Disclaimer: South park ni sus personajes son míos, pertenecen a Trey Parker y Matt Stone. Yo sólo los utilizo con el fin de entretener.

Capítulo 1. Arreglos previos.

Le observa levantar una mano para acomodar algunos rizos rebeldes que le obstruían su visión, extiende la orilla de su gorro verde con premeditada delicadeza y no importa cuánto tiempo le tome acomodarlo, porque lucir bien aquella prenda es una de sus máximas prioridades durante todo el día. Tampoco importa cuántas veces le ha visto hacer aquel movimiento suave con la cabeza para que sus rizos escarlatas se alejen de su campo de visión, es una de sus manías favoritas de aquel judío pelirrojo, su amigo de toda la vida.

Y no pretendía sacar conclusiones apresuradas sobre el paulatino cambio que había sufrido el del ushanka verde, los cambios completamente obvios para él, pero que el resto del mundo parecía ignorar, como si dichos cambios no hubieran sucedido o, peor aún, como si se hubieran adaptado a ellos justo en el momento en que aparecieron. Y no lo entendía, no quería comprenderlo. Se negaba a meterse en la cabeza que, el que Kyle levantara una pierna para descansarla sobre la otra y se inclinara ligeramente hacia adelante sobre la mesa de la cafetería provocando una sutil curvatura en su columna, fuera algo normal.

No sólo eso, no, la cosa no acababa ahí ¡Ojalá terminara únicamente con esos movimientos tan malditamente sugerentes! Kyle Broflovski a sus cortos 13 años gozaba de elocuencia, de profunda comunicación asertiva, aunque no estaba seguro de qué significaba, había escuchado al Sr. Mackey calificarlo de aquella forma luego de que todos en la clase votaran a Kyle como delegado, pero cuando Kenny le preguntó qué quería decir con eso, él había soltado una broma muy pesada antes de que explicaran el término, ganándose una hora en detención y posteriores insultos por parte del pelirrojo. Aun así, sabía que era correcto usar aquel calificativo con él, porque las palabras muy difíciles y rebuscadas siempre iban bien con él. Así que la forma en la que hablaba, su voz tan escandalosa pero que depende de la persona con la que conversaba se volvía más suave y cálida, la manera en la que entornaba sus ojos cuando escuchaba a alguien y se inclinaba hacia ellos invadiendo el espacio personal con una habilidad tal que al otro no parecía incomodarle, lo estaban volviendo loco.

Pero lo que más enloquecía a Eric Cartman, era que Kyle parecía haber cambiado con el universo entero menos con él. Hacia su gloriosa persona, Broflovski seguía siendo el mismo chiquillo inmaduro que le llevaba la contraria a la mínima, como si disfrutara de discutir con él por cosas tan absurdas y triviales, seguía siendo el mismo niño que intentaba inútilmente imponerle su moralidad, seguía teniendo un mal genio hacia cualquier cosa que hiciera y seguía siendo temperamental como nadie, neurótico como la mierda. Y no le importaría que siguiera siendo "como en los viejos tiempos" pero cuando era el chico perfecto con todos y a él seguía odiándole, le ofendía terriblemente. Le dolía, también, pero no lo admitiría.

Sobre todo, cuando desde hace unas semanas había sido bendecido por una revelación del cielo, que le cayó como agua fría en la cabeza, estaba celoso de Stan Marsh, su amigo del alma, su aliado y compinche para travesuras y planes rebuscados de los que eran conscientes que saldrían mal desde el principio, pero de los que seguía participando a pesar de eso.

