Encuentros

Por Lovely Flower


Hola a todas!! Aquí estoy de nuevo con la dosis de Royai necesaria . Les explico: serán una serie de drabbles sobre los encuentros íntimos entre Roy y Riza desde el primero hasta lo que la imaginación me aguante.

Más que claro que habrá lemon, de todo tipo… algunos pueden ser muy tiernos y otros mas fuertes. Trataré de poner una advertencia en cada uno de ellos.

Ya… las dejo… disfruten el primero.


Descontrol

Hacía unos cuatro años que Roy Mustang había llegado a Ciudad del Este en busca de un alquimista de apellido Hawkeye. En ese entonces, el jovencito contaba con solo 15 años de edad y un ímpetu indomable con tal de lograr su objetivo: aprender alquimia.

El maestro Hawkeye había sido difícil de convencer, pero pudo más la insistencia del adolescente, por lo que después de muchos ruegos, conversaciones y hasta uno que otro insulto finalmente el alquimista había accedido a ser su maestro y acogerlo en su hogar por el tiempo que fuera necesario.

Se instaló allí durante el verano de 1901, dispuesto a quedarse allí hasta ser el mejor alquimista de la flama. Una vez en el lugar, reparó en un detalle que había pasado por alto: Hawkeye tenía una hija. No pensaba encontrarse con aquella sorpresa, porque ignoraba que el hombre hubiera estado casado y mucho menos intuyó que criaba solo a una niña de no mas de 12 años.

La pequeña se llamaba Riza. Tenía el cabello rubio, unos grandes ojos rojizos y aun su cuerpo y rostro tenían rasgos infantiles. Al parecer la presencia de Roy no le incomodaba y al joven Mustang no le llamó mayormente la atención. Era solo una niña inofensiva e inocente que esperaba no interfiriera en su aprendizaje alquímico.

Fue cuando Roy enteró los 19 que aquella niña dejó de parecerle tan ajena.
Es que con poco menos de 16 años, y a pesar de llevar ahora el cabello corto como un varón, su rostro se había torneado más femenino, sus ojos soltaban un brillo especial, sus labios se habían engrosado, su antes famélico cuerpo se había vuelto más curvilíneo y resaltaba el contorno de un insipiente busto y una cintura tan estrecha que estaba seguro podría rodear con un solo brazo.

Esa pequeña niña rubia se había vuelto mujer. Y era condenadamente hermosa.

"Muchacho, ¿podrías repetir lo que acabo de decirte?" fue Hawkeye quien lo sacó de sus cavilaciones.

"No, maestro, lo siento" Roy admitió sonrojado. Por suerte el mayor no tenía idea ni intuía en que estaba pensando en ese momento. De haberlo hecho, lo habría matado a golpes.

Aquel día fue mas caluroso que de costumbre, así que una vez terminadas las clases con el maestro, Roy se dirigió a su habitación a buscar una toalla y bajar a darse una ducha fría.

Las habitaciones estaban en la segunda planta, a continuación de la escalera. El pelinegro ocupaba una habitación al fondo el pasillo, mientras que Riza y su padre tenían sus habitaciones a un costado.

Mientras subía la escala oyó a su maestro gritarle que iría al pueblo a comprar víveres, así que estaría solo en la casa. Se percató de que se había equivocado cuando al pasar por fuera de la habitación de Riza la oyó tararear una canción. La puerta estaba entreabierta y no pudo evitar observarla.

Lo que vio fue, por lo menos, perturbador.

Al parecer la rubia había tenido la misma idea que él y se había dado una ducha. Se había puesto sólo la ropa interior y paseaba tranquila por la habitación mientras se secaba el cabello con una toalla.

Si el jovencito ya sentía calor, este se duplicó ante la vista de la casi desnuda hija de su maestro. No quería mirar, de veras, pero estaba como hechizado y no era capaz de mover ni un solo músculo. No supo cuanto tiempo pasó así de embelesado, extasiado hasta que fue interrumpido al descubrir una extraña estrechez en el pantalón.

'Demonios' masculló al dirigir la mirada a su entrepierna. '¿Porqué diablos no puedo dejar de mirarla?'

En ese momento Riza notó que estaba siendo observada por el aprendiz de su padre. Volteó a mirarlo con el ceño levemente fruncido "Si quieres hablar conmigo, deberías tocar primero"

La frase devolvió a Roy a la realidad. Riza lo había descubierto y lo miraba inquisidoramente.

"Lo siento mucho, Riza… es que yo… iba a mi pieza… tu padre no está… yo te oí cantar… vi la puerta abierta… no quise mirar, bueno sí, pero… es decir…"

La chiquilla sonrió ante el nerviosismo de Roy. Él se calló instantáneamente. Al parecer la rubia se lo había tomado con humor y no le molestaba en absoluto que él la hubiera estado observando.

"Está bien… no importa" agregó ella mientras se ponía un vestido que estaba sobre su cama. "Yo también tengo algo de culpa en esto…no debería provocarte. Lo siento"

Eso había sido extraño. ¿Riza estaba reconociendo que lo provocaba?.

Entonces… cuando se paseaba por la casa en ropa ligera, cuando le sonreía dulcemente cada vez que cruzaban miradas, cuando se sentaba a observarlo a él y su padre practicando alquimia y cuando les ofrecía un vaso de jugo luego de las calurosas tardes de verano y, casualmente, le rozaba las manos al entregarle el vaso… ¿todo era intencional?

