Está bien, aquí está por fin mi primera historia

Is learn forgiveness and try to forget.

Está bien, aquí está por fin mi primera historia. Soy principiante en esto de escribir Fics. Sé algo de poesía, pero en cosas extensas…

Mejor, júzguenlo por ustedes mismos. Si les agrada, sigo. Si no… no lo sé.

Espero que lo disfruten.

Disclamer: (si vamos a hacer algo, vamos a hacerlo bien). En imagen o en concepto, ninguno de los personajes mencionados en esta historia me pertenecen. Aunque así me gustaría, todos son obra de la magnífica imaginación del señor Tim Burton.

--

Is learn forgiveness and try to forget.

Capítulo 1: Libre

Apenas tres horas hacían desde lo ocurrido en el sótano. Estaba claro que él no la perdonaría, después de todo, había estado a punto de matarla.

En su habitación, y con un nudo en la garganta, ella podía recordar con toda claridad…

Sus cuerpos cercanos, la inercia del vals. En el momento en el que el seño de él comenzaba a estrecharse y su voz se hacía más ronca, ella caía en la cuenta de que algo malo, pésimo, estaba a punto de suceder.

Y sin embargo, ella continuaba sonriendo, con brillo de esperanza en sus ojos, mientras daban vueltas y vueltas relatando cómo es la historia del mundo, cuando todo se trata de aprender a perdonar y tratar de olvidar.

Ella siempre supo que en él había algo de bipolaridad, pero aquello era demasiado bueno para ser verdad.

Sin más en su mente que contestar con melodía a cada frase que componía él con disimulado escozor desbordando de su alma, continuaban meciéndose al compás.

Sin que ella lo notara, él los acercó a las ardientes llamas del horno. Una sonrisa cínica que nacía de lo más profundo de su corazón roto hacía torcer sus bellos labios mientras el calor del ambiente le hacía hervir la sangre.

Última vuelta. La que decidía todo. Bastaría con un leve empujón para alzar su menudo cuerpo por completo del suelo. Ella estaría a su merced, como lo estuvo desde el momento en que comenzaron a bailar. Ahí acabaría todo. Terminaría con la vida de la persona que lo había ayudado encubriendo todos sus asesinatos. Terminaría con la persona que le había dado comida y refugio cuando nadie más lo habría hecho. "Ella mintió… porque me ama. Me ama aún?" "No lo sabrás nunca, si acabas con ella." Terminaría con la única persona que había amado a Sweeney Todd. Y, por último, terminaría con la única persona que logró domarlo lo suficiente como para hacerlo detenerse en ese momento.

Una fracción de segundo bastó para dar lugar a esta última y repentina reflexión. Se detuvo en seco. La tenía sujeta por la cintura, sobre él. Acababa de darse cuenta de que desde que habían comenzado su vals, él no había quitado su mirada de los ojos de ella, que ahora demostraban profundo temor e incertidumbre.

Le temblaron los brazos. La debilidad lo envolvió. La dejó caer a sus pies. Le perdonó la vida.

"Váyase."-susurró con voz quebrada y ojos húmedos. Ella sólo atinó a quedarse inmóvil, esperando que en cualquier segundo él sacara su navaja para terminar el trabajo.- "Déjeme solo!, antes de que cambie de opinión."-gruñó, ésta vez más dolida y rudamente.

Ella estaba sentada en su cama, abrazada a sus rodillas. Debería estar feliz, ella lo sabía, él le había perdonado la vida. Pero eso no significaba que le perdonaría el hecho de que le hubiera "mentido". Él estaría ahora seguramente con una nebulosa en su cabeza pensando en algo horrible, lo más alejado de la felicidad que se puede estar.

-Qué hacer? –se preguntaba. Ella ahora le tenía un temor descomunal.

En el otro piso, una persona destrozada por dentro se lamentaba y maldecía su desdicha.

