Después de repetir hasta la saciedad que no iba a hacer segunda parte de mi primer fic... no pude resistirme, estaba un día escribiendo sobre temas que no tienen nada que ver y se me ocurrió esto y como hechaba de menos a Harry, Hermione, Ron, Bronwyn, Shido y compañía me puse a escribir un poquito solo para calmar mi añoranza y finalmente surgió esto... Espero no tardar tanto en actualizar como con mi anterior Fic, estoy segura de que voy a acabarlo mucho más rápido y sin duda este es mucho más fluido, porque cuando escribes de los merodeadores una letra tras otra sale sola en la pantalla, sin que apenas puedas pulsar las teclas.
Espero que os guste leerlo tanto como a mi escribirlo y pensarlo, me encantaría recibir reviews con vuestras opiniones y criticas (constructivas espero) Gracias de antemano! Y procuraré tener otro capítulo para la semana que viene, como regalo de publicación. :D
1. — UN VIAJE MUY LARGO
Harry rodeó con un brazo a Bronwyn, la chica gimió ligeramente, aún en sueños y se apretó más a él, Harry sonrió con suavidad y la abrazó más fuerte, la besó la comisura de los labios, la chica abrió un ojo, le miró unos segundos y volvió a cerrarlos, Harry comenzó a besarla de nuevo, primero el rostro y luego se deslizó por el cuello y la clavícula de la chica.
— Buenos días, preciosa. — dijo Harry antes de bajar aún más, acariciando el vientre de la chica con la lengua.
— Hola. — susurró la chica acariciando el pelo de Harry. — ¿Qué hora es? — preguntó Bronwyn algo más despierta.
— Aún es temprano, tenemos tiempo.
— ¿No habíamos quedado para desayunar con ellos? — preguntó Bronwyn mientras disfrutaba de las caricias de la lengua de Harry.
— Sí, pero más tarde, no se van a morir de hambre porque tardemos un ratito en llegar.
— Está bien.
Harry y Bronwyn decidieron dejar de hablar y hacer algo mucho mejor, era viernes, y los dos tenían que dar clases y primero habían quedado con los merodeadores, Selene, Susan y Lily para desayunar, tenían claro que iban a llegar tarde, pero no les importaba.
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— ¿Dónde está tu hija? — preguntó Susan mientras daba de comer a su hijo de dos años.
— ¿Me ves cara de adivino? — preguntó Sirius molesto, se llevaban mucho mejor que hacia dos años, pero lo de discutir era algo que nunca dejarían, era su forma de ser.
En ese momento aparecieron Harry y Bronwyn, ambos algo sonrojados y se sentaron en la mesa que ya estaban sentados los merodeadores, Susan, Lily, Selene, Shido, Hermione, Ron y Elektra. Sirius les miró con una ceja alzada, al parecer se imaginaba lo que estaban haciendo, Harry se limitó a sonrojarse mientras mordisqueaba una tostada, Bronwyn se echó a reír, quitándole importancia al asunto, Harry había cambiado mucho desde que se habían conocido, pero no tanto como para aguantar bromas sexuales sin sonrojarse.
— Bueno ahora que estamos todos juntos hay algo que queremos contaros. — dijo Selene.
— No me digas que mi madre está otra vez embarazada. — dijo Bronwyn con tono de burla, causando la risa de todos los presentes menos Susan y Sirius, y es que el tema de la pareja se había convertido en objeto de gracias, ya que después de Bronwyn habían tenido a Josh y a otro niño llamado Chris sin planear ninguno de ellos.
— ¿Qué ha pasado? — preguntó Harry, no le gustaba la cara de Selene, le recordaba a los últimos tiempos, cuando le daban malas noticias relacionadas con la guerra y con Voldemort, pero él estaba ya muerto, así que no podía tratarse de eso.
— Hay algo que nunca os hemos contado, acerca de sucesos que acontecieron hace ahora algo más de veinte años. — de nuevo habló Selene, parecía que era la que llevaba todo el peso de la situación.
La vampiresa sacó una foto que le tendió a Harry y Bronwyn. Harry tardó un rato en asimilar su propio rostro en la fotografía, no hubiera sido algo tan extraño, de no ser porque estaban junto a unos merodeadores adolescentes. Bronwyn también salía en la foto, tardo dos minutos en poder separar los ojos de la foto para mirar a Selene, mientras pasaba la foto a Hermione que trataba de verla por encima del hombro.
— No lo entiendo. — dijo finalmente Harry que por mucho que estaba luchando no encontraba una explicación lógica.
— ¿Recordáis aquella carta que Sirius y James os escribieron verdad? — preguntó Lily, seguramente buscaba una forma fácil de explicar aquello, pero no debía existir.
— Ponía que Dumbledore nos había explicado una historia, pero no fue exactamente Dumbledore. — dijo Sirius.
— ¿Quién fue entonces? — preguntó Harry, aunque estaba seguro de que la respuesta estaba en la foto.
— Fuisteis vosotros, Harry. Tú y Bronwyn de alguna forma tenéis que viajar al pasado y explicarnos todo lo de los fundadores para que nosotros podamos escribir la carta y guiaros hasta allí.
— ¿Así de fácil? Vamos allí y os decimos lo que hacer y volvemos.
