Los personajes y etc. no me pertenecen. A que no se la esperaban.
Tiempo
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—¡Pues aún sigues siendo un mocoso!
La voz de Kero resonó por lo que pareció ser toda la escuela, estridente como era, y a máximo volumen. Sakura se apuró a tomarlo del cogote, esconderlo en su maleta y mirar hacia todos lados buscando oídos atrevidos e indiscretos. Por suerte, nadie parecía escuchar la tremenda disputa entre Kero y Syaoran, todos los alumnos de la escuela parecían ocupados en otras cosas. Y menos mal. Sakura no estaba segura de qué haría si alguien los descubría.
—¡Suéltame, Sakura! ¡Sakura! —Kero seguía gritando, aún desde el bolso de ella, y con voz ahogada.
—¡Vas a meterme en problemas, Kero!
Syaoran seguía frunciendo el ceño, y ahora también estaba cruzado de brazos. Observaba la mancha amarilla que era Kero entre los brazos de Sakura, que aún intentaba ocultarlo de la vista. Pero, al final, él ganó la batalla. Sakura simplemente lo dejó libre. El guardián de las cartas Clow salió de la maleta de la chica y la miró con gesto enfurruñado.
—No había necesidad de sostenerme así, Sakura.
La chica le sonrió con cansancio. Sí, había mucha necesidad. Si seguía chillando como lo estaba haciendo hasta el momento, todo Tomoeda se enteraría de su existencia. Y eso iba a traer mucho escándalo. ¿Cómo lo explicaría luego a todo el mundo?
—Ya veo que te has callado de una vez, mocoso —volvió a hablar luego. Sakura una vez más miró el cielo en busca de algo que le ayudara en aquella ocasión. ¿O acaso podría usar alguna carta que...? Mm...
—Ya me cansé de hablar contigo —sentenció Syaoran con voz ruda mirando hacia otro lado.
—Entonces no vuelvas a insinuar que eres mejor que Sakura —exclamó, con los ojos encendidos en llamas—. ¡Mocoso!
—¡No puedes hablarme así! ¡Eres un peluche! ¡Los peluches no...!
—¡Mocoso malcriado! ¡Y para nada bueno Card Captor!
—No de nuevo...
Syaoran y Kero una vez más comenzaron a discutir a los gritos y diciéndose una y otra vez que eran mocosos y peluches intercalando estos «insultos» con algunas frases como «Por si no te has dado cuenta, yo no tengo ninguna ayuda, y tú andas ahí intentando... ¡Cállate y déjame terminar», «¡Sakura lo ha hecho todo por ella sola, mocoso! Es un gran y valerosa niña, y una excelente, mucho mejor que tú, Card Captor». Y, no lo olviden: «Peluche», «Mocoso». Sakura no estaba muy segura de que en realidad fueran eso, pero bien podría ser.
—Parece que adoran pelearse, ¿no crees? —le sonrió Tomoyo a su amiga. Sakura le sonrió de vuelta. Mejor tomarse eso con una pizca de humor, porque la tarde prometía ser muy larga.
Y, en primer lugar, no sabía porqué razón o excusa Kero se había metido en su maleta y acompañado a la escuela. ¡Si no había ninguna presencia de alguna Carta Clow cerca! Más bien, parecía que solo lo había hecho para armar jaleo. Ay, la iba a meter en muchos problemas...
—¡TIEMPO!
De repente el mundo alrededor se paralizó. Los colores se volvieron más tenues, como si estuvieran bajo el efecto de un color sepia. Sakura observó alrededor y vio que Tomoyo había alzado su cámara para grabar la disputa entre sus amigos, pero aún no había llegado a encenderla. Kero flotaba en el aire cerca de ella y tenía la boca abierta de par en par. Unos pasos más allá, Syaoran la observaba con el ceño fruncido, y su espada (¿de dónde diablos la había sacado?) en una de sus manos.¡Oh!, y desde ahí, con el tiempo detenido, podía observar a Meiling en una carrera descontrolada para llegar donde ellos estaban (y seguramente participar de la disputa).
