disfrutando del espectáculo. Andaba de la mano con una chica de cabello negro que compartía un audífono con ella. La pelinegra, que era muy hermosa, miraba indiferente la escena; pero hasta cierto punto se notaba cuándo lo disfrutaba.

Junto a ellas estaba una chica de cabello rubio y ojos azules que estaba grabándolo todo con su celular.

Azusa miró el uniforme. Todas iban a la misma esuela.

—Muy bien, basta de la Azusa suave.

Sacó varios cuchillos y se los lanzó a Yui a una gran velocidad. Yui estaba lista para recibirlos, pero éstos nunca llegaron a tocarla. Unas estrellas shuriken bloquearon el camino de los cuchillos.

—Mio-chan! Pero si yo podía contra eso!

—Yo sé, pero ni creas que te dejaremos divertirte sólo a ti,

—Bien dicho Mio —le dijo su amiga de la diadema guardando el MP3.

—Yui!

Hái! La chica sacó de su bolsillo dos katanas y dos espadas occidentales. Le pasó las katanas a su amiga de la diadema y a la que habían llamado Mio. La rubia tomó las espadas occidentales y le dio otra a Yui con una sonrisa. Las cuatro estaban listas para el combate y no pintaba nada bien para Azusa.

—¿Cómo te guardaste eso ahí?

—Tiene un encantamiento de bolsillos sin fondo —respondió Yui señalando su falda.

—Miren, métanse en sus asuntos!

—Precisamente, son nuestros asuntos.

—Así es. Tú atacaste a mi hermanita y a su unicornio.

Azusa no tenia salida y trató de golpear a la rubia en el rostro. Era como pegarle a una pared de cemento.

—AAAAY!

—Oh, es muy fácil lograr esto. Sólo debes golpearte la cara contra un yunque todos los días durante media hora. Después de los primeros meses ya no sientes nada y tienes la cara más dura del mundo.

Y antes que Azusa pudiera poner cara de confusión, la rubia la derribó de un puñetazo. Se levantó con dificultad, sólo para recibir un golpe de karate de la de la diadema y una patada de la pelinegra.

—Oigan, así no vale —protestó Yui. —Además se supone que es mi pelea porque se metió con mi hermanita.

—Yui, ¿qué no ves que esta boba puede ser la solución a nuestro problema? La estábamos probando.

Yui comprendió. Azusa se levantó con dificultad, pero ahora tenía miedo. La chica de la diadema se le acercó y le metió un papel en el bolsillo.

—Ven a la escuela mañana y pásate por nuestro club. Te aseguro que no vas a arrepentirte.

Las cuatro se fueron. Entre la rubia y la pelinegra llevaban a Ui en brazos y la castaña tomó al unicornio de las riendas y se lo llevó con ella. Azusa leyó el papel:

CLUB DE MÚSICA LIGERA

...


Al día siguiente la pelinegra fue a la escuela. como sospechaba, una tortura. Además de las clases elementales, había otras que estaban destinadas a convertirla en la perfecta señorita. La chica estaba en el ambiente de sus pesadillas. Pero se las arregló para aguantar sólo para ver el famoso club de música ligera. Había oído que eran unas cantantes excelentes, que tocaban inspiradísimas canciones sobre los sentimientos, los platillos y que bebían un delicioso té y comían ricos pasteles. Nada que ver con lo que había presenciado (y de paso sentido) el otro día en el parque. Finalmente llegó.

—Buenas.

—Buenas! —la saludó la chica de la diadema mientras seguía con su té. —¿Vienes a unirte al club?

—Ojalá! Estamos desesperadas! El consejo estudiantil amenazó con cancelarnos si no obteníamos nuevos miembros para cuando termine el primer mes.

—El problema es que son muy exigentes —dijo una mujer de cabello castaño y gafas ovaladas. —Tienen montones de solicitudes pero no aceptan a nadie.

—Oh, verás Sawa-chan, nos la encontramos ayer en el parque y decidimos que tiene madera para unirse a HTT. No me he presentado, ¿verdad? Soy Tainaka Ritsu, presidenta del club.

—Como quieran, yo me voy con el otro club —dijo la maestra después de dedicarle una inclinación de cabeza a la nueva. —Pásatelo bien, ¿sí?

La maestra cerró la puerta y bajó las escaleras. Cuando sus pasos ya no se escucharon, las chicas abandonaron la postura aristocrática para tomar té y se relajaron como si fueran trabajadores de una construcción.

—¿Pueden explicarme qué rayos? —preguntó irritada Azusa.

—Disculpa, verás: somos el club de música ligera. A pesar que muchas quieren unírsenos, no aceptamos a nadie más porque… creo que viste lo que pasó ayer, ¿no?

La chica se sentó esperando una explicación mientras la rubia le servía té. Todavía estaba alerta esperando una provocación.