— No es tan fácil Harry, viajar al pasado no es como ir a la habitación de al lado, no se puede viajar tantos años atrás, o no se sabe como al menos. — dijo Hermione.
— Pero nosotros ya viajamos en el tiempo en tercero. — dijo Harry.
— Sí, tres horas, no veinte años Harry.
— Seguramente encontraremos la foto, quiero decir, que la encontrasteis, o la encontraréis, porque si no, no existiría la foto. — dijo Sirius pensativo.
— ¿Pero porque no nos habéis contado esto antes? — preguntó Bronwyn.
— Porque no lo recordábamos. — dijo Selene. — Creo que nos borramos la memoria, dejamos lo justo en mi memoria para recordar que debíais volver, y como yo lo olvidé todo no he podido recordar hasta hoy.
— Tal vez Dumbledore pueda ayudarnos.
— Pero hay algo más, si vais allí y nos soltáis esto de golpe seguramente no os creamos, tendréis que ganaros nuestra confianza. — dijo Remus.
— Genial. — murmuró Harry. — Sugerís que viajemos al pasado lo cual teóricamente no se puede hacer, nos hagamos vuestros amigos y luego os digamos lo de los fundadores y todo esto sin contaron nada del futuro para que no altere nada aquí.
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— Interesante. — murmuró Dumbledore mirando con sus claros ojos azules a Harry y Bronwyn, estaban sentados en la mesa de los profesores de Hogwarts, en el lugar que les correspondían y le habían contado al director de la escuela los planes que rondaban su cabeza. — No creo que se haya realizado un viaje en el tiempo de esas magnitudes.
— ¿Pero cree que es posible? — preguntó Bronwyn.
— En realidad creo que es posible, me temo que mi memoria está algo deteriorada ya, pero puedo recordar a dos jóvenes que decían venir del futuro hace veinte años. Investigaré a ver como podemos hacerlo, ahora será mejor que vayan a dar sus respectivas clases.
— Genial. Gracias profesor Dumbledore. — Harry y Bronwyn se despidieron del mago y se dirigieron a sus clases, ya que los alumnos ya habían empezado a irse.
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— Es como un giratiempo, pero está preparado para volver atrás años en vez de horas.
— ¿Es peligroso? — preguntó Bronwyn mirando el objeto dorado que Harry tenía entre sus manos.
— Es probable, no hay forma de saber que día ni en que momento aparecerán.
— ¿Cómo volveremos? — preguntó Harry.
— Cuando hayan acabado lo que fueron a hacer, el tiempo se restaurará, espero. — dijo Dumbledore con una pequeña sonrisa.
— ¿Cuánto tiempo pasará aquí? — preguntó Harry.
— No hay forma de saber cuanto tiempo pasará aquí. Tal vez vuelvan al momento del que partieron o tal vez pase un año o dos, tal vez pase el mismo tiempo aquí que allí, no podemos saberlo.
— Debéis hacerlo Harry. — dijo Selene con una sonrisa, al parecer la mujer había notado el reparo de los chicos en hacer aquella misión.
— ¿Y si hay problemas aquí y necesitáis nuestra ayuda? — preguntó Bronwyn.
— Voldemort está muerto, Tate está muerto, podremos lidiar con cualquier otra amenaza hasta que volváis. — dijo Shido guiñándoles un ojo mientras acariciaba la espalda de Hermione, la chica estaba más preocupada que los demás por el experimento, después de un año entero con el giratiempo sabía lo inestable que podía ser el tiempo, inestable y peligroso.
— No creo que convenga pensarlo más chicos, es algo que debéis hacer. — dijo Elektra. — Yo iría encantada.
— Lleva razón, vamos.
Harry y Bronwyn se despidieron de sus respectivos padres y de los demás presentes, Lily permaneció unos segundos más que los demás abrazando a su hijo.
— Esa foto era de séptimo, tienes que entender que seguramente verás cosas de los merodeadores o incluso nuestras que no te gustarán, pero tienes que entender que nuestra generación no era como la vuestra. — explicó Lily, James se unió al abrazo familiar revolviéndole un poco el pelo a Harry con la mano.
— Además en séptimo pasaron muchas cosas horribles, como la muerte de mis padres o los de Susan, debéis tener cuidado a la hora de hablarnos de no revelar ciertos detalles que pueden cambiar esos acontecimientos. — explicó esta vez James.
— Ni tampoco debéis cambiar nuestra muerte, ni delatar a Peter, de hecho ahora que lo pienso tenéis que tener mucho cuidado con lo que digáis delante de Peter, no sabemos si ya filtraba a Voldemort información. — dijo Remus pensativo.
— Además no debéis dejar que nadie ajeno a la escuela os vea, podemos alterar los pensamientos de los de dentró, pero no de los de fuera. — finalizó Dumbledore e inclinó ligeramente la cabeza como despedida.
— Tened cuidado. — dijo Hermione abrazando por última vez a Harry.
— Tú también. — dijo Harry mirando a Shido claramente, en un claro mensaje, quería que protegiera a la chica. Los demonios estaban algo revolucionados y Hermione ya había sido objetivo una vez.
— Vamos chicos. — habló Dumbledore otra vez, aunque las despedidas duraron aún unos minutos más.