Bueno, sin duda, Syaoran había usado el efecto de la Carta Clow Tiempo (de hecho, ¿había cabido alguna duda, incluso si no gritaba «¡Tiempo!»? ), pero Sakura se preguntó vagamente por qué (¿y por qué la había incluido a ella?). Le observó con la pregunta vibrando en sus ojos verdes y esperó una respuesta sin abrir la boca.
—Estoy harto de pelear con Kero —respondió con simplicidad él. Sakura le sonrió. Bueno, eso era una muy buena razón por la cual detener el tiempo, sobre todo si uno estaba tan harto de la voz chillona del guardián (¡ella lo quería mucho, pero una cosa no quitaba la otra!).
—De todos modos, esto durará nada, ¿no lo crees?
Syaoran se encogió de hombros. Era una buena manera de escapar de ese tipo de asuntos, aunque sea unos segundos. Y respirar hondo. No esperó que Sakura también estuviera afectada, eso sí. Le dirigió una mirada de reojo. Lo cierto es que, si Sakura estaba afectada, era porque él había querido. Así que su subconsciente tenía la culpa. Él ni siquiera había pensando en dejar a Sakura fuera del efecto de Tiempo en primer lugar.
Pero estaba hecho. Así que se acercó unos pasos hacia donde estaban ella y Kero (que, en verdad, no estaban tan lejos) y, cuando estuvo cara a cara con el gritón Kerberos, le sacó la lengua. ¡Ahí tenía, el peluche maleducado!
—No esperaba esa reacción —rió Sakura. Las voces salían distorsionadas por el uso de la carta del Tiempo, y la risa parecía congelarse, alargarse, estirarse por todo el recinto. Parecía que sonaba muchas veces en los oídos de Syaoran, y el chico, como siempre, se sonrojó sin poder evitarlo.
Sakura causaba eso en él, últimamente todo el tiempo. Cuando la veía y ella no lo veía a él. Cuando sonreía. Cuando lloraba (y le preocupaba tanto...). Cuando le veía... cuando le veía especialmente. Cuando los ojos verdes de Sakura se clavaba en los oscuros de él, le hacía trizas. Si sonreía, ya no sabía qué hacer con él. Era peor que el efecto de Yukito (y eso que Yukito hacía estragos).
Lo había estado pensando más o menos bastante, todo el asunto. Había estado ejercitando el control que tenía sobre la carta del Tiempo para esos viajes de meditación (ustedes no saben lo que significaba vivir con Meiling, además de tortas quemadas todos los días) y, si bien la carta le consumía la energía, ahora lo lograba con mucha mayor naturalidad. Así que podía estarse de pie, mirar a Sakura a los ojos y decirle lo insoportable que era Kero.
Y tal vez alguna otra cosa.
Si se animaba hoy.
O podría intentarlo otro día.
Oh, así que fue por eso... Subconsciente traicionero.
—¿Estás bien, Li?
Sakura lo observaba (¡ahí estaban los efectos!) y su rostro era todo confusión o preocupación (oh, no sabía qué era peor). Syaoran asintió con la cabeza enérgicamente mientras intentaba alejar el rubor de sus mejillas. Podría decírselo ahora. ¿Cuándo tendría otra oportunidad? Si pensaba que podría controlar el tiempo en otra ocasión, la valentía se iría de él. Y, sin usar a Tiempo, sería imposible. Kero estaba siempre presente. Tomoyo parecía pegada al zapato de Sakura. Meiling, por desgracia o fortuna, era su sombra. (De hecho, qué extraño era que no estuviera ahí defendiéndolo de Kero...)
—No es nada —se apresuró a agregar. Sakura pensó que tal vez ese letargo en los movimientos y respuestas del chico era porque la carta consumía sus energías, y se preocupó otro poco.
—¿No crees que deberías dejar de usar la carta, Li? Ya luces cansado.
—¡No! Aún no. Tengo algo...