-Qué fue lo que hice mal? Lucy… lo lamento tanto… oh Lucy. Las preguntas me abruman. El silencio y la depresión me aplastan. He dejado que Johanna se fuera. Espero que Anthony sepa cuidarla y le haga mejor de lo que yo le habría hecho nunca. Todo a mi alrededor se ve borroso y va perdiendo sentido. "Lo tuvo alguna vez?" "No lo sé." "Piénsalo, Benny. Qué ganaste con tu venganza?" "Yo…" "Matar a Lucy. Fue todo lo que conseguiste. Y, qué sentido tuvo cambiar tu nombre y asesinar a tantas personas? Tal vez sea lo que tú dices, pero Benjamín Barker no ha muerto. Tú eres Benjamín Barker. "No! Eso sí que no! Ya no soy Benjamín." "No lo eres?" "Por supuesto que no!" "Entonces, por qué te estás lamentando? Fue Benjamín quien sufrió, no tú. El apellido de Johanna es Barker, y no Todd. Lucy era la esposa de Benjamín, y no de Sweeney.

Mira a cuántas personas has matado, y, por ende, a cuántas familias has destrozado. Te has convertido en uno de ellos, Sweeney. Recuerda a los tipos que usabas para practicar, y cómo disfrutabas imaginando que la garganta que cortabas era la del Juez. Esos infelices no te habían hecho daño, como tú no le habías hecho daño a Turpin. Pero sin embargo, tú los destrozaste, como Turpin hizo contigo."

Se quedó en blanco. Era cierto. Y había sido su propia conciencia quien se lo había hecho saber. La vida lo había pateado en los dientes, pero ya no había caso. Él ya no era quien fue hace quince años. El decía ser un nuevo hombre, sólo un hombre. Un alma a la que todo le salió al revés.

"Aún así, ahora, qué? Vivir lo que resta por vivir? No hay razón para quitarse la vida, ni para seguir quitándosela a los demás. Ya no, porque… matar es malo.

Flashback

"Un niño de seis años llora con un gatito sin vida en sus brazos, arrodillado en medio del parque.

Una madre muy preocupada se acerca rápidamente a su hijo, que llora desconsoladamente.

-Qué sucede, Benny?-el niño no contesta, sólo solloza sonoramente acariciando una de las patitas del gato. Ella ve al animal en su regazo, inmediatamente comprende. –Oh, Ben. Lo siento mucho, hijo. -dice ella con voz temblorosa ante esa situación. Intenta consolar a Benjamín abrazándolo contra sí.

-Lo mataron, mamá. Unos niños le arrojaron piedras hasta que lo derribaron del árbol. Intenté detenerlos, pero me golpearon también. Intenté detenerlos, mamá. Lo intenté.- trataba de decir Benjamín entre sollozos que le impedían hablar.

-Lo sé, hijo. Yo lo sé. Eres un buen niño, Benjamín. Ahora, quiero que recuerdes algo, mi amor, y nunca lo olvides: Es malo matar, pero no es malo morir."

Fin flashback

Hacía mucho que él no tenía un recuerdo como ése. Hacía mucho que él no pensaba en su madre. Por primera vez se vio realmente cohibido por el hecho de que él era un adulto, y debía arreglárselas… solo. Pero, por qué sentía ese asfixiante sentimiento precisamente ahora, después de todo lo que había logrado por su cuenta? Por qué ahora sentía verdadera soledad?

Intentó recordar todos los momentos en su vida en los que se vio en esas circunstancias, pero no halló nada; aún en sus largas noches en Australia él encontraba compañía en la conversación con algún idiota de la celda consiguiente. Además, estaba convencido de que, aunque lejos, las dos razones de su vida lo esperaban.

Incluso cuando se enteró de la "muerte" de Lucy con arsénico a su regreso, él tenía la compañía de una amiga que no era de plata, sino de oro. Después de todo, quién más habría arriesgado su pellejo por encubrirlo? Ella era una mujer realmente dulce. Y él no era un hombre tonto. Por supuesto que se daba cuenta de cuánto ella le quería. Él habría incluso llegado a gruñir un "tal vez" aquella vez en la que ella le propuso una nueva vida juntos, -sin aspirar si quiera a la de sus recuerdos o a la de los sueños de ella- si Anthony no hubiera atravesado la puerta.

Pero ahora todo era diferente. Por qué tuvo que mentirme? Por qué lo hizo, señora Lovett?

Sentía un vacío en su estómago. Por qué tuvo que defraudarme precisamente ella? Bien dicho, Sweeney. Por qué?

No quería admitirlo pero la respuesta él la sabía perfectamente.

-Ella me ama, no es cierto? Por qué te lo preguntas? Lo sabes perfectamente. Me ama aún? Por qué no se lo preguntas a ella?

