Disclamer: Akira Amano es te best creadors, yo solo lo uso para hacer que se foshen entre si.
Alertas: Lynnette con historia nueeevaaa nufufufufu.
Aclaraciones:
-Hablan los personajes-
-piensan los personajes-
Beta: La mejor de las mejores, la que evita que mi cabeza salga rodando..y la que le dio nombre a este fanfic! (hubieran visto los que se me ocurrieron a mi JAJA) –sonido de tambores- 19´Mika-chan´91!
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La noche era apacible, los guardias custodiaban con tranquilidad la Gran muralla Vongola, hasta que un cuerpo cayo desde el cielo, el guardia se alarmo y corro a gritar la alerta y tan pronto el primer fuego se encendió, el guardia se giró a mirar altaneramente al hombre que se paraba delante suyo con pose espeluznante.
-Ahora todo Vongola sabe que estas aquí -espeto con fiereza.
-Perfecto –murmuro el hombre de cuerpo vendado y un sombrero de copa negro encima destruyendo la bandera con sus manos.
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El emperador Timoteo tenía una expresión regia y el más grande de sus Generales se adentró con urgencia seguido de dos de sus guardias.
-Majestad, Vindicare ha traspasado la muralla norte –dijo con voz grave el General Ricardo mirando a los ojos de su gobernante- ordenare a mis soldados proteger el castillo.
-No, las tropas protegerán al pueblo–decreto el hombre levantándose del trono- llego el momento de reclutar a cada hombre posible en el reino.
-pero su alteza…-refuto el hombre.
-es una orden –decreto y Ricardo asintió.
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Un joven de larga cabellera castaña dormitaba hasta que escucho al gallo cantar y se levantó de un salto con un chillido poco masculino abriendo grandemente sus ojos caramelo.
-¡HIIIIII es tarde! –grito frenéticamente y corría hacia la cocina, donde encontró a su perro durmiendo a pata suelta – ¡Ryohei! ¡Ryohei, despierta! Es hora de alimentar a las gallinas – y sonriente le ato una bolsa de comida atrás y en frente un bambú con un hueso.
El gran perro blanco ladro alegremente antes de lanzarse hacia adelante destruyendo cosas a su paso y asustando a los animales hasta llegar al templo donde rodeo al hombre que se encontraba rezando.
-Oh grandes ancestros, por favor ayuden a Tsunayoshi… -suplicaba el elegante y honorable hombre de cabellos índigo peinados de manera extravagante, en forma de piña y terminando en una coleta larga.
-¡Padre! –chillo el joven muchacho esquivando al entusiasta perro que siguió corriendo de forma extrema, Tsunayoshi tropezó y la taza se le cayó, pero el padre pudo salvar la tetera con un movimiento experto de su bastón.
-Tsunayoshi… hijo, ya deberías de estar en la ciudad –murmuro el angustiado padre.
-Traje otra taza, no lo olvides tres tazas de mañana y tres a la noche –cito el castaño con una cálida sonrisa a su padre.
-Está bien, está bien, pero hijo debes de ir a proteger…-se vio interrumpido cuando su hijo hablo.
-…el honor de la familia, si padre, no te preocupes –hablo con una suave voz mientras corría a prepararse y tropezaba con un muchacho de completamente igual a su padre, pero muchos años más joven – ¡Mukuro-oniisan! ¡Deberías de estar descansando! ¡Estas herido! –se quejó el muchacho parando de golpe.
-y tu deberías de estar buscando esposo kufufufu, debes ir ahora hermanito –apremio el muchacho de cabello índigo sonriéndole de manera burlona a su hermano menor.
-Hablo en serio, pervertido, ve a acostarte –murmuro el menor con un puchero, pero apresurándose hacia el establo donde se subió expertamente a su precioso corcel de pelaje plateado e impresionantes ojos verdes, que reclino con emoción – Vamos Hayato-chan, ¡donde el casamentero! –rio Tsuna con sus ojos caramelo brillando emocionados.
Padre e hijo observaron al doncel partir y se miraron fijamente mientras que las gallinas revoloteaban a su alrededor.
-….orare contigo padre –murmuro Mukuro entrando al templo con expresión resignada y sosteniéndose el costado herido. El padre lo siguió poco después.
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-Tu hijo aun no llega Giotto -inquirió un pelirrojo con tatuaje en el rostro asomando la cabeza por la puerta – el casamentero no es una persona paciente.
