Bien, aqui les traigo una historia mas sacada de los archivos que estoy poniendo en orden.

Es una histora del estilo ¿qué pasaría si...? no les diré cual es la premisa aun para no arruniarles la historia.

Esta basada en Asgard, y comienza un tiempo antes de la llegada de los Caballeros de Atenea al norte. De esta historia se derivó la de Hognir Leifr.

He reacomodado el corte de los capítulos para que tenga un poco mas de estructura; asi que les pido que los lean de nuevo porfavor, tienen muchas mas palabras ahora, y por tanto el capítulo tres es casi completamente nuevo.

No, aun no soy dueña de Saint Seiya XO


1. La avatar.

Una vez más ella ha dejado de rezar a Odín por los hielos eternos, ha estado tan cambiada desde el pequeño incidente en el promontorio donde oraba. Alberich no ha querido decir nada al respecto pese a que vi que esa mañana se dirigía a cuidar a Hilda. Esta tan diferente sus ideales han cambiado, el día de hoy ha convocado a todos los guerreros, ha despertado a todos los dioses guerreros de la leyenda.

Eso no debía pasar; no hay necesidad de tenerlos a todos aun... el Ragnarok no ha iniciado y sus energías reunidas inclusive podrían provocarlo, pero... aun así los ha llamado a todos; y he tenido que reorganizar todas las actividades en palacio para incluirlos a todos, a pesar de sus diferencias; uno no es mas que un salvaje; otro un simple leñador, no están listos, no están preparados para una batalla.

Aunque debo admitir que me sentí muy halagado al ser nombrado por ella como el líder de sus fuerzas, de ser envestido con la armadura de Alpha Dubhe. No puedo evitar sonreír al tener semejante honor, de ser reconocido por ella antes todos. Miro de reojo la ventana donde solía mirar los jardines, pero ella ya no se pasea por ellos ni sale a montar en las mañanas... otros pensamientos ocupan su mente ahora. Pensamientos de guerra y de venganza que antes estaban lejos de su mente. Sus ojos no parecen mas tener una candidez alegre; ahora albergan una mirada maliciosa... Ya no me siento tranquilo permaneciendo a solas con ella en una habitación, algo ha cambiado y no puedo saber que es.

¿Pero que podría hacer yo? ¿Ponerme en contra de sus nuevos deseos? Desde el día en que me uní a su guardia jure lealtad absoluta, un soldado no cuestiona las ordenes las obedece... eso es todo. Sin embargo no soy el único que ha notado el cambio hasta de su vestimenta, la princesa Flare ha acudido a mi, haciendo dudar mi fe y la escasa convicción que tengo sobre mi princesa, mi señora.

Un cuerno me ha hecho dejar de lado mis cavilaciones. Es el llamado a una reunión de guerra; no me extraña demasiado, las hemos tenido muy seguidas en estas últimas semanas. La avatar quiere que conquistemos las tierras bajo el sol, quiere extender el dominio de Asgard sin importar el costo que conlleve. Con un suspiro me acomodo el uniforme antes de dirigirme a la sala de audiencias; los otros estarán ahí ya esperándome para ser el primero en entrar. Espero no tener que ver a la princesa Flare por el camino, su mirada me llena de dudas.

La suerte que creía había abandonado estas tierras desde hacía mucho por fin me ha favorecido, mi camino es libre y sin tropiezos hasta el salón de audiencias que ahora se ha convertido en un salón de guerra. Entramos el recinto con todo el protocolo y elegancia que una orden debe tener respondiendo al llamado de su diosa; con una pronunciada caravana nos inclinamos saludándola para luego tomar nuestros lugares postrados ante ella.

Nos habla con voz altiva; esta mañana no hubo saludo ni cortesía alguna; apenas estuvimos en posición el tema de la guerra ocupó la voz de la avatar. Estrategias para avanzar sobre las fronteras vecinas; informes sobre los posibles ejércitos que nos podrían oponer resistencia. No puedo evitarlo, mientras habla me pierdo mirando sus expresiones y sus ojos turbios; ¿qué es lo que la tiene así? Ya no parece la misma que he conocido desde la infancia, en apenas un mes se ha transformado totalmente.