Algo que decirte. Díselo, grandísimo idiota.
Oh, sí, qué fácil era pensar eso. ¿Qué le diría? No, mira, detuve el tiempo para decirlo lo bonita que te ves. Ya sabes, uno nunca tiene el tiempo suficiente para decir esa clase de cosas.
¡NO! Nunca le diría algo así a nadie, menos a Sakura. Porque... bueno, era cierto, pero él no se atrevía. No y punto.
Se miró la punta de los pies, luego miró a Sakura, luego volvió a enfocarse en sus pies. Se balanceó atrás y adelante. Miró el cielo. Entonces Sakura también miró la punta de los pies de Syaoran, luego miró hacia atrás de ella, luego los pies de Syaoran de nuevo, miró al cielo. Y nada sucedió.
—No entiendo. ¿Es algún tipo de mensaje en código? —El rostro de Sakura denotaba preocupación.— Estamos solos aquí, Li, dímelo.
¿DÍMELO? ¿Ella SABÍA?
Oh... oh, empezaría a correr en círculos. Sin dudas.
Sus mejillas otras vez adoptaron el color de tomates maduros. El tiempo parecía transcurrir muy lentamente... esperen un segundo, ¡el tiempo estaba detenido! ¡Ni siquiera con eso contaba!
—¿Li?
No podía saber, no realmente, ¿o si? Además, ¡ella estaba enamorada de Yukito! Por desgracia... y, sabiendo eso, jamás se atrevería. Sakura le rechazaría total y llanamente. Tendría que tirarle las Cartas Clow que había recolectado en la cara y luego salir corriendo y tomarse el primer avión a Hong Kong. Y luego, ¿quién soportaría a su madre?
—No, no es nada, Sakura.
—¿Estás seguro?
—Es una tontería —se resignó—. Creo que debería volver todo a la normalidad.
Sakura le tomó del brazo (¡vaya, así de cerca estaban! ¿Cómo no se había percatado...? Claro que se había percatado, que tonto era). Los ojos verdes refulgían, brillaban bajo la luz del paralizado sol. Oh, las mejillas de Syaoran ardían. Ardían. En serio. Literalmente, él estaba empezando a pensar que estaban en llamas.
—Si hay algo que necesites, Li, sabes que puedes confiar en mi.
Syaoran intentó sonreír y asintió con la cabeza.
—Tenemos un poquito más de tiempo —le dijo Sakura con una sonrisa. Luego le soltó el brazo, porque supuso que el tiempo que había pasado (¿o que no había pasado?) había hecho del agarre algo... incómodo.
Y Syaoran, incapaz de usar palabras (porque, por todo lo que es santo, él no era nada bueno con las palabras), inclinó el cuerpo hacia adelante y estampó su boca contra la de Sakura. Ahora sí, sus mejillas estaban en llamas. No cerró los ojos, podía ver con facilidad las orbes de Sakura abrirse con sorpresa. Luego él cerró los suyos con fuerza, incapaz de ver el rechazo. Y cuando sintió que ya no podía respirar más, dio un paso atrás y separó sus rostros.
El corazón le latía fuera del cuerpo. Estaba completamente seguro que violaba todas las leyes de la naturaleza, con el corazón fuera y las mejillas en llamas, y el calor que sentía, seguramente volaba de la fiebre... ya no estaba muy seguro. De lo único que estaba verdaderamente seguro eran de unas pocas cosas. Para empezar, que había besado a Sakura Kinomoto por fin. También sabía que se estaba muriendo de la vergüenza y el miedo de la reacción de ella.
Y otra cosa de la que estaba seguro es que la sensación de besar los labios de Sakura era muy dulce. Que ella era muy cálida. Y que podría hacerlo otra vez. En serio. Muchas veces más si la valentía se lo permitía.
Cuando finalmente se animó a levantar la vista, se dio cuenta de que Sakura aún seguía en su lugar. De que las mejillas de ellas también estaban coloradas y que lo observaba aún con sorpresa, curiosidad, o... no sabía qué era eso en sus ojos.