— A una cosa más. — dijo Susan. — Debéis dejar los anillos de la orden, si notan su magia pensarán que los habéis robado y os atacarán, y si alguien lo ve podría estropear vuestra coartada.
— Y nada de usar los poderes demoniacos, ellos podrían sentiros y atacaros.
— Pero entonces nos quedaremos sin poderes casi. — dijo Harry, que se valía bastante más de lo que le gustaba de sus poderes demoniacos.
— Sigues siendo un mago. — dijo Ron riéndose.
— Llevas razón, venga vamos. — dijo Harry tomando la mano de Bronwyn dejaron los anillos sobre la mesa de Dumbledore y rodearon sus cuellos con la cadena. Antes de empezar a dar vueltas al pequeño reloj de arena dorado.
Por un segundo notaron como todo vibraba, un temblor descontrolado, se sujetaron mutuamente, no querían perderse en la brumosidad que les rodeaba. Entonces todo paró, tan repentinamente como había llegado. Sus pies volvieron a tocar tierra firma y no pudieron evitar perder el equilibrio.
— Señor Potter ¿Qué hace aquí? — la voz de Dumbledore los sobresaltó mientras se volvían a poner de pie, estaban en el despacho del mago, pero aparté del hombre y ellos mismos no había nadie más allí. Además tenía menos cachivaches de los que había en el despacho cuando se habían ido, lo cual les daba bastantes pistas de que habían conseguido lo que se proponían. — Usted no es James Potter. — dijo Dumbledore mirando con curiosidad a Harry.
— No, mi nombre es Harry y ella es Bronwyn. Hemos traído esta carta para usted. — Harry le tendió una carta que el Dumbledore del futuro había escrito para si mismo, para ayudarle a entender lo que sucedía.
El hombre la tomó y la leyó en completo silencio, solo un par de veces durante la lectura separó sus ojos azules para mirarles con autentica curiosidad. Cuando acabó de leerla la dejó sobre la mesa y clavó su mirada en ellos, seguramente tratando de acceder a su mente, pero los chicos le bloquearon el paso.
— Lo siento profesor Dumbledore, pero no podemos dejar que acceda a los recuerdos del futuro, usted mismo nos ha advertido de lo peligroso que puede llegar a ser.
— Supongo que soy un hombre sabio en el futuro. — dijo Dumbledore dejando entrever una sonrisa. — Supongo que necesitáis mi ayuda, si no, no estaríais aquí.
— Así es, debemos hacernos pasar por estudiantes, para poder ganarnos la confianza de nuestros pa… — Harry se llevó un golpe por parte de Bronwyn para que se callara.
— De algunos estudiantes. Deben ayudarnos en el futuro y para eso debemos decirles como en el pasado.
— Entonces si debéis haceros pasar por estudiantes, será mejor que lleguéis como todos los demás, el expreso debe estar apunto de salir, no hay más tiempo que perder, ya hablaremos de los detalles más tarde.
— Haré un traslador. — sugirió Dumbledore. Los chicos asintieron encantados, porque ya no tenían otra forma de viajar, ahora que no tenían anillos y no podían usar poderes demoniacos.
El traslador los dejó junto al expreso rojo aunque por desgracia lo de viajar con traslador nunca había gustado a Harry que cuando llegó al anden no pudo evitar caerse al suelo, Bronwyn consiguió mantener el equilibrio y le tendió una mano a Harry para ayudarle a levantarse, el anden estaba lleno de alumnos, caras que no conocían, recorrieron la vista buscando a los merodeadores, pero no pudieron encontrarlos entre tantos alumnos y familiares.
— ¿Qué es eso? — preguntó Harry, Bronwyn tenía un bulto en el bolsillo de la sudadera.
— Me lo metió Sirius antes de venir. No sé lo que es. — dijo la chica.
— Pues ábrelo. — sugirió Harry sonriendo.
— ¿Hablas en serio? Y si estalla o algo… Es mejor esperar a estar solos, a saber lo que puede ser… Conociendo a Sirius.
— ¿Quién me llama? — un Sirius Black adolescente se giró hacia ellos.
Trataron de contener la sorpresa, estaba claro que los años en Azkaban habían hecho mucho mal en la belleza de Sirius, allí estaba, con diecisiete años, los ojos grises, muy parecidos a los de Bronwyn y el pelo negro, largo hasta los hombros, era alto y sus músculos se marcaban incluso a través de la ropa, nada que ver con el Sirius delgado y demacrado que había salido de Azkaban y aunque había mejorado mucho desde entonces, se daban cuenta de que solo era una sombra de lo que había sido.
— No te hemos llamado perdona. — dijo Bronwyn con un intento de sonrisa amable, pero aún se sentía algo descolocada.
— Bueno, pues puedes llamarme cuando quieras. — dijo Sirius con una sonrisa seductora, guiñándole un ojo a la chica. Bronwyn le miró boquiabierta.
— ¿Estás tratando ligar conmigo? — preguntó Bronwyn, normalmente no la hubiese molestado con un chico ligase con ella, se habría limitado a decirle que no le interesaba y que ya tenía pareja, pero que su padre intentase ligar con ella era superior a sus fuerzas.
— Bueno cariño, no me gusta esa palabra, solo trato de… conocerte.
— Está conmigo. — dijo Harry pasando un brazo por la cintura de Bronwyn y acercándola más a él, apretándola con fuerza para evitar que respondiera mal a Sirius.
