LOCAS HORMONAS ADOLESCENTES

Hola, esta pequeña y disparatada historia salio de una conversacion algo disparatada con una amiga mientras "naruteabamos" junto a una taza de cafe. Es un delirio cafeinomano con lemon muy suave al menos en este capitulo. Solo seran dos capitulos, en lo particular se me hace muy dificil seguir esos culebrones de 20 o mas capitulos por lo mismo no me quiero pasar de entusiasta. Espero les guste esta nueva historia acerca de mi pareja favorita dentro del Fandom de Naruto. La historia se desarrolla post guerra; Matsuri tiene 17 años, Gaara 18.

Dudas, criticas, huevos podridos y felicitaciones seran bienvenidas. Si no gustas de historias subiditas de tono, no leas. Por ultimo pedir un ¡ Aleluya! por Kishimoto-Sama que por su obra y gracia podemos disfrutar de Naruto y todos sus personajes.

Ella ya no era más una niña, ahora era una bella adolescente de delicados rasgos que deambulaba por Suna tras su maestro sin tener la mas mínima conciencia de los efectos que provocaba en el publico masculino.

Matsuri tenia diecisiete años, una cara de rasgos delicados con unos ojos negros de mirada intensa, su dueña desconocía los daños que causaban en los hombres; tan oscuramente intensos eran sus ojos que parecían dos pozos sin fondo, sus pupilas no se diferenciaban de sus irises de lo oscuros que eran. Y ellos provocaban en los masculinos el querer indagar que se escondía en la profundidad de esos ojos. Tenia un cuerpo atlético de cintura fina, producto del intenso entrenamiento diario al que se sometía. Pero sin duda lo que provocaba estragos entre los hombres de las mas diversas edades y también en algunas mujeres, eran sin duda sus largas y bien formadas piernas que ella lucia con faldas muy cortas sin tener siquiera sospecha de lo que provocaba. Incluso si le preguntaban, ella se encontraba como una chica del montón, sin ningún rasgo llamativo; al lado de Temari y su generosa delantera o de Sari y su llamativo trasero. Probablemente si le hubiesen dicho de los daños que provocaban sus piernas se hubiese reído de tan buena broma.

Mucha de su inseguridad y el sentirse "del montón" nacían del sentimiento no correspondido hacia el Kazekage, durante un par de años intento por todos los medios de atraer su atención sin ningún resultado. Para esas alturas ya había dejado de lado esa ilusión y se conformaba con ser su amiga; estaba más que convencida que entre ellos la posibilidad de ser algo más que amigos era igual a cero y se conformaba solo con ser su amiga, compañera y amarlo discretamente.

Ajeno a las turbulencias que sufría el corazón adolescente de Matsuri, Gaara vivía aplastado bajo una montaña de cosas pendientes, casi como un niño/anciano viviendo paralelo a la vida de los adolescentes de su edad; sin disfrutar de las alegrías propias de la juventud, pero no se quejaba; dedicaba su vida a tratar de enmendar el daño causado a su aldea en el pasado. Pasaba por alto las señales inequívocas que le enviaba su cuerpo que estaba en el punto mas álgido de su adolescencia, el único cambio importante del que acuso recibo fue el aumento de talla de ropa y calzado además de tener que afeitarse a diario, del resto de cosas que venían aparejadas bien gracias.

Excepto por otros pequeñísimos detalles pero que el en su peculiar naturaleza (cortesía de haber sido el contenedor del Shukaku por tanto tiempo, a pesar de haberle sido extraído hace unos años seguía conservando un olfato muy desarrollado) no lograba desentrañar del todo: como por ejemplo, unos pocos meses después de tomar a Matsuri como su alumna notaba en ella un inconfundible olor a sangre que tiempo antes también había comenzado a percibir mensualmente en su hermana Temari. Eso no tenia nada de intrigante, pues según leyó correspondía al periodo menstrual que indicaba que una niña dejaba de serlo y a partir de ese momento podía convertirse en madre. Entendió entonces por que Kankuro se comportaba como un maniaco sobreprotector con su hermana y por que se esforzaba en alejar de ella a toda compañía masculina y decidió desde ese momento que el dedicaría sus mejores esfuerzos a espantar a todos los pervertidos, aunque si para eso fuese necesario usar un poco de arena (pobre Temari) ahora que había recuperado a su hermana, nadie se la iba a quitar.