—Verás: todas somos de familias aristócratas que quieren que nos convirtamos en señoritas, pero tenemos más de guerreras que de damiselas. Creo que comprenderás, ¿no?

—Desgraciadamente sí.

—Mio y yo somos herederas de un shogunato cada una, de un lado, pero del otro venimos de una larga línea de guerreros samurai. Mi padre me enseñó todo lo que sabe, según la tradición, y ahora soy toda una samurai. —la castaña estiró su brazo y una katana, que supuestamente estaba colgada como decoración, llegó a ella. —El dragón amarillo siempre viene a mí. Es el tesoro de la familia.

—Ya…

—Siguiendo con la historia, Mio es samurai de parte de madre, la que se murió durante el parto y antes de morir, prohibió que su hija se convirtiera en guerrera porque era muy peligroso y su padre había muerto a manos de un Ninja muy peligroso llamado Kakifly.

—¿Y?

—Somos amigas de la infancia y ésta baka —Mio señaló a Ritsu —no dejaba de fastidiarme contándome aterradoras historias de malvados Ninja como asesinos sin corazón que aparecían de cualquier lado y los mataban a todos; y para colmo mi padre me decía que como futura Shogún, debía ser una mujer fuerte y valiente. Yo como la idiota que soy, entendía que ser valiente significaba no volver a tener miedo y un día decidí convertirme en mi mayor temor.

—¿Entonces usted?

—Soy Ninja. Alumna personal de Kakifly-sensei. Él muy bandido sabía que si me entrenaba dejaría de tener problemas con la dinastía y heme aquí. Como Ninja no tengo respeto por la vida y el honor no significa nada para mí.

—Es la más letal de todas. Te aconsejo no molestarla.

—Eso no te detiene.

—Porque soy tan fuerte como tú. ¿Digo, no?

—Como sea.

—Siguiendo con las presentaciones, ésta es Tsumugi. Mugi para los amigos.

—Konnichiwa.

—¿Y usted?

—Lo de siempre, mi papá y yo veíamos juntos la lucha libre, el boxeo y los torneos de esgrima por la televisión y me encantaba y un día dije que quería entrenar. No tengo técnica como Ricchan o Mio-chan, pero a cambio soy la más fuerte y resistente del club —dijo flexionando los brazos mostrando sus músculos.

—¿Y ella? —señaló a Yui.

—A eso vamos, te vas a reír. La cosa es que las tres somos más guerreras que damiselas, lo que causa muchos problemas en una escuela como ésta. Mio y yo ya éramos amigas…

—Y ahora son mucho más, creo.

—Pues sí, pero con eso sí son tolerantes aquí (no me preguntes por qué). La cosa es que conocimos a Mugi y vimos que estábamos en una situación parecida. Decidimos crear un club de combate; pero disfrazado. Por eso somos el club de música.

—Yo no estaba en ningún club y me uní a este club pensando que precisamente sería de música —explicó Yui alegremente.

—Así es. De todas, Yui es la única que pone la música antes que el combate. Pero la aceptábamos porque necesitábamos un cuarto miembro y ella parecía confiable. Además tenerla nos ayudaría a seguir con nuestra pantalla.

—Y al verlas pelear me pareció divertido, así que les pedí que me enseñaran.

—Yui mezcla nuestros tres estilos de combate. Es nuestra peleadora más equilibrada de aquí. Mis técnicas, las técnicas de Mio y la fuerza y resistencia de Mugi. Si no fuera porque para ella pelear significa ridiculizar al oponente en vez de hacerle daño, sería la mejor guerrera de aquí.

—Ricchan, creo que ya le dimos muchas vueltas.

—Es cierto. Azusa, ¿te gustaría entrar al club secreto de combate?

—Por supuesto!

—Bien, pero tenemos reglas.

—No importa cuáles sean, las acepto.

—Bien: como nos pueden expulsar por algo así, tienes prohibido hablar de esto en público. Ni siquiera con la asesora del club.

—De acuerdo.

—Segundo: tenemos que disimular y como club de música, tenemos presentaciones en cada evento de la escuela. Tendrás que aprender a tocar un instrumento.

—De acuerdo.

—Tercero: tienes que controlarte. No respondas a las provocaciones de los demás. Si se hunde una, nos hundimos todas.

—Bien.

—Cuarto: tienes un mes y medio de prueba. Si sigues las reglas, estarás dentro oficialmente y te enseñaremos nuestro proyecto secreto. Si fallas, no vuelvas y si abres la boca volverás a vértelas contra las cuatro a la vez. Si aceptas, bienvenida.

—Acepto.

Mugi sirvió más té para celebrar. El consejo estudiantil no seguiría molestando y podrían seguir con lo suyo sin que nadie viniera a molestar.


Insomnio, aburrimiento y cómo no! polvitos mágicos. Bien, he aquí mi nueva idea, espero que les guste. Mi primer AU propiamente dicho. Si les gustó, díganmelo y si no pues igual.

Chao; nos leemos!