-No lo sé. –Respondió al silencio, sus ojos se humedecían. Caminó hasta un lado del baúl, -de donde hacía apenas unas horas había arrastrado a su pequeña Johanna por las solapas de su abrigo- era el único lugar en la habitación que no estaba inundado de sangre intentando secarse. Se agazapó con la espalda contra la pared y abrazó sus piernas contra su pecho, escondiendo la cara entre sus rodillas. -No lo sé.

Le costaba mucho perdonar. Y más a alguien en quien había confiado. Pero, qué con dar una segunda oportunidad? Volvería él a sonreír? Conseguiría él sentir nuevamente esas sensaciones que había jurado por su vida no volver a reparar?

Alguien lo aguardaba a una escalera y tres cuartos de distancia. Alguien que le temía, pero que con absoluta certeza le amaba.

Lo haría. Con mesura, pero lo haría. Intentó erguirse. Las piernas le temblaban. Cayó sentado de nuevo. Se inclinó hacia delante y por fin consiguió pararse. Caminó con pasos extraviados hacia la puerta de la barbería. Se sentía más humano que nunca. Se sentía Benjamín Barker, aunque su rostro seguía siendo de hielo. Sólo cuando vió su mano sobre la perilla recordó que sus dedos, su manga, su brazo, su cara, su pelo, todo estaba manchado de carmesí; incluso su tienda. Cómo podía el desgraciado ser tan malvado con tanta sangre cálida recorriendo todo su cuerpo?

Demasiado rojo por todos lados. No sería nada bueno levantar sospechas a esa altura. Y tampoco le agradaba la idea de infartar a la señora Lovett con su apariencia, aunque ella ya lo había visto así.

Suspiró levemente. Sería mejor limpiar todo y a sí mismo.

Cuando buscaba algo con qué retirar la sangre de la ventana en los cajones del tocador, levantó la vista. La imagen que le devolvía el espejo era increíble. Su semblante se congeló, mas no su mente.

-La admiro.-pensó- Cómo carajo puede quererme aún viéndome así, ensangrentado hasta las pestañas?

Desvió su mirada. No quería recordar lo que había pasado hacía cuatro horas.

Luego de terminar con cada charco rojo que quedaba en la barbería, e intentar que el penetrante metálico olor se quitara del ambiente, se dirigió al baño.

Se desvistió. Se sintió vulnerable, y más sin sus dos amigas colgando a los lados de su cintura, al perfecto alcance de sus manos.

No parecía notar que el agua estaba a sólo seis grados. Su mente lo mantenía ocupado en algo totalmente diferente. Con atención retiró cada rastro de sangre de su piel. Sintió, de alguna extraña manera, una profunda liberación. Estaba sacándose de encima la sangre de su enemigo. Ya todo había pasado. Podía comenzar de nuevo.

Encontró ropa seca y limpia en un armario de su habitación.

Cuando estuvo correctamente vestido, y se disponía a salir de la barbería, recordó que algo seguía inconcluso. Se acercó al tocador. Ahí descansaba el retrato de Lucy y Johanna. Lo tomó entre sus manos y lo observó con detenimiento.

-Lucy…-Susurró. -Te he vengado, mi amor. –Una lágrima solitaria escurría por su rostro, mientras intentaba controlar el temblor de su barbilla -No me perdonaré nunca por lo que he hecho. Pero estoy seguro de que tú has de ir al cielo, con los ángeles. Al lugar donde perteneces. Porque eso eres; un ángel. Jamás sabré agradecerte todos los días que iluminaste, todos los llantos que apagaste, todas las sonrisas que provocaste en mí. Ojala hubieras podido cuidar a Johanna. Ella es tan hermosa… igual que tú. Pero creo que tiene la determinación de su padre. –una imperceptible sonrisa cautivó sus labios al cruzar ese pensamiento por su mente- Tu recuerdo quedará guardado en mi corazón bajo siete candados, mi amor. Hasta siempre, Lucy… Mi Lucy. –Vio la foto por última vez. Guardó el portarretratos con cuidado en uno de los cajones. Lo cerró con una llave que se colgó al cuello. Ahora sí, su camino estaba despejado.

--

Nadie los obliga… pero si les interesa hacer feliz a alguien, hagan un clíc en el botoncito que dice Go. Ni si quiera tienen que seleccionar la acción ;) . En serio necesito, y agradecería alguna crítica sobre mi forma de relatar, algún error gramatical…o- o cualquier cosa.

Gracias por su tiempo.

Nos Leemos.

Lucila.