Nuestras miradas se cruzan un par de veces y yo me veo obligado a bajar los ojos al no poder aguantar la intensidad de sus ojos azules sobre mí. La princesa Flare observa todo desde atrás del trono de Hilda, siento su turbación y escucho sus pasos cortos y suaves correr hacia su habitación al saberse descubierta por su hermana. La avatar termina con sus planes de conquista totalmente irritada por la interrupción, manda retirar el concilio de guerra, apenas estoy por despedirme de ella cuando me pide que me acerque, que no me retire junto con los demás.

Asiento con una reverencia permaneciendo hincado en mi sitio pegando la mirada a las frías baldosas para evitar mirarla a los ojos, su mirada me disturba es demasiado penetrante.

"Siegfried, necesito que te encargues de un asunto por mi; quiero absoluta discreción y no aceptaré ni una falla en algo tan delicado" Me dice caminando a mi alrededor, siento su mirada recorrerme y yo solo asiento inclinándome un poco mas para evitar responderle, no quiero que note perturbación alguna en mi voz.

Ella regresa a su trono y con un gesto me indica levantarme cuando me atrevo a mirarla nuevamente, trago saliva y avanzo hacia ella lentamente, totalmente intrigado por el asunto para el cual me requiere. Por lo general Hagen se encarga de esas cosas, es más cercano a ella para los asuntos personales. Yo solo me encargo del Palacio y de los asuntos concernientes a este.

"Acércate un poco mas Siegfried... no te haré nada..." me dice con un tono malicioso que es tan extraño en ella...

"Milady" Me acerco un poco más, no tanto quizás como a ella le hubiera gustado, pero no me atrevo a ir más allá. Pero parece suficiente porque comienza a hablar con un tono conspirador.

"Lo que te voy a pedir no es fácil, pero es plenamente necesario para el futuro de Asgard... de cumplirlo con presteza, tendrías toda mi confianza y mi favor, Siegfried de Xanten." Hilda se acomoda el cabello con una mano mientras una sonrisa se insinúa en su rostro levemente.

"Hay traidores entre nosotros..." Me dice con un tono indignado "Traidores incluso de mi propia casa" Hizo una pausa y volvió a ver mis reacciones, esta midiéndome, tratando de preveer el terreno que aborda. Doy gracias a todos mis años de instrucción marcial que me permiten estar con un rostro adusto y sin ninguna expresión.

"¿Traidores Milady?" Le digo al quedarse ella en silencio, "Serán castigados como es debido, no lo dude" aunque la noticia me parece casi increíble; si hubiera algún traidor en la orden lo habría notado... claro que siempre esta Alberich con su actitud huraña y su mirada altiva... la voz de la avatar me regresa a la realidad.

"Eso es justo lo que quería escuchar Siegfried, no podemos permitir semejante deshonra" Me sonríe ampliamente, aunque no es franca. "Así que debes de pensar muy bien como deshacerte de esa pequeña traidora entrometida antes de que haga alguna estupidez y que nadie note su desaparición".

¿Pequeña traidora? Me quedo helado ante sus palabras; en el palacio solo hay una mujer a parte de ella y la servidumbre... recuerdo a la princesa Flare corriendo espantada a su habitación unos minutos atrás, ella, ¿una traidora? Hilda debe haber notado mi turbación de alguna manera a pesar de mi rostro inmóvil pues me habla de nuevo.

"¿No estarás dudando de mi palabra, ¿O si, Siegfried?" Al decir esto se pone de pie y me encara, demasiado cerca; nunca había estado tan cerca de esa mujer tan intrigante, incluso puedo oler el perfume de sus cabellos y no puedo mas que bajar la vista al piso.

Reprimo un suspiro y las ganas de salir de ese lugar, me hago de todo el aplomo posible para responderle que no dudo de ella, pero que quizás se hubiera confundido, ya que la princesa Flare la adora por sobre todas las cosas, es su única hermana y heredera al trono al igual que ella. Sangre de su sangre, no puede estar pensando en matarla.