El hombre rubio de ojos azul cielo, exactamente igual a Tsunayoshi, llevo su mano a su rostro con expresión consternada.
-De todos los días en que podía llegar tarde…tenía que ser hoy –gimió el doncel mientras que la madre de su esposo se acercaba a él con una pequeña jaula en sus manos, un camaleón permanecía acostado allí.
-¡Encontré un camaleón de la suerte! –dijo el hombre que tenía el tamaño de un niño pequeño, con largas patillas rizadas, ojos negros al igual que su puntiagudo cabello.
-Si hubiera orado más a los ancestros –siguió lamentándose Giotto mientras que el otro hombre hacia un gesto despectivo.
-¡Esos como van a ayudar, están muertos! –Desprecio el hombre – es este camaleón el que ayudara a Dame-Tsuna –alzo el verde camaleón – vamos León, demuéstrame lo que vales –y se tapó los ojos cruzando imprudentemente la calle transitada por carrozas y carretas.
-Abuelo Reborn, ¡no! –grito el rubio tratando de pararlo, pero ya era tarde, el hombre cruzaba haciendo estragos por la calle, hombres gritaban moviéndose del camino del hombre pequeño y se estrellaban contra puestos de comida e incluso entre ellos mismos.
-Te lo dije Giotto –grito desde lejos el abuelo Reborn agitando la jaula –este camaleón es de la suerte –sonrió presumido, ignorando descaradamente el desastre que causo.
-…ay kami, si tan solo me hubiera casado con Alaude –mascullo en voz baja el hombre golpeándose la cara con la palma antes de escuchar el bufido de un caballo muy peculiar, alzo la mirada esperanzado y miro como su hijo llegaba a él con ese caballo tan gruñón.
-¡Llegue! –Sonrió el muchacho intentando bajarse mientras tropezaba y caía al suelo sin ceremonias-...itte –gimió el castaño con lágrimas en los ojos.
-Llegas tarde hijo, de todos los días en que tenías que hacerlo, precisamente hoy –mascullaba el hombre rubio arrastrando a su hijo en el interior de la casa ceremonial – tienes que prepararte, ahora.
-…miren este lindo cabello –sonrió un hombre vestido tradicionalmente, era Asari Ugetsu el amigo de Giotto-…bueno, he visto peores –y lo empujo tras una puerta comenzando a desnudarlo rápidamente- hay que ponerte guapo –sonrió apartando la cortina japonesa y dejando ver a Tsuna desnudo en una tina llena de espuma.
-prr..e-esta fría -..-tartamudeo el doncel estremeciéndose.
-estaría caliente si hubieras llegado a tiempo –espeto el gestante con mirada de reproche.
-a lavar y a secar deslumbrante te voy a dejar –canturreo Asari, que tenía pasión por la música- esta fórmula no va a fallar… nos vas a brindar honor –sonrió el hombre mayor pero que aún se veía hermoso dejando caer unas gotas de un frasco en el salvaje cabello de Tsuna.
-…sostén esto, necesitaras más suerte de la que creí –murmuro Reborn pasándole el camaleón a Giotto y saliendo a buscar algo mas -…Dame-Tsuna tenía que ser –murmuraba por lo bajo el hombre mayor.
Padre e hijo se miraron antes de que Tsuna se encontrara vestido con una yukata blanca y sentado entre el Señor Asari y el Señor G.
-Ya veras -sonrió Asari peinando a Tsuna.
-los muchachos pelearan por ti –aseguro al muchacho el hombre de tatuaje.
-eso espero –murmuro Giotto angustiado.
-oh vamos, Daemon se peleó con cientos de hombres para casarse contigo –sonrió socarrón G.
Madre e hijo salieron a la parte trasera, donde otros donceles se preparaban.
-debe ser calmado, obediente y muy servicial –instruyo el joven Lampo, tomando las medidas de Tsuna y envolviéndolo en costosas telas de hermosos colores.
-gusto fino y figura ideal –sonrieron Lampo y Giotto apretando el obi y resaltando la estrecha cintura del doncel que gimoteaba adolorido.
-suerte hijo…-sonrió Giotto poniéndole en el dedo corazón el anillo de los donceles Vongola.