— ¿Y quienes sois vosotros? — preguntó Remus que acababa de unirse al pequeño grupo.
— Somos nuevos, venimos de… España. — improvisó Harry, recordaba que Bronwyn había dicho eso cuando había empezado sexto con ellos en Hogwarts.
— Te pareces mucho a alguien que conozco. — dijo Sirius mirando con desconfianza a Harry.
— Coincidencia supongo. — dijo el chico encogiéndose de hombros, en un intento por sonar despreocupado. — Me llamo Harry y ella es Bronwyn. Y ahora será mejor que nos subamos al tren, nos vemos en Hogwarts.
Harry empujó a Bronwyn entre el gentío, hasta el expreso de Hogwarts y una vez allí se metieron en un compartimento vacío y cerraron la puerta, Bronwyn se dejó caer en el asiento y cruzó los brazos sobre el pecho. Harry la miró con una ceja alzada mientras miraba al andén donde Sirius y Lupin se habían reunido con Peter y James.
— ¿Te has enfadado? — preguntó Harry a la chica al ver que no hablaba.
— ¿Por qué no me has dejado responderle? — preguntó Bronwyn con el ceño fruncido.
— Venga ya, que ibas a sacar en claro mandándole a paseo, si él tuviera alguna sospecha de que eres su hija seguramente no hubiese tenido intenciones de liarse contigo, pero no hay forma de que lo sepa, solo es un adolescente hormonado y tu estas muy buena. — dijo Harry en un intento de aliviar el enfado de la chica y debió funcionar, porque ella sonrió.
— Va a ser muy duro ¿verdad? — dijo la chica.
— Y que lo digas, pero necesito que tengas los pies en el suelo Bronwyn, porque no sé si seré capaz de estar con ellos todo el día y no advertirles de lo que va a pasar. No sé si lo aguantaré y a veces necesitaré que tú seas fuerte por los dos.
— Claro, solo es el shock del momento, dame unas horas para centrarme.
— Tenemos todo el día, supongo que nos podemos concienciar, porque cuando lleguemos a Hogwarts nos van a hacer muchas preguntas. — pese a sus palabras Harry sonreía con tranquilidad.
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— Adivina quien llega la última. — dijo Susan sonriendo a Selene cuando entró en el compartimento donde ya estaban sentadas Lily y ella misma.
— Estaba hablando con los chicos. — Selene la sacó la lengua ante la cara de fastidio de sus dos amigas, los chicos no eran muy apreciados por ellas. — Van a venir luego, quieren saludaros.
— Sí ya, ¿saludarnos o torturarnos? — preguntó Lily cruzando una mirada cómplice con Susan, se alegraba de que la chica no estuviera bajo el "embrujo" de los merodeadores, aunque ella más bien lo consideraba una maldición.
— Pues deberías ver a James Lily, este año ha crecido un par de centímetros más y se ha puesto algo más cachas, no tanto como Sirius por supuesto. — dijo Selene con una mirada soñadora y una sonrisa divertida.
— Y a mí que me importa como estén Potter y Black. — murmuró Lily molesta.
— Me pitan los oídos. — dijo James entrando en el compartimento, Selene se había dejado la puerta abierta, así que debían haberlas oído desde el pasillo.
— Es de mala educación escuchas tras las puertas Potter. — dijo Susan con acidez, Lily sonrió mirando por la ventana, para que los chicos no la vieran, le gustaba el tono que Susan utilizaba para hablar a los merodeadores.
— Es difícil escuchar tras una puerta cuando la puerta estaba abierta, Montgomery. — dijo Sirius Black, que había entrado tras James y se había sentado cómodamente junto a Selene. — Pero no esperamos que tu aprecies tan sutil diferencia.
— Acaba de arrancar el tren y ya tengo que soportar tu presencia, de verás que este año voy a rogar a Dumbledore que me cambie de casa.
Susan miró exasperada al techo, parecía que lo decía en broma, pero era capaz de hacerlo, durante los seis años que llevaba en Hogwarts había sido la única chica que había conseguido obtener un permiso especial para llevar pantalones en vez de falda, para usar su propia escoba durante el primer curso en las clases de prácticas y varias proezas similares que habían conseguido ganarse el odio de la mayor parte de la escuela.
Susan sabía que era diferente a las demás chicas, incluso diferente que sus amigas, a las únicas que consideraba dignas de su amistad, no la gustaba vestir con faldas ni ropa estrecha, de hay que consiguiera convencer a Dumbledore para que la dejase usar pantalones, aunque si no la hubiesen dejado lo hubiera echo igual seguramente, pero es que la chica tenía un don especial cuando se trataba de convencer a los demás, incluido profesores, con el único que no funcionaba su "don" era con Sirius Black, al que había tratado de convencer en repetidas ocasiones de que se tirara de la torre de astronomía, sin ningún éxito, y no es que la chica tuviese mal cuerpo o como habían comentado las lenguas más viperinas del colegio no tenía el cuerpo deformado por hechizos y pociones defectuosos, simplemente no se sentía cómoda con la ropa estrecha. Al igual que la gustaba llevar su pelo largo, rubio y liso cubriéndola parte de la cara, aunque no era nada fea.