Siento un ardor en mi rostro, me ha abofeteado con tal rapidez que ni lo he notado hasta que su mano se retiraba de mi rostro. No es una mujer débil, eso lo sabía, pero no había imaginado cuanta era su fuerza. "¡Cómo te atreves a insinuar que me confundo! No soy la avatar de Odín por nada; si te digo que Flare es una traidora, es porque lo es y ahora; tienes dos opciones, me obedeces sin una sola réplica como lo he ordenado o..." La avatar se da la media vuelta alejándose de mi a paso veloz, puedo sentir la furia en su cosmos; Se detiene frente al ventanal. "Sabré que tu también eres uno de los traidores".

"Milady, yo no soy ningún traidor... lo sabe. Toda mi familia a servido a Asgard desde el principio de la línea de mis ancestros, le he sido fiel en todo momento" Respondí con el rostro enrojecido por la humillación ¿como podía dudar ahora de mi que no he hecho otra cosa más que adorarla desde el primer momento en que la vi? Pero tampoco puedo dejar que maten a una inocente, la princesa Flare podría ser todo, menos una traidora.

"Entonces, Siegfried, pruébalo" Me dice girándose de nuevo a verme, tiene esa misma sonrisa en el rostro; sus cambios tan drásticos de ánimo no hacen mas que confundirme; trato de pensar rápidamente qué hacer, no veo una solución al embrollo en el que estoy metido... me ha pedido que desaparezca a la princesa; podría ocultarla en algún sitio hasta que logre convencerla de que es inocente; se que se arrepentirá de esta decisión apenas regrese a la... no puedo pensar que haya perdido la cordura, es la avatar de Odín; aun así, la sensación de su mano en mi rostro me recuerda lo mucho que ha cambiado. Me inclino, no puedo discutir con ella, no ahora, mi cabeza es un mar de confusión.

Se que espera una respuesta pero yo solo quiero salir e irme a pensar lejos de ella y de todo, me muerdo los labios hasta que siento el sabor de la sangre inundando mi boca. Deseo... no, imploro porque me diga que me puedo retirar, pero eso no sucede, en cambio con un tono de hastío vuelve a hablarme. "¿Y bien?" Hilda regresa a sus paseos con pasos rápidos y seguros en el salón.

Debo responder algo y pronto; como ha dicho, solo tengo dos opciones, y ni siquiera estoy seguro de eso; no veo forma de salir bien librado de esto; si le digo que no, me matará probablemente y encontrará alguien mas que haga lo que me ha pedido a mi. En cambio si acepto, quizás pueda salvar la vida de la princesa y salvar a mi familia de la vergüenza de una humillación pública.

Me trago mis sentimientos y aparento tranquilidad "Se hará como desea, Milady" me inclino hasta casi tocar el suelo, y llevo mi mano al pecho, y espero su reacción inmóvil.

Ella solo suelta una ligera risilla de satisfacción y se me vuelve a acercar, quizás y lo que acaba de hacerme pasar es una prueba de lealtad o algo, sinceramente espero que sea así. Hilda debe reaccionar y volver a ser la misma joven que conocí de cálido cosmos. Veo los pliegues y el repulgo de sus vestidos frente a mi, sus zapatillas y la lanza que últimamente porta para todos lados, como esperando una emboscada.

"No pierdas tiempo, debe ser algo totalmente discreto y efectivo." Su mano esta ahora frente a mi vista, en señal de que puedo ponerme de pie, un anillo dorado que no había notado antes refulge en su dedo demasiado llamativo para su gusto de siempre. No me animo a levantarme a pesar de la señal, ella esta demasiado cerca de nuevo y aun puedo escuchar esa risa por sobre mi cabeza. No era una prueba, hablaba en serio.

Cierro los ojos un segundo para darme valor y no queriendo contrariarla más y arruinar el plan que estoy trazando para complacer a la avatar y no mancharme las manos con sangre inocente; me levanto prestamente, deseando que me deje partir. Tengo tanto que hacer y tan poco tiempo; lo único que esta a mi favor es que todas sus atenciones estarán dentro de poco enfocadas en la misión de Syd.

"Ve, Siegfried de Xanten, no escatimes en gastos y esfuerzos para cumplir tu cometido; estaré muy complacida cuando termines esta misión" al decir esto pasa su mano por el área en mi rostro que aun arde por el golpe, me sonríe con una mirada de triunfo mal disimulado para después girarse y volver a su trono como si solo hubiéramos hablado del clima. Mi rostro está encendido, todo ha sido demasiado extraño, casi irreal.