-¡falto yo! –apareció repentinamente el abuelo Reborn –una manzana para la serenidad, un pendiente para el equilibrio…un collar de jade que orgulloso llevaras y un camaleón de la suerte, se llama león, así no habrá problemas… ¿verdad querido nieto? –la mirada era peligrosa en los ojos del anciano.
-Si abuelo –asintió repetidamente Tsuna estremeciéndose con miedo, Reborn era aterrador para la mayoría de la gente, nadie podía creer que se viera tan joven a pesar de sus muchos años de vida, muchos decían que o hizo un pacto con el diablo…o era un vampiro.
-…espero no arruinarlo, debo traer honor a la familia Sawada –se mordió los labrios angustiados mientras se formaba en la fila con otros donceles y esperaba pacientemente a su turno.
La puerta de la casa del casamentero se abrió y de allí salió un doncel horrible, alto, peinado extraño y bigote, su mirada era de amargura total.
-Sawada Tsunayoshi –llamo con tono monótono, Tsuna se sobresaltó y camino precipitadamente, tropezándose en el camino, pero afortunadamente no se cayó- bastante torpe –mascullo para sí anotándolo en una libreta y cerrando la puerta con un estruendo.
-…debí conseguir más cosas de la suerte- suspiro el hombre mayor.
-…oh ancestros, ayuden a mi hijo –suplico para si Giotto.
-..dame-Tsuna tenía que ser –refunfuñó el anciano cruzándose de brazos con expresión temible.
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Mientras tanto en el interior Tsuna era inspeccionado por el bigotudo hombre-doncel.
-muy flacucho, no será bueno para tener hijos…-anoto mientras se daba la vuelta, ese fue el momento en que el camaleón aprovecho para salir de su jaula, pero Tsuna lo detuvo justo a tiempo y lanzándolo en otra dirección cuando el casamentero Levi-ah-than se giró a darle una orden.
-cita el último de los prefectos.
-Cumplir las obligaciones con calma y respeto, también reflexionar antes de…actuar –tartamudeo completamente nervioso, y suspirando cuando el hombre asintió- eso también dará honor y gloria.
-sirve el té, para mostrarte a tus futuros suegros debes de verte digno y refinado, también debes de ser equilibrado –instruyo con los ojos cerrados y tomando la taza que Tsuna le sirvió, pero este empalideció al ver al camaleón dentro de la taza.
-amm…d-disculpe...
-y callado –espeto el hombre con voz asesina pero cuando Tsuna intento arrebatarle el hombre cayó sobre la chimenea, incendiando sus nalgas y comenzó a gritar, moviéndose y rompiendo cosas.
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-adiós al honor familiar…-murmuro Reborn desde afuera con los brazos cruzados- ¡qué diría mi difunto esposo!
Giotto sentía enrojecer de la vergüenza cuando las miradas de todos estuvieron en su dirección al escucharse los gritos y sonidos de cosas rompiéndose.
De repente el casamentero salió envuelto en humo y uno de los donceles se apresuró en derramarle agua, el hombre se alzó enfurecido y miro en dirección hacia atrás donde un tímido Tsunayoshi temblaba con lágrimas en los ojos.
-¡ERES UNA DESGRACIA! Podrás parecer un novio pero no traerás honor a tu familia, ¡NUNCA! -bramo mientras Tsuna corrida a refugiarse en brazos de su gestante y el camaleón volvía a su jaulita completamente asustado.
La gente susurro a sus espaldas mientras se alejaban de ellos, Reborn miro a su nieto con lastima y decepción mientras que Giotto lo apretujaba contra su pecho, aguantando sus sollozos.
Los tres volvieron a casa, donde el Padre y hermano varón los esperaban, los dos sonrieron al ver a Tsuna llegar con Hayato, pero este aparto la mirada y se escondió tras su montura que se veía realmente furiosa.
-…nunca seré un novio ideal –se lamentó Tsuna sacándose los accesorios que llevaba y viendo como su madre se derrumbaba entre sollozos en los fuertes brazos de Daemon Sawada.
Su abuelo estaba parado al lado de Mukuro con expresión fúnebre, claramente descontento mientras que su hermano mayor por apenas varios minutos se veía decepcionado.
-…lo sabía, sabía que no podía ser buen hijo… ni buen marido –murmuro al camaleón y le sonrió con tristeza liberándolo en el pasto de la parte de atrás de la casa, cruzando el puente con los peces koi de su madre y refugiándose en el templo. El camaleón lo seguía de cerca.
