CAPÍTULO 1:EL ORFANATO
Era una tarde algo fresca de un 31 de octubre, la noche de Halloween, y una familia compuesta por los padres y sus pequeños hijos mellizos de un año recién cumplidos estaba reunida en el salón de su casa. El pequeño estaba tomándose la leche que le daba su madre en un biberón y su melliza intentaba andar y gatear mientras su padre la seguía con la mirada, cuando escucharon un fortísimo ruido y los cristales saltaron por los aires. Fue un segundo, lo suficiente como para que el padre le gritara a su esposa que se llevara a su hijo a la habitación mientras él intentaba proteger a su hija y retener al mago oscuro; pero fue demasiado tarde, ya que el lord tenía cogida a la pequeña por los pies (que lloraba a grito tendido)…
Jajajajaja. Vaya, Potter, parece que tienes algo descuidada a la nenita –se mofaba un hombre bastante maligno de él.
Suéltala, maldito villano –ordenó el padre mientras imploraba porque soltara a su pequeña hija.
¿Y si no lo hago…?
¿Qué quieres de nosotros?
De ti nada. Pero de tus hijos… acabar con ellos. Jajajajaja.
¡Serás mal nacido¡Son sólo unos críos indefensos!
Eso es ahora, pero en el futuro serán una amenaza para mí. ¿Quieres que la suelte? Tú mandas… –y la dejó caer (suerte que el padre tiene grandes reflejos…).
El padre corrió a cogerla, pero para ello tuvo que bajar la guardia y el villano aprovechó para usar la maldición imperdonable por excelencia sobre el padre, que no pudo esquivarla.
Una chica morena de ojos verdes intenso se despertó sobresaltada en su cama del orfanato pues, a parte de haber tenido esa pesadilla que la perseguía hacía ya varias noches, le dolía la extraña cicatriz que tenía en su brazo izquierdo. Ella era Nicole Potter, quien llevaba en ese orfanato desde que tenía memoria; vio la hora en el gran reloj que colgaba de la pared, cuyas agujas marcaban las 5:07 de la madrugada. Y de pronto recordó… ¡que hoy cumplía once años! Pero, claro, nunca ha tenido regalos y ese año tampoco los iba a tener. Eso la desanimó, e inconscientemente miró a sus compañeros del orfanato, que dormían plácidamente; todos la ignoraban, no tenía amigos y encima la maltrataban, y todo por ser una 'anormal' y una 'extraterrestre', como ellos la llamaban por hacer cosas extrañas inconscientemente (aparecer de pronto en el tejado, hacer que una tiza y un borrador persiguieran a un niño que no paraba de darle pellizcos…). Decidió volver a dormirse y, como consuelo, pensar que el día sería mejor.
Buenos días, dormilona –la intentaba despertar la directora del orfanato, la única persona que la trataba bien y a la que tenía bastante cariño.
Humm… -articulaba Nicole, dándose la vuelta en la cama.
Vamos, que ya es tardecillo. Además, tienes visita –le dijo la señora Jarvis, la directora.
Eso último consiguió espabilar completamente a la muchacha, pues NUNCA tenía visita.
¿Visita¿Quién, señora Jarvis? –preguntó extrañada Nicole.
Pues es un señor que dice conocerte y que tiene que hablar contigo –explicó la señora Jarvis–. Parece importante, así que no lo hagas esperar.
Voy –avisó la muchacha, mientras cogía la ropa que iba a ponerse. Una vez vestida fue al despacho de la señora Jarvis, donde se encontraba un señor mayor con una GRAN barba.
Buenos días, pequeña –saludó el anciano.
Buenos días, señor –devolvió el saludo Nicole.
Te preguntarás quién soy… Me llamo Albus Dumbledore, y vengo a entregarte esta carta –se presentó el anciano, entregándole una carta que la muchacha comenzó a leer.
Estimada señorita Potter.
Nos complace informarle de que ha sido admitida en el Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería, así mismo como que deberá estar el día 1 de Septiembre a las 11 am en la estación King Cross, andén 9 y ¾. A continuación, le adjuntamos una lista con los materiales que va a necesitar, que podrá encontrarlos en el Callejón Diagón.
Atentamente,
Minerva Macgonnagall, subdirectora de Hogwarts.
Disculpe, señor, pero… ¿qué significa esta carta? –preguntó Nicole, confundida, tras leer la carta.
Esto, pequeña, quiere decir que estás admitida en el colegio que yo dirijo. Nicole… eres una bruja –informó Dumbledore.
… ¿Que soy qué? –preguntó Nicole, más confundida todavía.
Una bruja, y de una gran familia… -empezó a explicar Dumbledore.
Un momento… yo no tengo familia, y desde que tengo memoria vivo aquí… -cortó Nicole, cada vez más confundida.
Si existes es porque tuviste una familia, aunque no la recuerdes –le explicaba el director como un abuelo a su nieta.
Es verdad, aunque me gustaría acordarme de ellos y haberlos podido disfrutar más tiempo –admitió Nicole, entristeciéndose.
Lo sé… Pero, dime¿qué piensas de la carta? –le preguntó Dumbledore, sonriéndole.
Pues… Si le soy sincera, me parece algo extrañísimo, jamás me lo hubiera imaginado… ¿De verdad soy una bruja? –preguntó Nicole, aún sin creérselo.
Por supuesto. A ver… ¿has hecho alguna vez algo inexplicable?
Pues… ahora que lo pienso, sí. Una vez que un niño no dejaba de darme pellizcos grité y de pronto una tiza y un borrador lo perseguían –explicó Nicole, haciendo memoria y no pudiendo evitar sonreír levemente ante tal recuerdo.
Eso, Nicole, es magia accidental. Lo que confirma que eres una bruja muy buena –dijo Dumbledore, guiñándole un ojo divertido–. Entonces… ¿qué decides?
Pues… vale –respondió Nicole, sonriendo.
Bueno, pues entonces sólo queda comprar el material en el Callejón Diagón –explicó Dumbledore, levantándose de la silla en la que estaba sentado.
¿Cuándo iré? –preguntó Nicole, ansiosa.
Mañana mismo –respondió Dumbledore-. Bueno, yo ya me tengo que ir, pequeña. Nos vemos el uno de septiembre –añadió, sonriéndole y saliendo del orfanato.
Hasta pronto –se despidió Nicole, muy feliz y a la vez sorprendida por tales noticias.