Sabía que, para Stan, Kyle era su "súper mejor amigo", lo que le dejaba en el simple y asqueroso puesto de "sólo mejor amigo" y odiaba que Marsh fuera tan jodidamente cercano al pelirrojo, no sólo pasaban juntos toda la jornada de clases, no sólo iba a su casa a cenar tan tranquilo, sin pedir permiso ni dar explicaciones, como si también viviera con él, no sólo se contaban todo y no se guardaban ni un mísero secreto, sino que también, Stan se sentía muy cómodo con el contacto físico formando parte de su relación y abiertamente, además. Como la vez en la que Kyle se recostó en el regazo del pelinegro para dormir durante el segundo periodo en el recreo y ante las miradas extrañadas de sus amigos – incluyéndole – Stan aseguró que el judío se sentía muy cansado por los entrenamientos del equipo de baloncesto y que le dejaran descansar. O como cuando Kyle le acariciaba el cabello oscuro siempre que se quitaba el gorrito azul, diciendo que se sentía demasiado bien que le peinara con los dedos. A Marsh no le molestaba nada de lo que su "súper mejor amigo" hiciera con él, ni siquiera cuando Kyle le pinchaba la cara con el dedo índice provocando en Stan el hacer muecas raras, esas que le hacían soltar una risilla divertida que contagiaba a todos los presentes, a veces incluso a él, muy a su pesar.

— Judío de mierda – Murmuró con la bandeja de su almuerzo todavía en sus manos, observando la mesa del fondo donde Kyle hablaba realmente emocionado con Stan y el grupito de Tucker, sobre algún tema que le apasionaba, tocando a Marsh con manos inquietas cada vez que necesitaba hacer énfasis en algo.

— ¿Qué te hizo Kyle esta vez? – La voz amortiguada de Kenny le hizo saltar sobre sí mismo, asustado por su repentina llegada. Le observó con el ceño fruncido aun cuando McCormick sonrió abiertamente.

— ¡Kenny, amigo! – Exclamó, con un fingido tono de voz amable que provocó en Kenny un rostro cubierto en desagrado – No sabrás qué es lo que le pasa a Kyle últimamente, ¿verdad?

— ¿Qué? – Incrédulo, observó al pelirrojo durante el momento en que Cartman movía su pie de arriba abajo bastante ansioso – A Kyle no le pasa nada, culo gordo.

— Sí le pasa, Kenny – Pasó un brazo por el cuello del rubio mientras decía esto, casi en un siseo, tan perverso y de una forma tal que Kenny tuvo que ver a Kyle detenidamente otra vez para estar seguro.

— No, no le pasa – Sentenció, apartando el gran brazo lejos de sí.

— ¡Sí le pasa, carajo! – Dijo, haciendo equilibrio para que la bandeja no cayera de sus manos.

— Oye ¿Tienes algo de dinero? No había nada de comida en casa y mi madre no me dejó dinero.

— Jódete, pobre.

Dicho eso, Cartman emprendió su viaje hasta la mesa en la que se encontraban sus amigos, con un Kenny bastante enfadado pisándole los talones, recordándole lo cabrón que era y el motivo por el que nadie le iba a querer cuando fuera más grande, asegurándole que su madre no contaba y ganándose un par de insultos por parte del más gordo.

Kyle dejó de hablar en cuanto los vio a unos centímetros de la mesa y sólo en el momento en el que los demás dejaron de escuchar la voz del pelirrojo es que se dieron cuenta de su presencia, como si les hubiera sacado de la burbuja de magia negra judía en la que habían caído.

— Hola, Kenny – Saludó Kyle, seguido de Stan quien sólo hizo un movimiento de cabeza. Sus ojos verdes se posaron en los del castaño, alzando una ceja – Cartman.

— Hola, Kyle, Stan, personajes de relleno – Podía jurar que intentó hablar como normalmente lo hacía, pero la mirada de Broflovski le ponía los pelos de punta, mucho más alerta de lo que solía estar. Tucker, quien había ignorado olímpicamente la presencia de los recién llegados, frunció el ceño, pero permaneció callado dándole un buen mordisco a su hamburguesa.

— Tardaron bastante en elegir el almuerzo, chicos – Habló Stan al tiempo en que le hacía una seña a Kyle para que se deslizara un poco más a su derecha, dejando un espacio libre, Clyde, que había estado sentado al lado de los "súper mejores amigos" prefirió ponerse de pie para sentarse al lado de Token, Craig y Tweek, al otro lado de la mesa.