Pero Matsuri era un caso diferente para el, desde que comprendió el significado de su sangrado, en un primer momento decidió protegerla de los pervertidos al igual que su hermana Temari. Sin embargo había un par de otros "detallitos" que eran difíciles de descifrar. Uno de ellos era que además del olor de su sangre que se iniciaba puntualmente cada veintiocho días y duraba tres días en total el famoso sangrado (días en que la notaba mas sentimental, con más sensibilidad al dolor y por lo mismo trataba que sus entrenamientos fuesen más suaves) desde el día doce notaba desde hacia unos meses, un agradable y exótico aroma que manaba de ella, haciéndose intoxicantemente delicioso el día catorce para ir declinando y casi desaparecer al día dieciséis. Junto con el aroma, era imposible no notar como su cintura se afinaba y su busto crecía haciéndose mas pronunciado y atractivo. Y también era imposible no notar las miradas lujuriosas y los comentarios obscenos que provocaba en hombres de todas las edades. Y eso le hacia sencillamente hervir de la rabia, por irrespetuosos según se explicaba a si mismo. Eso llego al punto máximo el día que un tipo que no era de la aldea intento tocar una de sus nalgas. El tipo fue rápidamente reducido y golpeado por Matsuri sin necesidad de ayuda. Gaara sentía iba a explotar de rabia, afortunadamente para el tipo ya no era el contenedor del Shukaku de lo contrario hubiese sido hombre muerto.

A partir de ese incidente, al cual sus hermanos y la misma Matsuri intentaron inútilmente bajarle el perfil, Gaara decidió que ella viviría en la torre en un apartamento, con la excusa de supervisar mejor su entrenamiento y de paso evitar nuevos incidentes. Se justifico a si mismo que el malestar que sentía de pensar que un hombre había intentado tocarla era por el gran aprecio que le tenia a ella. Estas inquietudes y otras mas quedaron en el olvido al iniciarse la cuarta guerra Shinobi. Ahí la premisa era sobrevivir a como de lugar, pero para su tranquilidad la conservo cerca suyo sin otro interés que asegurar su bienestar.

Ahora estaban nuevamente en tiempos de paz, con mucho trabajo post guerra para sacar la Aldea adelante y poder consolidarse dentro de las Naciones Shinobis. Y en los últimos meses tras alcanzar una relativa calma, había vuelto a oler ese particular aroma en ella que tan agradable le era hacia un tiempo atrás y que tantos inconvenientes le había causado.

Ese aroma muy a su pesar lo trastornaba, sentía la necesidad de estar mas cerca de ella, de olerla como un perro, sentía deseos de acariciarla, de recorrer cada centímetro de su piel que suponía era muy suave . Lo peor era que notaba no solo a el lo trastornaba; esos días en que se hacia perceptible notaba también alborotaba a los demás inclusive algunas mujeres. Eso lo ponía particularmente irritable. En su fuero interno culpaba a Matsuri por ponerle en ese estado de perturbación.

Su cuerpo desde hacia algunos meses en esos días parecía cobrar vida propia. Su miembro se erectaba sin recato alguno en los momentos y situaciones mas inoportunas; como cuando estaba reunido con los consejeros y la vio llegar radiante con su falda diminuta que se transparentaba dejando ver su ropa interior. Esa visión no solo fue suya, fue inevitable escuchar en susurros los comentarios vulgares de los ancianos, los que le hicieron humear de rabia, basto solo una mirada suya para que los comentarios cesaran, pero su miembro no opinaba igual y siguió enhiesto, afortunadamente se encontraba con la túnica lo que le evito un bochorno.

