Maldito amado Haruka.
Me confesé sin esperanzas de ser correspondido, con la finalidad de que solo supieras lo que siento por ti y continuar con nuestras malditas e incompletas vidas.
Pero no, el sentimiento era mutuo, aunque tú con tu cara de nabo no parecías decirlo realmente.
Llegamos a un tipo de acuerdo, mantener esa "relación" en secreto, aunque los demás notaran cambios. Pero en realidad ¿que había cambiado?
Los dos somos hombres, y la idea de un beso nos pareció desagradable, así que solo fue un abrazo.
¡Un maldito abrazo que no demuestra nada!
Maldito tiempo.
Ha pasado tan malditamente rápido que ni me ha dado para asimilar que me marcho hoy, hoy, después de nadar contigo.
Te prometí una visión nueva y espero poder dártela, espero que la disfrutes…
Acabó, ganamos, tu cara al salir del agua y mirarme fue de completa fascinación, te gustó.
Aun cuando tomaron la foto para el recuerdo, tu rostro permanecía volteado hacia el agua, como añorando ver eso de nuevo.
Algún día lo verás. Te lo garantizo.
Mi vuelo sale en pocas horas, estamos frente a frente, detrás de la academia. Me dices que esa vista fue interesante.
¿Solo eso? Interesante...
Te sonrío, sabiendo que lo amaste, me acerco a ti e, ignorando el impulso de salir corriendo, estampo mi boca contra la tuya.
Nos golpeamos, me miras mal, te rompí el labio.
Siento la turbulencia del despegue, miro por encima de la bolsa de la señora que va a mi lado, hacia el aeropuerto, tú, Nagisa y Makoto están en algún lugar en él o tal vez ya fuera de él, vuelvo mi vista hacia el folleto que tengo en mis manos. Volveré, mejor que ahora.
Una idea tardía me cruza por la mente, lanzo la cabeza contra el asiento de enfrente, asiendo saltar a su ocupante.
Malditas neuronas.
No te pedí el número de tu casa…
Han pasado meses, aún recuerdo nuestro primer beso. Me toco los labios, la distancia no da permiso de mover sentimientos, así que no recuerdo cómo se siente tu boca.
Intento rodeándome con los brazos, tu calor tampoco puede ser recordado.
Maldita distancia.
