Y ooootro más. Estaba viendo Braveheart y no he podido remediarlo. A parte de Polos Opuestos y el Premio, no estoy muy inspirada para continuar con mis otras historias. A ver si con esta tengo más instinto Si os gusta, por favor, hacédmelo saber para continuar con la historia ;)
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Lady Maura Isles nunca había visto nada tan aterrador como el grupo de salvajes que estaba rodeándolos. Una docena de escoceses con la cara embadurnada en pintura blanca y azul los miraba desde encima de sus caballos con desprecio. Maura se acercó a su padre aunque no sabía si para que la protegiera o para protegerlo ella a él. No creía que ni él ni ninguno de los cuatro soldados que los acompañaban pudiera hacer nada si aquel grupo decidía matarlos. De repente, la mujer que parecía comandar el grupo adelantó su caballo y se puso a dar vueltas a su alrededor lentamente. Cuando acabó de examinarla gritó algo en gaélico y sus hombre se pusieron a vitorear; por la expresión de sus caras, Maura supuso que estaban contentos aunque las pinturas de guerra no ayudaban a reforzar aquella idea. Maura emitió un grito de terror cuando aquella mujer se acercó a ella y sin apenas esfuerzo la alzó el vilo y la sentó delante de ella en su montura. Los hombres y mujeres que conformaban el grupo volvieron a gritar, alzando sus puños en señal de aprobación.
Aunque estaba aterrorizado, Lord Isles hizo un flojo además por impedir aquello "Basta, exijo que me devuelvan a mi hija. Es la prometida de Lord Fairfield" Cuando la mujer de pelo rizado oyó aquel nombre, escupió con rabia al suelo y minutos después todos sus hombres imitaron el gesto. Lord Isles supo en aquel instante que aquellos salvajes no temían al poderoso barón y tampoco lo respetaban. Impaciente por acabar con aquella pérdida de tiempo, la mujer dirigió su caballo hacia la espesura del bosque mientras sus soldados se unían a la comitiva a medida que pasaba ante ellos. Lord Isles demandó con la mirada a sus soldados que hicieran algo al respecto pero éstos estaban más aterrorizados que él. Sin perder más tiempo, el hombre se subió a uno de los caballos y se puso en camino hacia las tierras de Lord Fairfield. El barón había pagado una importante suma como dote por la mano de su hija y no iba a estar contento cuando se enterara que unos bárbaros escoceses le habían proferido aquella ofensa.
-R&I-
A medida que se adentraban más en la espesura, Maura fue siendo cada vez más consciente de que aquellos bárbaros no tenían intención de liberarla. Intentó forcejear con la mujer que tenía a sus espaldas pero ésta cerró el espacio entre sus brazos, atrapándola entre ellos. Sin remedio, Maura se apoyó en el pecho de la mujer aunque no lo hizo de buena gana. A sus espalda, la mujer sonrió cuando escuchó las infantiles amenazas que estaba profiriendo su rehén. Cuando llegaron al borde de un riachuelo, la mujer vio con aprobación a uno de sus sacerdotes esperando junto a una pequeña capilla de piedra medio escondida entre los árboles "Si continúas hablando así cualquiera podría confundirte con una escocesa y olvidar que eres una dama inglesa"
Maura giró la cabeza rápidamente, sorprendida de que aquella salvaje hubiera entendido todo lo que había dicho desde que dejaron a su padre. Una oleada de calor le subió por el cuello, avergonzada al recordar todas las groserías que había murmurado desde entonces "No suelo comportarme así pero la manera en que os habéis comportado me ha hecho olvidar por un momento los buenos modales" La mujer sonrió y Maura se encontró deslumbrada por una sonrisa contagiosa que la hizo sonreír a ella también "No es un reproche, es un halago. No nos gustan los ingleses"
Maura borró la sonrisa ante aquella grosería "si no os gustan los ingleses, no se que hago aquí en vez de estar camino de mi boda" La mujer volvió a sonreír aquella vez acompañando la sonrisa de una carcajada. Maura estaba a punto de preguntarle que era lo que le hacía tanta gracia cuando la mujer detuvo el caballo y desmontó con agilidad. Con paso firmé se dirigió hacia el sacerdote que aguardaba con las manos cruzadas ante una especie de estructura medio derrumbada, cubierta por matas y flores silvestres. Maura vio como la mujer hablaba con el sacerdote y se maravilló al ver el sermón el hombre le estaba dedicando a aquella salvaje. Ninguno de los soldados de su padre se había atrevido siquiera a mirarlos a la cara cuando los habían sorprendido en medio del bosque. Cuando por fin parecieron ponerse de acuerdo, la mujer hizo una seña y Maura vio como el soldado que había a su derecha se acercaba hasta ella y la bajaba del caballo sin ninguna dificultada. A continuación, todos los soldados desmontaron y sin tocarla ni dirigirle una palabra la encaminaron hacia donde esperaba la mujer y el sacerdote. Cuando llegaron junto a ellos, el soldado que la había ayudado a najar del caballo la tomó de la mano con una delicadeza que no habría esperado nunca y la guió hasta que quedó frente al sacerdote, al lado de la otra mujer. El clérigo levantó las manos recitando lo que parecía ser una especie de rezo. Cuando por fin parecía que había terminado, la mujer junto a ella se desató la cinta del tartán que le cubría el corazón y entrelazando su mano con la suya, las cubrió con el extremo suelto de la tela. El sacerdote añadió algo más en gaélico y después de hacer recitar una plegaria sobre sus manos unidas desató el tartán que las envolvía. Cuando terminó los hombres y mujeres que había tras ellas aullaron de satisfacción. Maura se dio la vuelta para mirar a la mujer que había a su lado, intentando encontrar alguna explicación a toda aquella situación tan extraña y se encontró cara a cara con la mirada más fascinante que había visto nunca. La mujer sonrió y Maura volvió a perderse en aquella blanca sonrisa. Sin añadir una sola palabra, la mujer bajó la cabeza para besarla fugazmente. Antes de que se diera cuenta, la mujer ya se estaba separando y después de sonreírle por última vez, se dio la vuelta y se marchó para reunirse con sus camaradas.
Aprovechando aquel momento de soledad con el sacerdote, Maura intentó explicarle su situación "Padre, creo que ha habido una equivocación. No se porque pero estos salvajes han emboscado la caravana de mi padre y me han alejado de él. En estos momentos debería estar camino de las tierras de Lord Fairfield. Debo reunirme con él cuanto antes. Vamos a casarnos dentro un mes. Si me ayuda a escapar estoy segura que tanto mi prometido como m padre sabrán recompensarle"
El anciano suspiró y agachó la mirada abatido "Eso es imposible hija"
Maura interpretó mal las emociones del hombre "No se preocupe Padre. Estoy segura que mi prometido le protegerá"
El hombre levantó los ojos y Maura no vio ni rastro de temor en ellos "No tengo miedo hija. Cuando digo que es imposible, me refiero a tu matrimonio con Lord Fairfield"
Maura estaba confundida "Pero…"
El sacerdote intentó terminar con aquella tensión "Hija, acabas de casarte con laird Rizzoli"