Los entrenamientos eran una mescla de placer, tortura y culpa a partes iguales. Si hubiese sido tan correcto como aparentaba habría dejado de entrenar con ella desde hace tiempo, pero anhelaba esas sesiones intensas, donde ella quedaba sucia, jadeante y toda sonrosada. Había tomado por costumbre en los últimos meses el desactivar su barrera de arena, para así tener un contacto mas directo al practicar taijutsu (esa era la excusa que se invento) pero la verdad era que buscaba sentir la suavidad de su piel sin la arena de por medio. Nada le era mas satisfactorio que sentir su aliento cerca, escuchar su corazón latiendo acelerado y era la gloria cuando lograba ver sus pequeñas bragas o parte de su brassier. Eso lo dejaba en un estado de excitación máxima, tanto que tuvo que recurrir a autocomplacerse para poder actuar con un mínimo de cordura y no parecer uno de los tantos animales en celo que andaban tras Matsuri. Era por ese motivo que estando fuera de sus entrenamientos, si bien la mantenía cerca suyo tenia con ella un trato distante, de ninguna manera deseaba que leyese en sus ojos los pensamientos pervertidos que en el provocaba. Ni tampoco estaba dispuesto a que ella estuviese al alcance de otro hombre, seria capaz de matar sin ningún remordimiento de ser necesario.

Necesitaba encontrar una solución a sus problemas hormonales, antes de terminar cometiendo un desatino y lanzarse encima de ella como animal en celo. Fuera de sus hermanos y Naruto ella era muy importante para el, y no deseaba perderla por culpa de sus locas y adolescentes hormonas. Tenia conocimiento de sobra que ella era una joven muy inocente incapaz de siquiera imaginar la inmundicia que había en su cabeza. Pedir ayuda a Temari obviando ciertos impúdicos detalles no era viable ya que se encontraba de misión en Konoha y Kankuro, era casi como pedirse ayuda a si mismo ya que era abiertamente un pervertido, pero que curiosamente no manifestaba interés en Matsuri e incluso le ayudaba a espantar a los pervertidos que pululaban alrededor de ella.

Busco entre sus cosas un Icha icha que le había regalado Kankuro al cumplir quince años. En ese momento lo leyó de cabo a rabo sin hallarle sentido alguno. Ahora lo revisaba en búsqueda de respuestas; no lograba descifrar lo que le sucedía con Matsuri, esa especie de hambre que sentía por ella y que poder hacer con ella. Entendió tras su lectura varias cosas entre ellas que el agradable perfume que sentía en ella no eran otra cosa que feromonas y que su presencia indicaban que una mujer era fértil, particularmente en aquellos días en que era más intenso el perfume, aunque en ese momento no estuviese disponible sexualmente (algo simplemente biológico) no era cosa de llegar y acceder a ella carnalmente. Que las feromonas de Matsuri estaban haciendo estragos en el, la deseaba como nunca pensó podría llegar a pasarle y lo mas importante aun, se dio cuenta que lo suyo hacia ella era mas profundo: se había enamorado; entendió que para el era mucho mas que su alumna o su amiga, era la compañera que deseaba tener a su lado por el resto de la vida, aunque en su caso en particular esta podía ser muy corta y con un final muy violento. Por lo mismo había decidido mantener las cosas de la misma forma como estaban, sin buscar mas acercamientos que en los entrenamientos.

Todo habría seguido igual por tiempo indefinido, pero toco entrenar un día en el que particularmente hacia muchísimo calor. Matsuri se quito su chaleco reglamentario y su camiseta quedando solo en top, su mini y sus medias también se las quito quedando sus piernas expuestas en todo su esplendor. Para colmo ella estaba en esos días donde sus feromonas estaban al máximo. El calor estaba insoportable aunque el sol se estaba perdiendo entre las dunas, era imposible entrenar con tanta ropa encima, Gaara se quito su gabardina y su camisa quedando solo con sus pantalones, como ya se había hecho costumbre la arena quedo a un lado.

Comenzaron a entrenar con cada vez mas intensidad, pero era imposible no echarse unas miradas cargadas de curiosidad y lujuria a partes iguales. Hasta que sucedió lo inesperado, Matsuri perdió el equilibrio y Gaara por intentar sostenerla cayo con todo su peso sobre ella: los dos podían sentir los latidos alocados del corazón del otro. La tensión sexual se podía cortar con un cuchillo, los dos estaban sonrojados y jadeantes. Gaara estiro su mano y le acaricio la mejilla, ella no se contuvo y lo beso, fue apenas un suave roce al que el respondió con ferocidad tomando posesión de sus labios y exigiendo invadir su boca con su lengua hasta quedar ambos sin aire en los pulmones. Se miraron con anhelo y retomaron la tarea de besarse con ahínco, mientras las manos de ambos cobraban vida propia recorriendo la piel del otro reconociéndose centímetro a centímetro.

