Caminaba por un parque en lo que, según me habían dicho, era Londres, vendía pequeños ramilletes de flores para sobrevivir. No sabía cómo había llegado aquel lugar, solo recordaba haber despertado a un lado del camino calada hasta los huesos por la lluvia sin saber quién era o de donde venia y completamente sola, al llegar a la ciudad, me encontré con Ginny, ella era mi mejor amiga y quien me había ayudado a sobrevivir…

- ¿Flores para la dama señor?, ¿compra flores para señorita? - mi voz sonaba débil, no era raro después de pasar hambre y frio. Vivíamos en el barrio más pobre de la ciudad, allí cada uno peleaba por sobrevivir como podía, a veces se hacían grupos para ayudarse, como el que teníamos Ginny, su hermano Ron y yo.

Suspire cansada, me dirigí a una banca en el parque y me senté, contando las escasas monedas ganadas, 3 ramilletes vendidos en todo el día y la noche comenzaba a caer, sería mejor regresar. Londres de noche era muy inseguro para cualquier persona, caminaba cuidando mis costados y cada callejón oscuro por el que pasaba, pero no fui lo suficientemente cuidadosa.

Casi había terminado de pasar uno de esos callejones cuando sentí una mano cubrir mi boca y otra tomarme de la cintura, grite desesperada, pero solo parecían gemidos con aquella mugrosa mano rugosa en mi boca. Me retorcía esperando que en alguno de esos movimientos pudiera deshacerme de su agarre, pero casi parecía imposible, sentí como mi espalda golpeaba la pared, un aliento fétido y cargado de alcohol lleno mis fosas nasales, mareándome un poco.

- ¿Que hace una lindura como tu tan noche en la calle?- sentí su mano moverse por mi falda y comenzar a subirla mientras lo escuchaba reírse ante mi cara de horror - ¿sabes una cosa? No puedo resistirme ante muchachitas como tú, y…- su mirada se volvió mas lasciva si aun se podía y se relamió los labios con gusto- apuesto a que aun nadie te ha tocado…- su mano paso por mi muslo en ese momento y yo solo quería vomitar, mis lágrimas nublaron un poco mi vista.

En medio del miedo mi boca se abrió para enterrar mis dientes en su mano, grito de dolor y yo aproveche para correr, pero sin comer durante días y con el frio en mis músculos, no fui lo suficientemente rápida.

Sentí su mano agarrarme del brazo y estrellarme de nuevo y con más violencia contra la pared del callejón, lo siguiente que sentí fue su mano contra mi mejilla una y otra vez hasta hacer mi labio sangrar, el sabor metálico de la sangre lleno mi boca.

- ¡Eres una perra idiota! ¡Me las vas a pagar mocosa engreída!- mi ropa era desgarrada por sus asquerosas manos y tocaban cuanto quería, yo gritaba pedía ayuda, pero mi voz era débil y aquel lugar parecía desolado, sin un alma por las calles. - ¡Que te calles te dije!- sentí un golpe en mi cabeza y a mis sentidos irse de a poco, mi vista se nublo, mis piernas yo no pudieron sostenerme más y caí al frio suelo con un golpe estruendoso.

Escuche un grito, mas golpes, pero yo ya no sentía nada, quizás estaba tan sedada por el frio que ya era incapaz de sentir nada, o quizás, estaba a punto de morir.

De pronto alguien me elevo y yo solo rogaba interiormente porque ya me dejaran tranquila, en medio de mi inconsciencia, logre abrir un poco los parpados y vislumbre unos ojos grises, o así se miraban en medio de la noche, parecían estrellas, pero yo solo quería que me dejaran allí, solo quería paz..- por… favor- le rogué a aquel par de ojos - estarás bien…- fue lo último que escuche de aquellos ojos antes de caer de nuevo en la inconsciencia.