Normalmente era una chica tranquila, pero se transformaba completamente cuando Sirius Black o James Potter entraban en escena, no tenía nada contra ellos, simplemente les parecían inmaduros e irresponsables. Por el contrario adoraba a sus amigas y eran las únicas que impedían que matase a los merodeadores, sobretodo Lily, que solía tranquilizarla diciéndola que ya quedaba menos para acabar Hogwarts y perderlos de vista definitivamente, Selene por el contrario también conseguía sacarla de quicio, porque corría tras los merodeadores como una niña tonta, pero cuando ellos no estaban cerca Selene era una chica estupenda.
— ¿Te encuentras bien? — preguntó Lily mirando a Susan.
Siempre la había considerado su mejor amiga, Selene también era su amiga, pero de diferente manera, Siempre se apoyaba más en Lily, quizás porque sentía que las dos se necesitaban mutuamente, sobretodo para protegerse de los merodeadores, y Selene adoraba a los chicos. Lily y Susan se habían conocido en primero, durante el trayecto en el tren, las dos chicas se habían hecho amigas enseguida, pese a lo diferente de sus orígenes, Susan venía de una larga línea familiar de magos muy poderosos, la mayor parte apoyaban al bien, aunque había alguno oscuro en sus filas, aún así Susan siempre había demostrado unos ideales muy poco acordes con los magos oscuros y así se habían hecho amigas y su amistad ya duraba siete años, pese a sus más y sus menos.
— ¿Sí y tú? — preguntó Susan a Lily, la pelirroja la miró antes de asentir ligeramente, Susan siempre había envidiado los ojos de la chica, una envidia sana, ya que los suyos eran marrones.
— ¿Sabes Lily? — preguntó James, la chica hizo lo imposible por no mirarle, pero al final cedió. — Te ha sentado de maravilla el verano, estás preciosa.
— Genial. — dijo Lily poniéndose de pie, Susan la imitó, no sabía donde iba la pelirroja pero no pensaba quedarse sola con los merodeadores. — Selene cuando estos se vayan nos avisas y volvemos.
— Vamos chicas, ¿no podemos tener un año en paz? — preguntó Selene haciendo un puchero.
— ¡No! — exclamaron Lily y Susan a la vez mientras salían del compartimento.
— ¿Ves pequeña? — oyeron la voz de Sirius Black detrás. — Nosotros tratamos de ser amables, ellas son las brujas.
— Eso está claro. — resopló Susan señalando su varita. Lily dejó escapar una carcajada.
— ¿Lily? — la voz de James la llamó desde atrás, la chica rodó los ojos, hubiese reconocido esa voz en cualquier parte, pero era algo que no pensaba reconocer.
— ¿Por qué no nos haces un favor a los dos y me olvidas Potter? — preguntó Lily sin girarse.
— De eso quería hablarte. — Lily se paró aún sin proponérselo.
— ¿Qué quieres Potter? — preguntó Lily girándose hacia él. — Y antes de hablar déjame decirte que rezo porque esta sea la última vez que tenga que hablar contigo el resto de mi vida.
— ¿Rezar? — preguntó James sin entender, luego le quitó importancia. — Solo quería decirte que este años no pienso acosarte, te dejaré a tu aire, aunque si en cualquier momento cambias de idea… Ya sabes que estoy aquí.
— No voy a cambiar de idea Potter, no me interesas lo más mínimo.
Susan sonrió ligeramente al chico, dándole ánimos, podía caerle mal, pero sabía lo que podía doler que la persona a la que querías te rechazase una y otra vez, al principio Lily había tratado de ser suave con él, pero había comprendido que era una tontería, ya que el chico no parecía darse por vencido nunca.
— Ya no hay compartimentos libres. — dijo Lily, se asomó en el que estaban Harry y Bronwyn, que parecía el más vacío. — ¿Os importa que nos sentemos con vosotros?
Los chicos se sobresaltaron ligeramente, y solo atinaron a hacer un gesto en la cabeza para que las dos mujeres entrasen, Susan se dejó caer junto a Bronwyn, mientras que Lily entraba algo más cautelosa.
— ¿No nos conocemos verdad?
— No, somos nuevos, de España. — mintió Harry, tratando de sonar natural.
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— ¿Te encuentras bien James? Estás muy pálido. — preguntó Selene acariciándole la mejilla.
Selene siempre había sido la más carismática de sus amigas, de hay que consiguiera hacerse amiga de los merodeadores en primer curso. Aunque debía reconocer que amiga de Sirius era desde que eran pequeños, porque sus padres tenían los mismos ideales que los Black y siempre habían disfrutado encontrándose con la otra familia y fantaseando con que sus hijos perpetuaran su "negro" linaje. Pero Selene y Sirius nunca habían sentido eso el uno por el otro, simplemente eran amigos, y disfrutaban de la compañía de mutua.
— Sí, ¿qué es rezar? — preguntó James, que no podía dejar de dar vueltas a las palabras de la pelirroja.
— Es algo que hacen los muggles James, le piden a un ser superior que les concedan cosas. — explicó Remus mirando con curiosidad a James. — ¿Te ha vuelto a rechazar Lily?
— Sí.