—Li... yo... tú...
Syaoran negó con la cabeza y dio varios pasos atrás, hasta que casi recuperó la distancia inicial entre ellos. Observó alrededor, entre que Sakura era todo un lío de sentimientos y sensaciones, y finalmente dejó de usar el efecto de la carta. Todo volvió a la vida. Los ruidos de la escuela, los chillidos de Kero, el ruidito casi imperceptible de la cámara de Tomoyo al encenderse y finalmente grabar.
Y pudo grabar a Syaoran muy incómodo, cansado, mirando a Kero como si en verdad no estuviera ahí (¡es que no le importaba en absoluto!). Kerberos de repente calló (aunque debo decir que, en su humilde opinión, estaba en lo mejor de lo mejorcito) y lo observó con el ceño fruncido.
—Usar la carta como lo hiciste demuestra que eres un mocoso muy maleducado.
Syaoran observó a otro lado. El rojo no abandonaba sus mejillas. No iba a hacerlo por los siguientes dos siglos, en cálculos hechos por él mismo. Tendría que acostumbrarse a vivir así.
Sakura seguía plantada en su lugar, ahora muy aturdida. Como el tiempo había vuelto a trascurrir, se sentía fuera de lugar. Todo estaba lleno de vida, todo en movimiento, y ella se sentía tan... plantada en su lugar. ¡Nunca le había pasado algo así! Cambió una mirada con Syaoran y enrojeció hasta la raíz del pelo. Después se concentró en sus zapatos. ¡Qué lindos estaban!
Tomoyo se percató enseguida de que Syaoran estaba, no solo ruborizado, sino también cansado. Luego miró a Sakura y la observó tan perturbada (¡y hermosa!) y tan quieta en su lugar, sin mirar ni una sola vez hacia Syaoran... entonces...
—¿Es que Syaoran usó en verdad la carta, Kero?
En ese momento, Meiling por fin llegó hasta ellos y se colgó del cuello de su primo hasta casi asfixiarlo. Y eso les dio un respiro a los dos (figurativamente hablando, porque Syaoran ya comenzaba a extrañar el aire). Sakura suspiró y miró el cielo, e intentó pensar en otra cosa para recuperar la normal circulación de su sangre. Como Syaoran estaba ocupado intentando sacarse a Meiling de encima (que en ese momento le reclamaba qué hacía con ellos, y dónde había estado, y cuántas cosas más), tenía tiempo para observarlo de reojo.
¡Syaoran Li la había besado! ¡A ella! No eran enemigos declarados, pero... nunca pensó...
—Claro, tú no lo notaste, Tomoyo —sonrió Kero con suficiencia. Sakura pensó «¡Vaya, el mundo sigue a pesar de mis pensamientos!». Kerberos luego se cruzó de brazos y juntó las plantas de las patas traseras—. El mocoso utilizó la carta Tiempo, por eso está tan cansado. Vaya a saber qué hacía mientras me congelaba así. ¡Seguramente pensando qué decirme...!
Kero siguió un largo rato con el mismo asunto y Tomoyo le sonrió con calma. Kero era divertido, pero no era su conversación lo que le interesaba en ese momento. Observó a Syaoran deshacerse finalmente del abrazo de Meiling. Estaba completamente colorado, pero Tomoyo estaba casi completamente segura de que no era por el agarre de su prima (¡si eso era de todos los días!). Lo que es más, creía que tenía mucho más que ver con su querida Sakura.
Sonrió sin poder evitarlo. ¡Ellos dos eran unos tontos! Y luego observó a su amiga, aún roja como un tomate y mirando a Syaoran con interés, con... oh, ese brillo en sus ojos. ¡Estaba tan bella! No pudo evitar grabarla, no en realidad. Se lamentó mucho de no haber encendido su cámara tan solo un momento antes. ¡Entonces, tal vez, podría enterarse de qué pasó en esa milésima de segundo en donde detuvieron el tiempo! Porque seguro algo pasó...