Matsuri estaba en la gloria recorriendo la espalda de su Sensei como tantas veces lo soñó, mientras lo besaba con todas sus ganas, intentando transmitirle todos sus sentimientos mediante sus besos. Era un sueño demasiado bueno para ser realidad, discretamente se pellizco un costado para asegurarse de estar despierta. Y por supuesto, estaba despierta, demasiado despierta, sus manos ya no se conformaban con solo acariciar su espalda necesitaba recorrer cada centímetro de ese hombre que la ponía como loca, sentía como latía violentamente su centro y su humedad iba en franco aumento. Y parecía el compartía el mismo sentir, su boca había descendido por su cuello y sus manos estaban introduciéndose bajo su top, comenzando a acariciar a un de sus senos. Matsuri no pudo evitar gemir cuando sintió le rozaba los pezones con las yemas y de forma involuntaria arqueo su espalda apegando su intimidad contra el miembro de Gaara sintiéndolo muy duro. La reacción fue automática, los dos gimieron de forma simultanea y la poca cordura que aun les quedaba se fue directamente a la basura, iniciándose una batalla campal de besos, caricias y gemidos que no se molestaban en disimular, mientras restregaban sus intimidades al compas de una música secreta que solo ellos dos conocían, una danza intima previa al acto de amor máximo. Sus ropas estaban esparcidas por la arena quedando solo con boxers y bragas; apenas quedaban unos tenues rayos solares que indicaban el fin de la puesta de sol pero a ellos parecía no importarles perdidos en su propio éxtasis.

Hubiesen seguido camino hacia el final esperable, pero en ese momento sonó el teléfono móvil de Gaara. Quien por habito contesto de inmediato:

-¿Paso algo Temari? (Ya estaba de regreso en la aldea) contesto con la voz agitada y más ronca que de costumbre.

-¿No es un poco tarde para que aun estés entrenando?- pregunto su hermana, pensando que lo agitado de su voz se debía al entrenamiento intenso. El menor solo respondió con un gruñido molesto.

- Solo llamaba para preguntar que deseabas cenar hoy- le dijo su hermana mayor, preguntándose que podría haberle molestado a Gaara.

- Lo que tu y Kankuro quieran cenar- dicho esto dio por terminada la llamada

A su lado, Matsuri lo miraba con anhelo y algo de susto. No estaba preparada para el curso que habían tomado las cosas entre ellos dos, sentía que había sido muy fácil: no solo no había puesto un mínimo de resistencia sino que además había colaborado activamente en su propia seducción. También sabia de sobra que con Gaara si se daba la oportunidad no debía andar con remilgos, sencillamente era el todo o nada: había sido casi todo y era mas que nada. Pero en lo concreto no sabia como debía tratarle ahora. La respuesta llego rápido.

-Regresemos, ya es muy tarde- dijo el, mientras recogía su ropa y se la ponía de forma apresurada

Matsuri, sin emitir palabra alguna se vistió y camino a su lado en silencio hasta la aldea, intentando mantener la compostura y no llorar. El la observaba a hurtadillas, también se sentía muy confuso y frustrado.

Llegaron a la torre y sin decir palabra alguna cada uno tomo rumbo a su apartamento. Al llegar al suyo Matsuri paso directo a la ducha, donde bajo el agua dio rienda suelta al llanto reprimido.

Gaara por su parte, llego y le estaban esperando con la cena servida, se sentó a comer mientras escuchaba el alegre parloteo de sus hermanos. Lo único que deseaba era estar solo, a mitad de la cena se puso de pie diciendo que no tenia mas apetito y se retiro a su dormitorio. Sus hermanos quedaron muy intrigados. Desde que lo habían recuperado jamás había actuado de esa manera tan distante.

El por su parte necesitaba estar a solas y analizar lo sucedido por la tarde. Se sentía muy confundido y alterado por lo sucedido y por lo que no alcanzo a suceder entre ellos dos. Y no sabia como encarar a Matsuri sin salir lastimado o sin dañarla a ella.

En la proxima entrega, fin de esta delirante historia que obviamente tendra el esperable LEMON. besos virtuales y espero leer sus criticas, felicitaciones o lo que sea.