James se dejó caer derrotado en el asiento, apoyando la cabeza en el hombro de Selene, que le acarició el pelo, despeinándole aún más, siempre le había gustado mucho Selene, es más, si no estuviera convencido de que Lily era su media naranja hubiese intentado algo con Selene, la chica era muy dulce siempre y se preocupaba por ellos, realmente se merecía un buen chico que cuidase de ella. Miró a Remus durante un minuto entero, el chico le devolvió la mirada con curiosidad, sabía cuando James planeaba algo, se le ponían los ojos brillantes y una arruga de concentración en la frente.
— ¿Qué planeas James? — pregunto Sirius que también había captado la mirada de su amigo.
— Nada, aún nada, ya os contaré. Selene ¿tú podrías tratar de hacer razonar a Lily? — preguntó James haciendo un puchero a Selene.
— Ya lo intento James, pero tal vez deberías dejarla unos meses para que… bueno aprenda a valorarte. — dijo Selene tratando de hacer sentir bien a James, el chico agradeció su gesto besándole la mejilla.
— Cuidado con ella, Cornamenta, yo la vi primero. — dijo Sirius tirando de su amiga para separarla del chico, la sentó en su regazo, todos sabían que Sirius estaba de broma, realmente no sentía nada por la chica, solo le gustaba molestar a sus amigos. Y aliviar la tensión que había en el ambiente.
— Venga Sirius, no fastidies. — dijo Selene, pese a sus palabras se abrazó a su amigo, al cual consideraba como un hermano.
— Ya sabes que no me gusta que otros se te acerquen. — dijo con una sonrisa Sirius. Y Selene lo sabía, podía ser muy protector, cosa que a veces la molestaba mucho, y otras soportaba estoicamente.
— Creo que voy a buscar a las chicas, no quiero que se enfaden conmigo.
— Yo voy. — se ofreció James levantándose rápidamente.
— No, tú quédate aquí, seguro que Sirius quiere empezar su último año con una broma.
Selene sonrió a sus amigos antes de salir de allí, era consciente de la larga trayectoria de los merodeadores con sus bromas, de las que fingían no ser ellos, pero que siempre acababan llevándose el mérito, pese a que lo sabía y a ellos no les molestaba que se incluyera en sus bromas a ella no la gustaba demasiado, se reía con las bromas como todos, pero no quería formar parte, consideraba que era algo de ellos, además, que no quería que Susan y Lily se enfadaran y sin duda eso pasaría si tratara de formar parte de las bromas de los merodeadores.
Buscó a sus amigas y las encontró unos compartimentos más allá, entró y se sentó junto a ellas, mirando con reprobación a Lily, no le gustaba que diera tantas calabazas a James, sabía que el chico la quería mucho y sin duda estarían a gusto juntos, pero Lily se empeñaba en no darle siquiera una oportunidad.
— No me mires así, es pueril e irresponsable. No le interesa nadie que no sea él mismo, y si acepto salir con él, cosa que no va a pasar, a los dos días estaría con otra, solo le gusto porque no puede tenerme.
— Sabes que eso no es verdad, Lily, te quiere.
— No me quiere, quiere lo que no puede tener, como los niños. — dijo Lily furiosa, mirando a Selene, luego desvió su mirada hacia Susan. — Díselo tú, Su. — pidió Lily.
— No creo que pierdas nada intentándolo. — ante la mirada de reproche de Lily cambió de tema. — Selene estos son Harry y Bronwyn.
— Ah hola. — dijo Selene mirándolos por primera vez, ni siquiera había reparado en su presencia.
En ese momento la puerta del compartimento se abrió y entró un Severus Snape adolescente, aunque a parte de que era algo más bajo y tenía la piel más tersa estaba igual, tenía el pelo grasiento y la nariz ganchuda, y los ojos negros como profundos pozos.
Iba con dos amigos más, que parecían instarle contra los presentes, y que Harry no reconoció, Snape miró a Lily fijamente durando un segundo, un segundo en el que sus ojos negros parecieron tener vida, luego volvieron a ser oscuros pozos negros.
— Ahora no tenemos tiempo Snape. — dijo Susan mirando mal al chico.
— Nadie ha hablado contigo, traidora. — dijo Snape, Susan y Selene se limitaron a reírse, al parecer no tomaban enserio a Snape, Lily se limitó a no mirarle.
— Nos han comentado que había alumnos nuevos aquí y veníamos a ofrecerles una compañía mejor que la vuestra.
— Pues cuando la encuentres nos avisas. — dijo Harry con odio, sujetando la mano de Bronwyn, que parecía dispuesta a sacar la varita.
— Así que vais a seguir el camino de las dos traidoras a su sangre y la sangre sucia.
— ¿Por qué no te atas la lengua, Quejicus? — preguntó James Potter que acababa de aparecer tras ellos. — O mejor ya lo hago yo. — Movió la varita y murmuró una palabra, mientras Snape trataba de hablar pero parecía que se le había quedado pegada la lengua en el paladar.
— Potter no hace falta que me defiendas. — murmuró Lily deshaciendo el hechizo de James. — Lárgate Severus.
— ¿Por qué él es Severus y yo Potter? — preguntó James mientras Snape se iba de allí murmurando en contra de James y la sangre sucia.
— Lárgate tú también. — pidió Lily sin mirarle siquiera.