—¡Tomoyo! —exclamó Sakura mirándola con una sonrisa—. ¿Qué grabas?
Tomoyo apuntó a otro lado, se acercó a su amiga, le miró con fervor a los ojos y le susurró:
—¡A ustedes!
Syaoran, del otro lado y por fin fuera del agarre de Meiling, observó con recelo hacia las chicas. Cuando su mirada chocó contra la de Sakura, volvió a ponerse muy nervioso, y con eso, logró alejarse del todo de su prima, que seguía reclamándole cosas (que su mente no llegaba a procesar, ni llegaría hasta que no se sacara a Sakura y el beso de la cabeza).
—Nos vemos luego, Daidōji —saludó al pasar por su lado. Meiling no se tardó en correr detrás de su amado y tomarle del brazo. Syaoran miró a Sakura a los ojos e inclinó la cabeza—. Kinomoto.
—No-nos vemos luego.
El chico no pudo evitar frenarse en su lugar y quedarse mirándola. Kero se movió hacia el hombro de Tomoyo e intercambió una mirada con la muchacha, pensando «¿Es que me perdí de algo?»; Tomoyo pensaba algo como «¡Me perdí de todo!», y se preguntó si acaso lograría sonsacarle algo a Sakura.
—¿Qué es lo que ocurre, Syaoran? —rugió Meiling, mirando a Sakura, luego a su prometido, luego a Sakura de nuevo—. ¿Qué ocurre con Kinomoto?
—Yo... nada, en realidad —suspiró el joven. Negó con la cabeza dos veces y se dispuso a avanzar. No estaba seguro de querer saber qué opinaba Sakura de lo que había hecho. La verdad sea dicha, tenía terror de saber. No era tan valiente.
Cuando dio un paso adelante con Meiling aún con rostro de «¿Quéeee ocurrió? ¡Dímelo, dímelo, dímelo!», Sakura le frenó el caminar tomándole del brazo. Era la segunda vez que le tomaba del brazo en el día y le sorprendía tanto como la primera vez. Se giró a verla con el rostro lívido, temiendo cualquier cosa que dijera. (Y pensando que hace solo un momento le había besado.)
—¡Ah! —¿Y ahora qué diría exactamente? Le sonrió con nerviosismo, miró su mano, la que sostenía su brazo, y luego otra vez los ojos marrones. Luego lo soltó. Como si su tacto quemara como el infierno.— Ya nos veremos luego, Li.
Le dedicó una sincera sonrisa y dio un paso atrás. Syaoran volvió a sonrojarse (¡es que en serio no podía evitarlo!) y luego asintió. Y también le sonrió. Solo que no lo recordaría. Porque nunca se creyó capaz de sonreír de verdad, y no se daba cuenta cuando le sonreía a ella. Que era más seguido de lo esperado.
—Sí, en algún otro momento.
Tomoyo se derritió en su lugar. Casi literalmente. Le salían corazones por los ojos e intentaba no perderse de grabar nada. Kero ahora fruncía el ceño. No sabía porqué, pero estaba mal que el mocoso tuviera ese tipo de relación con Sakura. Meiling creyó percibir algo que no le gustó entre ellos dos y tiró de Syaoran para ir a su casa de una vez. Sakura se encontró de repente sonriendo, mirándolos marcharse. Ni siquiera pensó en el resto de la gente alrededor. Ni siquiera en Yukito.
Solo podía pensar en que Syaoran Li, quien en principio se declaró como un enemigo, había detenido el tiempo con una Carta Clow, ¡y la había besado!
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Nota:
¡Es la primera vez que escribo para este fandom! Así que voy a intentar no morir. También es la primera vez que veo Sakura Card Captor. Apenas llegué al Juicio Final, así que nada de spoilers. -?- Y, obviamente, el relato se ubica antes de que Sakura quedara como dueña de las cartas.
Espero que lo hayan disfrutado :) Si tienen algo que decirme, pueden dejar su review.
¡Saludos!
Mor.
