**Los personajes ni el argumento principal del manga me pertenecen**
El ambiente en :Re era acogedor, invitaba a la tranquilidad entre su aroma a café y la serenidad que reinaba entre sus clientes. La joven camarera del local se acercó a uno de sus clientes más habituales y con una tierna sonrisa le preguntó:
-¿Te traigo lo de siempre? -era obvio que su respuesta iba a ser afirmativa, más que nada porque para él no existía otra alternativa. Aunque claro, ninguno de los dos lo iba a decir en voz alta.
-Sí, por favor. Pero esta vez que sean dos cafés -respondió mientras se quitaba la gabardina y la dejaba bien plegada en una silla que había libre-. Hoy espero a otra persona... -sonó incluso algo avergonzado ante aquella confesión.
Touka tuvo que hacer un gran esfuerzo en no mostrarse tremendamente sorprendida. Después de todo, Kaneki había acostumbrado a ir a :Re solo desde la primera vez que entró. No quiso sonar curiosa, debía mantenerse impasible ya que actualmente entre ellos no existía ninguna relación cercana. Así pues, manteniendo la sonrisa, anotó los dos cafés en su pequeña libreta y se aproximó a la barra. Puesto que Yomo estaba encargándose de lavar y colocar las tazas, fue Touka la que preparó los cafés.
En una sincronización que a ella le sorprendió, justo cuando fue a servir los dos cafés, la acompañante de Kaneki apareció. Era una joven de estatura baja, de cabellos rebeldes que se encontraban recogidos en un moño alto y se notaba que no había puesto mucho esfuerzo en la ropa que llevaba encima. Se colocó las gafas redondas puesto que se le habían movido bastante debido a las prisas que se habría metido para llegar a tiempo a la "cita". O eso suponía Touka que era aquello.
-¡Espero no haberte hecho esperar demasiado, Sasaki! -su voz aguda y despreocupada inundó toda la cafetería, aunque el resto de clientes ni siquiera se percató del efecto que produjo.
-Apenas he tenido que esperar -dijo él con su amabilidad característica-. Aunque me he tomado la libertad de pedir dos cafés cuando he llegado. Aquí lo hacen realmente delicioso.
-Oh, qué atento, como siempre -la chica tomó asiento y fue entonces cuando ambos se percataron de la presencia de la camarera-. Si ya ha llegado el café, qué rapidez -soltó encantada, casi de forma infantil.
De esta manera, entre un ambiente denso que se había formado entre ellos dos, Touka les sirvió ambas tazas de café junto a un azucarero.
-Que lo disfruten -se inclinó levemente y desapreció de la escena, puesto que su trabajo había concluido. Ahora tendría que buscarse cualquier tarea con la que poder entretenerse y no estar espiando aquella... cita.
Por otro lado, Sasaki y Takatsuki se encontraban saboreando el café que con tanto cuidado había preparado Touka. La joven escritora apretó los labios tras el sorbo en un intento de llamar la atención de Sasaki, pero él se encontraba demasiado ocupado observando el líquido marrón de su propia taza.
-Está realmente delicioso, no me has engañado para nada, Sasaki -bromeó Takatsuki mientras dejaba la taza sobre el platillo. En su rostro no se denotaba ningún rostro de molestia ante la aparente poca atención que su acompañante le profesaba. Quizá debería haberse esmerado más en su aspecto físico, pero nunca había sido algo que le hubiese preocupado-. Me alegra que podamos vernos en un sitio tan tranquilo...
-Sí... En la librería estabas demasiado rodeada de fans...
-Entre los cuales tú no te encuentras -señaló la joven sin reprochar.
Sasaki casi se atragantó al escuchar a Takatsuki, puesto que aún seguía un poco avergonzado de la confesión que le realizó a la escritora. Aunque era cierto que gracias a esa confesión, había conseguido quedar a solas con ella. Seguramente entre los fans de Sen Takatsuki, Haise Sasaki sería la envidia.
-Creo que no me disculpé lo suficiente por mis palabras -dijo bastante avergonzado mientras se rascaba parte de la mejilla derecha-. No estoy en posición de poder criticar a una escritora tan afamada...
-Para nada, para nada. Fue por eso que quise hablar contigo de forma más íntima -había escogido ese adjetivo con una clara intención-. Hay muchas veces que me canso de recibir elogios, prefiero las críticas constructivas, como la tuya. Veo una buena relación entre nosotros dos, Sasaki.
El inspector de la CCG no pudo evitar sonreír bastante tímido, sin saber muy bien cómo reaccionar a las palabras de Takatsuki. La propia Akira le había incitado a "salir del trabajo y despejar un poco la mente", pero claro, nadie tenía en cuenta la nula experiencia que tenía Sasaki en las citas.
-Siempre me he preguntado en qué te basabas para escribir tus novelas, quiero decir, aparte de las obvias -Sasaki esperaba no sonar demasiado curioso o impertinente, siempre tenía que cuidar con esmero cada una de las palabras que salían de su boca.
-Se puede decir que he tenido una vida de lo más agitada y siempre he tenido una forma de pensar un tanto diferente a la usual.
Por unos instantes, al propio Sasaki le pareció ver algo parecido a tristeza y melancolía en la mirada de Takatsuki. Pero fue tan corto, que el joven pensó que habían sido imaginaciones suyas.
-¿Y siempre has sido un gran asiduo a la lectura? -añadió finalmente la escritora mientras removía lo que quedaba de su taza de café con la cucharilla.
-Desde que tengo memoria, es algo que siempre he disfrutado.
Y en ese mismo ambiente, la conversación entre ambos clientes prosiguió de la forma más natural posible. Hablaron de libros favoritos que tenían en común, les dio tiempo incluso a comentar diferentes interpretaciones que tenían sobre poemas japoneses concretos. Aquello parecía no tener fin hasta que Touka se acercó hasta la peculiar pareja, informándoles de que estaban a punto de cerrar.
Al enterarse de ello, Sasaki no tardó en levantarse de su asiento:
-¡Lo sentimos muchísimo! Ni nos hemos percatado de que ya son estas horas -fue él quien pagó los dos cafés para después disculparse nuevamente-. Gracias por todo.
Touka se contuvo para no tener que añadir nada más. Le habría encantado decirle que el hecho de que Sasaki siempre fuera todas las semanas a tomar su café le alegraba y que cuanto más tiempo pasaba en :Re, más feliz era. Pero para Sasaki, ella simplemente era una camarera de una cafetería entre muchas que había en Tokyo.
También tuvo que contenerse en exclamar algo cuando vio a Takatsuki abandonar la cafetería agarrada del brazo del joven. Habría jurado que la escritora le dejó una mirada llena de desdén, pero decidió concentrarse en ultimar las tareas que faltaban para terminar de cerrar :Re. ¿Cuándo podría abandonar esa impotencia que sentía cada vez que lo veía y recordaba que no podrían volver a tener su relación pasada? Había veces que se arrepentía por la decisión que había tomado, pero Yomo y Nishiki siempre procuraban recordarle cuánto ganaban comportándose de esa manera.
Mientras tanto, Sasaki pensó que aquello era una especie de déja-vu cuando Takatsuki le pidió que le acompañase a casa. Sin embargo, a diferencia de lo que sucedió con Kaneki, ambos llegaron sanos y a salvo al pequeño y desordenado apartamento de Sen Takatsuki. Ella consiguió seducirlo y él correspondió a sus sentimientos a lo largo de la noche.