— Solo quería ayudar. — dijo James, en ese momento pareció ver a Harry y Bronwyn, miró a Harry durante unos segundos, al parecer había notado el parecido entre ambos.
Harry volvió a explicarle quien era, o quien se había inventado mejor dicho, James pareció satisfecho con la explicación y salió de allí, Harry se arrepintió de no haber tomado poción multijugos antes de ir allí, pero como no se le había ocurrido sin duda iba a tener que dar una explicación más factible para su parecido a James que un simple "casualidad".
Por suerte no hubo más interrupciones en el viaje a Hogwarts, Selene, Lily y Susan se quedaron en el compartimento con Harry y Bronwyn casi hasta el final del viaje, donde volvieron a sus compartimentos para ponerse el uniforme y recoger sus cosas, Harry y Bronwyn pasaron aproximadamente media hora solos, y la pasaron en completo silencio, tratando de mentalizarse el hecho de tener que volver a ponerse frente a unos alumnos de Hogwarts que ni siquiera conocían.
— ¿Crees que tendremos que pasar por la selección? — preguntó Bronwyn preocupada.
— Espero que no, no me gustaría tener al sombrero en mi cabeza con todo lo que sabemos.
— No creo que cuente nada… — dijo Bronwyn pero aún así no era algo que quisieran hacer.
Harry se echó a reír de repente, causando el sobresalto de Bronwyn, que le miró como si se hubiera vuelto loco, Harry tardó unos segundos en calmarse y poder explicar a Bronwyn el porque de su risa un tanto histérica.
— Pensaba en lo preocupados que estamos por que todo salga bien, pero lo peor que puede pasar si metemos la pata es que salvemos a nuestros padres de un futuro horrible.
— Si no pasa como tiene que pasar puede que no puedas derrotar a Voldemort. — Harry agitó una mano restándole importancia.
— ¿No lo entiendes? Por primera vez nos podemos comportar como adolescentes normales, sin ser los salvadores del mundo mágico, sin que nadie nos reconozca, solo disfrutar y ser felices, y eso creo que sé como hacerlo. — tomó a Bronwyn de la cintura y comenzó a besarla el cuello.
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Y mientras Harry y Bronwyn decidían ser dos adolescentes normales en el futuro las cosas no iban del todo bien.
Hermione parpadeó un par de veces, mientras un punzante dolor de cabeza amenazaba con partírsela, se levantó del suelo, tocándose la nuca, donde manaba un pequeño chorro de sangre libremente, arrancó un trozo de su camiseta, de la interior que era lo único que no parecía lleno de polvo y se taponó la herida como pudo, sin poder evitar un gesto de dolor.
Vio un destello pelirrojo a unos metros de ella, corrió hacia el lugar, aunque pronto tuvo que frenar porque la resultaba muy doloroso, Ron estaba en el suelo tumbado, también parecía inconsciente, Hermione le agitó varias veces, hasta que el chico abrió los ojos lentamente.
— ¿Dónde estamos? — preguntó tocando el suelo arenoso y mirando las bajas paredes escavadas en piedra.
— Si no me equivoco… En el inframundo. — dijo Hermione mordiéndose un labio con preocupación.
— ¿Y cómo hemos llegado hasta aquí? — preguntó Ron. — ¿Estamos muertos? — preguntó palideciendo intensamente.
— No lo creo, supongo que el viaje en el tiempo de Bronwyn y Harry crearon una especie de brecha que nos mandó aquí.
— ¿Los demás también están aquí? — preguntó Ron.
— No lo sé, nosotros estábamos más cerca de ellos, tal vez a los demás no les llegó la honda expansiva. Pero hay algo más Ron.
— ¿Más malas noticias? — preguntó Ron temblando.
— Si yo llevó razón, en lo de la brecha temporal, podemos estar en cualquier fecha entre la nuestra y a la que fueron Harry y Bronwyn.
— ¿Y cómo volveremos? — preguntó Ron aterrado.
— Si Dumbledore lleva razón, cuando el tiempo se restaure nosotros deberíamos volver allí. Pero… — Hermione se mordió el labio, pensando en todo lo que sabía sobre el lugar donde estaban.
— ¿Pero que Hermione? — preguntó Ron con voz chillona.
— Tenemos que salir del infierno, si no… no creo que podamos volver a nuestra época, y que yo sepa, la única forma de salir del infierno, son con los poderes demoniacos…
— Si Shido está en esta época también, ¿Podrá encontrarnos? — preguntó Ron, con esperanza, el hombre no era santo de su devoción, pero lo eran aún menos los demonios que allí había.
— No mientras estemos aquí abajo, debemos encontrar la forma de salir, luego yo podré encontrarle a él, si está en esta época.
— ¿Algún plan? — preguntó Ron.
— Sí. Encontraremos a un demonio de bajo nivel y le obligaremos a ayudarnos o le ofreceremos un trato, vamos.
Hermione comenzó a andar, aún con una tira de su camiseta taponándola la herida de la nuca y Ron caminando a su lado, ambos con la varita en la mano y un lumus creado para poder ver su camino, ambos temblaban ligeramente por el miedo a lo desconocido, aún así avanzaron firmes, sin dudar, en un intento de dar ánimos al otro.
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Harry y Bronwyn se montaron en uno de los carruajes, poco después Remus y Peter se montaron con ellos.