— Qué te importa, Hippie – El castaño tomó asiento al lado de Stan, quien sacudió la cabeza, ligeramente molesto por su actitud. Kenny les observó por unos segundos, hasta que cayeron en la cuenta de que no había más lugar donde sentarse.

— Sí le haces honor a tu apodo, culo gordo – Bufó Marsh.

— ¡Carajo, Cartman, dale espacio a Kenny! – Vociferó Kyle, estirando el brazo tras la espalda de Stan para encajarle un buen golpe en el brazo.

— ¡¿Qué?! – Se encogió de hombros ante el impacto, dedicándole una genuina cara de indignación. La risa aminorada de Kenny les hizo reír a todos. Las cejas de Cartman se juntaron todo lo que podían, su amigo rubio ya se había salvado de ser golpeado, pero no esta vez, nadie hace que le humillen – Los pobres se sientan en el suelo – Sentenció, metiéndose el sándwich con doble queso y jamón a la boca. Kenny masculló algo que parecía un insulto.

Cartman pudo escuchar el gruñido hastiado Kyle, siempre hacía ese sonido de puro enfado cuando hacía algo que iba en contra de su moral judía. Aunque no quisiera admitirlo, Eric Cartman gozaba de provocar esa reacción en él, se le caía la baba cada vez que veía las mejillas de Kyle rojas de furia, por supuesto, únicamente cuando eran dedicadas específicamente a su magnífica presencia.

El pelirrojo iba a decir algo, incluso estuvo a punto de levantarse de su lugar, pero cualquier intención de moverse o hablar fue interrumpida por una voz mucho más profunda y aburrida, una melodía muy floja y vaga como si no hubiera querido tomarse la molestia de hablar en primer lugar.

— Siéntate aquí, McCormick – Craig Tucker dejó a todos con la boca abierta y sin mediar más palabras se levantó haciéndole un gesto con la mano a Tweek para que se hiciera ligeramente hacia atrás, con la clara intención de sentarse sobre sus piernas. El tembloroso rubio soltó un chillido parecido al de un conejillo en cuanto sintió al del chullo azul acomodarse en él.

— ¿Eh? Vaya, gracias – Dijo tomando asiento, pero todavía sin dar crédito de lo que acababa de pasar, como todos los presentes. Craig sacudió la cabeza, aseverando que estaba bien, pero sin pronunciar palabra, llevando su hamburguesa de nuevo a su boca – Por un momento pensé que me pedirías que me sentara en tus piernas.

— Sigue soñando – Bufó por lo bajo, pero sin interrumpir el bocado a su comida.

— Maricas – Y todos resoplaron fastidiados al dueño de aquella voz. Cartman siguió comiendo como si no hubiera dicho nada. Craig levantó el dedo medio hacia su dirección, pero sin dirigirle la mirada, parecido a cuando despides a alguien que no está aportando nada al trabajo, sin merecer un vistazo si quiera – Tú eres el más marica de todos, Craig, más que Kyle.

— ¡Hey! – Se quejó el aludido. Y tras un par de insultos, el pelirrojo devolvió la vista al resto de sus amigos, específicamente en el pelinegro frente a él – Eres muy amable, Craig.

Por supuesto que Cartman casi se atraganta con el jugo de manzana que estaba tomando justo en el instante en que aquellas palabras salieron de la boca del judío, y sólo él podía ser consciente del tono provocativo con el que había dicho la frase, sólo él.

— Es sólo una excusa – Sonrió, recibiendo un chillido incluso más fuerte por parte del rubio sobre el que estaba sentado. Tweek apoyó su cabeza en la espalda de Tucker, con las orejas rojas y removiéndose incómodo.

— ¡Espera! – La voz de Kenny asustó a varios, se inclinó hacia Craig con el ceño fruncido mientras robaba las papas fritas que estaban en su plato – ¿Tweek y tú son pareja?