"Mi padre me ha dicho que ya no soy una niña, que debo cuidar mas mis modales y lo que hago cuando haya algún hombre cerca pero…"

La rubia seguía hablando, pero Roy nunca llegó a entender nada de lo que ella dijo. De un par de zancadas acortó la distancia entre ambos, la alzó de la cintura y la acalló con un beso.

Se había vuelto loco, completamente demente… quien sabe si por el calor que hacía, o porque tanto estudiar alquimia y hacer experimentos con componentes extraños ya le había dañado el cerebro. Cualquier pensamiento cuerdo quedó en el olvido cuanto sintió que la jovencita le respondía la caricia y subía sus manos a su pecho.

El ojinegro olvidó cualquier reparo anterior que hubiese tenido y tomando a la rubia de los muslos la llevó hasta la cama y se acomodaron en ella. Le sorprendió su propia desvergüenza.

Las manos de Riza comenzaron a desabotonarle la camisa. En ese momento ella tampoco comprendía como había terminado en semejante situación: en su pieza, en su cama, con Roy Mustang besándola como si en eso se le fuera la vida. Tal vez después se arrepentiría… por ahora, prefería seguir sus impulsos y dejarse querer por el pelinegro muchacho. Ya habría tiempo para dimitir después.

Roy ayudó a Riza a quitarse el vestido recién puesto, sin dejar por un segundo de besarla. Acto seguido terminó de quitarse la camisa y se bajó la cremallera del pantalón… necesitaba liberar la presión en su bragadura. Sentía calientes las mejillas y sudaba frío, la expectativa de lo que vendría era excitante. Deslizó sus manos por las largas piernas de la joven hasta sus bragas y las quitó con suavidad. Hizo lo mismo con el corpiño de ella y finalmente con sus propios pantaloncillos.

Ambos temblaban ante la escena. Los dos jóvenes, completamente desnudos, respirando agitadamente.

"Yo…" la menor intentó decir algo, Roy se adelantó y la besó con suavidad.

"Tranquila… lo sé. Yo tampoco"

Era el momento. Mustang le separó las piernas a Riza, se acomodó entre ellas y subió a su boca para besarla. Sujetándola de las nalgas empujó dentro de ella con suavidad, lo que menos quería era lastimar a la joven. Ella lo abrazó con fuerza, mientras luchaba contra el gemido y las lágrimas que amenazaban con salir. Roy lo notó y se detuvo para darle una tregua, luego de unos momentos ella lo miró con determinación y le dio pase para continuar.

Comenzaron un ritmo. El pelinegro vigilaba con cuidado la expresión de la mujer bajo sus atenciones, la embestía con fuerza dejando escapar sonoros gemidos. Riza le arañaba la espalda ante la oleada de sensaciones que la invadía. Finalmente, ella sintió a Roy tensarse entre sus brazos, y un calor indescriptible la llenó en lo más profundo de su ser. Se quedaron un rato así, acariciándose mientras se normalizaban sus respiraciones.

El varón salió de su interior y depositó un beso en la frente de la rubia. Ella lo observó, todavía con los ojos húmedos, le acarició el rostro y le revolvió el negro cabello ligeramente mojado por el sudor. Él se sentó en la cama y se llevó las manos al rostro preocupado… la culpa por lo que había hecho se hizo presente. Riza acomodó a su lado, recostando su cabeza en el pecho masculino.

"Lo siento, lo siento, lo siento…" murmuraba el muchacho mientras le acariciaba el cabello. "Dios… ¡tu padre me matará! No eres mas que una niña, y yo… soy un maldito idiota impulsivo"

"¿Te arrepientes?" la pregunta de la joven fue concisa. La respuesta la tenía clara.

"Claro que no, pero…"

"Shhh" Riza le pidió mientras le tocaba los labios "Entonces no hay nada más que pensar…"

Mustang se sorprendió de ver a la joven tan tranquila en sus brazos. Aquel rubio ángel le había entregado un precioso regalo, no se olvidaría de eso jamás. Sucumbió ante la tranquilidad del momento y se dejó llevar por la sensación de haber vivido algo maravilloso, limitándose a disfrutar de ese oasis de paz, amor y entrega.

Un poco después, la rubia se quedó profundamente dormida. Roy la acomodó en la cama antes de irse a su habitación. Tenía mucho en que pensar.

Cuando el maestro Hawkeye regresó, encontró a su hija dormida con una sonrisa en el rostro, y a Roy también durmiendo con una expresión de satisfacción, como quien ha cumplido su mayor deseo y disfruta del triunfo.

Una idea insana rondó la cabeza del hombre… ¿¿sería que su pequeña hija y ese mequetrefe de Roy estaban…?? El hombre sacudió la cabeza, alejando esos pensamientos. No… su hija todavía era una niña y Mustang había demostrado ser un joven correcto durante todos los años que llevaba en medio de su familia.

Por suerte para Roy y Riza, Hawkeye había resultado ser bastante despistado después de todo… No reparó en que su hija estaba durmiendo desnuda, ni que en el piso de su habitación estaban desparramados todos los ropajes de ella y de su joven aprendiz.

-...-...-...-...-...-...-...-


Fin! Ojalá les haya gustando a todos :)

Ya tengo una idea para dos mas… en estos días las escribo y las subo.

Cariños para todas!!

Las quiere, Lovely Flower

Terminado el 06/09/2008 y subido al instante.