-…no puedo continuar esta falsedad, no se quien refleja esta persona, no sé quién soy o que debo hacer, y todo lo que me dicen lo hago mal –sollozo en la tumba de sus ancestros -…lo siento grandes ancestros, les he fallado –lloro deshaciendo su peinado y dejando su cabello libre y salvaje antes de ir a sentarse bajo el cerezo.
Giro la cabeza en dirección contraria cuando vio a su padre cojear hasta él, completamente avergonzado.
-vaya, vaya… que hermosos retoños tenemos este año nufufufu –rio el aristocrático hombre sentándose al lado de su hijo- mira ese…aún está cerrado, pero cuando florezca, sé que será el más hermoso de todos –sonrió acariciando el entristecido rostro de su hijo, que sonrió débilmente ante la cálida mirada de su padre.
Y entonces el tambor comenzó a sonar, Daemon se levantó alarmado y cojeo hacia la entrada, donde su hijo Mukuro se encontraba apoyado en la pared, sujetándose el costado para gran consternación de su madre Giotto.
Allí venían tres caballos, y entre ellos se veía el consejero del rey, Hibari Kyoya, un hombre de mirada filosa, cabello negro y lengua letal al igual que su espada.
-…Tsuna, quédate adentro –ordeno Giotto mientras él y su esposo salían, Mukuro también quedo adentro con su abuelo como custodio, Reborn le señaló a Tsuna disimuladamente un costado, donde el techo era bajo y el joven podía permitirse observar.
-traigo una noticia de la ciudad imperial, los Vindice han invadido Vongola, por órdenes del emperador un hombre de cada familia deber de enlistarse en el ejército imperial –dijo con voz firme y potente –avanzaran cuando diga su nombre.
Mukuro, cerró la boca con fiereza y avanzo ignorando a su abuela, sosteniéndose el costado herido después de un accidente de trabajo cuando salvo a un doncel embarazado.
Se paró al lado de su padre con solemnidad, ante el horror de su madre que sabía que ninguno de los dos se encontraba en condiciones de ir a la guerra.
-Familia Sawada –llamo Hibari y le entrego el pergamino al padre, sin dar una sola mirada al hijo herido.
-Serviré con honor a mi nación –dijo con solemnidad Daemon entregando su bastón a su esposo que lo miraba angustiado.
-No –grito Tsuna tratando de ir hacia su padre, pero su abuelo lo detuvo con su fuerza inhumana.
-No nos deshonres más de lo que ya has hecho –espeto el anciano.
-deberías de enseñar a tu hijo doncel a no alzar la voz a los hombres- espeto Hibari, repasando a Tsunayoshi con su imponente mirada, con cierto deseo brillando en sus ojos pero siguió hablando –en el campamento Varia mañana.
-Sí, señor –asintió Daemon y camino dignamente en dirección a su casa, ignorando el bastón ofrecido de su doncel amante, su hijo Mukuro estaba al lado, viéndose impotente mientras que Tsunayoshi lloraba en los brazos de su serio abuelo.
Los vecinos miraron a la familia con pena, antes de entrar a sus propias casas.
Tsuna vio a su padre y hermano en el salón de las armaduras.
-padre… yo iré –escucho a su hermano Mukuro insistir.
-Estas herido, hijo mío, no mandare a mi único hijo varón a morir- negó el hombre abriendo la puerta donde se encontraba su antigua armadura de guerrero, utilizada por todos los hombres Sawada.
-pero morirás tu –espeto el de cabello índigo corto.
-mejor yo que soy un viejo, que tú que tienes una vida por delante, debes de cuidar a los donceles de nuestra familia, en especial a Tsunayoshi –ordeno el padre y Tsuna ahogo un sollozo y se alejó de allí solo para que minutos después su furioso hermano pasara por su lado sin siquiera darle una mirada.
Tsuna volvió a acercarse, y vio a su padre desenfundando su espada y soplándola cuando un movimiento brusco de su pierna lo hizo caer. Las lágrimas cayeron por su níveo rostro y se alejó de allí con los labios apretados para reprimir los sollozos que pugnaban por salir.
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La cena paso silenciosa y tensa, los dos hermanos enfurecidos y preocupados, con Giotto temblando ocasionalmente y con el abuelo Reborn lanzando ocasionales miradas a su hijo, a su único hijo salido de sus entrañas.