— ¿Los conocemos? — preguntó Peter a Remus en un susurro en un intento de esclarecer si los había olvidado o si solo es que no los conocía.
— Yo soy Harry y ella es Bronwyn y no nos conoces. — dijo Harry sonriendo con amabilidad. Bronwyn le miró fascinada ella no hubiera sido capaz de ser tan amable con el que consideraba la peor escoria del mundo.
— Oh, yo soy Peter y el Remus. Es que tengo muy mala memoria y a veces olvido a la gente. — el pequeño Peter se sonrojó ligeramente.
— No pasa nada, es normal.
No hablaron mucho más en el camino hasta Hogwarts, luego Harry y Bronwyn se reunieron con McGonagall antes de entrar al Gran Comedor. Los chicos suspiraron sabiendo que de nuevo empezaba la pantomima.
— Harry y Bronwyn ¿verdad? Sí, el profesor Dumbledore me explicó sobre sus… circunstancias especiales. — dijo McGonagall, los chicos la sonrieron con amabilidad, preguntándose cuanto le habría contado el profesor. — Lo que no me dijo son sus apellidos.
— El es Harry McNamara y yo soy Bronwyn Troy. — improvisó Bronwyn, Harry se lo agradeció porque había estado apunto de responder Potter y Black.
— Entonces pasaremos a seleccionaros con los alumnos de primero, si eso no representa un problema para ustedes. — mencionó McGonagall y como no había ningún motivo real para negarse, lo aceptaron.
— ¿De donde has sacado esos apellidos? — preguntó Harry con curiosidad, pues no le sonaban de antes.
— De una serie muggle, no se me ocurrió nada mejor.
— Genial, pues espero que nadie la haya visto.
— Aún no existe Harry. — dijo Bronwyn sonriendo.
— Es verdad.
Cuando los alumnos de primero llegaron poco después a través del lago y los demás ya estaban sentados en el gran comedor dio comienzo la selección, Harry sonrió divertido al oír a los niños murmurando nerviosos, recordando su primer año y lo preocupado que había estado porque le mandaran de nuevo a casa.
— Primero pasaremos a seleccionar a dos alumnos que pasaran a formar parte de séptimo, Harry McNamara. — llamó McGonagall, Harry ando hacia el sombrero mucho más seguro que la primera vez, aunque la mirada de todos los demás sobre él le seguía poniendo nervioso.
Cuando se sentó en el taburete y McGonagall deslizó el sombrero en su cabeza Harry suspiró antes de empezar lo que supuso sería una larga discusión con el sombrero.
— Sí… El profesor Dumbledore me comunicó que tendría que darles una casa a dos venidos del futuro, pero no me dijo que sería un Potter uno de ellos. Un Potter — Evans.
— Pues la otra es una Black — Montgomery. — pensó Harry sin poder evitar que una sonrisa llegase a sus labios.
— Que curiosa es la magia, ¿verdad? — habló de nuevo la voz en su cabeza. — Que difícil, es asignarle casa señor Potter, veo que estuvo en Griffindor en el futuro.
— Y me gustaría seguir allí. — musitó Harry en su cabeza.
— Eso sin duda, pero tal vez debería probar en Slytherin, tal vez el cambio le agrade.
— Te aseguro que si voy a Slytherin mataré a alguien antes de que acabe el curso. — pensó Harry en Snape y el insulto que había dedicado a su madre en el tren.
— Está bien señor Potter, entonces: GRIFFINDOR. — gritó la última palabra para que la oyese todo el gran comedor y Harry se encaminó a la mesa, sentándose junto a Peter que le señalaba un par de sitios libres a su lado.
Seleccionaron a Bronwyn, que obviamente fue a parar también a Griffindor, seguramente la chica no hubiera aceptado otra cosa, se sentó junto a Harry y miró de reojo a Peter y al resto de merodeadores que estaban enfrascados en una conversación susurrada.
— ¿Por qué no le odias? — preguntó Bronwyn en un susurró bajo, asegurándose de que solo Harry la oyese.
— Según le he visto le hubiese matado Bronwyn, pero mírale, él aún es inocente, solo es un chiquillo de diecisiete años preocupado por sus notas y por sus amigos. Aún no ha traicionado, matado o ayudado a Voldemort en su regreso, debes ver la diferencia, si le condenas con tu odio, seguramente le precipites al otro lado, olvídate de todo lo que sabes del futuro y vive el día a día o no seremos capaces.
— Llevas razón. — dijo Bronwyn suspirando.
— Además me recuerda a Neville en los primeros cursos, tan tímido e introvertido… Tal vez si Peter hubiera tenido más suerte, no habría acabado allí.
— Está bien, ¿iremos a hablar con Dumbledore? — preguntó Bronwyn aceptando las palabras de su novio.
— Creo que podemos esperar a mañana, no creo que sea buena idea empezar con secretos el primer día. — dijo Harry sonriendo, sabía que los merodeadores no se fiaban del todo de ellos y estarían pendientes de si desaparecían para ir a ver a Dumbledore, y estaba tan seguro porque él hubiera hecho aquello de estar en su lugar. Una nueva aventura que los merodeadores estarían encantados de vivir.
Dumbledore se puso de pie y empezó su discurso, Harry sonrió alegre de lo familiar que parecía todo y se limitó a escuchar.