— ¿Te das cuenta hasta ahora? – Le dijo, empujando el plato con las papas hacia su dirección, provocando que Kenny hiciera algún tipo de baile emocionado.

— Kenny, estás ciego – Bufó Kyle extendiéndole lo que quedaba de su botella de jugo de naranja – Hacen bonita pareja.

— Gracias, tú también haces bonita pareja con Stan.

— No seas imbécil, Craig – Dijo Marsh luego de darle un buen golpe a la mesa con el puño – Tengo novia y es Wendy, deja de decir esas cosas.

— Eso dices ahora – Se burló, induciendo a una sonora carcajada por parte de Kyle.

Cartman no cabía en estupefacción ¿De verdad el judío estaba riendo? ¿Por qué no estaba insultando a Tucker o dándole una buena bofetada? Porque se lo merecía ¡Quién en su sano juicio insinuaba ese tipo de cosas a los "súper mejores amigos"! ¡A un judío! Tucker debía tener la cabeza en las nubes, permanecer sentado sobre Tweek le estaba dejando mal de la cabeza. Siempre había pensado en Craig como alguien de pocas luces ¡Pero eso había sido el colmo! No, de hecho, lo que colmó el vaso había sido la risa de Broflovski, esa escandalosa carcajada saturada de diversión y regocijo, como si estuviera complacido de que alguien le emparejara con Stan, como si la sensación de encajar con Marsh a los ojos de otra persona le satisficiera.

— Stan y yo sólo somos amigos, siempre lo seremos – Aseguró Kyle, solemne.

— No sólo amigos – Corrigió Stan.

— Sí, súper mejores amigos – Concluyó el del sombrero verde, alargando las palabras casi aburrido de aclarar aquello que era obvio.

— ¿Ven? Eso es muy gay – Tucker les dirigió una mirada suspicaz al tiempo en que se limpiaba los labios con una servilleta.

— No seas hipócrita, Craig – Dijo Clyde rodando los ojos. El aludido estiró el brazo tratando de darle un zape, pero el castaño fue más hábil esquivando las peligrosas intenciones de su amigo.

— Todos somos hipócritas – Suspiró Token, conciliador. Clyde se encogió de hombros.

— ¿Por qué nos molestas, Craig? – Indagó Kyle sacudiendo la cabeza, entre risas – ¿Te hace gracia?

— Mucha.

Fue lo único que dijo el del chullo azul, antes de acariciar las manos de Tweek que habían estado abrazando su torso.

Cartman estaba helado. Paralizado. Con el cuerpo frío y caliente. Oleadas de calor recorriendo su espalda, incluso había dejado de comer. Jamás había visto a Kyle así de risueño ante un ataque tan directo, ni hablar de algo tan complicado como los sentimientos de amor, teniendo en cuenta que el del pompón rojo tenía novia, lo normal era que Kyle defendiera a su amigo también ¿verdad? Lo normal era que se escudara tras un argumento lógico sobre las razones por las que jamás podría estar con su súper mejor amigo, que se resguardara abriendo un debate de esos en los que Tucker participaba gustoso ¡Eso debía hacer el judío! ¡El pelirrojo que estaba a su lado no era el Kyle Broflovski que conocía! ¿Y así le habían insistido que no le pasaba nada raro? ¡Todos ciegos! Todos debían estar hipnotizados por su radiante sonrisa judía, sus malditos ojos curiosos y por sus estúpidos movimientos inquietos.

Eric Cartman tendría que ayudarles a ser más conscientes, a que vieran con claridad a qué se refería. El cambio de Kyle no pasaría sin pena ni gloria, lo juraba por todo aquello que le importaba de verdad, que se reducía a una sola persona, él mismo. Aunque ignorara el hecho de que la pubertad se ceñía sobre todos, incluyéndole, tomaría cartas sobre el asunto.

Serios eventos están a punto de acontecer en South Park. El plan de Eric Cartman era uno de ellos.