-¡no es tu obligación! ¡Hay muchos jóvenes que protegerían a Vongola! – Finalmente Tsuna se levantó de golpe – ¡ninguno de ustedes tiene que ir! –insistió con sus ojos caramelo llenándose de lágrimas.
-es un honor defender a mi país y mi familia –dijo el padre con la mirada severa.
-¿¡así que morirás por honor!? -grito Tsuna histérico.
-¡Tsuna! –se escandalizo el padre doncel.
-¡Tsunayoshi! –Hablo Mukuro con tono furioso- somos varones, somos hombres, nacemos para pelear, es nuestra dignidad, si yo pudiera suplantaría a nuestro padre, pero si fuera con esta herida –se levantó la camisa blanca para mostrar su torso vendado -…solo deshonraría a la familia Sawada.
-Tu hermano y yo sabemos cuál es nuestro lugar, es momento de que tu aprendas cual es el tuyo –ladro cruelmente el padre ante los incrédulos ojos de Tsunayoshi que sintió furia y tristeza, así que se levantó precipitadamente de la mesa y salió fuera de la casa.
-¡Tsunayoshi! –grito Giotto intentando seguirlo pero Reborn lo detuvo.
-Tiene que entender, que esta es la realidad –susurro el anciano hombre y Giotto se quedó sentado en la mira, mirando angustiado hacia donde su hijo salió.
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Tsuna lloraba escondido bajo la estatua de un dragón que se encontraba frente a la laguna, la lluvia caía con fuerza y los relámpagos llenaban el cielo.
El castaño vio a sus padres por la ventana, los vio abrazarse y vio a su papi separarse de su padre con dolor y luego la luz fue apagada, vio a su hermano romper algo y sujetarse de la cabeza antes de que lo mismo se repitiera. Y en medio de un trueno la determinación llego a él.
Camino en dirección al templo y se arrodillo allí, completamente mojado y rezo, antes de salir apresuradamente, con un camaleón curioso siguiéndole.
Con pasos sigilosos fue a las habitaciones sus padres y tomo el pergamino, dejando en su lugar el collar de jade que le dio el abuelo Reborn. Miro a sus padres con anhelo y salió de la habitación, para entrar en el salón de las armaduras donde se sentó y desenvainó la espada y con los ojos fuertemente cerrados, se cortó el cabello y lo dejo a la altura de los hombros, con una mirada fiera en el rostro.
Abrió el armario y se colocó la armadura, envaino la espada y salió en la lluvia caminando en dirección al establo donde su alarmado caballo estaba a punto de relinchar enfurecido.
-shh shh… soy yo, Hayato –susurro con suavidad acariciando a su montura con cariño, eventualmente el caballo se calmó y ambos salieron por la puerta, con Tsuna mirando por última vez su hogar.
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Un trueno despertó a Reborn, que se levantó de la cama teniendo un mal presentimiento y fue a la habitación de su nieto doncel.
-Maldición –juro al ver la cama vacía y camino en dirección al cuarto de su hijo, despertando a su otro nieto en el proceso- ¡TSUNAYOSHI NO ESTA! –grito entrando en la habitación de Daemon.
-¿QUE?, no puede ser –Exclamo el hombre, cojeando apresuradamente hacia el salón de las armaduras, con su familia tras él, al ver el armario vacío maldijo en voz alta y salió fuera de la casa con su hijo tras él, gritando el nombre de su precioso hijo doncel.
-¡TSUNAYOSHI, TSUNAYOSHI! –grito antes de tropezar y caer dolorosamente.
-¡Padre! –Mukuro fue en su ayuda, mientras que Giotto corría hacia la puerta.
-Debemos ir tras él, podrían matarlo –gimió el hombre, pero la voz de su esposo lo detuvo.
-si lo descubro… morirá –el tono de voz del hombre de cabello ligeramente azulado era completamente adolorido.
-Estúpido hermano menor…-juro Mukuro con un rictus de preocupación antes de ir junto a su madre, luego de que su padre se parara y lo apretó en un abrazo mientras escuchaba sus sollozos.
-…ancestros, cuiden a mi estúpido nieto –imploro Reborn alzando su mirada al cielo- escuchen nuestra oración, nuestra familia está en peligro.
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Aja! Siempre jure que haría esta historia, y aquí me tienen muahahahahahaha!
Oshe….no me maten por no actualizar la otra historia… xD
Lynne
Fuera
PAZ!