Hago una ultima reverencia antes de salir a paso veloz de ese lugar, necesito aire fresco para poder pensar con la mente despejada, todo ha sido demasiado para mi. Quizás otros como Alberich o Phenril no tendrían ningún reparo en acabar con la otra princesa cumpliendo las ordenes para complacer a Hilda. En el fondo debo agradecer que la misión me la haya encomendado a mí.

Me abro paso hasta el patio interior del palacio, esperando que el viento y la nieve logren distraerme unos segundos. Agradezco que este vacío por completo. Aspiro el aire helado y me paso una mano por el rostro; espero que no quede una marca; lo que menos necesito es preguntas que no pueda contestar. No se si me ha dolido mas el golpe o el orgullo; pero sin duda su caricia es lo que mas me ha perturbado; ni siquiera deseo pensar si ha querido insinuar algo, ¿acaso pensará que siento algo por ella? ¿Habrá notado algo en mi actitud? tomo algo de nieve de la banca mas próxima y la coloco en mi mejilla; debo dejar de pensar en eso y concentrarme en lo que haré ahora.

Supongo que lo mejor es hablar con la princesa Flare de todo el asunto ella ya ha acudido a mi en el pasado y en los últimos días con sus tribulaciones, sabrá entenderme. Si actuamos en conjunto podremos hacer de todo este asunto algo mínimo hasta que las cosas se hayan calmado. Pero debo de verla sin levantar sospechas de Hilda quien debe de tenerme muy vigilado por todo lo que he dudado.

Repaso en mi mente las actividades del día; sé que Hagen acompaña a la princesa al jardín todos los días antes de la cena; solo debo encontrar un pretexto para ver a Hagen precisamente a esa hora; de preferencia que me encargue el cuidado de la princesa y así poder estar con ella unos minutos sin levantar sospecha... Debe haber algo que lo aleje de Flare, por difícil que eso parezca; nunca la pierde de vista por demasiado tiempo.

Eso o solo me queda esperar a que la princesa acuda a mi nuevamente, aunque lo dudo por la manera tan brusca con que le respondí la ultima vez. Cierro los ojos con pesadez, todo es tan reciente que no encuentro la salida, no encuentro la solución más viable... quizás debería de concentrarme en mis deberes un rato esperando encontrar y estructurar un buen plan.

Al menos espero que la nieve haya borrado la marca; aun así eché mi cabello hacia el frente para cubrir mi mejilla por si acaso y caminé por el pasillo a paso veloz para reintegrarme a mis actividades; a la noche estoy seguro que las cosas se verán con mas claridad y podré idear la manera de salir de este aprieto... ¿qué podría haber cambiado así a Milady Hilda? Desearía que volviera a ser la de antes.

Para el final del día mi mente aun seguía embotada y confusa, completamente; no sabía que debía hacer, no tenía a nadie a quien preguntar; ¿que podría hacer? Supuse que lo primero sería sacar a la princesa de Asgard... solo para no ponerla en riesgo y al mismo tiempo para no desobedecer las órdenes de Hilda.

Un guardia casi me hace saltar; tenía un recado para mí de la Avatar. En otra ocasión habría estado feliz de recibirlo, pero ahora, que me llamaba a esas horas de la noche a su presencia solo quería ocultarme en algun lado. No me apresuré al salón del trono sino que me tomé unos minutos para terminar mis actividades mientras ponía mis ideas en orden.

Me sentía como el cazador de un cuento de hadas que tenía la encomienda de matar a la bella princesa por celos de la malvada madrastra. Solo tomé aire para tomar fuerzas y aguantar lo que viniera.

Traté de calmarme mientras caminaba por los pasillos hacia el salón. Pero el salón estaba vacío cuando llegué; "¿Dónde esta la avatar?" pregunté algo desconcertado al guardia que cuidaba la puerta. "Dijo que tardabas, que iría a su habitación... parecía algo molesta" El guardia tenía cara de... miedo.

Nunca iba a su habitación más que en caso de emergencia, en otras circunstancias me hubiera sentido halagado, pero no esta vez. Caminé con paso rápido hasta su habitación y toque quedamente esperando que estuviera dormida.